Disclaimer: Nada me pertenece. Ok, trama de la historia sí, pero casi todos los personajes (excepto los que no reconozcan) son obra y gracia del grupo CLAMP.
Falling for you
Por Kira Read
Sakura Kinomoto había pasado por situaciones extrañas en su vida. De verdad. A sus escasos 17 años había recorrido varios lugares alrededor del país y algunas partes del extranjero, así que las oportunidades para sentirse rara o ver cosas raras o ser parte de situaciones raras habían sido demasiadas.
Sin embargo, nunca en su vida imaginó que podría llegar a estar en este tipo de situación.
—Cómprame.
Acorralada contra una pared en el pasillo más desolado de la preparatoria en la que llevaba menos de un mes, no pudo más que aterrarse ante la orden. Y de parte de quién venía… eso lo hacía todo mucho peor. Y es que, viéndolo en retrospectiva, era de lo más insólito si tomábamos en cuenta que desde el minuto en que pisó los jardines de la preparatoria Seijô se propuso pasar desapercibida. Pero al parecer no lo había hecho bien, principalmente por el hecho de que él la había notado y pues ahora… ahora no sabía qué pensar de la situación.
—Cómprame —insistió el chico ejerciendo más presión sobre ella con su poderosa mirada.
Tuvo que tragar pesado. A ella no le podía estar pasando eso. No podía terminar de asimilar la situación: hace un par de minutos estaba paseando tranquilamente (y solitaria) por los jardines de su escuela y de la nada ese loco la arrastraba hasta un lugar sospechosamente oscuro y desolado para exigirle esto.
El mundo no tenía mucho sentido. Al menos no desde el momento en que el terrible adolescente temperamental que tenía en frente decidió que era un buen día para fastidiar a la única chica en la escuela que, probablemente, nunca había estado ni remotamente interesada en él más que por su simple y sana curiosidad, lo cual estaba muy lejos de los turbios pensamientos que él solía despertar en sus compañeras —que, por cierto, eran lo suficientemente descaradas para hablar barbaridad y media en los vestidores—.
Ella, por supuesto, no era así. Ella nunca dejaría que sus hormonas se llevaran lo mejor de ella, sobre todo porque —hay que ser sinceras— él no le atraía en lo más mínimo. No importaba la sonrisa perfecta, ni los brazos fuertes —hay que creerle: los tiene justo a los lados de su cabeza ahora—, ni que le sacara unos veinte centímetros, ni mucho menos los ojos que parecían caramelo fundido. No señor, nada de eso importaba porque, sencillamente, a ella no le gustaban los castaños.
¡Argh! Está bien, si nos ponemos exigentes, quisquillosos y súper pesados puede ser que quizá, quizá, lo haya mirado un par de veces más de la cuenta, pero eso no implicaba que tenía el derecho de arrastrarla hasta ahí así. ¡Ella ni siquiera le dedicaba más de un pensamiento al día! (que era cuando lo saludaba en vano en las mañanas al entrar al aula). Sakura pensó que todo lo que estaba pasando podría ser obra de su imaginación, pero ni siquiera sus más vívidas fantasías podrían recrear con tanta maestría esa expresión furiosa. Dios mío, parecía que iba a arrancarle la cabeza…
(Y puede que hasta fuera mejor, porque no sabía qué sería de sus pobres nervios si seguían así de cerca).
—¡Kinomoto! Deja de pensar en las estupideces de siempre y escúchame: tienes que comprarme —y, de paso, le apretó más fuerte las muñecas con lo que le impedía escapar de cualquier manera.
—¿Q-qué? —fue lo único que pudo articular luego de algunos segundos. Él sencillamente frunció más el ceño y maldijo por lo bajo, pero no la soltó.
—Dije que tú vas a comprarme —le repitió con un tono que dejaba claro que no quería réplicas.
Pero ella era Sakura Kinomoto. Las cosas que estaban claras para el resto a duras penas y tenían cierto sentido para ella.
—Pe-pero yo-yo…yo…no entiendo…
Él solo se dedicó a mirarla esos amenazantes ojos que poseía, que parecían adquirir un brillo casi dorado con tanta furia que se reflejaba en ellos (y casi se rió mentalmente de sí misma al ponerse tan imaginativa con tonos y colores en una situación como esa), y la pegó más a la pared. Bajó su rostro a la altura del de ella haciendo que sus narices se rozaran y le gruñó a la vez que le decía:
—Escúchame bien, porque ya estoy cansado de repetirlo y de perseguirte —dijo con voz controlada—: vas a comprarme. Vas a comprarme en la subasta del sábado así sea lo último que hagas.
Sakura se lo quedó viendo unos segundos intentando procesar la información, cosa que no se le hacía tan fácil debido a la cercanía y el nerviosismo natural que le inspiraba el chico cada vez que estaba a su alrededor; pero, entonces, terminó de asimilar esas palabras y en su mente se puso a contar.
Uno…
Claramente, él quería que ella lo comprara en la subasta que organizaría su curso el día sábado para recaudar fondos.
Dos…
Peor aún, él estaba dispuesto a amenazarla y perseguirla para que ella lo comprara en la susodicha subasta.
Tres…
Shaoran Li, el muchacho más perseguido por las chicas de su escuela, le exigía a ella, la nueva y nada resaltante Sakura Kinomoto, que lo comprara en una subasta en la que él era el premio mayor.
—¿¡Qué rayos!?
.
.
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Notas de la autora:
Hola. No hago esto hace mucho tiempo. Y en caso alguien me reconozca, probablemente estará pensando que soy bien descarada para venir a subir una nueva historia cuando tengo varias colgadas hace años. Pero me atrevo a subir este fanfic en particular porque está demasiado avanzado y porque, no sé, supongo que quise compartirlo.
En fin, ¿de qué va todo esto? Esta escena introductoria en realidad los está poniendo un mes delante de donde comienza la historia, así que no es técnicamente un primer capítulo sino algo así como un preview. El siguiente capítulo es el primero y, obviamente, los pondrá en rumbo a entender cómo es que Sakura y Shaoran llegaron a esto. Sé que ahorita parece un poco confuso, pero tomará sentido, I promise.
Si a alguien le agrada la idea, amaré que me lo digan para seguir subiéndolo. Espero pronto tenerles noticias que proyectos viejos que, estoy segura, la gran mayoría pensó abandonados.
Es bonito estar de regreso. Dejo un abrazo para cualquiera que lea esta cosilla sencilla.
