Fue un gusto tremendo conocer Little Witch Academia. Las aventuras de Akko y compañía, junto con Watamote, hicieron reencantarme con el anime, el cual el último tiempo solo veía muy contadas series. Puedo decir que ahora los veré con más regularidad.

Por ello, quise hacer un fic para rendir homenaje a esta gran serie, basado en Shiny Chariot. No será muy largo, pero lo dividiré en capítulos para hacer la lectura más amena. Además, para hacerlo un poco más interesante, también haré mención a otras franquicias sobre academias de magia, los cuales sentí interés de saber gracias a éste anime.

Por cierto, en el fic uso un concepto llamado comunidad mágica, el cual es solo una ocurrencia mía para englobar todo lo relacionado a la magia en forma sencilla, sin jerarquías. Debe entenderse como algo similar a una cultura o una red social.

Ahora les doy la bienvenida y espero que lo disfruten.


I- Introducción

Por fin me siento preparada. Soy bruja, me llamo Chariot du Nord, pero en público usaba el nombre artístico de Shiny Chariot. Estuve mucho tiempo enclaustrada bajo otra identidad, en el anonimato, pero ya creo necesario contar el porqué de mi iniciativa. Es hora de contar una parte de mi historia que he mantenido oculta por mucho tiempo.

En mi época de figura pública, solía usar un traje blanco de bruja con una alargada capa roja, mi cabello rojo lo tenía corto en ese entonces y me gustaba mostrar mis ojos de iris igualmente rojos. Para el diseño, me inspiré en el usado por las Antiguas 9 Brujas, de acuerdo a las leyendas que han circulado en la comunidad mágica. En mi época de estudios, junto a quien fuese mi amiga Croix Meridies, recibimos la importante misión de liberar la magia contenida en el sello del Gran Triskellion. El sello protegía una poderosísima energía mágica que abundaba en el mundo y que fue sellado por las Antiguas 9 Brujas, en el bosque de Arcturus. Para ello, recibimos el legendario objeto mágico llamado el Chaiohm Solais, al que yo llamé la Vara Brillante en mis espectáculos. Se trataba de un báculo blanco con un acabado dorado en un extremo y 7 esferas incrustadas en su largo, que representaban las 7 estrellas de la Osa Polar y las 7 palabras lunares de Arcturus, que había que traducir y sentir dentro del corazón para liberar el sello. En aquel momento, fui yo la elegida por la vara, pero no deseaba serlo, porque quien más lo deseaba era Croix. Le pedí disculpas siempre por lo sucedido, pero ella solo me mostraba una cálida sonrisa y me decía que estaba orgullosa de ser yo quien tomara la responsabilidad. Más de una vez, dudaba si lo que me decía era cierto.

Cuando poseía ese objeto sagrado en mi poder, pude liberar 6 de esas palabras, con la ayuda de la bruja Woodward —Una de las legendarias 9 Brujas, quien me instruyó personalmente—, y creí que con mis espectáculos lograría descifrar la última. Para mi lamento, descubrí que la gente que me veía, aunque se deslumbraba, no creían en la magia como yo lo hago, ni siquiera manifestaban muestras de interés. Solo esperaban a que hiciera espectáculos más y más extraordinarios, lo que exigía mi poder mágico hasta el límite. Me sentía cada vez más tensa por las exigencias del público y fue tal la presión, que colapsé en medio de mi última noche de presentación he hice algo terrible. Ese colapso hizo desaparecer la Vara Brillante de mis manos, lo que me llevó a una angustiosa conclusión: aquella noche, dejé de ser la elegida para liberar la magia en el mundo.

II- Croix

Cuando ocurrió aquello, mi amiga Croix, quien era una chica que usaba lentes en ese entonces y tenía el cabello púrpura, quien me acompañaba en mis espectáculos como asesora, utilizó un hechizo para borrar la memoria de los asistentes. Estaba angustiada con lo que hizo, no entendí su motivo y sentí enojo. Salí del escenario lo más rápido que pude y la encaré.

—¿Por qué lo hiciste, Croix? —le dije con un tono de voz alto.

—¿Te refieres a los recuerdos? No podíamos arriesgarnos, Chariot. Lo que has hecho no pasará desapercibido en la comunidad mágica ni en los altos mandos de los gobiernos. Pero si la gente normal expandiese la noticia, estaríamos en el ojo del huracán. Incluso, ahora temo por una nueva cacería de brujas.

Cuando la miraba, Croix parecía emitir una sonrisa de satisfacción a momentos, es como si le hubiese gustado que perdiese mi vara para siempre.

—¿«Lo que has hecho» dices? Croix, tú me llevaste a hacer un hechizo peligroso no hace mucho y no me advertiste las consecuencias. Esperaba a que asumieras también parte de la responsabilidad.

—Recuerda que fue tu idea el hacer espectáculos a la gente normal. Intentaste revelar a las brujas abiertamente y hacer tus ridículas parafernalias.

—Quería que creyeran en la magia… —Fui bajando el tono de mi voz— y en sus corazones…

—Sí, claro. Lo único que hiciste, fue que se enviciaran en verte hacer cosas visualmente deslumbrantes… ¡Como si la magia fuese meramente fuegos artificiales! ¡Lo que hacías no era más que una falta de respeto, y lo de ahora rebasó el límite!

Estaba tensa por todo y, con las palabras de Croix, fui perdiendo el control de mis emociones.

—¡Si ésa era tu forma de pensar! ¡¿Por qué me ayudaste entonces, Croix?!

—¡Obvio! El poder del Gran Triskellion no se maneja a la ligera, como tú lo hacías ver. Debía mantenerte bajo vigilancia.

Esperaba que ella me dijera «porque somos amigas». Y al no recibir esa respuesta, me sentí aún más descontrolada.

—¿Me considerabas un peligro?... ¡¿O es que aún te sientes enfurecida por ser yo la elegida por la Vara Brillante y no tú?!

Croix se mostró airada.

—¡Para empezar, se llamaba Chaiohm Solais y debiste llamarla así por respeto a la historia de la magia! ¡Sabía que no eras digna de portar tal poder y ahora lo demostraste! ¡Gracias a ti, perdimos la mejor oportunidad de salvar a la comunidad mágica, tu incompetencia nos ha traído oscuridad para el futuro!

—¡CÁLLATE!

Lo que dijo me enfadó de tal forma, que sentí que mi mente se nublaba y mi cuerpo se movía solo. Volví a la razón al darme cuenta del tremendo puñetazo que le di a Croix en el rostro. Me pasmé de sobremanera al ver como mi mejor amiga caía sentada al suelo, tratando de sostenerse con los brazos tras su espalda.

»¡C-Croix! —dije, asustada— ¡L-lo siento, no quise hacerlo!

—¡MALDITA! —gritó, con su rostro arrugado por la ira.

Me di cuenta que había tomado su varita y la apuntó con rapidez hacia mí. Reaccioné y tomé la mía para defenderme de su ataque mágico. Creé un escudo para defenderme de sus ráfagas de magia.

—¡Croix, detente!

Me asusté al ver como nuestra lucha estaba dejando daños colaterales. Estábamos destruyendo la infraestructura con facilidad, las ráfagas de Croix que yo desviaba caían a todas partes. Aproveché una distracción para acercarme y tomar su mano derecha, con tal de quitarle su varita. Pero fue capaz de soltarse de mis manos y apuntarme directo al rostro. Pude crear un hechizo de defensa a tiempo, para no salir dañada del inminente ataque. Lo que no se salvó fue mi sombrero blanco, el cual quedó prácticamente consumido como el papel sobre las brasas.

Cuando íbamos a chocar nuestras varitas, vimos a un hombre observándonos. Era un empleado del personal que nos preparaba el escenario. Estaba completamente aterrado de nuestro poder. Al verlo, nos detuvimos de inmediato. Croix levantó rápidamente su mano e invocó nuevamente el hechizo de borrado de memoria, dejándolo inconsciente.

Me calmé y contemple el desastre que hicimos. Me sentí impotente, nada de lo que haría devolvería la Vara Brillante a mis manos y terminé por enemistarme con la persona que me acompañó desde mi juventud. Con la mirada ida, dejé caer mis brazos, di la media vuelta y caminé sin rumbo, sintiendo mis piernas endebles. Dejé mi guardia baja, Croix podía atacarme en cualquier momento —de hecho, quería que ella lo hiciera, quería que terminara todo de una vez. Sentí como levantó la varita y me apuntó con ira, no obstante, mostró arrepentimiento y nunca lanzó ningún hechizo. Bajó su brazo y caminó en dirección opuesta a mí, siendo aquella la última vez que la vería. Mientras yo seguía caminando, con mis ojos cubiertos de lágrimas, contemplé la luna llena. Fue el momento en que me sentí más destrozada emocionalmente.

Fue la noche que perdí mi camino y renuncié a todo.