Bienvenidos a otra aventura de los hermanos, en un AU donde Edward y Alphonse son los hijos de la perdida princesa de las hadas, bajo el nombre de Trisha y Hohenheim, grandioso Alquimista y Mago de las artes oscuras.

Posiblemente romance, posiblemente solo una historia de dos hermanos.

Disfruten el primer capitulo y si les interesa, dejen sus comentarios y una alerta en la historia :D


Capitulo 1

Edward miró a través de la pequeña abertura, parpadeando con ansiedad sin ser capaz de ver con precisión que sucedía afuera su pequeña jaula. No tenía idea si estaban a salvo o si seguían siendo perseguidos. Lo único que podía escuchar era el jadeo constante de Al, seguidos por sus pisadas.

Se aferró con más fuerza a los abarrotes de la jaula, suponía que estaban en un terreno bastante desecho por todos los trompicones que se estaba dando su hermano. Habría sido más cómodo ir corriendo con él, pero sabía que la respuesta de su hermano sería un rotundo "NO".

En momentos como este odiaba en verdad odiaba la naturaleza tan frágil de las hadas.

Alphonse no tenía ese problema, podía parecerse mucho más a su madre físicamente hablando, mirada suave, de ojos color oro viejo con un ligero brillo verde y cabellos rubio oscuro, pero su esencia era más humana, como su padre.

Mientras que él era la viva imagen del joven alquimista Hohenheim, todo lo que representaba a su madre corría por su sangre. Lo cual era justo la razón por la cual no podía intentar ayudar a Alphonse a resolver esta situación sin terminar convirtiéndose en un estorbo. Aquella estúpida gripe lo había dejado más que agotado, y junto con la constante fiebre, según Al, no había forma en que lo fuese a dejar andar por sus propios medios por una semana al menos.

.

Eso había sido hacia tres días.

.

Antes de que todo este infierno se desatara.

Sabía que por algo su hogar estaba bastante escondido, no le era indiferente el hecho de que madre hubiese sido una talentosa y poderosa hada, con un dote especial para la magia, ni que su padre, fuera un alquimista reconocido en más de tres naciones.

En ocasiones realmente odiaba la fama que sus padres se habían creado.

—¡Maldición! —escucho exclamar a Alphonse antes sentir su jaula tambaleándose de un lado a otro.

Odiaba con inmensidad la maldita jaula.

.

.

.


.

Para cuando lograron llegar al segundo refugio, Al se había derrumbado en la entrada. En ningún momento había dejado de correr, y el tener que mantener los jadeos al mínimo también había sido complicado y sin duda el clima frio no ayudaba a su situación.

Cuando logro que su respiración se tranquilizara un poco, fue que busco la llave en su chaqueta, y con sus manos temblorosas fue que la introdujo en la cerradura. El suave clic se la puerta desbloqueándose fue una bendición para Alphonse.

Con movimientos pesados y casi torpes fue que se introdujo a la casa y cerro la puerta detrás de él.

Podía sentir como la fatiga estaba comenzando a cobrar su precio.

En estos momentos podría caer en el suelo y dormir como un bebe. Y casi lo hizo, hasta que la voz de su hermano lo regreso a la realidad. Si bien no pudo entender lo que dijo si escucho el tono chillón de Ed tratando de traspasar su grueso abrigo.

Gruño pasando sus manos sobre sus ojos.

No tenía la energía para cerrar las persianas y el lugar más seguro y confortable seria la habitación de sus padres. Al ver las escaleras al final del pasillo Alphonse maldijo para sí mismo, aun así siguió derecho, pensando en la recompensa de una cama caliente y la chimenea en el cuarto de sus padres.

Subió las escaleras a pasos cansados, sujetándose del barandal a cada paso para no caer de espaldas por las escaleras. Cruzo hasta llegar al final del pasillo, abrió la puerta y entro rápidamente para cerrarla con seguro de inmediato. Se acerco a la cama y sacando la pequeña caja donde Ed se encontraba se dejó caer en la cama.

Dejando salir un suspiro, y disfrutando la suavidad de las sabanas, coloco la caja sobre su pecho y abrió las compuertas de esta, de donde Ed salió disparado y regresando a su tamaño estando inclinado a su lado en la cama.

.

–¿Estas bien? -pregunto Ed colocando su mano en su mejilla, Al aun con sus ojos cerrados respondió con un somnoliento.

—Solo cansado... ¿y tu? -Al recordó de golpe que Ed no había corrido con él, por la fiebre que había sufrido desde la mañana. Reuniendo con fuerza de voluntad abrió sus ojos para mirar la expresión preocupada de su hermano, quien tenía sus cabellos completamente fuera de su trenza y algo sonrojado.

—Un poco frio, pero nada que una buena siesta no arregle –Ed se dejó recostar a su lado–… gracias. Por sacarnos de allí y todo eso...

Al rio en respuesta.

—Se lo prometí a mamá, no permitiré que nadie nos separe, hermano.

Ed se mantuvo callado y Al pensó entre la conciencia y el sueño que tal vez por fin se habría dormido, sin embargo, escucho la respuesta cuando estaba a punto de perderse.

—A la próxima yo seré quien nos proteja, yo soy el mayor después de todo...

.

.

Al sonrió, y se dejó tomar por la oscuridad.

.

.

"Como digas hermano, lo que digas"

.


.

.

.

.

.

30/05/2018 - Solo una Elric