CAPÍTULO UNO

Ambos esperaban ese momento con ansiedad, después de dos o tres meses de algunos encuentros furtivos donde solo podían besarse a escondidas, mensajes y conversaciones (de diferente índole, calibre y temperatura) por chat, el estar frente a frente, con el lugar para ellos solos, les excitaba y asustaba al tiempo.

Ella había prometido demasiado, insinuando que tal vez tenía más experiencia de la real, y él le había dicho que era suyo, que podía hacer con él lo que ella quisiera, era una renuncia inmensa a sí mismo.

Las palmas de sus manos sudaban, sus corazones latían con la velocidad de las alas de un colibrí, sus respiraciones eran erráticas y superficiales; ninguno sabía cómo dar el primer paso.

Finalmente ella decide tragarse el miedo, los nervios y tomar las riendas de la situación. Se acerca despacio, mirándolo a los ojos y suavemente posa sus labios en los suyos, él suelta un profundo suspiro y la besa de vuelta, un beso suave, lento, que rápidamente se torna apasionado y candente, sus lenguas batallando para llevar el mando. Cuando deben separarse para respirar, el miedo está olvidado, solo queda la expectativa.

-Me hiciste esperar mucho por este momento- le dice ella -¿estás seguro?-.

Él duda un momento -No lo sé… simplemente sé que quiero estar contigo, no importa como.- su sonrisa es algo tímida. -¿Tú lo estás?

Ella le devuelve la sonrisa con seguridad y asiente. – Así es.- Y vuelve a besarlo, esta vez con más urgencia, buscando su lengua para succionarla y después muerde sus labios.

-Mmm… Sabes muy bien. Vamos quiero verte, completo, para mí. Desnúdate.- le ordena.

Él da tres pasos hacia atrás y sin dejar de mirarla a los ojos comienza a desabrochar los botones de su camisa lentamente, con la intensión de impacientarla, al llegar al último de los botones ella se acerca a él rápidamente, con pasos felinos.

-He cambiado de opinión, quiero ser yo quien te desnude.-

Esta tan cerca que él siente el calor que emana su cuerpo, su aroma… Ella levanta las manos despacio y las posa en su pecho, solo rozándolo con las yemas de los dedos y despacio, muy despacio, desciende, acariciándolo levemente al hacerlo; él no puede evitar estremecerse, nunca nadie le ha tocado de esa manera, ella se detiene al llegar a la pretina del pantalón para luego hacer el camino de vuelta, pero esta vez continua hacía los hombros metiendo las manos por debajo de la camisa que le cubre y al hacerlo la arrastra consigo, cuando baja sus dedos por los brazos de él la camisa cae al suelo con un ligero susurro.

Ya no lo soporta más y en un movimiento apresurado la envuelve entre sus brazos, buscando su boca para besarla con fuerza. Katnis corresponde al beso con un tenue gemido, si no lo detiene su deseo se hará insoportable y perderá el control de la situación. Poniendo las palmas de las manos en su pecho logra separarse un poco, pero continúan unidos y apoya su frente en la de él, sus respiraciones agitadas.

-Recuerda que hoy mando yo.- le dice con seguridad, recuperando un poco la calma.

Peeta deja caer los brazos a los lados de su cuerpo, toma varias respiraciones profundas y se separa de ella. –Lo que tú digas...- dice con voz ronca por la excitación.