Secretos

—Tron, aún no entiendo que hacemos aquí.

Finn se encogió de hombros. Apoyó su espalda sobre la puerta rosa en la que se podía leer: "Secret Lab"

—No lo sé. La princesa Chicle nos pidió ayuda esta mañana…

Jake frunció el ceño.

—Creo que deberíamos entrar, no puedo centrar mi atención en algo mucho tiempo… —dijo Jake mientras jugaba a liar sus brazos haciendo lacitos mientras se apoyaba a su lado.

Antes de que Finn pudiera responder la puerta se abrió y ambos se precipitaron al vacío.

-o-

El centro de convenciones Fergusson estaba a reventar de gente de todas las clases y nacionalidades. Todos se encontraban allí para ganar una única cosa: El Guante Total.

—¿La inscripción para el concurso del Guante Total?

—Sí, The Game Infernal es aquí. Tiene que escribir el nombre de tu compañero y el de un suplente.

Mordecai miró a su alrededor. Vio a Skips y a Rigby hablando tranquilamente a un lado de la larga cola que se encontraba a su espalda. Cerró los ojos y asintió. Si quería conseguir el Guante no había otra opción.

—Hey Rig, tengo una buena noticia, te he apuntado en el torneo —la cara del mapache se iluminó—, como suplente.

Cualquier rastro de alegría desapareció en milésimas de segundos.

—¿CÓMO? ¡¿Y se puede saber con quién te has apuntado?!

—Eh… Con Skips… Es que, tío, quiero ganar el Guante…

—Pues ¿sabes qué tío? Puede que vayas a ganar el guante, pero has perdido a tu mejor colega.

Salió de allí corriendo, sin mirar siquiera atrás. Cuando estaba a punto de salir, se chocó con un chaval vestido de azul.

-Eh tron, mira por dónde vas…

Rigby ni siquiera respondió.

—Hey Finn, ¿Qué pasa tío?

—Bah, no sé, ese tron se ha chocado conmigo… Pero lo importante es: ¿dónde estamos?

Jake se encogió de hombros.

—Buff, ni idea, pero hay un millón de videojuegos y de humanos...

—¡Chicos! ¿Se puede saber qué estáis haciendo aquí?

—¡Chicle! —dijo Finn sobresaltado.

La princesa se había despojado de su corona y vestía un traje corto rosa, zapatillas moradas y una mochila a rayas blanca y azul.

— ¿Cómo habéis llegado…? —se calló de repente, y se colocó una mano en la frente—. Bueno eso ya da igual. Tenemos que irnos lo antes posible.

Cogió a Finn y a Jake de la mano y se abrió paso a empujones a través de la multitud que se estaba aglomerando frente a una enorme puerta.

Chicle les condujo al cuarto de mantenimiento.

—Ehm… —dijo Jake mientras apartaba las fregonas— este sitio es muy acogedor pero…

—Shh —respondió ella, llevándose un dedo a los labios.

Sacó de la mochila un libro grande y con aspecto destrozado. El lomo (antaño marrón) se caía a pedazos y cada una de las páginas tenía una esquina rota.

Chicle se agachó, abrió el libro por la mitad y, tras poner la mano de los chicos y la suya propia encima de las páginas, el cuarto de la limpieza desapareció, dejando lugar al pasillo del castillo.

—Menos mal —dijo—, ahora estamos a salvo.

Se levantó con mucha dignidad del suelo y alisándose el vestido empezó a andar por el pasillo.

—¡Eh! Chicle, espera —dijo Finn, apartando a Jake, que estaba tumbado en el suelo, a su lado. — Tienes que explicarnos qué era ese sitio en el que hemos estado y por qué estaba lleno de gente… Como yo…

La princesa se giró y se acercó a él muy despacio.

— ¿Qué sitio Finn? No hemos ido a ninguna parte. —Colocó dos de sus dedos en la frente del humano, y lo último que Finn recordó fue haberse quedado dormido en la puerta del laboratorio con Jake a sus pies…