Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de JK Rowling.
Esta historia participa en el II Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Prompt escogido:
AK#020: EN EL QUE THEO SE HA METIDO EN UN BUEN LÍO Y DAPHNE ESTÁ DISPUESTA A CUALQUIER COSA PARA SALVARLE
El continuo traqueteo de las vagonetas yendo de una cámara para otra conseguía ahogar el sonido de sus pasos. Daphne iba la última, agarrándose fuertemente a la espalda de su acompañante casi dejándose sus cuidadas uñas intentando no resbalar por el angosto camino que quedaba entre los brillantes railes y la pared de piedra de los túneles de Gringotts.
El chico apenas había protestado, ni siquiera le había cuestionado nada más aparte de lo que ya habían hablado a través de Granger. Sin embargo, sí que le había puesto pegas al calzado que la rubia había escogido. En aquel momento, Daphne no le había dado mayor importancia pero ahora entendía la cara de desagrado que había puesto Bill Weasley.
Nunca más en su vida, por mucho que tuviera que aparentar ser esa dama elegante de clase alta delante de los demás, volvería a ponerse tacones para una misión así. Que estúpida había sido, ella que presumía tanto de su inteligencia. Aunque sí que era cierto que desde hacía una semana no se comportaba como normalmente lo hubiera hecho.
Culparía de su ceguera emocional al que había conseguido que ella se encontrara en esta situación tan escabrosa, sí eso haría. De no ser por él y este lío en el que ahora también estaba metida ella, Daphne podría haber seguido con su vida tal y como había hecho desde que la relación amorosa entre ambos acabase. Esa excusa no la iba a volver menos culpable si llegasen a pillarles, pero podría servirle para que su condena fuera más leve.
Daphne chocó contra Bill Weasley, quien se había quedado quieto y estaba mándandola callar con su dedo índice sobre sus labios. Daphne miró por encima del hombro del pelirrojo para encontrarse con lo que prefería no haberse encontrado.
Delante de la cámara de los Parkinson había al menos una docena de duendes encantando el portón de intricados diseños. Daphne bufó, su plan se estaba yendo a la mierda.
—¡Mierda! ¿Cómo han podido enterarse tan rápido?
—Te sorprenderías la cantidad de hechizos que tienen esparcidos por aquí. He conseguido desabilitar la mayoría pero probablemente ya sepan que alguien se ha adentrado en el sistema de seguridad. ¿Qué vamos a hacer ahora?
Daphne se paró a pensar cual sería su próximo paso. Estaba segura que el primogénito de los Weasley podía ver como los engranajes de su cerebro estaban funcionando todo lo rápido que podían. Se había prometido así misma que no lo haría, incluso se lo había dicho a su hermana pequeña. Astoria había dudado de su palabra en aquel mismo momento y ahora entendía el porqué. Ojalá Theodore Nott se pudriera en aquella celda de ese calabozo muggle. Y ojalá pudiera ella dejar de sentirse como si le debiera algo.
Lo único que podía hacer la pareja ahora mismo era ir a la cámara de la familia Greengrass. Sabía que su madre no pondría problema alguno cuando supiera el verdadero motivo que había llevado a su hija a retirar una suma tan elevada de galeones de los fondos familiares.
—Si yo robase en mi propia cámara, ¿el juez no podría considerarlo robo, verdad Weasley?
Bill abrió mucho los ojos. Ya había resultado sorprendente que su cuñada le hubiera pedido que ayudase a su compañera de trabajo, pero la amistad incondicional que demostraba la chica por Theodore Nott alcazaba unos niveles que él nunca hubiera podido imaginar. Al final, el Sombrero Seleccionar iba a tener razón.
—Claro que no, siempre que tú seas uno de los titulares. Pero para ir a tu cámara no podemos presentarnos allí así como así.
—No podemos volver a subir a la superficie. Podemos desandar el camino andado e ir a ese cruce que hemos visto antes. Nos metemos en alguna vagoneta vacía y vamos hasta mi cámara.
Daphne comenzó a andar en la dirección contraria rápidamente, resbalando en el irregular pavimento húmedo. Bill casi corrió hasta llegar a donde estaba la chica. Le ofreció sus brazos para levantarse cuando vio su rodilla llena de sangre.
—¡Mierda! ¡Tenemos que movernos, Weasley!
—Greengrass, no llegaremos muy lejos con tu rodilla sangrando así. Tiene mala pinta, si me permites la osadía.
Daphne se apoyó en la pared agradeciéndole al pelirrojo la ayuda con una sonrisa. Su rodilla le dolía más de lo que quería llegar a demostrar. Cerró sus ojos y suspiró. Estaba siendo demasiado visceral y en ese momento necesitaba estar concentrada al máximo. Bill Weasley tenía razón, con su rodilla así, no llegarían a ningún lado.
—Debemos irnos antes de que nos encuentren aquí. Volveré en los próximos días, con todos los permisos necesarios para sacar el dinero de mi cámara. Volveré a necesitar tu ayuda aunque esta vez desde tu oficina. No sé como he sido tan estúpida de pensar que esto podría salir bien.
Bill ve como la chica está a punto de desmoronarse. Sabe que Daphne tiene demasiada presión sobre sus hombros y que ahora mismo ella es la que está perdiendo esa batalla.
—Venga, apóyate en mi para caminar. En cuanto lleguemos al primer atrio, nos desaparecemos.
Daphne sentía como sus ojos ardían queriendo soltar las lágrimas que llevaban una semana queriendo ser liberadas. Sin embargo, no podía permitirse que la vieran así. Ella era una mujer fuerte y nada podría con ella, menos aún una mísera herida en su rodilla.
Astoria ha intentado curar la herida en la rodilla de su hermana de todas las maneras posibles que ella conoce. Sin embargo, incluso utilizando esencia de díctamo, la herida parece no querer cicatrizar. Astoria se incorpora acariciando su ligeramente abultado vientre sentándose al lado de su hermana.
—La herida no cicatriza. Didi, deberíamos ir a San Mungo, ellos sabrán qué hacer.
—No puede ir a San Mungo, ¿crees que no nos preguntarían dónde se ha hecho esa herida, Astoria?
Astoria se quedó callada ante el tono recriminatorio en las palabras de Pansy Parkinson.
—Pansy, modera tu lengua. Bastante tenemos entre manos como para atacarnos los unos a los otros. Estamos juntos en esto, recuérdalo.
Draco puso sus manos en los hombros de Astoria, sabía que en su estado todas estas emociones podían ser perjudiciales para el bebé y no quería que, después de lo que les había costado, todos sus sueños de formar una familia se esfumaran por una pelea.
—Sí, sé que tenemos que estar juntos pero, maldita sea, Theo podría haberse estado quieto. Dísculpame Astoria. Además, Hermione Granger dijo hace casi dos horas que volvería pronto...menos mal que nos quiere ayudar.
—Pansy, primero quiero recordarte que ahora Hermione responde al apellido de Weasley. Lo segundo, es la futura Ministra de Magia. El asunto de Theo la salpica directamente, si la prensa se llega a enterar de que está ayudando a un culpable, podría ser el final de su carrera. Se está jugando mucho por quien para ella es prácticamente un extraño. Necesitamos calmarnos todos.
En aquel momento, casi como invocado por las palabras de la morena, se materializó un patronus en forma de nutria en aquel salón que su dueña había tenido la desgracias de conocer durante la guerra.
"Caldero Chorreante. Habitación 234. Te esperan allí, Daphne"
La voz de Hermione sonaba tranquila. Daphne se levantó cojeando del sofá dirigiéndose a la chimenea.
—¿No pensarás que te voy a dejar ir sola, verdad? Además, no voy a permitir que esa fea herida tuya se llene de ceniza. Nos apareceremos juntas y una vez estemos en ese feo cuchitril, yo me pasearé por el callejón Diagón y me iré a casa. ¿Entendido, Daphne?
Pansy se había puesto en pie y tenía los brazos cruzados sobre el pecho. Daphne, después de tanto tiempo como amigas, sabía que la bruja no se lo iba a poner fácil. Se recoló el vendaje y utilizando la aparición conjunta, se desaparecieron.
Hannah no dejaba de releer rápidamente todos los manuales que tenía esparcidos por casa pero no encontraba solución alguna para que esa masa sanguinolenta que era la rodilla de su ex compañera se curase. No sabía como había acabado en este lío. No sabía si lo estaba haciendo por Neville, por Hermione o porque cuando Daphne Greengrass le había explicado la locura que se había atrevido a hacer por la mañana, curar una herida no parecía el mayor de los problemas en la vida. Por muy mala pinta que tuviera.
La chica no parecía querer hablar mucho más de lo que ya lo habían compartido. Hannah volvió a retirar con una gasa esa espuma oscura.
—Voy a necesitar que te metas en la bañera, tenemos que limpiar bien esa herida. Aún más. ¿Estás segura de que no te duele, verdad?
—No, ahora ya no. Después de ese tónico extraño que me has puesto se ha calmado. Puedo doblar la rodilla y todo.
Daphne movió su rodilla sin problema alguno. Tal y como le había dicho Hannah, se dirigió al baño y se quitó la ropa. A Hannah, que estaba estudiando enfermería, se le pasó una idea por la cabeza, saliendo por la puerta corriendo sin darle mayor explicación.
Daphne salió de la bañera y se puso uno de los albornoces que allí estaban dispuestos. Se acercó por la ventana pero no llegó a asomarse, no quería que la prensa se diera cuenta de que estaba allí. Miró las pertenencias que Hannah se había dejado y entre ellas había un paquete de cigarrillos. La rubia se cuestionó que clase de enfermera fumaría un tabaco tan duro pero aún así, tomó un cigarrillo. Ya se lo devolvería después. Se sentó en la butaca colocando su pie en alto. Ya se podía ver claramente el tremendo arañazo que se había hecho contra la roca y parecía que esa espuma de color negro se había ido por el desagüe.
Cuando ya iba por el segundo cigarrillo, Hannah entró por la puerta con un pequeño frasquito en su mano.
—Esto va a costarte caro y te va a doler más, pero es lo único que se me ocurre. Toma mi mano si lo necesitas.
Hannah derramó unas gotas transparentes de ese frasco que al tocar su piel provocaron que esta ardiese mientras la herida cada vez se hacía más pequeña cicatrizando. Daphne apretó de tal manera la mano de aquella nueva amiga que Hannah creyó que dejaba de sentir la sangre en sus venas.
Sin poder evitarlo, chilló. No sabía que mierda era aquello que le había puesto pero, aunque su herida se había curado, su piel aún ardía.
—Agradéceselo a Neville, hemos tomado prestadas las reservas de lágrimas de Fénix de Hogwarts —Hannah movió su mano volviendo a poder utilizarla— Sé que te ha dolido, pero era lo único que se me ocurría.
—Tranquila, esto ha sido mejor que perder una pierna, ¿no crees? Y dile a Neville que Theo se lo pagará.
—¿Qué tal se encuentra? Debe ser extraño para él estar encerrado en el mundo muggle. Sé que puedo parecerte tonta pero, aunque nos haya puesto en peligro a todos, sé que él no es malo.
Daphne bufó. La inocencia de Hannah le parecía tan dulce que llegaba a empalagarla.
—Aún no he ido a verle. No será malo, pero cometió un delito no solo contra la comunidad muggle sino que también contra los muggles y tendrá que pagar por ello. Es justicia.
—Yo no digo que no merezca un juicio, es más, creo que ya está en vista de juicio oral o algo así han dicho en la prensa. Pero, ¿no crees que se debe sentir solo allí? Al fin y al cabo, vosotros dos eráis grandes amigos, me parece extraño por tu parte.
—Fuimos más que amigos, ese es el problema. Por hoy creo que he sufrido demasiadas emociones como para añadirle el hecho de ir a verle a la cárcel. Pero gracias por tu consejo, Hannah. Y gracias de nuevo por salvarme la pierna, te debo una gorda.
Hannah sonríe amablemente y Daphne es capaz de ver que sí es una sonrisa sincera.
—Tranquila, a mi me gusta ayudar a los demás. Por eso estoy estudiando enfermería, para ayudar a los demás cuando más lo necesitan. Si quieres, puedes quedarte a descansar aquí un rato más. Hermione ha pagado por todo. Yo ahora tengo que seguir atendiendo abajo en el bar, pero cualquier cosa que necesites, aquí estoy.
Hannah salió por la puerta sin mirar arás. Daphne se quedó dándole vueltas a la idea de ir a ver a Theo. Quizás podría convencer a Draco para que le acompañara. Daphne apoyó su cuello contra el respaldo de la butaca, si Theodore Nott supiera todo lo que incluso desconocidos estaban haciendo por él, se hubiera pensado mejor las cosas.
