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Derechos a Hiroyuki Takei. Yay, estrenando fandom~. Estoy contenta *smile* En fin, esto es un poco... bueno, violento. No demasiado —pero lo suficiente. En todo caso tranquilos, que nadie saca látigos ni algo por el estilo. De regalo para mi muyadoradayquerida Krissi. Comenten, y eso.


My own monster

«Porque me perteneces,

y porque siempre será así»

(Él no es el mejor).

Y Anna lo sabe. Ella es una chica lista, después de todo, una con buenas maneras y una mente despierta. Anna será la mejor de todos, (la esposa del mejor de todos), y ese, claro como el agua, es Yoh porque ella le ha escogido y si es la mejor no se equivoca. (Y porque él sonríe, también, y porque no puede negar que le quiere un poco, que es imbécil con una sonrisa agradable y una paz que se contagia). Así que Anna se dice que él no es el mejor y ya está, asunto zanjado. Es una tonta y una temeraria y una chica irrazonable que se encamina sin pensarlo a buscarlo a él.

(Porque está enfadada y él no es el mejor y no ganará, porque Anna no va a permirlo).

El pelo largo le toca la cara cuando se inclina para mirarla con una sonrisa maliciosa y algo felina. La misma cara adormilada y la misma sonrisa llena de paz, (Anna piensa y compara), la voz agradable y llamativa que le ha dicho, (ella no se equivoca), él ganará. Los mejores ganan. Yoh lo es, y Anna será su esposa y todo estará bien. Ella no lo quiere a él. (H-a-o). No lo ha escogido.

Él razona.

(Se siente mal).

—Si yo soy la otra mitad de Yoh, Anna, entonces tu me perteneces. Y si me perteneces puedo hacer contigo lo que quiera, cualquier cosa. Y me obedeces porque yo no soy Yoh. Yo no te quiero.

(No es justo).

—No es cierto —dice Anna. Manos manchadas de sangre y la boca roja, le gotea por la barbilla y la sonrisa de Hao se amplía—. Yo no pertenezco a Yoh. Si se diera algo así, él me pertenecería a mí.

(¿Por qué...? La misma sonrisa. Estúpida, estúpida paz).

—¿Cómo es eso? —pregunta Hao, divertido. Le toca la mejilla y Anna no se mueve porque no quiere, porque él se lo ha pedido. Cuando se aparta hay algo tibio recorriendo su piel y sabe antes de que toque sus labios (que todas las gotas parecen dirigirse, suicidas, a ese mismo fin) que es líquido, rojo y espeso. Que es sangre y que, en cierto modo, es su sello.

(Me perteneces).

—Yo soy más dominante que Yoh —encoge un hombro. Hilos de dolor conectando todo su cuerpo. Incorrecto, incorrecto. El dueño. El ganador. (No-es-el-mejor). Ella no le escoge y no le quiere y no le pertenece, y punto final, que se acabó la cuestión.

—Pero yo soy más dominante que tú, entonces. Yo soy todo lo que Yoh no alcanza a ser.

(No es el mejor. Pero hay sangre y besos, y nada más, y es como la última pieza del rompecabezas cayendo). Sangre, sangre. Golpes. Un grito. Se alza como una mano entre la multitud ordenada, como la risa de Anna en el silencio de la noche, cuando nadie sabe que ese sonido existe más que Yoh, que espera sentado fuera de su habitación para oírle. (Cree que ella no lo sabe, pero no es así). Dolor, dolor, más dolor. No le ha elegido, ¿cómo ha podido pasar? Él no será el Rey —ella no será su Reina—.

Se siente sucio. (In)correcto.

(Yo no te quiero).

Ella tampoco. (Abre las piernas, alza la palma de las manos). Ella no le quiere. (Entreabre los labios, gotitas rojas cayendo, cayendo, cayendo). Ella no le ha elegido. (Los espíritus se ríen y charlan a su alrededor, burlas y burlas que a Anna no la tocan). Ella es la que manda, siempre. (Y él toca, otra vez). Y hay más sangre. Y nunca se acaba.

(No te quiero).

Muñecas rotas en el suelo.