Disclaimer: Hellsing y sus personajes pertenecen al flojonazo de Hirano. Yo tomo prestada a su rubia porque me encanta.
Nota de autora: Hace mucho que no escribo nada, menos para este fandom y mucho menos un AxI. Hoy encontré esto entre unos documentos del pc, no recuerdo cuando lo hice pero bueno...lo subo antes de eliminarlo ;)
Dedicado a las chicas (y chicos) de la página de facebook Alucard e Integra love, a modo de disculpa por el drabble que no haré, ups :)
Único
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Integra es capaz de recordar un corazón. El latido de un corazón, para ser más exactos.
Su sonido errático la ayudaba a dormir por las noches.
Recordaba la mama suave, las manos tranquilas que le recorrían la espalda, el ruido lejano que parecían ser pájaros jugando en el agua y que no era sino el murmullo de una canción de cuna que alguien interpretaba para ella hasta que perdía la conciencia.
Recuerda besos. En su frente, sus pequeñas manos empuñadas, en la panza…en la planta de los pies. Recuerda su propia risa gorjeante.
Recuerda olores y formas, siluetas difusas de alguien con el cabello muy largo que huele a flores. Ahora sabe que eran jazmines.
Recuerda tardes cálidas de invierno que tuvieron un final anticipado.
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Integra es capaz de evocar la risa de su padre, el olor agradable pero persistente del tabaco fino que jamás abandonaba su ropa, la barbilla áspera por el adusto cabello que se empecinaba en crecer allí a ratos, las manos grandes que la levantaban y los hombros fuertes que la sostenían.
Recuerda a qué sabía el té cuando lo tomaba con él y lo escuchaba hablar de trabajo. Nunca más ha sabido igual.
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Integra –la señora Integra–, pasa los dedos distraídos por el contorno de un viejo vinilo atesorado. El disco da vueltas sobre el gramófono y la melodía inunda la habitación abandonada, rompiendo el silencio que se ha establecido en el lugar desde hace tanto tiempo.
Se recuesta de espaldas sobre la cama, casi puede adivinar aún bajo las mantas la figura dibujada en el colchón de la persona que durmiera allí por años. Lo que es un hombre de hábitos. Las paredes conservan el mismo color, las fotografías continúan en el mismo lugar. El estante con libros luce limpio y ordenado. Seras va allí tan seguido con un trapo metido en sus bolsillos, que el polvo no alcanza a rozar siquiera los preciados recuerdos que quedaron olvidados, agazapados tras la puerta cuando su dueño se marchó.
Y es en esa posición –intentando copiar la figura de Walter en su colchón– que Seras la encuentra la mayoría de las veces cuando sale a buscarla por la mansión.
Al final, solo recuerdos es lo que nos quedan. Murmullos, trozos de canciones, olores, el tacto de una caricia lejana, el sonido de las voces, libros, vinilos…
Recuerdos y nada más que recuerdos. Cosas y personas que ya pasaron, se marcharon.
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Integra es capaz de oír murmullos entrecortados, dirigidos solo para ella. Puede sentir unas manos grandes y frías abrazarla por la espalda; reconocer el cuerpo sin olor que está a su lado y, aunque sabe de sobra que es una mentira, es capaz de percibir los latidos de un corazón bajo sus oídos.
Y no puede menos que sonreír. Porque sabe que –al final de todo– él será la única persona que jamás va a abandonarla.
