Hola a todos. Volví con un nuevo fic: la continuación de "Dulce y amargo". Como sabrán (los que han leído mis trabajos anteriores están al tanto). Mis fics suelen ser "Rated T" por el vocabulario y escenas que contienen sexo explícito. Este fic no será la excepción.
Espero les agrade y opinen, sus reviews son muy importantes para mi. Saludos.
Mi padre el Avatar
Tomó con sus propias manos aquella botella repleta con limpia y fresca agua, lo que en su aldea hacía falta desde hacía meses.
- Son diez piezas de cobre, guapo –dijo la anciana mercadera.
Todo había aumentado increíblemente desde la última vez que fue de compras al pueblo. De niño lo hacía acompañado por su tía Leila (en su opinión: la mujer más bondadosa que él jamás hubiera conocido). Pero de todas formas nunca comprendió el por qué de ese asunto. Siempre que de pequeño pedía a su madre que lo acompañase al pueblo, ésta se negaba rotundamente, jamás había salido de la aldea, cosa que le parecía demasiado extraño a Creig.
Pero al salir de la aldea (y obviamente manteniendo el secreto de la existencia de ésta), el pequeño se percataba de que tanto calles como árboles estaban repletos de anuncios "Se busca fugitiva de la Nación del Fuego". Hasta sus seis años no comprendió el hecho de que el retrato de su madre apareciera en cada uno de esos pergaminos. Leila contaba historias al niño para cubrir la verdad detrás de esos afiches, pero esa rutina no duró demasiado porque al poco tiempo Creig había aprendido a leer (gracias a su gran intelecto y con la ayuda de los ancianos de la aldea).Luego de esto las dudas comenzaron a envolverlo.
También surgían demasiadas preguntas en el niño: "¿Por qué soy maestro de dos elementos y no uno, como todos?, ¿Por qué soy maestro aire y maestro fuego a la vez? ¿Por qué mi madre y mi tía guardaron en secreto el hecho de que en el mundo hay otra persona que es maestro aire además de mi? (de ser por Azula, ella jamás le hubiera mencionado al niño la existencia del Avatar, pero de todos modos la gente habla en las calles y era cuestión de tiempo para que Creig se enterara por meditos propios) ¿Por qué mi madre me reprime cuando practico mi aire-control y no cuando practico mi fuego-control?" demasiadas preguntas que intrigaban al niño, y ninguna de ellas habían sido respondida… hasta esa noche en la que tía Leila esperó a que Azula se durmiera profundamente para entrar en la alcoba del niño.
Luego de esto, no tuvo más alternativa que contar la verdad a Creig para impedir que esas preguntas crecieran aun más en él.
- Creig… creo que es tiempo de que sepas toda la verdad –ante estas palabras el niño se exaltó rápidamente. Luego de unos minutos en silencio, Leila lo miró fijamente y contó la historia al niño.
- ¿Él? ¿Mi padre es entonces ese hombre al que todos llaman Avatar?
Leila asintió con la cabeza.
- Pero él no es tan bondadoso como todos creen… -de alguna u otra manera, la mujer debía impedir que el niño intentase ir en busca de su padre, por lo que las mentiras jugaban un papel muy importante-. Al percatarse de que tu madre te traía en su vientre, tu padre junto con tu tío: el Señor del Fuego, desterraron a tu madre y la enviaron a convivir aquí con los cerdos.
Las palabras de tía Leila hirieron profundamente al pequeño.
- Pero… ¿por qué mi padre haría algo como eso? –preguntó al borde de las lágrimas.
- Porque él jamás amó a tu madre, sólo la quería por diversión… y al enterarse de que ella estaba embarazada de ti… la desterró. Jamás te quiso.
Creig agachó su triste mirada… odiaba a su padre, jamás lo había visto… jamás había oído su voz… sin embargo lo odiaba con todo su corazón.
- Pero debes mantener esto en secreto, nadie debe saber que eres el hijo del Avatar… de ser así, él los buscará y los matará... a ti y a tu madre.
Creig negó firmemente con la cabeza.
- Nadie jamás lo sabrá tía, lo juro.
Luego de esa noche nada fue igual, ahora Creig comprendía por qué motivo era maestro aire, y por qué su madre odiaba que lo fuera y lo castigaba cuando lo veía practicar tal elemento. No le guardaba rencor a Azula por las terribles golpizas que descargó sobre él de niño… ahora comprendía el odio de su madre hacia el aire-control.
De todas formas, cuando no había ojo que lo observase, Creig se disponía a entrenar su aire-control así como su fuego-control, ambos eran extremadamente poderosos, a la edad de trece años, Creig dominaba a la perfección los relámpagos y el fuego azul… aunque de vez en cuando su fuego azul era tan potente… tan poderoso que se volvía negro como la noche en vista del joven. Creig se atemorizó al presenciar su propio fuego-control… ¿negro…? ¿Cómo es posible…? debía decírselo a su madre.
Al relatar semejante novedad a Azula, ésta se espantó: "¿Fuego negro?" jamás había oído hablar o ver detallado en algún antiguo libro una técnica similar. Debió verlo con sus propios ojos. Creig alzó su puño, luego de varias volteretas despidiendo de éste fuego azul… la llama se volvió negra… y al lanzarla contra un árbol… a éste lo hizo trizas… Azula quedó impresionada. El fuego-control de Creig era el más perfecto que la mujer hubo visto en toda su vida.
Su hijo era extremadamente poderoso… y eso la enorgullecía.
- Bueno… ¿vas a pagar o no? –se impacientó la anciana mercadera.
Creig sin desearlo se había perdido en los recuerdos de su niñez… pero ahora tenía dieciocho años, era todo un hombre, y muy apuesto.
- No tengo suficiente –su intensa mirada y voz viril provocaban fuertes palpitaciones en el pecho de la mujer.
- La verdad es que eres tan guapo que puedo llegar a rebajarte el precio, bonito –su belleza a veces lo ayudaba a conseguir sus objetivos, pero sabía que con frecuencia la belleza no lo llevaría muy lejos… debía trabajar duro si pretendía convivir dignamente-. ¿Cuánto traes, mi niño?
- Cuatro piezas de cobre.
- ¡¿Cuatro?! Ni lo sueñes… es demasiado poco… -al acabar de oír la negativa de la anciana, Creig estaba dispuesto a guardar su dinero y marcharse, pero ésta lo detuvo en seco-. A no ser que… pretendas ganártela de otra manera.
Al percibir el gesto de perversión de aquella mujer, Creig la observó con desagrado.
- Mejor busco en otro lado…
Devolvió la botella de agua a manos de la anciana y se marchó de inmediato, al caminar por las calles de la Nación del Fuego se encontraba con mujeres que le remitían uno que otro piropo.
- Hola guapo…
- Pero qué muchachote tan atractivo…
A sus dieciocho años, Creig estaba ya acostumbrado a recibir tales acotaciones, no había mujer que se resistiera a su rudeza y masculinidad, toda señora, muchacha o niña que lo observase pasear por las calles, se subyugaban por su atractivo masculino: ojos color miel por los que atravesaba una mirada tan intensa que provocaba escalofríos, tes pálida como la nieve, típico de un maestro fuego… cabello tan negro que brillaba esplendorosamente bajo la luz del sol, pectorales tan perfectos como los de una figura griega… y una sonrisa tan hermosa (heredada de su padre) que resultaba irresistible, aunque jamás la mostraba a nadie…
Volvió a intentar en otra tienda, en donde finalmente logró conseguir el agua que tanto ansiaba y sin rodeos. Caminó hasta adentrarse en el bosque hasta llegar a la aldea.
Al ingresar en su respectiva "choza" observó como tía Leila enfermaba día tras días, empeorando cada vez más.
- ¿Cómo te encuentras tía? –preguntó dulcemente acercándose a ella.
- Siento nauseas, Creig… -cubrió sus labios con un paño.
- ¿Conseguiste el agua? –preguntó Azula desde un rincón con ambos brazos cruzados sobre su pecho.
- Aquí está –se la entregó a Leila en manos y ésta bebió con desesperación.
- Deberás ir en busca de más. Muchos más han enfermado aquí –Azula lo observó fijamente… Craig asintió con la mirada.
