Esta historia transcurre después de "Ocarina of Time" y "Majora's Mask".

La Prueba de Link

Primer Capítulo:

Link había ingresado a las fuerzas militares para servir a su patria tan solo con 12 años. Esa es la excusa que daba, pero era nada más, que le daba lástima ver a la princesa, de la cual era único amigo, quedarse sola en esa fortaleza, completamente sola y deprimida.

Avanzó rápido entre las jerarquías de soldados, y a sus 15 años, ya era uno de los guerreros plateados, un puesto más abajo que los guardias dorados, quienes eran los soldados más cercanos a la familia real de Hyrule. Solo los mejores cinco guerreros en todo Hyrule podían pertenecer a esta selección, y solo podían ser nombrados en una ceremonia dirigida por el mismísimo rey.

Estos guerreros iban siempre con los miembros de la familia real de Hyrule: dos para la reina, dos para el rey, y el líder y superior a todos los demás, el mejor guerrero en todo el maravilloso reino, protegería con su vida a la princesa Zelda (porque todas las princesas de Hyrule siempre se llaman igual).

Por su parte, los guerreros plateados también eran importantes, protegían a todos los nobles y embajadores de Hyrule en otros reinos, incluso algunos enseñaban a los aspirantes a soldado y tenían sus propios pelotones de guardias… pero nadie que hubiera pertenecido a los plateados, quería estar ahí, un tanto por que son como "la sombra" de los dorados: nadie los respetaba como un soldado de alto rango y la diferencia de sueldos entre la una y la otra era demasiado; y otro tanto porque muchos morían siendo plateados, siempre esperando el ascenso hacia la gloria, a que todo Hyrule te reconozca como "los selectos por el rey", esto provocaba que muchos cayeran en la codicia y en la locura y aprovecharan cada situación de actuar heroicamente o (irónicamente) planearan ellos un complot secreto contra su propio reino para después salvarlo y (en los dos casos mencionados) para ganarse el derecho al ascenso, pero la corrupción en sus corazones los traicionaba y terminaban con finales horribles, inimaginables, solo para mayores de… 98.686.756.758.549.585.849.495.845.949.587.689.697.968.584.949.589.565.493.476.328.305.404 años (por decir algo).

Pero basta de estupideces. La cosa es que Link era (injustamente) uno de los guerreros de plata.

Y se preguntarán ¿Por qué no es de los guerreros dorados?

Lector 1: No, nos preguntamos cuándo escribirás algo bueno.

BUUUUUUUUUMMMMMMMMMMMMMMMM

(Lector 1 recibe un misil)

Autor: (guardando el lanza misiles) ù.ú Bien, como iba diciendo, ustedes se preguntarán ¿Por qué Link no es uno de los guerreros dorados? Bueno, la respuesta es simple. Nunca nadie (en Hyrule) vio cómo derrotó a Gannondorf, ni él dijo nada por que estuvo muy preocupado de buscar a su amiga Navi. Luego, cuando regresó a Hyrule, era lo suficientemente maduro como para entender que nadie le creería el cuentito. Por eso ingresó a las fuerzas militares y, con sus habilidades, logró subir de puestos hasta el segundo mejor rango militar (sin contar al rey, por supuesto), pero las hormonas de Zelda se alocaron y ella le hacía ojitos cada vez que se veían para entretenerse. Por su parte, Link era tan tonto que solo se imaginaba que los estudios de Zelda la hacían cada vez más rara. El rey, sin ningún pelo de tonto, notó esta extraña relación entre los jóvenes y tras varias súplicas y ruegos de Zelda, les permitió que siguieran viéndose, pero a partir de esto, se creó cierto rencor de parte del monarca al soldado.

Link se sentó en una cajita. Estaba en los campos de entrenamiento del castillo, había estado practicando con la lanza durante horas.

-Uf… uf… ya… ya no… no puedo…-dijo con la respiración entrecortada

Dejó la lanza en el suelo y suspiró.

Ya se estaba haciendo de noche, los demás soldados y guardias del castillo se retiraban. Unos iban a descansar; otros iban a hacer su turno de noche, por lo que no habían practicado casi nada y se veían más frescos que una lechuga.

-Hey! Link!- saludó el soldado

Link levantó la cabeza. Era uno de sus compañeros plateados.

-¿Si?-dijo el aludido recuperando el aliento

-El jefe quiere hablar con tigo.

Link se para de inmediato de su asiento.

El general o "jefe", como le decían los soldados, era un veterano y viejo amigo del rey que antaño fue líder de los dorados, pero los años desgastaron su cuerpo y debió dejar las batallas.

Aún así, su inteligencia era tal, que comandaba las fuerzas hylianas desde su oficina en el castillo. Todos le obedecían, excepto los dorados, que siempre cargaban con la misma misión y no necesitaban que alguien los dirigiera fuera del campo de combate.

Link entró en la gran oficina. No era la primera vez que entraba ahí, por eso no se sorprendió de las gárgolas internas ni de las inmensas armaduras en posiciones amenazantes con todo tipo de armas, rodeando la estancia.

-¡Link! Pasa, pasa. Toma asiento. Te estaba esperando- saluda el general

El jefe era canoso, de pelo largo hasta los hombros, tenía una nariz redonda y rosada, espalda ancha, brazos fuertes para su edad, ojos verdes que denotaban cansancio y una profunda seriedad. Vestía una simple bata de color azul marino, con adornos y medallas.

-Hola jefe ¿Qué pasa ahora? ¿A dónde tengo que ir? ¿Voy a rebanar tallos de Deku-baba otra vez? ¿O quizás será que…-preguntó Link, pero fue interrumpido por un gesto del anciano con la mano.

-Mira Link. Tú sabes que el actual líder de los dorados está en una misión sumamente peligrosa- le comentó el jefe

-Si-respondió el subordinado- esa noticia se esparció en todo el reino hace tiempo

-¿Y sabes en qué consiste esa misión?

-No

El jefe se levantó con gesto cansado de su asiento de terciopelo y comenzó a caminar lentamente. Se detuvo en una ventana para mirar la primavera que se avecinaba.

-Link…-dijo sin voltearse - El líder de los dorados está enfermo… gravemente enfermo… cada día empeora más… al paso que va, no durará ni una semana…

-Y entonces ¿Por qué está en la misión?- pregunta el rubio

Silencio

-El rey ha ordenado esparcir el rumor de que está en una misión secreta para salvar el honor del "capitán dorado", si es que muere –respondió con tristeza el jefe

-Entiendo… pero ¿Por qué me lo dices a mí?

El viejo se da la vuelta- Link… Tú eres el mejor guerrero que jamás se haya visto en Hyrule. Cuando muera el líder de los dorados, el rey elegirá a otro, para continuar con la tradición.

-¿Ya?

-Yo le he contado sobre ti… sobre tus logros como soldado, sobre tu valor en combate, sobre las consecuencias que traería tu ascenso

-Creo que estoy entendiendo.

-Por algún motivo, al rey no le gusta hablar sobre ti, es como si te odiara por tu simple imagen… pero he conseguido que te ponga a prueba.

-¿Una prueba? –preguntó el ojiazul

-Una prueba para tu ascenso, Link. Para que por fin te conviertas en un soldado dorado, la elite de los guerreros, los… (Se queda pensando un momento) héroes de Hyrule.

-Jajaja. Ni se imagina .Pero no quiero provocar molestias, me conformo con ser un plateado.

El jefe lo queda mirando un rato, extrañado.

-Link, no lo digo por ti. Lo digo por la familia real. Algo así se debe aceptar por la patria, y si se tiene una oportunidad de pertenecer a este conjunto, es la obligación de todo hyliano aprovecharla, porque…

-De acuerdo, de acuerdo. Ya entendí. Voy a dar esa prueba o lo que sea- dice para saltarse el discurso que ya venía avecinarse, craso error

El jefe lo agarra del cuello de la camisa y, bruscamente, hace chocar la frente propia con la de Link, obligando a este último a observar dos ojos verdes iracundos, inyectados en sangre. Un espectáculo de horror que pocas veces había visto.

-Escúchame pequeña sabandija holgazana. No me importa si quieres o no, pero si te dicen que puedes ser uno de los dorados, es que en tus manos está el destino de la familia real y de todo Hyrule. Rechazar el puesto es una traición ¡¿FUI CLARO SOLDADO?!

-Transparente, señor- Dijo el joven poniéndose serio. Estaba ya acostumbrado al cascarrabias de su jefe, pero algo que realmente le disgustaba era tener que soportar sus rabietas sin poder defenderse. Link habría sido despedido hace ya mucho por mala conducta si es que Zelda no le hubiera pedido que se comportara, claro, pues era el único amigo que tenía. Por eso Link no levantaba la voz a un soldado ni hacía actos indebidos. Esa es la razón por la cual omitió toda la rabia que crecía en su interior.

El jefe lo soltó.

-Bien- dijo para sentarse y continuar con la conversación

-¿Y cual es esa prueba?- Preguntó el guerrero con seriedad.

-Es algo sencillo, realmente. Deberás ser la guardia personal de la princesa Zelda en las fiestas Zoras

-¿Las fiestas Zoras? ¿Esas que se celebran cada año en el lago Hylia para conmemorar la alianza entre Hylianos y zoras?

-Exactamente

-No hay problema, pero si no le molesta, tengo una pregunta.

El veterano levantó una ceja defensora, como advirtiendo al chico de no desafiar su autoridad

-Digo, es solo por curiosidad- trató de excusarse el joven

El anciano desvió la mirada en forma de aprobación.

-Dime, chico- dijo ordenando unos papeles, como si no tuviera la menor importancia

-¿Por qué Zelda necesita protección personal siendo que ya va a haber (y mucha) en el lago, como todos los años?

El veterano se paró de su asiento, y se posicionó de espaldas a Link, viendo por la ventana con las manos cruzadas en la espalda.

-Nunca está de más un poco de cuidado extra. Además los zoras podrían considerar una descortesía que los Hylianos no aportemos en ese aspecto

-Pero los zoras son unos orgullosos. Sería más descortés para ellos desconfiar de su capacidad de protección

El jefe lo miró un tanto extrañado, un tanto triste.

-Es mejor que no cuestiones más a tus superiores. Tú serás el más fuerte, pero tu inteligencia solo es la de un chiquillo de 15 años

-Ah, claro. Quizás en tú tiempo yo tenga 15 años, pero para mí se suman 7 años más en los que he vivido. Eso sería… sería... ¡Demonios! Me demoré mucho. Tiene razón- confirmó

-Muy bien. Deberás prepararte. La caravana parte del castillo una semana antes de los festejos. Además deberás presentarte ante la princesa y ante el Rey justo antes de la partida…

Una hora después…

Link sale del castillo ya harto de la altanera voz de su jefe. Solo quería llegar a su habitación en una pequeña choza que le pertenecía a una adorable pareja de ancianos, a quienes se las arrendaba por un bajo precio

A la mañana siguiente:

El héroe ya se encontraba en el castillo. Tenía ganas de avisarle a Zelda lo de su prueba, aunque faltaba mucho tiempo para que tuviera que presentarse formalmente ante la princesa. Tenía cierto tipo de ansias.

Aún no comenzaba el entrenamiento, pues se había levantado muy temprano. A la habitación de la princesa se llegaba yendo por los largos pasillos de piedra, pasando por armaduras brillantes, subiendo una escalera ancha, hasta el fondo del gran pasillo con banderas rojas, hasta la gran puerta con el símbolo de la familia real, detrás se encontraba el cuarto de Zelda… por supuesto que él no iba a recorrer todo ese tramo, no tenía ni el tiempo ni la aprobación de sus superiores. Así que simplemente escaló por las enredaderas que llegaban al mismo punto y atravesó la ventana.

-Hola, Zelda- dice el chico al saltar al interior del cuarto.

La princesa estaba de espaldas a él, en sus manos tenía extraños frascos de vidrio con líquidos raros y delante tenía una pequeña nube de humo rojo. Se voltea sorprendida ante el saludo de su amigo.

-¡LINK!- grita casi horrorizada al verlo. Acto seguido, guarda todas las cosas extrañas que estaba usando antes en una maletita, que guarda en un baúl, al cual le pone candado.

-¿Estás bien?- Pregunta el joven un tanto preocupado por la reacción de su amiga.

-¿Bien? Eh… Si, estoy bien- dice incorporándose y devolviendo una mecha de pelo suelta a su lugar con la mano- ¿Qué… qué te trae por aquí?

-Ah, es que me encomendaron una misión, y…

-¿Hablas del viaje al lago Hylia en el que serás mi guardia personal?- se adelanta un tanto emocionada

-Si… ¿Cómo lo sabes?

-Tengo la Trifuerza de la sabiduría- inventa justo a tiempo

-Ah, es cierto- se lo traga el inocente chico- ¿Y qué era todo eso con que estabas jugando?

Zelda se sorprende. No esperaba que Link cambiara de tema, y justo a ESE tema

-Una… tarea… que me dio mi tutor de química- mintió

-¿Y qué estabas haciendo? ¿Una pósima…

-¡MENTIRA! ¡NO ES UNA PÓSIMA DE AMOR! ¿CÓMO PUEDES CREER ESO?- trató de defenderse la chica, pero se arrepintió en unos segundos-"¡Demonios! Ahora descubrirá mi secreto ¡Piensa, Zelda! ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?..."

-Iba a decir pócima roja, pero no entiendo mucho eso de pócima de amor ¿Qué provoca?- pregunta nuevamente el ingenuo adolescente

-Ehh… "¡Bien! ¡Me salvé! ¡Gracias Nayru! ¡Gracias por la ignorancia de Link!" No, nada de eso. La verdad, es muy complicado para que lo entiendas, ni siquiera sirve en batalla.- le restó importancia, diciendo la verdad

-Ah. Bueno, espero que tengamos un lindo viaje. En unos cuantos días más tendré que presentarme ante ti formalmente- dice mientras camina hacia la ventana

La joven notó la actitud de despedida y se adelanto otra vez a los hechos

-Link, espera- dijo sin querer, a lo que el soldado la obedeció.

Zelda ya había estado por mucho tiempo guardando este sentimiento en su interior. Muchas veces intentó decírselo a él para que el tormento terminara, para que esa pregunta por fin la dejara en paz.

-¿Si?- preguntó el héroe con una mirada tranquila. El sol del amanecer iluminaba su espalda y le daba una imagen casi divina, mientras que cegaba a la chica. Ésta se ruborizó por completa al verlo. Quiso guardar esa imagen por siempre en su cabeza. Pero no era momento de quedarse hipnotizada, debía armarse de valor y decirle a Link lo que sentía.

-Hay… -comenzó tímidamente- Hay algo que quiero decirte, y que he querido decirte desde hace mucho tiempo- dijo con la mirada gacha, cosa rara en ella ¿Por qué justo ahora se comportaba tan tímida?

-¿Qué cosa?- dijo al mismo ritmo que ella. Parecía algo realmente importante y no quería hacer bromas tontas o parecer hacerlas preguntando muy rápidamente

-Tú…-dijo sintiendo su corazón latir a mil por hora y rogando a las diosas por que su voz no se perdiera- "¡Vamos, Zelda! ¡Tú puedes! Lo peor que pueda suceder es que te rechace y nunca más quiera estar junto a ti por que te considera una loca… pensándolo mejor, no se lo digo. Tengo miedo de su respuesta. Pero este es el momento y lugar ideales. Si no lo hago ahora ¿Cuándo se lo diré? ¿Nunca? ¿Y dejar que sucias zorras se lo lleven? ¡Demonios! ¡No sé qué hacer!

-Dime Zelda- la apremió al notar su timidez- "¿Qué le estará pasando? Normalmente no es así. Nunca se había comportado de esta manera. Quizás de lo que me diga dependerá el destino de Hyrule, o podría ser que es un asunto demasiado personal lo que me informe y por eso esté indecisa, o tal vez… tal vez esta no es Zelda y realmente estoy hablando con un tipo disfrazado como ella para que sus secuaces secuestradores de princesas puedan ganar tiempo de escapar a algún país lejano y luego pedir una recompensa inimaginablemente grande y dejar al reino en la ruina y expuesto a invasiones y siglos y siglos de guerra sangrienta mientras que ellos se regocijan en su riqueza lejana… o solamente tiene miedo de mi posible respuesta… no, eso es lo más improbable"

-Lo que quería decirte es que… "o////o Diosas, no puedo. No ahora. Debo inventar una excusa rápido" ¡Más te vale protegerme bien en el viaje! ¿Me oyó soldado? "Claro, como si lo fuera a creer"

-Tranquila, lo haré bien. Ya verás que ni Impa lo habría hecho mejor- la anima con alegría, pero no se da cuenta de que abrió una vieja herida hasta que ya fue muy tarde

Zelda se olvidó por completo de la situación anterior y comienza a recordar a su difunta amiga.

-Lo siento- se disculpa el chico, conciente del doloroso recuerdo que abrió en su amiga y de que un "lo siento" no bastaría para cerrarlo.

-No, Impa fue valiente hasta el final. Si no hubiera sido por ella, yo todavía estaría en territorio enemigo. Ella me rescató de las mazmorras y me dejó fuera de los muros, pero se sacrificó quedándose dentro para hacer tiempo-recordó con tristeza el acto heroico de su antigua guardaespaldas

-Zelda, yo…- Quiso remediar su error, pero ella lo interrumpió

-Te prohíbo hablar de Impa como si fuera algo malo. Todo lo que hizo fue para mejor. No se lo merece, ni lo querría-habló con tono superior.

-Si, tienes razón- dijo el chico hada, luego esbozó una sonrisa, al igual que Zelda.

TOCK-TOCK

Se escucha el golpeteo en la puerta.

-¿Princesa?- se escuchó una voz de anciana del otro lado.

Ambos chicos se asustaron. Zelda le dio señas a Link para que se fuera por donde vino, y este obedeció sin recordar que estaban como a 100 metros del suelo.

-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

PAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAFFFFFFFFFFFFFFF

Suerte que cayó en un árbol.

-Princesa- dijo la anciana finalmente entrando en el cuarto real- ¿No escuchó algo extraño? Sonaba como un joven gritando

-No, debió ser su imaginación. Yo no escuché nada- argumentó tratando de encubrir al soldado.

-Como sea, debemos apresurarnos. Pronto tendrá que ir a clases

-Si, ya sé- dijo resignada de la princesa, no tenía ganas de armar un berrinche, si no más bien de soñar entre los libros que encubrían sus fantasías. Algo que había practicado desde niña.

Pasaron los días. Link estuvo entrenando con sus colegas, Zelda ocupada con sus estudios y pequeñas decisiones que se le pedía como futura sucesora del trono. Así llegó el día de la partida.

Tal y como su jefe se lo había pedido, Link fue a presentarse formalmente ante el rey y la princesa. El día era ideal. La temperatura no era ni muy alta ni muy baja, había algunas nubes en el cielo, todo era hermoso.

El joven guerrero lucía su armadura-recién-pulida, junto con las mejores botas que pudo encontrar y la camisa y pantalón que más bien le quedaban. Se sentía nervioso de tener que hablar ante el monarca, quién no era tan amistoso como todos decían, al menos no con él.

Fue solo hasta las enormes puertas, que se abrieron a través de un sistema de poleas y cadenas. Lentamente dejaron espacio al héroe. Este tuvo que armarse de mucho más valor que cuando enfrentó a todas las criaturas en sus aventuras para poder dar el primer paso, pero al fin y al cabo lo logró, después se le hizo mucho más fácil seguir caminando. Los guardias que vio en los pasillos parecían contentos, pues Link, el amigo de todos, el más simpático del ejército, el que siempre ayuda a cualquiera con cualquier cosa, estaba a punto de subir otro peldaño en su camino a la gloria.

Claro que estos no eran exactamente los pensamientos del chico. El suspenso lo estaba devorando por dentro, lo único que le daba ánimos a seguir era que estaba haciendo todo esto por su amistad con Zelda.

Al fin llegó a la sala de los tronos reales. Dos soldados, conocidos de él estaban afuera. Antes de abrir la puerta de par en par para dejarle pasar, le dieron las felicitaciones en susurros y con sonrisas sinceras.

-Gracias- dijo Link por lo bajo.

Entró a la gran habitación. Los rayos del sol que entraban por las hermosas ventanas, rebotaban serviciales en su armadura plateada. No era una armadura común y ligera como la de los demás guardias. Era más bien una protección completa, excepto por el yelmo, que dejaba a la vista los ojos, la nariz y la boca, además de uno que otro mechón rubio.

Caminó a paso decidido, sin mostrar su presente miedo al monarca, quien lo miraba con cara de pocos amigos, como lo había hecho desde siempre.

Al llegar a cierta distancia en que podría hablar calmadamente a su rey, se detuvo, y como es costumbre, desenvainó su espada de plata, adornada con un árbol en el mango, y la posó en el suelo, usando la punta del filo como base, y el mango para apoyarse. Inmediatamente después, se arrodilló.

-Que las diosas bendigan a sus majestades- dijo levemente a modo de saludo. El rey pareció no oír esto, como si quisiera acabar con esa tonta ceremonia luego. En cambio, la ya tan conocida princesa, rompió el silencio que se avecinaba.

-Y a ti, Sir Link- dijo Zelda- ¿Hay algo que quieras decirnos?

-Me han elegido a mi para escoltar a su alteza, la princesa, al el lago Hylia, y por consecuencia, también su estadía y viaje de retorno- habló potente, pero lo suficientemente sumiso, el héroe, sin incorporarse.

-Entonces apuraos, caballero. Lleva a mi hija a su destino y protégela con tu vida si es necesario- habló por primera vez el rey

-No hace falta que me lo diga, su majestad. Su alteza, la princesa, estará en buenas manos Además de que conozco a todos y cada uno de los escondites de los monstruos. Si es que se atreven a atacar, no me tomarán por sorpresa.

-Entonces, con tu permiso, padre-Zelda se paró de su asiento y comenzó a caminar. Link, sin incorporarse por completo, dio un cuarto de vuelta para abrirle paso sin dejar de hacer la reverencia. Cuando la muchacha ya se hubo ido, el joven prosiguió a despedirse.

-No lo defraudaré, mi rey- Dijo lo más sincero posible

-Hay algo de lo que quiero hablar con tigo en privado- se adelantó el monarca antes de que el aludido se fuera.

-Cualquier cosa que quiera saber, será un placer para mí contárselo- dijo el chico sorprendido

-Bien, pero antes necesito que todos salgan de aquí

Y a la orden, todos los guardias que allí se encontraban, dieron una rápida reverencia, y se fueron, dejando la puerta cerrada.

-Sabes que no me caes muy bien- dijo el rey después de un rato

-Eh…- la mente de Link trabajó rápido, pero no se le ocurrió nada

-No tienes que mentir ni halagarme, lo sabes, y es más, sabes por qué

-Su majestad…

-¿Podrías ponerte de pie un momento? Hablar con una espada me incomoda

-Lo siento- dice al tiempo que se incorpora y envaina el arma, al fin.

-Pero creo que en mi calidad de monarca debería disculparme- continuó el rey, quien dejó perplejo a Link

-Disculpe, pero no le entiendo

-Me refiero a disculparme por lo mal que siempre te he tratado. Quizás hayas oído que soy alguien muy querido por su pueblo, un rey ejemplar, y bla, bla, bla… Diría que todo eso es cierto, excepto con tigo. Por eso debería disculparme. PERO…-se detiene un momento, parecía que estaba eligiendo las palabras correctas en su cabeza.

-Pero…-continuó- te estarás preguntando "¿Cómo es que este viejo se viene a dar cuenta ahora?". Bueno, resulta que tus superiores te respetan, me han hablado mucho de ti, y la impresión que antes tenía se ha modificado de a poco, hasta el día en que me contaron algo que espero que sea verdad, y que si resulta ser cierto, mantendré el secreto como un amigo. Hasta la tumba

-Eh… ¿Secreto? ¿Qué secreto?... ¿El jefe se habrá enterado de las aventuras que tuve? ¿Pero cómo? ¿O será otra cosa lo que le contaron?

-Tú sabrás- prosiguió el rey- que como todo padre, me preocupa que mi hija se enamore de cualquier tipejo que encuentre por ahí. También me preocupé mucho por vuestra gran "amistad"-hizo un énfasis en la última palabra- Por eso era que estaba siempre tan enojado con tigo, pero desde que me contaron que eres homosexual, me pegué un zape a mi mismo "¡Por eso es que usa falda!" ¿Cómo pude ser tan ciego todos estos años? Espero me perdones por todas las veces que te viste insultado o marginado de mi parte ¿Lo harás?

-..U Eh… ¿Quiénes se creen para andar diciéndole al rey que soy homosexual? ¿Este es el gran poder de convencimiento del jefe? ¿Una mentira? No sé por qué pero creo que esta historia va a terminar mal Por supuesto, majestad. Si es su deseo, lo cumpliré. Lo perdono.

-¡Excelente! ¡Gracias, "soldado semi dorado"!- dijo alegre el monarca

-¿Perdón? No le escuché bien lo último- Y era que sí lo había escuchado, pero no lo entendía bien

-Dije que eres un soldado semi dorado, ve y haz la prueba. Claro quepara ti no será problema. Estoy seguro que desde ahora ya no usarás esa armadura de tosca plata, es más, harás la prueba con tu nueva, como adelanto. Ve al cuarto de armamento y recoge tu armadura. Está lista.

-Eh… mi rey… yo…- no sabía qué decir entonces. Gracias a las diosas que su majestad estaba de buen humor

-No me lo agradezcas, tus habilidades con las armas han hablado por ti. Ahora ve y apúrate, que se hace tarde para comenzar el viaje- le apremió su rey

El muchacho se retiró, no sin antes hacer una última reverencia. Luego se dirigió hacia la sala indicada por el monarca. Ahí la encontró. Una armadura resplandeciente, consistente en un yelmo básicamente igual al anterior, solo que este era dorado y estaba adornado de diamantes. El peto tenía grabado símbolos elegantes, y cubría desde la base del cuello hasta debajo de la última bifurcación de las costillas, donde se podía ver que continuaba la cota de mallas. Las hombreras tenían los mismos grabados que el peto. Los brazos estaban cubiertos por cota de mallas y guanteletes totalmente protegidos, inclusive cada hueso de los dedos traía una pequeña protección. El cinturón era también dorado, tenía la hebilla en forma del rubí goron, solo que esta tenía un zafiro en el centro. Pasando por el abdomen y el cinturón y llegando hasta el final de la cota de mallas, había tela bordada con símbolos de la trifuerza, y más debajo del ave, que la acompañaba siempre en los grabados, el símbolo de la familia real, todos los soldados debían traer este símbolo en sus armaduras. La famosa cota de mallas estaba por debajo de todo, tenía la forma de una playera, pero llegaba como la túnica por abajo (es decir, a la altura de la túnica). Abajo, las botas estaban cubiertas, por adelante, de armadura dorada. Y para finalizar, saliendo orgulloso por debajo del radiante yelmo, un gorrito al estilo kokiri, solo que rojo.

-Jeje Creo que no me voy a acostumbrar a esto fácilmente- rió el chico.

Cuando ya se hubo puesto el elegante traje (después de mucho esfuerzo) partió apresurado hacia la puerta principal del castillo

-¡Tengo que apurarme, ya deben estar por partir!-pensaba el joven al correr escaleras a bajo.

En el patio, se habían retrasado con la partida ya que la princesa tuvo que ir repentinamente al baño, por lo que nadie se enojó con Link, al contrario, lo miraban admirados por la reluciente armadura que ahora lucía, un tanto avergonzado.

-Waw! Link. Eso significa que ahora eres nuestro superior- bromeó un soldado, pero lo que dijo era una gran verdad- incluso eres más importante que el jefe, ahora. Tú eres el nuevo jefe.

-¿Yo? Ah, si. Tienes razón. No había pensado en eso- dijo pensativo el chico

-No te preocupes-le decían- te irá bien.

-Gracias- respondía este.

Al final, por fin salió del castillo la princesa. Se veía espléndida, relajada y más fresca. Iba acompañada por dos doncellas. Abajo, la elegante carreta la esperaba, detrás del nuevo guerrero dorado.

Cuando Zelda lo vio en su brillante armadura, sonriéndole, fue directamente corriendo hacia él. Se abrasaron, y por el impulso de la princesa, comenzaron a dar vueltas. Entre risas y pequeños saltitos, la chica lo felicitaba. Y es que todos estaban muy contentos con el ascenso del héroe, por lo que nadie les reprochó esa conducta (indebida entre una princesa y un soldado).

-Entonces ¿Usted será mi escolta en este viaje, Sir Link?- preguntó la princesa con obvio tono fingido de formalidad.

-Así será, su majestad. La protegeré con mi vida si es necesario- continuó el dorado con el juego.

-Excelente ¿Qué esperamos? No puedo esperar a ver el lago y a los zoras… y a presumir el ascenso de Link. Ahora estaremos juntos por siempre.

-Es extraño, creo que hay algo que se me olvidó, es algo que tenía que decirte, pero no me acuerdo qué es

-No te preocupes, Link. Seguro lo recuerdas llegando allá. Cuando lo recuerdes, me lo dices de inmediato ¿De acuerdo?

-Claro, princesa.

A la orden de Zelda, toda la caravana partió rumbo al sur. La mañana era hermosa y agradable, nada por qué preocuparse.

En los dos días que pasaron antes de llegar al lago, la joven princesa se comportó un tanto extraña. Estaba feliz por el ascenso de su amado y se sentía libre, pues no estaba bajo las miradas de todos y casi podía hacer lo que quisiera.

Tanto era así, que la primera noche…

-Link- lo llamó Zelda

El campamento estaba listo. La tienda de la chica era enorme y lujosa (obvio). El caballero dorado estaba hablando con algunos de sus colegas, dando órdenes y organizando todo para la partida en la mañana.

-¿Si, princesa?- preguntó el chico.

-¿Quieres venir un momento, por favor? Es que tengo un problema- se excusó Zelda.

-Claro- el soldado dejó unos planos, se despidió de sus amigos y caminó hacia la gran tienda. Los soldados que conversaban con Link, se quedaron mirando un momento.

-50 rupias a que el capitán pierde la virginidad esta noche- dijo uno con sonrisa pícara

-No lo creo, Link es muy tímido con esas cosas. Además de que es un tonto en ese tema- recalcó otro escolta

-Discusiones como esas no nos son pertinentes… aunque si mal no recuerdo, hay un rumor sobre ese jovencito- agregó un soldado más viejo

-¿Eso de que no le gustan las mujeres? ¿Qué disfruta de la compañía de hombres?- preguntó el sonriente

-Sí, yo también lo he escuchado… 70 rupias a que la princesa se defrauda y lo hecha a patadas- esta vez, sonrió el segundo.

-Trato hecho, yo ya dije a lo que apostaba… espero que los rumores no sean ciertos

Dentro de la tienda de la princesa:

-¿Para qué me quería ver, su majestad?- preguntó con toda la cortesía posible, el rubio.

-Sabes que no necesitas hacer eso cuando estamos solos, Link- le reprochó la princesa

-Bueno, es que me acostumbré ¿Y para qué querías verme?

-Es que…- la princesa bajó la mirada y se sonrojó levemente. Posó sus manos en sus mejillas, para que no se le notara mucho

-¿Estás enferma? Será mejor que llame a un médico- el chico se dio la vuelta de inmediato y estiró su mano para abrir la entrada de la tienda, pero fue detenido por dos delicadas manos.

-No… no será necesario- la princesa aún estaba sonrojada. En su interior se debatía si debía hacerlo o no. Se lo decía o no. Esa era la pregunta que la atormentaba y le provocaba un dolor de cabeza terrible.

-Pero estás toda roja, debe ser una fiebre muy alta- repuso el chico, a lo que Zelda negó y se acercó más a él.

-No es eso, no te preocupes… Bien, Zelda. Es ahora o nunca. Me lo juego el todo por el todo. Se lo diré esta noche y él aceptará. De eso no hay duda… ¿Cierto?

-Entonces ¿Qué es?

La muchacha se quedó callada, nada más posó sus brazos alrededor de su cuello. Notó alegre cómo el chico se ruborizaba ligeramente

-¿Qué pasa? ¿Tienes sueño?- dijo el joven despacio. No era necesario hablar tan fuerte estando tan cerca

-Se ruboriza, eso quiere decir que tiene alguna idea de lo que pasa ¿Habrá notado todos mis intentos para conquistarlo? ¿O solo es que su organismo le está dando una idea de lo que debe hacer? Debo decírselo. Link- interrumpió el silencio

-Dime

-Yo… yo te…

-¡Ah! ¡Es cierto!- saltó el chico, soltándose de los brazos de la joven y desmoronando el ambiente que con tanto esfuerzo había construido ella

-¿Qué? ¿Qué pasó?- preguntó esta sorprendida

-Ya me acordé de lo que debía decirte- dijo alegre

- T-T ¡Y tenía que ser ahora! ¿Y qué es, Link?

-Es que para ascenderme, el jefe le dijo a tu papá que yo era homosexual

-¿QUE? ¿ERES HOOSEXUAL? ¿O sea… te gustan los… hombres?- Alcanzó a decir la princesa, casi con un paro cardíaco por la noticia

-No, es mentira. Al parecer, a tu padre le preocupaba que tú te enamoraras de mí, y por eso nunca quiso ascenderme, pero como le contaron que me gustan los hombres y no las mujeres, aceptó la idea de la prueba- explicó el rubio

-Uf… ¡Qué bueno! Porque si resulta ser verdad, me moriría. Pero tiene su lado positivo. Quizás ahora mi papá nos deje en paz y hasta le de permiso para ser mi sirviente personal- pensó la princesa, hasta que el héroe la interrumpió

-Oye ¿Estás babeando?

-¿Ah? ¡Ah!- nota que un hilito de saliva le corría por debajo de la boca. Se limpió, y ruborizada cambió el tema.

-Bueno, no importa ahora. Link, hay algo que he querido decirte desde hace mucho tiempo, pero me da miedo tu respuesta- se ruborizó de nuevo

-¿Te da miedo lo que responda? Zelda, puedes confiar en mí- le tocó el hombro y le sonrió para que la chica se olvidara de la timidez.

-Si, es que… ¿Me prometes algo?

-Lo que sea, dime.

-Cuando te lo diga… ¿Me prometes que no me vas a repudiar?

-¿Yo? ¿Odiarte? ¡Nunca! ¿Por qué te imaginas esas cosas? Anda, nada de lo que digas puede ser tan malo para que te odie… excepto si me lo pidieras, claro- bromeó el joven

-Tiene razón. Link no es de esos que abandonan a los amigos. Por último si me rechazara, seguiría siendo mi mejor amigo. ¡Sí, no hay qué temer! Yo…

-¡Capitán! ¡Su majestad!- uno de los soldados entró en la estancia, interrumpiendo la escena- siento ingresar así, pero unas viajeras gerudos piden ayuda. Al parecer se encontraron con un grupo de wolfos y hay muchas gravemente heridas.

-Déjenme ver a la líder del grupo, denles lo que necesiten y sanen sus heridas… lo siento, Link. Será en otra ocasión- se excusó la muchacha, pues sabía, por muy enamorada que estuviera, de que las relaciones entre las distintas especies eran asuntos de primera instancia.

-Por su puesto, princesa. Ahora vamos, la ayudaré en lo que necesite- dijo Link, saliendo de la carpa después de ella.

El grupo de mujeres se recuperó rápidamente y a la mañana siguiente partió, no sin agradecer mil veces a la princesa y a su guardaespaldas personal por todo lo hecho. Pero al último, más que agradecerle, le hicieron ojitos. Y como siempre, el muy astuto no se dio ni cuenta.

-Princesa- la llamó el chico luego de todo esto, cuando se estaban moviendo.

-¿Qué pasa, mi caballero?- respondió seductoramente, a lo que todos en la caravana se dieron cuenta excepto ya saben quién.

-Eh… Desde que ese grupo de mujeres gerudo se fue… me he estado preguntando algo, y quizás usted tenga la respuesta

-Pregunta, Link, con confianza

-¿Cómo nacen las gerudos?

Esto provocó silencio absoluto. Un Marcado y prolongado silencio, en los cuales, todos trataron de hallar la respuesta.

-Link- dijo por fin la princesa, colocando su mano en el hombro del soldado - hay cosas macabras, cosas horribles y cosas sumamente terroríficas que un niño como tú no debería saber

-¿Y tú sabes la respuesta?- el joven estaba realmente asombrado por la extraña respuesta de su amiga.

-No, pero se lo podrías preguntar a una de ellas, tengo entendido que se llevan bien- dijo la jovencita, un tanto celosa al recordar cómo observaban las guerreras al rubio.

-Tienes razón, espero recordarlo

Y así pasó el tiempo. Zelda debía ocuparse de los últimos detalles de la fiesta, aunque los anfitriones eran lo zoras, como princesa no dejaba de estar ocupada. Los estudios y deberes le quitaban mucho tiempo, y al final, no pudo confesársele a Link antes de llegar a su destino.

El lago Hylia estaba repleto de zoras. Todos con máscaras de peces, que usaban para las fiestas. Algunos usaban lanzas de con corales y estaban quietos, seguramente los guardias. El cerco que está antes de entrar al algo, lo sacaron momentáneamente, para que toda la caravana pudiera pasar sin problemas.

-En las fiestas, cuando zoras e hylianos estén bailando, por fin tendré privacidad y me confesaré. Nada más debo asegurarme que nos encontremos en la noche. ¡Hey, Link!- llamó

El rubio se acercó. Todos estaban instalándose y él daba instrucciones a sus hombres para establecerse.

-¿Pasa algo, princesa?- preguntó cuando ya estuvo lo suficientemente cerca

-Quiero verte en la noche de la fiesta, a las doce, cuando todos estén celebrando. Debo decirte alo importante- dijo la niña, a lo que el chico se confundió un poco

-¿Y por que no me lo dice ahora?- sugirió este

-¡Yo digo que me veas esa noche y punto! En mi tienda ¿De acuerdo?- ordenó su majestad

-De acuerdo, de acuerdo. Te veo en tu carpa esa noche, a las doce- respondió para que la chica no e enojase, dio resultado, pues sonrió.

-Bien. Ahora ve, deben estar ocupados. Adiós- se despidió la princesa, acto seguido, se marchó a otro lugar

-Adiós- el chico se quedó hablando solo, y se devolvió a sus deberes.

Los preparativos que faltaban eran muchos, pero también había un basto personal y tres días para trabajar. Luego, la fiesta.

¿Y bien? ¿Les gustó? Este es el primer capítulo de mi primer fanfic de Zelda. También estoy haciendo otro fanfic, más o menos original, y por el asunto de mis vacaciones, estaré alejado del pc por algún tiempo, así que no me tiren tomates, porfavor. Espero actualizar a finales de Enero.

Hablando del próximo capítulo ¿Zelda se confesará a Link? ¿Cómo serán las fiestas zoras? ¿Pasará todo tal y como lo han planeado todos? ¿Link descubrirá cómo nacen las gerudos? ¿El rey descubrirá que Link no es homosexual? ¿Link pasará la prueba?

Todo esto… no. Algunas de estas cosas y más en el próximo capítulo.