CON CARIÑO

Una rosa cherokee, la primera que veía hacía mucho tiempo. Y la veía justo ahora, con su cabeza ensangrentada yaciendo en la tierra. Sus pulmones apenas podían procesar el aire que necesitaba para respirar. El sabor salado que inundaba su boca hacía que deseara un poco de agua, pero sabía bien que no la tendría. Ninguno de aquellos tendría la más mínima piedad con él.

Daryl Dixon se había separado del grupo la mañana en la que saliesen de la Zona Segura de Alexandria en busca de suministros médicos. Bien sabían todos que no estaban seguros, y no por los muertos que siempre los acechaban, sino más bien por los vivos. Habían conocido al peor de sus temores, al más salvaje y sanguinario asesino con el que se pudieran haber topado en ese apocalipsis zombie: Negan. Y con sus seguidores "Los Salvadores". Estaban rodeados por ellos y acechados en cada uno de sus pasos. No querían salir, pero tuvieron que hacerlo.

Daryl había vuelto a ser un lobo solitario. El grupo lo había sabido entender, incluso Carol. A pesar de intentar vanamente que su amigo volviera a integrarse, había dejado de tratar al entender que necesitaba su soledad. Daryl había perdido mucho y ya no sería el mismo.

Antes de salir de los terrenos de la Zona Segura Alexandria comandado por Carol y acompañado por Glenn, Abraham y Michonne; Daryl no había tenido idea de qué día era. A nadie parecía importarle ya el paso del tiempo, las fechas significativas habían sido casi olvidadas por los sobrevivientes, pero ese día era especial. Había visto a Glenn y a Maggie abrazarse de una manera todavía más efusiva, y no solo se trataba por la salida de Glenn. El mejor regalo que podría esperar Maggie Grenne para aquel 14 de febrero era volver a ver a Glenn. Pero Daryl no podría volver a ver a Beth Greene.

Alejarse del grupo lo ayudaba con el peso de su ausencia. Con la falta que le hacía escuchar su voz y contemplar sus hermoso ojos azules. Y ahora estaba tendido en el suelo, mordiendo el polvo y pensando en ella. Sería en ella en quien pensaría en sus últimos momentos, fueran estos u otros.

El hábil cazador se había encontrado con quien menos querían todos. Con Negan y su "Lucille".

Otro golpe en el estómago y volvía a escupir sangre.

—Vas a ser el último hombre de pie. —le dijo Beth.

—No quiero serlo. —le contestó Daryl con dificultad.

—¡Con quién hablas, imbécil!

Otro golpe en las costillas.

—Este bastardo no nos va a decir nada. Es más duro que una piedra.

Daryl Dixon sentía como si sus entrañas pugnaran por salirse a través de su garganta con cada golpe, pero no diría nada. Haría lo que pudiese por no dejarles saber el camino para dar con los demás y moriría en el intento si era preciso. Los otros quizás estuviesen buscándolo, pero él no dejaría que se encontraran con ellos. Y tampoco les dejaría saber de la presencia del hermoso par de ojos azules que veía en ese momento.

La observaba tan claramente que bien podía ser real. Pero no lo era. Beth estaba muerta y verla en cuclillas a su lado mirándolo fijamente con sus grandes ojos y su cabello rubio amarrado en una coleta, justo como la había visto por última vez, era un claro producto de las contusiones. Sin embargo, lo reconfortaba.

—¿Qué hacías solo... Daryl Dixon? —le preguntó Negan.

Daryl volteó la cabeza en un acto reflejo al tratar de buscar su ubicación y no hubo una sola parte de su cuerpo que no lo resintiera. Negan se encontraba a sus espaldas, solo observando mientras dejaba que sus hombres se encargaran del trabajo sucio. Misericordia, según él, y podría ser verdad. Encontrarse con ese hombre era como toparse con el mismo demonio, así que, el que no se encargara de Daryl por sí mismo podría considerarse la mejor opción si el arquero hubiese podido escoger.

—Sí… se tu nombre. Se quienes son, quien es Michonne, quien es Glenn, Carl, la bebé… Rick.

Daryl intentaba respirar en ese momento en el que los golpes habían cesado.

—Da igual… de todas formas vas a morir y ellos también. Pero, Daryl, al contrario de Rick, soy un líder generoso. Él no les está dando la oportunidad de vivir, se niega a aceptar mis condiciones y como consecuencia morirás. En cambio, yo les prometí a mis hombres que iban a disfrutar matándolos a cada uno y ya están empezando contigo. ¡¿No es así?!

Eran tres los que acompañaban a Negan, los cuales empezaron a reír a carcajadas en cuanto el despiadado hombre terminó de hablar.

—Todos conocerán a Lucille. —dijo besando el bate de beisbol enredado en alambre de púas que llevaba en las manos— Hasta ella lo siente.

—Es mi turno. —dijo uno de los tipos.

—Adelante. —Le contestó Negan.

Uno de los de los hombres, el más joven, tomó el lugar de quien anteriormente golpeara al arquero y continuó el trabajo. Patada tras patada, y Daryl siempre en el suelo. No hubiese podido ponerse de pie solo de todas formas. Su mirada se mantenía fija en aquellos ojos, los de Beth. Veía a la chica tan cerca suyo que era imposible que los demás no se dieran cuenta de su presencia. No estaba allí realmente y, aunque Daryl lo supiera, pensarlo le dolió más que la paliza que recibía.

El semblante de Beth Greene no podía ser más vivaz, en contraste a la situación. La sonrisa que veía en su rostro le era conocida, lo había hecho de la misma forma aquella noche de la casa funeraria, cuando se la habían llevado. El último momento feliz que había tenido.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión? —preguntó ella.

—T-tú.

—¿Yo qué, idiota?

El arquero recibía los golpes y ya ni siquiera se movía.

—Levántalo. —le dijo el hombre a otro de los secuaces de Negan.

—Y luego es mi turno. A este ya le falta poco. —le contestó entre risas mientras lo alzaba del suelo.

El hombre que lo sujetaba era el más alto y fuerte de los tres. Cuando lo tomó de los brazos por detrás, Daryl sintió que casi se los rompía. El otro empezó a golpear al aire, como preparándose.

—Fui boxeador ¿sabías?

—¡Hazlo de una vez! —la voz de Negan se volvió a oir.

Un sonido desgarrador se escuchó salir de la boca del cazador al momento que tres de sus costillas terminaron por quebrarse. Los puños del tipo daban repetidamente en su cuerpo y cada vez empeoraban. Uno de ellos dio con su cabeza y lo dejaron caer nuevamente.

—¿Sabes usar esta cosa? —preguntó el hombre del primer turno mientras inspeccionaba la ballesta de Daryl.

—No. —le contestó el más alto— Pero de algo servirá.

—Déjame intentar. —dijo el tercer hombre arrebatándole el arma de las manos.

—Es mi turno. —dijo el más alto y se la quitó.

Le costó un poco colocar la ballesta en la posición correcta y luego de maniobrarla un rato, disparó una flecha que dio en la pierna de Daryl Dixon. Le herida le quemaba y no pudo evitar gritar aunque su voz era a penas audible.

Las carcajadas no se hicieron esperar. Los tres pugnaban por el uso de la ballesta, pero el último tipo se hizo de nueva cuenta con ella. Mientras los demás se repartían su pistola y el cuchillo de Beth, el único recuerdo que tenía de ella.

—¡Me toca a mi! —dijo y tomó la ballesta apuntando a diversas partes del cuerpo de Daryl— ¿En dónde le doy ahora? —preguntó divertido.

—En la otra pierna.

—Nah, no podría darle de nuevo. Eso fue pura suerte.

El hombre disparó entonces una flecha certera, directo a la pierna izquierda de Daryl. Y nuevamente sintió el dolor punzante y ardiente.

—¿A qué le llamas suerte?

Y los tres volvieron a reir.

—¡Ahora dale en un ojo!

—¡Se terminó! —gritó Negan— Ahora es de Lucille.

Beth Greene se había alejado un momento. Su figura se mantenía expectante, pero ante la aparición de la voz de Negan, se había vuelto a acercar a Daryl. El arquero permanecía tumbado sobre su costado izquierdo mirando hacia donde ella se acercaba.

—Estás hecho para este mundo. Las cosas no son como se suponía que fueran, Daryl, pero tú estás hecho para sobrevivir. —le dijo Beth cuando volvió a arrodillarse frente a él.

Con dificultad, Daryl levantó su mano derecha. Su brazo le pesaba, sin embargo, aquellos hombres lo veían intentar alcanzar algo en el aire.

—Ya está casi muerto, Lucille. Lo siento. —dijo Negan al acercarse a Daryl.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca se agachó para que pudiese oírlo.

—Fue culpa de Rick. No debió oponerse a mí. Somos un grupo divertido, la pasamos bien como habrás podido darte cuenta. Solo le pedí cosas mínimas, unas cuantas mujeres y lealtad. Todo tiene un precio y ahora vas a pagarlo tú. —Negan se puso de pie— Ya ni siquiera importa que hables o no. Por lo menos serás una clara advertencia para tu grupo cuando te encuentren. No debieron oponerse a mí.

Los demás vitoreaban a la expectativa de ver a Lucille en acción. Negan la levantó por sobre su cabeza. Daryl continuaba tratando de alcanzar algo.

—No voy a dejarte… No esta vez. —le dijo Beth.

Y Lucille se enterró en su cabeza.

La sangre salía a borbotones. Su cráneo había quedado muy afectado. Una parte de su cabeza se hundía en donde Lucile había pegado. Pero estaba vivo.

—¡El maldito es de hierro! —gritó el hombre más alto dándole una patada en las piernas.

—¡Déjalo! —dijo Negan— Esto me aburrió. Es hora de irnos.

Era extraño no sentir su cuerpo pero estar consciente del movimiento exterior. Escuchó pasos y supo que se habían ido. Pero no estaba solo. Beth le devolvía la dulce expresión de su rostro.

—Estás vivo. Aún puedes, solo tienes que aguantar un poco más.

Le costaba mucho respirar. Hasta el aire le hacía daño al entrar por sus fosas nasales y a través de su boca.

—N-no. —le indicó el arquero.

—Sigues sin depender de nadie. —le contestó la chica manteniendo la sonrisa— Pero ellos vendrán pronto. Solo un poco más, Daryl.

Contemplarla con las ropas limpias, sin ningún rastro de sangre, irradiando paz. Eso lo alejaba de la realidad que vivía. Ella lo había salvado y ahora venía en su ayuda.

—Aún recuerdo cuando te trajeron a la granja, cubierto de lodo y con una flecha atravesada en el abdomen. Regresaste por tus propios pies y luego volviste a sobrevivir cuando Andrea te disparó. En verdad, eres de hierro… ¿Me extrañaste, Daryl Dixon?

—S-s-s-s-i…

—Mejor no hables. Guarda tus fuerzas. Falta poco, Daryl, solo un poco más.

—N-n-n-no.

—Ellos te necesitan todavía.

—Yo t-t-te ne-ce-si-to a ti.

—¿Estás seguro?

Sus propias lágrimas le escocían la piel del rostro. Comenzaba a sentir dolor de nuevo y a ser consciente de su cuerpo. Con las últimas fuerzas que le quedaban volvió a levantar su mano e intentó alcanzarla.

Y Beth finalmente la tomó.

Momentos después lo encontrarían. Esta vez liderados por Rick. La imagen de Daryl Dixon, el fuerte cazador del grupo, el siempre vigilante, el buen amigo de Carol y hermano de Rick Grimes, en el piso, con su sangre mezclándose con el terroso suelo y manchando la solitaria rosa cherokee a su lado, era dura de ver.

Carol se acercó al cuerpo de su amigo y lloró amargamente su partida. Mientras Glenn, Michonne y Abraham contemplaban la escena en silencio.

Rick se acercó también y tomó un lugar al lado de Carol. La abrazó y lloró con ella.

Al lado de Daryl yacía un papel bajo una pequeña piedra. En él se leía:

Con cariño.

Negan

FIN