Disclaimer: Twilight y sus personajes pertenecen a SM. La historia es el resultado de mi imaginación y mi extenso tiempo libre.
Gracias a Jane por betear este one shot.
NO REGRET.
— ¿Tienes el almuerzo?
— Sí.
— ¿Los documentos?
—También.
Ella asiente y camina hacia la cocina para dejar la taza de café que había estado tomando, se acerca hasta mí y me sonríe, me da un beso en la mejilla y me dice:
—Creo que hoy llegaré un poco tarde, deberías encargarte de la cena esta noche
—Mmm ok—murmuro
—Bien, nos vemos en la noche.
—Nos vemos—digo sin ánimos luego la veo caminar hasta la entrada donde Edward la está esperando y se dan un buen beso, puedo ver un poco de lengua allí, oh sí. Ahora le está tocando el trasero, genial.
Carraspeo con fuerza
—Se les está haciendo tarde.
Alice se separa del beso con una sonrisa y le da un golpe juguetón en el hombro.
—Bella tiene razón, vámonos.
Edward asiente y toma el maletín que está en el piso del apartamento.
—Adiós—se despide él, escolta a Alice hasta la salida y cierra la puerta con fuerza
—Adiós—digo al aire, suspiro y me enfoco en terminar mi desayuno.
Hacía dos meses que vivía como intrusa en el departamento de Alice, el cual ella compartía con su muy caliente —debo agregar—novio de un año, Edward.
Siempre supe que era esta clase de persona holgazana, de hecho lo comprendí en varios momentos de mi vida, la primera vez sucedió cuando reprobé arte en la secundaria. ¿Quién en el mundo reprueba arte? Al parecer yo era capaz de realizar tal hazaña, la segunda vez fue cuando decidí abandonar la universidad por mero capricho, decía: Yo me las apañaré bien. Bueno, tal parece que eso no sucedió, si hace cuatro años hubiese sabido que este sería mi futuro no habría abandonado la carrera de Inglés. La tercera y última vez fue el día que mis padres me visitaron por sorpresa en mi apartamento y decidieron retirar su ayuda financiera con la excusa de que era mayor y debía independizarme ¿Quien quería independizarse? ¡Yo, no! Si eso aseguraba ocho mil dólares al mes en mi cuenta bancaria.
De eso hacía dos meses, dos meses en los que mi buena mejor amiga Alice había ofrecido su humilde departamento con tal de que no durmiera en la calle.
Yo había creído que sería mi salvación, claro, pensé aquello antes de tener que vivir con Edward Cullen, su novio.
Cuando este se andaba por el departamento sin camisa era ¡Aggh! Nunca en mi puta vida había sentido tanta frustración sexual y era como si lo hiciera a propósito: Aprovecharse de mi poca resistencia y provocarme en cualquier momento.
Tampoco ayudaba mucho con mi debilidad el escuchar a Alice y Edward tener sexo, cada noche, los agudos gemidos de ella y gruñidos salvajes de él. Al principio era molesto pero después de un tiempo entendí que la vida sexual de ellos era muy activa, Alice me contaba que él siempre buscaba complacer sus fantasías, siempre se preocupaba por hacerla sentir bien, obviamente por dentro moría de envidia cada vez que oía a una animada Alice hablar de su excelente relación pero después supe apreciar bastante el escándalo que esos dos montaban, digo, si cerraba los ojos podía imaginar que era Edward el que me follaba y eso era un excelente espectáculo para la masturbación.
Nadie me había hecho sentir de esa manera sin siquiera tocarme ¿Era un Dios acaso? No estaba segura, pero de lo que sí estaba segura era que Alice no merecía esto, la única razón por la que no me lanzaba encima de él era mi amor por mi amiga, eran casi siete años de amistad y no los iba a tirar por la ventana por un revolcón con el hombre del siglo.
Carajo, en serio quería follarlo.
Vi la hora, eran casi las ocho de la mañana ¡Mierda! Tenía que ir a cuidar a los dos mocosos del departamento de al frente, ser niñera no era un trabajo muy honorable en estos días pero bueno, eso era lo que me mantenía con vida. Le di otra cucharada a mi cereal y corrí a la habitación para buscar mi bolso con mis pocas pertenencias, le di una mirada a mi desordenada cama para buscar mi teléfono, en algún sitio debía de estar… ¡Aquí esta! Pensé en cuanto lo vi envuelto en mi cubrecama azul marino, después de dar un último vistazo a mis cosas, prácticamente corrí hasta la puerta y salí de allí, caminé con prisa hasta mi lugar de trabajo que estaba a unos cinco metros de distancia, toqué el timbre y esperé con una sonrisa falsa a que mi jefa, la señora Newton atendiera para así volcarme en mi trabajo de nueve horas como niñera de los gemelos Jessica y Mike.
— Este día fue del asco—digo para mí misma, cierro con cuidado la puerta detrás de mí y me recuesto allí por unos segundos, eran las cinco de la tarde y el departamento estaba en completo silencio, como Alice me había avisado debía de trabajar hoy hasta tarde y me tocaba hacer la cena.
Ruedo mis ojos, ya vería qué inventar.
Doy un largo suspiro y dejo mi bolso encima del mesón de la cocina.
Me siento pegajosa, así que camino con flojera hasta el baño, me sorprende ver la luz encendida, tal vez había olvidado apagarla antes de irme, menos mal que Alice no estaba aquí porque seguro se quejaría de eso y de lo costosa que la electricidad saldrá a fin de mes.
Estoy por abrir la puerta cuando oigo un quejido, me alerto al instante. ¿Qué es eso?, pego la oreja hacia la puerta y lo vuelvo a oír, es más bien un gruñido masculino, es Edward y él parece es-estar masturbándose, oh Dios ¿por qué me haces esto?
Siento el calor subir por mi cuerpo y la humedad en mi entrepierna, cierro los muslos con fuerza para calmar el ardor que siento allí.
Mmm Edward. ¿En quién estás pensando?
Su siguiente gemido me lo confirma:
—Ohm Bella, mmm preciosa, estás tan apretada—Mordí mi labio fuertemente tanto que podía sangrar, quería abrir la puerta y verlo tocarse, ver cómo subía y bajaba la mano en un ritmo perfecto.
Lo deseaba, quería ver el líquido pre seminal correr por su dura polla y lamerlo, delicioso.
Con mi lengua humedecí mis labios, estaba excitada, quería que me follara duro, por detrás, montarlo, en todas las putas posiciones existentes y lo quería ya.
Dios, no. Mi conciencia había decidido aparecer justo en este momento. No lo hagas Bella, piensa en Alice. ¡Carajo, que difícil!
Reuní toda mi fuerza de voluntad y corrí hasta mi habitación.
Cerré la puerta con seguro y caminé hacia mi cómoda para buscar mi vibrador rosa, estaba tan desesperada que sólo me quité mis shorts y bragas.
Encendí el vibrador sintiendo aquella maravilla en mi mano y lo dirigí hasta mi hinchado clítoris.
Ahogué un gemido.
La respiración comenzó a fallarme, abrí mis piernas y con delicadeza lo introduje dentro de mí
— ¡Dios!—gemí—. Qué maravilla.
Cerré mis ojos y pensé en Edward clavándose fuerte dentro de mí, sin amor, sin delicadeza, sólo sexo.
—Ugh, joder—trato de ser lo más silenciosa posible, busco una almohada y la pongo encima de mi rostro, pudiendo así callar los gemidos comencé a desahogarme.
—Oh, Edward—Jadeo.
Pongo el vibrador en mi clítoris, masajeándolo e introduzco uno de mis dedos dentro de mí, mis paredes lo aprietan y exhalo fuertemente.
Sigo así y sumo dos dedos más, la sensación es buenísima. Imagino que la polla de Edward debe de ser así de grande, gruesa y larga.
Siento el nudo en mi vientre, falta poco para venirme, gimo suavemente cuando siento la corriente pasar por mis piernas hasta mi clítoris y es ahí cuando un fuerte orgasmo sacude mi cuerpo.
Los temblores son de lo más placenteros, es increíble. Retiro mis dedos de mi centro y muerdo mi labio, ha sido un buen orgasmo, suspiro y espero que mi cuerpo se relaje para enfrentar de nuevo al causante de mis más oscuros deseos.
—No sabía que estabas aquí—dijo Edward, estaba inclinado revisando algo en la nevera, desde aquí podía ver su trasero, no era una persona que le gustaran los traseros pero carajo, sería un sacrilegio decir que Edward no tenía un buen culo—. Buscaba qué hacer para la cena.
—Llegué hace rato y hoy me toca hacerla a mí—murmuro y reviso la despensa, con un poco de pasta estaríamos bien.
Saco los ingredientes para mi preparación y veo cómo Edward cierra el refrigerador y se acerca hasta mí. ¿Sabrá que lo escuché?
— ¿Quieres que lo hagamos juntos? —dice mirándome fijamente en un tono bajo, casi ronco.
Muerdo mi labio, sé que lo dice en otro contexto.
—No—me niego y respiro profundamente, siento mis pezones endurecerse y cruzo mis brazos encima de mi blusa tratando de que no se noten, alejo mi vista de él y comienzo a preparar la cena.
—Bien, si necesitas algo estaré en la habitación.
¿Masturbándote?
—Bien—respondo, aparento que estoy concentrada rebanando unos tomates para la salsa.
Escucho a Edward cerrar la puerta de su cuarto y suelto un suspiro de alivio. ¿Cómo iba a soportarlo de ahora en adelante?
Es un poco después de las siete de la noche cuando termino la cena, Alice aún no ha llegado así que le envío un mensaje:
Bella: Hey. ¿Te falta mucho? La cena ya está lista.
Respondió a los pocos minutos.
Alice: Tengo esta reunión importante, estaré allá en unas dos horas, cena con Edward.
¿Cenar con Edward? Yo a ese hombre tenía ganas de hacer algo más que sólo cenar.
— ¿Edward?—le llamo desde la cocina—. La cena ya está lista.
—Voy en un segundo—responde él.
Procedo a poner la mesa, coloco dos platos y vasos, sirvo la comida y empiezo a comer sin esperarlo.
Edward llega y me ofrece una sonrisa, le sonrió de vuelta, después camina hasta el bar de la cocina y saca la botella de un vino.
—Creo que con esto irá bien la comida.
Asiento descolocada y regreso mi vista a la comida.
Escucho a Edward destapar la botella y servirnos a ambos en copas.
—Salud—me dice y por cortesía choco mi copa con la de él aunque por dentro me estoy muriendo y solo quiero que esto acabe.
Le doy un trago a la bebida y me es imposible no hacer un sonido de admiración.
—Está muy bueno—admiro—. Muy bueno.
Edward toma un trago y asiente en concordancia a mi gesto.
—Con la comida que preparaste queda excelente y debo decir que está increíble.
Me sonrojo.
—Muchas gracias, aunque ya sabes que no soy tan buena como Alice en la cocina.
—Es cierto, pero tú haces algo que Alice no.
Estoy sorprendida por su aclaración.
— ¿Qué es eso exactamente?
—Creo que me lo guardaré para mí—dice con inocencia.
Oh, mierda. La curiosidad me mataba. ¿Será que Edward pensaba en mí de esa manera?
—Bien.
Con prudencia cruzo mis piernas debajo de la mesa, tratando de apaciguar el calor que siento en mi centro.
Después de comer y lavar los trastes, Edward y yo nos sentamos en el sillón del salón mientras seguimos bebiendo un poco más de ese delicioso vino, tal vez me estoy sintiendo un poco borracha ¿Pero a quién le importa? No es como si tuviese las bolas para cometer alguna locura.
—Es raro que Alice no haya llegado aún—dice Edward con el ceño fruncido mirando su celular.
—Dijo que estaba en una reunión importante—le tranquilizo—. Pronto llegará.
Edward suspira y me mira ladeadamente.
— ¿No crees que ese trabajo la agobia demasiado?
Me encojo de hombros.
—Es Alice después de todo, vive para la presión. No sé cómo lo hace.
—Ni yo—contesta él, nos miramos fijamente y soltamos una carcajada, el alcohol nos está afectando.
Ya nos habíamos terminado la botella y estábamos mirando al techo.
—Deberíamos conseguir algo más para beber—le digo a Edward.
—Creo que ya bebimos suficiente, no quiero cometer una locura.
Suelto una risita.
— ¡Pero es viernes! ¡Vamos a emborracharnos!
—Está bien. ¿Quieres algo en específico?—pregunta Edward mientras se levanta y se dirige al bar.
—Vodka—grito.
—No deberías de mezclar bebidas—me dice él.
Frunzo el ceño.
—Te sorprendería mi tolerancia al alcohol.
—De hecho no me sorprende—contesta él trayendo consigo la botella de Vodka que le pedí—. Sales todos los viernes y el sábado en la mañana estás como si nada.
Me encojo de hombros.
—Si en algo soy buena es en beber.
Edward suelta una carcajada y me sirve un shot.
Ya nos habíamos tomado varios tragos de vodka, Edward estaba sentado en el sillón y yo estaba recostada con mi cabeza entre su polla, era bastante excitante pero me había mantenido a la raya para evitar malos ratos.
—Estoy aburrida—murmuro.
—Yo también—contesta él y ambos nos reímos, estábamos achispados.
Nos quedamos en silencio unos minutos y sin razón yo suelto una carcajada, me rio tan fuerte que el aire me falta, veo la cara de confusión de Edward pero seguidamente se une a mis risas, lo que causa que me carcajee aún más.
Cuando paramos respiramos entrecortadamente unos minutos, limpio mis ojos húmedos debido al ataque de risa.
—Sigo estando aburrida.
—Ay, Bella— Edward suspira y me mira fijamente, yo mantengo mi vista hacia arriba para verlo, veo su mandíbula fuerte y sus profundos ojos verdes, muerdo mi labio aguantando mis ganas de besarlo.
— ¿Qué sucede? —pregunto.
Él niega.
—Nada, cosas mías.
Aunque sé que debería no sigo insistiendo temiendo la respuesta que pueda darme.
— ¿Jugamos a algo? —Me pregunta y alzo una de mis cejas—. ¿Estás aburrida o no?
Sonrío.
— ¿Qué? —pregunto, él se encoje de hombros.
— ¿A las preguntas? —dice aunque suena más a una pregunta.
Bufo.
—Oh no, no estamos en secundaria.
— ¿Tienes algo mejor?
—Juguemos a prenda o atrevimiento.
Edward suelta una carcajada.
—No estamos en la universidad.
Niego.
—Básicamente yo no estuve en la universidad.
—Sí lo estuviste
—Pero no lo suficiente como para jugar eso—me defiendo, él sube sus manos rindiéndose.
—Primero las damas.
Asiento, quito mi cabeza de sus piernas y me siento a su lado, muy cerca, tanto que nuestros cuerpos se rozan.
—Señor, Cullen—Él sonríe al escucharme decir su apellido—. ¿Prenda o atrevimiento?
Parece meditarlo unos segundos antes de responder.
—Prenda.
— ¿En serio?—me extraña su respuesta—. ¿Por qué?
—Tengo miedo de lo que me mandes a hacer.
Me burlo de él.
— ¡Oh, por favor!—Sin escucharme veo cómo Edward se desprende de su camisa, su abdomen fuerte me dice ¡Hola!, trago el nudo que hay en mi garganta, carraspeo con disimulo—. Mmm bueno, supongo que no estás muy dispuesto a ceder, tu turno.
— ¿Prenda o atrevimiento?
—Prenda.
Edward se ríe y bebe otro shot de vodka.
— Tengo que prepararme para lo que viene—le oigo murmurar, ruedo mis ojos y saco mi blusa.
Siento su mirada en mi cuerpo, por alguna razón no me siento avergonzada y eso causa que dentro de mí la pulsada de culpa crezca cada vez más.
Edward carraspea tratando de alejar la vista de mis senos en lo cual falla miserablemente, supongo que hoy fue un buen día para decidir usar un lindo brasier.
— ¿Siguiente pregunta?—digo con una sonrisa, me agrada verlo así, parece nervioso y que yo cause ese tipo de efecto en él me hace pensar que no he sido la única que sufre del efecto del otro. ¿Quiero yo cruzar la línea de la razón y tomar el riesgo de aventurarme en los posibles sentimientos de Edward?
Él asiente.
— ¿Prenda o atrevimiento?
—Atrevimiento.
Responde sin vacilar.
— ¿Te atreves a besarme justo aquí?—digo señalando el nacimiento de mi seno, sonreí triunfante cuando lo veo tocarse el cabello. Es una señal de que está nervioso.
Espero una respuesta negativa de su parte pero realmente me sorprendo cuando se acerca hasta mi lentamente, lo veo tragar y siento su aliento caliente en mi pecho, me causa cosquillas así que suelto un risita, Edward presiona su cuerpo sobre el mío por lo que siento un bulto presionar mi pierna, deja un beso justo en donde le señalé, tan sólo un roce de labios.
Suelto una risa
—Eso es trampa, necesito un buen beso. Uno mojado.
Él trata de alejarse pero impresionándolo froto con mi mano su erección, sus pantalones están apretados. Edward carraspea de nuevo
—N-no creo que esto sea lo mejor, A-alice...
—Shh— le corto y acaricio su rigidez—. Podemos culpar al alcohol después.
Y le beso.
No hay ternura ni suavidad, el beso es salvaje y me gusta, es mejor de esta manera ya que no comprometemos los sentimientos, nuestras lenguas se encuentran y ambos soltamos un gemido cuando sentimos la humedad del otro, me recuesto en el sillón de modo que él está encima de mí, abro mis piernas para que se acomode entre ellas y puedo notar su rigidez, subo mis manos hasta detrás de su cuello y acaricio los cortos cabellos que allí se encuentran.
En la habitación lo único que se escucha son nuestras fuertes y entrecortadas respiraciones, el hermoso sonido de nuestros labios uniéndose en un ritmo tan sincronizado como en una buena canción.
Cuando el oxígeno nos hace falta nos separamos, cruzo mis piernas sobre su trasero y lo empujo hacia mí causando así una fricción entre su erección y mi centro, suelto un jadeo, no puedo evitarlo, es insoportable y a la vez maravilloso haber cruzado la línea, en un rincón de mi cerebro está presente Alice, pero ¿En realidad me importa? Porque ahora mismo, mientras siento los besos húmedos de Edward en mi barbilla y cuello lo único que quiero es que me tome y acabemos con esto de una buena vez y así ambos podríamos volver a nuestra vida de rutina y falsa, que al final del día, no nos hacía feliz pero era lo único que obtendríamos.
Edward continúa besando mi cuello, y sus manos acarician mi vientre, subiendo peligrosamente por la recta de mis pechos.
—Quiero más—le susurro en el oído—. ¿Qué estamos esperando?
Edward se separa de mi cuerpo, extraño su toque.
—Bella…—me mira a los ojos y veo el arrepentimiento.
Niego con la cabeza varias veces.
— ¡No, Edward! —suspiro—. No es momento para hacerse el desentendido.
—No está bien—me dice y se sienta recto a unos centímetros de mi lado, me levanto del sillón y suspiro, estoy enojada ¿Cómo no estarlo? Por fin doy el primer paso, dispuesta a darlo todo y él no lo entiende, no entiende que esto para mí también es un sacrificio pero mi deseo es tan fuerte que no me importan las consecuencias de este hecho.
Busco mi camiseta en el suelo y de un tirón me la pongo encima.
—Mejor vístete—mi voz suena irritada—. No querrás que Alice te vea prácticamente desnudo, ¿o me equivoco?
Él suelta un largo suspiro, es uno de esos que lanza cuando se siente frustrado o cansado, por un momento el nudo en mi pecho se aprieta pero lo ignoro, no fui yo la que echó a perder lo que podría haber sucedido.
—Bella—dice, pero lo freno en un gesto con mi mano.
—Sólo cállate. ¿Quieres? —le interrumpo—. No lo jodas más.
Sin esperar una respuesta levanto mi trasero del sillón arrastrando mis pies hasta mi habitación, con la tristeza y enojo haciendo peso en mi cuerpo a la misma vez.
En cuanto cierro la puerta de mi habitación y me recuesto en esta caigo en cuenta de lo que pudo haber pasado si Edward no nos hubiese detenido y la culpa nuevamente hace estragos en mí.
¿En que estaba pensando? Pienso mientras limpio unas lágrimas que habían caído en mis mejillas, debí haber sido yo la que detuviera esto ¡No él! Se supone que yo era la mejor amiga, aquella que nunca debía traicionar la confianza de la otra y fue eso exactamente lo que hice, la traicioné besando a la persona que amaba, la traicioné cada vez que pensé en él de manera incorrecta. ¿Era yo una buena amiga? Ya ni siquiera estaba segura de saber qué era una amiga.
Dentro de mi habían un tumulto de sentimientos, me sentía responsable por lo sucedido con Edward pero también estaba molesta porque no habíamos continuado, suspiro, una voz en mi cabeza me dice constantemente que esto que sentía no era correcto.
Escucho la puerta de la entrada cerrarse con fuerza y la voz alegre de Alice inunda el departamento, como siempre lo hace, con su buen humor y calidez que a pesar de haber tenido un día de mierda en el trabajo ella regresaba a casa con una sonrisa porque sabía lo que le esperaba aquí, no podía sentirme peor, simplemente el dolor era inconcebible.
— ¡Bella! —la oigo llamarme afuera de mi habitación.
—Voy en un momento—respondo, camino hasta mi tocador limpiando el rastro de mis lágrimas derramadas y cuando me veo lo mejor que puedo salgo de la habitación.
Alice está recostada en el pecho de Edward, ambos sentados en el sillón y él acaricia su espalda en suaves sube y baja, la pulsada de celos se hizo presente ¿Por qué no podía ser ella?
— ¿Qué pasa? —pregunto sin ánimos de conversar, Edward me huía la mirada.
—Edward estaba pensando en que podríamos ir a un bar esta noche, ¿no te gustaría acompañarnos? —en cuanto ella suelta las palabras observo cómo el cuerpo de Edward se tensa, él no me quiere allí, él no me quiere en ningún sitio.
—Creo que paso por esta noche—murmuro jugando con mis dedos, la realidad choca rudamente con mi fantasía, todo lo que anhelé con Edward hace unos minutos no se iba a dar, nunca lo haría y yo tenía que superarlo.
— ¡Vamos, Bella! —Alice hizo un mohín—. Siempre dices que nunca quiero salir de fiesta, hoy te invito y me dices que no.
—Es que estoy cansada, Allie—rasco mi cuello nerviosa—. Además estoy segura que Edward quiere pasar una noche romántica sólo los dos, ya es suficiente con tenerme aquí todos los días, es hora de que ustedes dos se diviertan.
Fuerzo una sonrisa.
—Edward quiere que tú vayas—Alice voltea a su rostro hasta Edward quien parece estar más incómodo que yo—. ¿No es así, mi amor?
Él contesta sin vacilar.
—Puedes acompañarnos Bella—Me mira directamente y sé que dentro de él me está rogando que no vaya, así que no lo hago.
—Gracias por la invitación—susurro—. Estoy cansada, este ha sido un verdadero día de mierda.
Alice, quien estaba besando juguetonamente las mejillas de Edward, voltea a mirarme preocupada.
— ¿Todo está bien?
—Claro que sí—miento vagamente—. Ya sabes cómo son los Newton, unos demonios con demasiada energía.
Alice suelta una risita y yo hago lo mismo.
Finjo un bostezo.
—Como ven, estoy muerta, pásenla bien.
Alice se despide, Edward no dice nada y yo regreso a la oscuridad de mi habitación a meditar mis próximas decisiones.
Me desvelo toda la noche, no me toma mucho tiempo tomar una opción, me alejaría, por el bien de Alice, Edward y el mío lo haría, así podría tratar de borrar este episodio de nuestras vidas y tal vez hacer menos incómoda la mutua existencia.
Son las seis de la mañana, salgo de mi habitación con mi equipaje en una maleta de ruedas, es demasiado temprano para siquiera digerir lo que estoy a punto de hacer, me encuentro con Alice en el mesón de la cocina tomando una taza de café y leyendo el periódico, no importaba si ayer hubiesen llegado a las tres de la madrugada, Alice siempre despertaba temprano y así mantenía su vida balanceada.
Mira extrañada la valija que está junto a mí.
— ¿Piensas ir a algún lado? —pregunta arqueando una ceja y dándole un sorbo a su café.
—Me iré a Texas unos días—le digo, trato de lucir confiada, como si no fuese la primera vez que hago algo como esto.
— ¿Vas a visitar a tus padres? —dice aún más sorprendida—. ¿Por qué?
—Porque son mis padres—contesto sarcástica, ella rueda los ojos.
—Sabes muy bien que no me refiero a eso. ¿No estaban peleados?
Suspiro.
—Así fue, pero creo que es hora de hacer las paces, no estarán aquí para siempre.
Además es una buena forma de escapar de ti y de mis errores.
Ella se lo piensa unos segundos y asiente comprendiendo.
—Me parece genial. ¿A qué hora sale tu vuelo? —mira su reloj de pulsera viendo la hora.
—En hora y media—respondo y busco una manzana en la nevera.
—Le diré a Edward que te lleve—comenta—. Te llevaría yo misma pero ya la prometí a Esme que saldría de compras con ella.
— ¿Qué? —digo nerviosa—. No es necesario, de verdad. Puedo tomar un taxi.
Ella bufa.
—No digas tonterías, él te llevará.
—N-no, en serio Alice—trato de frenarla.
— ¡Edward! —grita interrumpiéndome—. Ven un segundo.
Instantáneamente él aparece con su cabellera húmeda recién salido de la ducha. ¿Esta gente no duerme hasta tarde?
— ¿Qué sucede? —pregunta ignorándome olímpicamente.
— ¿Puedes llevar a Bella al aeropuerto? La llevaría yo pero ya sabes cómo se pone tu madre cuando la dejo plantada.
Él asiente, la señora Esme puede ser bastante odiosa cuando no se hace lo que ella quiere.
— ¿Al aeropuerto? —interroga—. ¿A dónde viajas?
—Texas—respondo simplemente—. Mi vuelo sale en hora y media.
—Bien, déjame buscar las llaves del auto.
Muerdo mi labio. ¿Esto está sucediendo?
Edward enciende el auto y nos encaminamos hacia la autopista principal, ambos estamos en silencio y la tensión puede palparse. ¿Qué debería de decir? ¿Lamento desearte de esta terrible manera? No era algo que necesariamente debía de decir.
Nuestras respiraciones se oyen y a mi mente llega un flashback de lo ocurrido anoche, siento como el caliente ardor comienza a brotar en mis piernas, increíble.
El carraspeo de Edward me saca de mis pensamientos.
—Así que… ¿Cuándo regresas?
—Nunca—digo tajante, parpadea varias veces, no esperaba aquello.
—Oh—responde y se mantiene en silencio, me concentro en el camino cuando noto que justo cuando debía cruzar a la derecha para dirigirnos al aeropuerto lo hace a la izquierda.
— ¡Hey, tomaste la dirección equivocada! —digo un poco frustrada, ahora lo que faltaba era que perdiera el vuelo.
—Lo sé—responde—. Vamos a otro sitio
— ¿Qué? —grito molesta—. ¡Edward llévame al aeropuerto!
— ¡No!—me grita de vuelta—. Tenemos que terminar algo pendiente.
— ¿Qué? —murmuro impactada—. Edward por favor…
Él quita la vista de la autopista y me ofrece una mirada.
—Voy a hacer lo que tanto he querido, Bella. ¿No lo quieres tú?
Lo miro intensamente y una solitaria lágrima viaja hasta mi mejilla, sólo Dios sabe lo mucho que siento en mi corazón.
—Sabes que sí—contesto sintiéndome avergonzada y coloco mis manos sobre mi rostro—. Pero no quiero arrepentirme.
Edward me sonríe.
—Esta vez será sin arrepentimientos.
— ¿Sin arrepentimientos? —pregunto esperanzada.
—Así es.
Bueno, eso ha sido todo. Espero que lo hayan disfrutado para mi fue algo nuevo y muy entretenido ya que nunca había escrito un lemmon, sería genial si me dejaran su opinión al respecto, quisiera saber como lo he hecho esta vez, sean sinceras y crudas, no tengo problema con eso.
Se que el final fue muy abierto, por eso decidí que al OS le añadiría otros tres capítulos y así sabemos que fue lo que paso entre Edward y Bella. 1313, solo es cuestión de esperar que los suba.
Gracias por tomarse el tiempo de leer, si desean pueden unirse a mi grupo de fics, el link en mi perfil.
