:: Hoy tengo ganas de ti ::

" Quiero en tus manos abiertas buscar mi camino, quiero apagar en tus labios la sed de mi alma y descubrir el amor juntos cada mañana hoy tengo ganas de ti..."

Mucho se ha dicho acerca de los vampiros, elfos, duendes, hadas, ángeles...y demonios. Se creería que en este tiempo aquello fuese solo una mentira..mas no es así.

Entre nosotros, aún existe una familia de demonios, la mas antigua que se ha escuchado, la dinastía Lefent. El único sobreviviente hasta ahora era el descendiente directo del rey del infierno, el príncipe Erwin Lefent.

Aquel ser inmortal, entro en un profundo letargo hasta nuestra época. Su único fin era defender su legado familiar y a su vez, acabar con aquella familia que había destrozado el reino de su padre.

Una mañana de invierno, salió de aquel frío mausoleo en Nueva Orleans, dirigiéndose a una de las mansiones mas antiguas en el distrito de Saint Marie. Su aspecto pasaba por desapercibido, lucia como un joven de no mas de 23 años, alto, cabello rubio corto, mirar azulado, tez pálida, & labios color rosa pálido.

Con su fortuna heredada, restauro en su totalidad aquella mansión, era un hombre de negocios que con el tiempo se hizo importante y ganó popularidad, ademas de ser un galán hecho y derecho. Sin embargo, él no tenia atracción alguna por una mujer...por el contrario...Un hombre gobernaba perenne sus pensamientos, sin embargo aquel hombre carecía de nombre, pero era su musa...por decirlo de algún modo.

Con el fin de proteger su verdadera persona, adoptó el nombre de Erwin Smith, un excelente estudiante del conservatorio de música de Nueva Orleans. Su especialidad: Violín. Con los años, había aprendido a camuflajearse perfectamente con los humanos, ellos jamas sospecharon nada y los que lo hicieron...terminaban siendo cena del rubio demonio, quien tenia un gusto por la exquisita sangre mortal.

Una noche, él salía del observatorio rumbo a aquel mausoleo. Amaba tocar el violín en noches de luna llena...justo como esa.

Por otra parte,dentro del mismo vecindario de Nuevo Orleans vivía un pequeño ángel, sin embargo, él no estaba en este mundo para cumplir con un deseo de venganza como el del rubio, por el contrario. Había sido enviado desde el reino de los cielos a cumplir con una importante misión, que hasta la fecha no tenía el conocimiento de cual era realmente.

Su nombre era: Levi, solo Levi. Vivía bajo la facha de un chico de no mas de 18 años, mirar grisáceo, estatura baja, rasgos finos y delicados, propios de un bellísimo ángel, cabellos lacios color azabache. Además, como todo buen ángel era un amante de la música, por lo que estudiaba en casa, su especialidad era el Arpa.

Levi, vivía en una pequeña pero acogedora casa, calles mas adelante de la vieja mansión de Saint Marie. Aquella casa era propiedad de una mujer de edad adulta, ella murió luego de unos años y decidió dejársela a Levi en forma de pago, pues el azabache le ayudaba con los quehaceres domésticos de la misma. A la muerte de aquella mujer, Levi se quedó solo en esa casa, viviendo su "aburrida vida mortal".

Una noche tras Erwin salir del Conservatorio, caminaba de regreso a su casa, iba un tanto distraído observando su móvil:

— Dios, no hace mas de 15 min que salí del Conservatorio y ya han enviado las partituras...Los humanos a veces pueden ser mas eficientes de lo que parecen..— bromeó mientras seguía caminando al frente sin prestar atención a las personas que caminaban a su lado.

Sin embargo, un golpe lo sacó de sus pensamientos, golpe que ocasionó que su violín cayera al suelo y saliera de su estuche para golpearse con el suelo.

— Mierda...— bufó al notar que el instrumento estaba algo golpeado de los lados. Su queja fue callada por la voz de la persona con la que había chocado.

— Tch, fíjate por donde caminas idiota..— habló aquel joven de hermoso mirar grisáceo mientras se sacudía el polvo de la ropa y estornudaba al mismo tiempo.

— Ah, que genio...para una persona tan joven — se burló mientras miraba a aquel joven de reojo y entonces comenzó a sentir una leven punzada en su muerto corazón, este volvía a latir después de mas de 100 años de permanecer completamente sin vida.

Al mismo tiempo sentía como el pequeño azabache le miraba de reojo mientras continuaba sacudiendo sus ropas. El azabache no podía apartar su mirada del rubio, pues de un momento a otro comenzó a notar que aquel rubio era notablemente atractivo, mas de nueva cuenta y de forma rápida cambió su mirada de dirección y así comenzar a caminar a su casa, como si aquel golpe nunca hubiese pasado.

— Creo que me debes la reparación de mi violín, ¿No crees? después de todo, choqué por tu culpa..— comentó aquel rubio mientras seguía al azabache — Por cierto, mi nombre es Erwin...— dijo seguido de una galante sonrisa, aunque...¿Porque demonios actuaba así con aquel chico que apenas había conocido?, su corazón latía mas y mas y cada vez mas rápido, haciendo que al rubio se le dificultara respirar un poco. Es decir, después de 100 años sin sentir aquella masa de sangre y carne latir y después de buenas a primeras comenzara a latir y aún mas de ese modo.

— Pfff, arreglalo tu mismo, yo tendré que enviar mi ropa a la tintorería...— respondió el azabache con una voz serena, mirando al rubio de reojo y notando aquella coqueta sonrisa en el rostro del rubio, sintiendo como su propio corazón latía mas rápido, acompañado de un nerviosismo que ni el mismo sabía porque lo sentía.

— Bien...tu ropa, mi violín...¿Que dices? parece que es justo...— continuó hablando el rubio con aquella estúpida sonrisa. Aquel chico le parecía tan...¿Angelical? si, ese era el adjetivo perfecto para describir aquel hermoso chico.

— Si tu lo dices, supongo que esta bien...

— Si esta bien para ti, supongo que entonces esta bien para mi...Pero...No me dijiste tu nombre..— el rubio de detuvo del hombro para mirarlo con mayor detenimiento ante la luz de la luna.

— ¿Huh? — preguntó el azabache completamente extrañado mientras sus orbes grisáceos denotaban algo de confusión, sin embargo, suspiró y miró los hermosos ojos azules del rubio antes de responder con seguridad — Levi...

— Levi...es un gusto...— el rubio continuó caminando a lado del azabache mientras el silencio reinaban entre ambos. Tras varios minutos de silenciosa caminata se animó a hablar de nuevo — ¿Vives por aquí?

— Si...— respondió el azabache de modo serio y seco mientras continuaba caminando con el estuche del violín de rubio bajo el brazo. Este se detuvo frente a su apartamento mientras rebuscaba entre los bolsillos de su pantalón las llaves para poder entrar a casa, cambiarse y darle la ropa al rubio para que la llevara a la tintorería.

— Humm...¿Pasa algo? — preguntó el rubio al mirar al otro rebuscar sus llaves en sus pantalones sin éxito alguno.

— Sostén esto...— comentó el azabache mientras le daba el estuche del violín al rubio y sacaba de su cartera un tarjeta para pasarla por el seguro de la puerta, un truco humanezco que le ayudaba a veces a salir de algunos apuros cuando se encontraba en presencia de los mortales. Pasó la tarjeta y la puerta se abrió, el azabache suspiró un tanto aliviado y entró a la casa, dándole paso a su rubio compañero.

Levi, aprovechó la luz del faro para ver de mejor forma los rasgos de su compañero "humano" , el color de su piel y la profundidad de aquel mirar celeste, era más atractivo de lo que pensó. Por su parte Erwin, tomaba con cuidado el estuche de su instrumento y entró a la vivienda del azabache, mirando con detenimiento los detalles de dicha casa.

— Puedes esperar aquí...— comentó el azabache mientras subía a su habitación y cambiaba sus ropas.

Erwin se sentó en la sala admirando como la casa estaba perfectamente limpia y ordenada, el rubio jugueteaba con sus dedos y miraba al suelo, se sentía nervioso y acelerado sin saber el verdadero porque de su sentir.

Luego de unos minutos el azabache bajó de con un nuevo cambio de ropa mucho más cómodo que el anterior, aunque este era un modelo mucho mas pegado al anterior y eso hacía resaltar la sensualidad de su cuerpo.

— Es algo tarde...¿No tienes una casa a donde ir? — comentó el azabache con la misma serenidad de siempre y rompiendo ese terrible sonido.

El rubio miró bajar de nuevo al azabache, aquella ropa ajustada hacia que se marcara mejor su bien formada figura. Erwin abrió sus ojos cual platos y sus mejillas se tiñieron de un leve color carmín, de inmediato cambió su mirada de dirección y rascó su nuca bastante nervioso:

— ¿Eh?..C-casa...Si, esta algunas calles mas abajo..En la Av. Saint Marie...— comentó el rubio mientras cambiaba su mirada de dirección.

Levi arqueó un ceja ante la respuesta del su acompañante. Ante la vista del azabache, el rubio parecía demasiado extraño. Se levantó y fue a la cocina a preparar algo de té, pues tenía que mantener su facha "humana", no quería que su invitado tuviera sospechas acerca de su verdadera naturaleza y eso sería demasiado problemático.

— Será mejor que me vaya...— comentó el rubio mientras se levantaba del sofá, tomaba la ropa del azabache y se dirigía a la puerta — Es tarde y no quiero incomodarte, llevaré tu ropa mañana a la tintorería y la traeré en la tarde

— Yo creí que te gustaría tomar algo de té..— comentó algo desanimado mientras dejaba la taza en la mesa y colocaba sus manos en su cintura,dejando salir un suspiro mirando como su rubio amigo se preparaba para salir de su cosa — Esta bien, no hay problema..

— Yo...No sé, quizás algún día necesites algo..o que se yo...— dijo el rubio conservando esa sonrisa en su rostro mientras le entregaba un papelito con su número de celular — Traeré mañana tu ropa...—reiteró mientras colgaba su estuche de su violín al hombro y de la otra mano colgaba la bolsa de ropa del azabache

— ¿Que hay de tu violín? — Levi preguntó confundido mientras miraba aquel papelito con el número del rubio, cierto brillo especial se desprendía de los ojos del azabache.

— Esta bien, yo me encargo...Después de todo solo se despostillo un poco, no es nada

— Si eso esta bien para ti, esta bien...

— Si, esta bien...— el rubio suspiró para después aclarar su garganta— Bien, buenas noches...Fue un placer conocerte..

El rubio extendió la mano al azabache para despedirse de una manera cordial, por su parte Levi dudó un momento en tomar su mano, pero después de algunos momentos tomó la mano ajena y la estrechó suavemente:

— Lo mismo digo, pasa unas buenas noches, Erwin..— Levi se despidió de una formal cordial.

Erwin sintió como un agradable chispazo recorrer su cuerpo cuando tomó la mano de Levi para despedirse, además la mano ajena era tan suave y pequeña, así dio media vuelta y comenzó a caminar de regreso a su casa. Del mismo modo, Levi sintió una extraña sensación al sujetar la mano del rubio y muy a su pesar la dejó ir suavemente notando como el rubio partía con destino a su hogar y este entraba a su cálida morada mientras cerraba la puerta.

El rubio caminó por las oscuras calles de Nueva Orleans mientras regresaba a su casa. Mantenía aquella estúpida sonrisa en su rostro: "— Tch...¿Qué pasa?" , sacudió su cabeza para tratar de alejar aquellas extrañas sensaciones que su pecho sentía por primera vez. La tranquilidad y el silencio reinaba en el hogar del azabache, este fue a la cocina a servirse una taza del té que había preparado para su visita, así subió hacia su habitación dejando salir sus enormes y esponjosas alas blancas, colocó la taza sobre el buroc y se sentó sobre una almohada para comenzar a tocar el arpa que estaba en su habitación, aquel hermoso y relajante sonido resonaba por las calles vacías de aquel vecindario.

Levi tocó su instrumento durante un rato, después ponerse de pie y mirarse frente al espejo, notando como sus hermosas alas blancas sobresalían de su espalda y dejó salir un profundo suspiro al recordar aquel encuentro con el rubio, no era fácil para el sentir todo lo que su joven corazón sentía, pues al contrario del rubio, él sabía lo que sentía pero no era digno de un ángel enamorarse de un mortal...y eso le frustraba y entristecía a sobremanera, pues aún después de vivir 18 años en la tierra como un humano normal, no podía sabía como sobrellevar aquellos sentimientos.

Dejó que sus enormes alas cubrieran por completo su hermoso, pequeño y sensual cuerpo, para después volver a sentarse al filo de la cama:

— Bonita vida la mía...— dijo con pesadez el pequeño ángel, a la par en que comenzaba a sentir como su pecho se estrujaba y comenzaba a sentirse triste y frustrado. En ese momento, una estrepitosa lluvia comenzaba a caer en la ciudad.

Por otra parte, Erwin entró a su casa y dejó la bolsa de la ropa del azabache en el sofá para que cuando saliera al otro día no la olvidara. Entró a la cocina y preparó una taza de café mientras quitaba su saco y sus enormes alas color vino con leves detalles en negro al final se liberaban, a la par que una especie de cuernos de la misma tonalidad que sus alas salían de los costados de su cabeza. Subió a su habitación con la taza de café en mano mientras escuchaba como las gotas de lluvia pegaban en las ventanas:

— No es época de lluvia...— musitó mientras dejaba la taza en su buroc y sacó el violín de su estuche — Si, solo se raspó ...— dijo un tanto mas tranquilo mientras lo examinaba.

Levi, se había acurrucado en la cama en posición fetal mientras se mantenía arropado con sus propias alas y miró por la ventana las gotas de lluvia que resbalaban lentamente por el cristal a causa de su pequeña tristeza:

— Tch...estúpidos sentimientos...— se molestó y en ese momento aquella lluvia se convertía en una tormenta con relámpagos.

Acto seguido reviso las partituras que tenía y escogió una, tomó el instrumento y lo colocó en su hombro para comenzar a tocar, sin alejar el rostro del azabache de su mente. Erwin mantenía sus ojos cerrados mientras tocaba, dejándose llevar por la melodía hasta que escuchó aquellos relámpagos, detuvo la música y se situó frente a la ventana:

— Humm...quisiera poder hacer algo contra este jodido clima..— exhaló y continuó tocando.

Aquellos ojo eran especiales...Erwin sabía que no era una persona normal...Había algo más en aquel chico y tenía que descubrirlo.

El azabache respiró profundamente un par de veces tratando de tranquilizarse y poco a poco aquella tormenta por fin se calmó, aunque no pudo hacer mucho contra la lluvia ya que aún se sentía algo sensible. Trató de no pensar en aquel hombre rubio de mirar azulado, sin embargo, aún sujetaba el papel con aquel número entre sus manos y lo mantenía pegado a su pecho. El clima continuó así y solo se detuvo cuando aquel ángel de cabellos azabaches se quedó profundamente dormido, aún arropado con sus alas blancas y una sabana.

Erwin terminó de tocar hasta que la lluvia y los relámpagos habías cesado por completo, dejó su instrumento a un lado y tomó uno de sus cuadernos de dibujo para comenzar a hacer un bosquejo de lo que era el rostro de aquel chico. Trató de resaltar sus rasgo finos y delicados, además de enfatizar sus ojos grises.

El azabache dormía plácidamente y comenzaba a tener un sueño donde veía a aquel hombre rubio, podía percibirlo con toda claridad, sus cabellos rubios, sus ojos celestes, su sonrisa, era como si lo estuviese viendo en persona en aquellos momentos, al principio lo había puesto nervioso, pero después pareció ser una buena persona.

La noche pasó algo rápida para estos dos seres, sin embargo el primero en despertar fue Erwin, pues tenía un día algo atareado: Arreglar su violín, llevar la ropa a la tintorería, comer algo, ir a la escuela, recoger la ropa y llevarla a casa del azabache, así que se levantó a las 9 am y se estiró a la par que estiraba sus alas, entró al baño a tomar una ducha algo rápida para después vestirse forma casual pero elegante y bajar a la cocina a preparar su desayuno, después de todo tenía que estar a las 2pm en la escuela. Dejó la cocina y sus platos limpios, para después tomó la bolsa de ropa del azabache igual que su violín para llevar la ropa a la tintorería y el violín a la tienda de música.

Mientras tanto el azabache apenas despertaba, frotó sus ojos y dejó salir algunos pequeños bostezos para asi ocultar sus alas, quitarse la ropa y entrar a la ducha. Después de 10min el azabache salía para vestirse y bajar a la cocina para buscar algo de almorzar, sin embargo la nevera estaba casi vacía, bufó un poco y tomó sus cosas para salir a alguna cafetería a por el almuerzo.

El rubio caminaba por las calles del vecindario para a lo lejos divisar una figura conocida:

— ¿Levi? — musitó para el mismo mientras se acercaba al azabache, quien caminaba algo distraído con las manos metidas en los bolsillos — Levi...que sorpresa encontrarte por aquí, vaya que el barrio es chico ¿No crees? — comentó mientras le extendía la mano amistosamente para saludarlo.

Levi caminaba distraído mas salió de sus pensamientos al escuchar aquella voz y de pronto notó aquel hombre de cabellos rubios a su lado extendiéndole la mano para saludarlo. El azabache tomó y estrechó su mano de la misma forma amistosa en la que el otro la extendía:

— Buenas tardes, señor Erwin...

— ¿Señor? ¿Como que señor? Mhmm...creo que realmente me veo jodido...— suspiró guardando sus mano en los bolsillos de su pantalón — Debe ser una hermosa coincidencia encontrarme de nuevo contigo

— ¿Eso crees? — el azabache le observó de mejor forma ahora con la luz del día y lo encontró aún mas atractivo que la noche anterior. Sintió como un leve sonrojo se asomaba por sus mejillas y desvió su mirada para no darlo a notar — ¿Sabes de un buen sitio para comer?

— Depende de lo que quisieras comer — aseguró el rubio mientras continuaba caminando a la par del azabache, ambos iban en un típico silencio hasta que el gruñido del estómago del azabache irrumpió aquel silencio — Vaya, pareces hambriento...— dijo el rubio soltando una leve risilla — Vamos, hay una cafetería a unas dos calles de aquí, venden el mejor té y café de la región...además, la comida es exquisita..

— Humm...de acuerdo..

Ambos se dirigieron a aquella cafetería situada en una esquina, era grande y pintoresca. Le abrió la puerta para que entrara y esperó a que el azabache eligiera un asiento. Por su parte, el azabache quedó encantado por la caballerosidad del rubio y eso le agradó a sobre manera. Al entrar al lugar el azabache pudo percibir el olor a café tostado entre algunas otras cosas mientras caminaba entre algunas mesas para tomar asiento en una vacía.

Erwin se adelantó y le retiró la silla para que pudiese sentarse, para luego él colocarse frente al azabache. Acto seguido a ambos les llevaron un par de cartas:

— ah..Disculpa..No te pregunté si podía acompañarte...— cuestionó mientras miraba a su compañero de almuerzo

— Si estas hambriento...no veo porque no...— contestó el azabache con tranquilidad mientras miraba el menú con detenimiento

Erwin sonrió complacido por aquella respuesta y miró la carta con detenimiento, sin embargo miró de reojo a su compañero, amaba aquellos hermosos ojos grises. Observaba su rostro con detenimiento, cada rasgo lo grababa en su mente, quería volver a dibujarlo. Su espalda comenzó a doler, justo de donde se desprendían sus enormes alas:

— Tch...ahora no...— se quejó mientras estiraba su espalda

— ¿Ocurre algo? — preguntó el azabache mientras levantaba la vista del menú y miraba la mueca de dolor del rubio

— ¿Ah? No es nada, creo que dormí mal..— el rubio mintió, pues sabía que tenía que estirar sus alas por lo menos 2hrs diarias, cosa que últimamente no hacía.

— Seguro te conracturaste— comentó de una forma seria al escuchar al rubio y tras presenciar aquella mueca, pudo deducir que realmente aquello le molestaba — Déjame dar un vistazo — el azabache se levantó un poco para auxiliar a su acompañante.

— ¿Ah? No, no...estoy bien, enserio..E-Estoy...ouch...estoy bien...— dijo tratando de alcanzar el lugar que le dolía. En realidad, no quería que el otro tocara su espalda, pues el azabache sentiría los zurcos donde sus enormes y hermosas alas se alzaban.

— No se de que hablas, se nota a kilómetros que no estas nada bien..— El azabache se había levantado dispuesto a ayudar a su acompañante, sin embargo fue interrumpido por un mesero que se acercaba para tomar su orden.

Levi se limitó a pedir una hamburguesa con papas, acompañadas por un refresco, mientras que Erwin solo pedía un café, pues hace poco había almorzado y aún estaba lleno. Así el silencio volvió a reinar entre ambos, hasta que Erwin decidió hablar:

— Y...¿Porqué no me hablas de ti? — cuestionó el rubio mientras cruzaba sus dedos y colocaba sus manos frente a él en la mesa.

— ¿Que te gustaría saber? — Levi miró detenidamente al rubio mientras sus ojos grises denotaban algo de sorpresa y curosidad.

— Todo...— respondió Erwin con una galante sonrisa.

— Pues...no me gusta el desorden ni la suciedad...Todo lo demás no presenta ningún problema..— explicó con calma y sorpresa a la vez, pues nadie había tenido aquella curiosidad por saber de su vida.

— ¿Cuántos años tienes? ¿Estudias?

— Tengo 18 y estudio todo lo relacionado con la música y el arte...— respondió restándole importancia.

— Bien, solo te llevo 5 años..Y bueno, esto debe ser otra agradable coincidencia..o una excelente broma del destino. Yo estudio música, en el Conservatorio del centro..— explicó con tranquilidad mientras jugueteaba con sus dedos..— Amo tocar el violín, aunque también puedo tocar la flauta transversal y un poco el arpa — Contestó mientras traían sus órdenes y agradecía por el café.

— El arpa es mi especialidad...— contestó casi en un murmullo mientras comenzó a comer su almuerzo con algo de urgencia, pues en realidad estaba hambriento.

El silencio se hizo presente entre ambos, Erwin miraba hacia la ventana mientras bebía el café. La presencia del azabache lo calmaba, literalmente, calmaba los demonios dentro de él...Deseaba tenerlo cerca, cada vez más:

— Hay un concierto..— interrumpió el rubio — mañana en la noche. Mis compañeros de clase tocaremos, sería maravilloso para mi si fueras mi acompañante

— ¿Eso es algún tipo de cita? — preguntó el azabache mientras pasaba el bocado que tenia en su boca sin apartar la mirada del rubio.

— Si quieres tomarlo de ese modo si...Es una cita..¿Que dices? pasaré por ti a las 7pm

— De acuerdo...— Levi respondió después de pensarlo unos momentos, pues no tenía ningún plan para la noche siguiente. Terminó con la hamburguesa y las papas fritas, finalmente limpió su boca y procedió a terminar con su bebida.

— Gracias por esta oportunidad — el rubio le dedicó una cálida sonrisa y continuó bebiendo su café — Por cierto, en cuanto salga de la escuela iré por tu ropa ¿Puedo pasar a entregártela a tu casa?

— Si, esta bien — sacó su billetera y colocó el dinero en la mesa para pagar su consumo

— No, no hace falta, si me permites invitar esta vez..— le devolvió el dinero al azabache y sacaba su billetera para pagar el consumo de ambos.

Levi asintió ante el esto de su acompañante y se levantó para salir de aquella cafetería junto con el rubio. El azabache se detuvo y miro el hermoso paisaje que ofrecía ese día aquella hermosa ciudad, ambos comenzaron a caminar hacia la siguiente calle, el silencio casi siempre reinaba entre ambos, pero no era un silencio incómodo, al contrario, era un silencio que decía muchas palabras, todo y nada a la vez, un silencio que se disfrutaba y que incluso algunas veces solía romperlo.

— Debo ir a casa por mis cosas para ir a la escuela, supongo que debo dejarte aquí..Pero te veré mas tarde para llevarte tu ropa y mañana en la noche...y sinceramente espero una segunda cita..— explicaba el rubio con cierta ilusión en sus palabras.

— De acuerdo, gracias por el almuerzo Erwin..— Levi se despidió con su habitual tonalidad seria.

— Gracias a ti y espero se repita pronto, Levi..— se despidió agitando su mano para después caminar de regreso a su casa.

El azabache comenzó a caminar en dirección contraría al rubio, después de todo el azabache aún no deseaba volver a su casa, quería dar un pequeño paseo por Nueva Orleans. Así se adentró por el parque con sus manos ocultas en sus bolsillos mientras caminaba mirando los alrededores, a veces encontrándose con parejas que iban tomadas de las manos, otras se besaban sentados en algunas bancas y él simplemente se mantenía con la mirada al frente tratando de ignorar todo eso. Continuaba caminando sintiendo cierto vacío en su pecho, jamás en su vida se había sentido tan solo, aunque la mayor parte de su vida lo había estado, desde que era pequeño. Se sentó a las orillas de la laguna y tomó una piedra para lanzarla al lago y hacer pequeños patitos antes de abrazar sus piernas contra su pecho y ocultar su cabeza entre ellas.

Pasaron algunas horas, no sabía en realidad cuanto tiempo había estado allí hasta que el aire frío le hizo reaccionar y levantarse de ahí para volver a casa, después de todo comenzaba a hacerse tarde.

Por su parte, Erwin había tenido una de sus mejores prácticas en el colegio, la manera en que tocaba era sumamente maravillosa, prodigiosa, pues mientras tocaba mantenía en su mente aquellos orbes grises. Algo en su pecho se sentía caliente al recordarlo, al igual que en su estómago...Sentía aquello que los humanos denominaban como: "mariposas en el estómago" y que la mayoría de las veces lo relacionaban con estar enamorado o sentir alguna atracción hacía alguna persona. Sin embargo, aquellas sensaciones eran maravillosas para él, pues era la primera vez en mucho tiempo que lo sentía, además ya no se sentía solo, ni vacío, al contrario...Había ese algo que le llamaba y él solo se dejaba llevar. Sin en cambio, sabía que quizás cometería un gran y grave error para su naturaleza: Enamorarse de un mortal.

El reloj marcaron las 8 de la noche y Erwin salía con su estuche al hombro, además de un café y un cigarrillo en mano. Caminaba con esa estúpida sonrisa en su rostro hasta la tintorería, donde recogió la ropa del azabache y acto seguido se dirigió a la casa del mismo. Luego de 15min el rubio tocaba la puerta del azabache, en sus manos llevaba, además de la ropa limpia y planchada del azabache, un té negro y un bocadillo en una bolsa de papel, no quería presentarse con las manos vacias. Erwin se plantó frente a la puerta y tocó el timbre del hogar del azabache.

El azabache bajó las escaleras y fue directamente a abrir la puerta para encontrarse con aquel joven de cabellos rubios y de inmediato le dejó entrar a su limpia y cálida morada:

— Gracias...Toma, te traje esto...— le dio el té y la bolsa de papel — Y tu ropa esta limpia..— dijo con una sonrisa mientras dejaba la ropa en el sofá.

— Siéntate...— dijo el azabache mientras tomaba la bolsa de papel y el té para ir directamente a la cocina y preparar un par de tazas de té para compartirlo con su compañero

— Gracias..— el rubio sonrió y se sentó en el sofá dejando su estuche a un lado — ¿Tu casa siempre es asi de caliente? — preguntó mientras se quitaba su chaqueta.

— No, pero no hay nada que unas velas aromáticas no puedan solucionar — contestó el azabache mientras regresaba con las tazas de té y las colocaba en la mesilla de centro de la sala para beberla junto con el rubio.

— Es una linda casa..

— Gracias, le pertenecía a una mujer mayor..Me la dejó antes de fallecer hace un par de años..— explicó el de mirar grisáceo mientras servía el té en una de las tazas y se la entregó al contrario cuidadosamente, para después servir la suya.

— Ya veo, ¿Eres prácticamente nuevo aquí? — preguntó el rubio mientras tomaba la taza con delicadeza aspirando su dulce aroma y calidez

— Podría decirse — tomó su taza de té y bebió un poco mostrando una pequeña sonrisa

— Ya veo...— bebió un sorbo de té disfrutando de su sabor, era realmente bueno — Ah, por cierto...toma, es para ti...— dijo el rubio mientras le extendía la invitación del concierto de la noche siguiente.

— Será mañana por la noche, ¿Verdad? — preguntó mientras tomaba la personalizada invitación para leerla, doblarla y guardarla de nuevo

— Mañana a las 7pm, paso por ti ¿Esta bien? Será en el Auditorio del colegio y después podríamos ir a cenar

— Suena bien...— comentó aún con una pequeña sonrisa en sus labios, pues sería la primera vez en su angelical vida que asistiría a un concierto y eso le emocionaba.

— Levi...¿Te haz enamorado alguna vez? — preguntó el rubio mientras clavaba su mirada en el piso.

— No...— su voz era tranquila, sin embargo había un ligero toque de desanimo en sus ojos, pues se había prohibido enamorarse de mortales.

— ¿Porque?

— No lo sé, simplemente no ha sucedido...Pero..¿Y tu?..— le devolvió la pregunta mientras tomaba un sorbo de té

— Yo...lo estuve, hace mucho tiempo...Ya no recordaba como se sentía hasta que...— el rubio se interrumpió al momento de darse cuenta que estaba a punto de cometer la peor estupidez de su inmortal vida.

Sin embargo, el azabache levantó su mirada y la clavó en el rubio esperando que siguiera con su relato, prestándole la máxima atención posible.

— No...no es nada...— clavó su mirar azulado en el mirar gris del otro, le miraba fijamente e instintivamente se acercaba a él lentamente, acariciando su mejilla con suavidad. El azabache en respuesta desvió su mirada y entrelazó sus manos sobre su regazo, una vez mas comenzaba a sentirse nervioso ante el tacto del rubio.

Un calambre en su espalda lo sacó de sus pensamientos y de la gran estupidez que estaba a punto de cometer, así retiró su mano de la rojiza mejilla del azabache y miró el reloj de pared frente a él:

— Hunm..mira la hora, será mejor que me vaya. Es tarde y mañana será un largo día..

Levi asintió y se mantuvo mirándolo a los ojos unos momentos, perdiéndose en el celeste profundo de su mirada, la cual era serena y dulce a la vez, además aquella sonrisa le inspiraba confianza. Sacudió su cabeza un par de veces para salir de sus pensamientos:

— Me imagino, será mejor que descanses bien..— sugirió mientras se levantaba con las tazas en mano y las llevaba a la cocina para dejarlas en el lavaplatos

— Gracias por el día de hoy y espero que mañana tengamos una noche maravillosa..— dijo el rubio mientras se levantaba y colocaba su chaqueta, para después tomar sus cosas y dirigirse a la salida

— Gracias a ti por el té y el bocadillo...— el azabache regresó a despedirse del rubio extendiendo su mano, mientras el mirar de este brillaba y su rostro se mostraba tranquilo y sereno.

— No hay nada que agradecer, al contrario — tomó la mano del azabache y le dejó un pequeño eso en el dorso de esta, para después jalarlo y dejarle un beso en la comisura de sus labios— Nos vemos mañana..— se despidió para salir huyendo de aquella casa.

Aquella acción dejo estupefacto al azabache, sin embargo solo se sonrojó notablemente en respuesta de aquel beso. No tuvo tiempo de reclamarle por aquello, ya que el rubio había salido a pasos apresurados de ahí. Así solo se llevó la mano al sitio donde había recibido aquel beso, mientras cerraba la puerta con lentitud.

Una hora después, cada uno estaban en sus respectivas habitaciones, sentados en la orilla de sus camas pensando en lo ocurrido aquel día. Una cosa era segura: ambos estaban enamorados. Sin embargo su naturaleza no les permitía estar juntos, pues ambos pensaban que el otro era mortal.

Erwin se acostó en su cama, cubriendo su cuerpo con sus alas, además de una manta. Él simplemente no podía apartar a aquel hermoso chico de sus pensamientos, cerró sus ojos y dejó que aquella angelical figura le llenara por completo, haciendo que cayera en un sueño mas que profundo. Levi por su parte, después de tocar el arpa se acostó mirando la ventana, dejando salir un pequeño suspiro al recordar aquel pequeño beso. No podía mentirse, aquel beso le daba algo de esperanza de estar enamorado por primera vez, sin embargo, el miedo de tener que alejarse de aquel tipo por ser mortal le inundaba mas y mas, por lo que una leve brisa comienza a caer por la ciudad..

— Ojalá...ojalá que mis presentimientos no sean ciertos...-musitó el azabache dejando escapar una pequeña lágrima que se cristalizó al caer en la almohada, antes de que este ángel cerrara sus ojos y se quedara completamente dormido.