Este es un proyecto, sé que no he terminado De nadie más, pero lo continuare . Este capitulo fue hecho con la ayuda de Kagome-anti-Kikyo o Dakota Ikeda, algunos la deben de conocer y quiero dedicarle este fic. Depende de su opinión que continuemos con este proyecto asi como si quieren darnos sugerencias, serán bien recibidas

The Curse of being an Angel:

Prologo de la batalla entre dos mundos:

Existían cuatro regiones en un principio, en unas habitaba la luz y en las otra todo estaba cernido en tinieblas. Dos de esas ciudades colosales se llamaban Citnea y Lumen, una gobernada por los vampiros y la otra habitada de humanos.

Citnea, reinada desde un castillo imponente en donde el olor a sangre se impregnaba en tus sentidos, al ser la cuna de torturas, masacres y toda clase de actividades sádicas. Poseía un ambiente lúgubre, una niebla espesa, casi toxica, que cubría cada metro de tierra, infértiles, destilaban un hedor a muerte, digno del reino de los hijos de la oscuridad, los vampiros, aquellos seres que viven de la sangre de los humanos.

En un principio estos eran humanos, pero debido a su ambición de poder y vida eterna, hicieron un pacto con el demonio, siendo castigados por los seres celestiales y excluidos del privilegio de habitar en la luz, por su traición a los cielos. Así fueron condenados a la eterna oscuridad, y los humanos que no fueron corrompidos, ahuyentados temían por sus vidas en Lumen, una deslumbrante ciudad de cristal protegida por ángeles, hermosa en cualquier punto de vista. Esta era rodeada por cuatro mástiles, dentro de los cuales reinaba la paz en todos sus rincones, sin duda era un hermoso ambiente celestial, donde no existía la maldad alguna, todo lo contrario de Citnea, que carecía de paz.

Citnea poseía un rey poderoso y ambicioso, este quería gobernar Lumen y extender su poderío, ya que era el único reino que no sucumbía ante sus insistentes ataques. Saito, el vampiro más antiguo y poderoso entre todos, de amenazantes ojos dorados, dignos de un asesino de sangre fría, rostro alargado y una sonrisa torcida, que amedrentaba a cualquier enemigo.

Los otros dos reinos ya habían sido devastados por su poderío, el resultado, miles de humanos condenados a ser alimento de vampiros hasta su muerte, en la cavidad más profunda del castillo, donde solo se podían escuchar los gritos suplicantes de aquellos, a los cuales, todavía le quedaba sangre en sus venas.

Lumen era protegido por Tokio, el arcángel más poderoso enviado por los cielos, una hermosa mujer de tez blanca como la nieve con cabello negro azabache que caía como cascada sobre dos hermosas alas con plumas grises, ese color debido a su poder. Esta vestía una túnica blanca agarrada por tan solo un broche dorado en forma de dos alas unidas, pero lo más sorprendente, era el color de sus ojos, un zafiro tan profundo como el mar, donde los que osaban a perderse sucumbían ante la belleza de su pureza interior. Ella era la encargada de mantener iluminada la ciudad, ya que en Lumen, nunca era de noche, el alma de Tokio resplandecía en el centro de toda la ciudad, como un pilar de poder, para proteger a sus ciudadanos de la oscuridad, territorio de los vampiros.

Ella al igual que otros arcángeles que habitaban en Lumen, se encargaban de que los humanos bajo su cuidado no cometieran ninguno de los 7 pecados capitales, pero en especial, ella era la encargada de enjuiciar a aquellos que caían en el pecado de la ira.

Las batallas eran cada vez más frecuentes entre las dos ciudades, donde los ángeles luchaban contra los vampiros liderados por tres arcángeles poderosos, su líder, Tokio, le ganaba con facilidad a los vampiros de sangre sucia. Los vampiros puros, eran aquellos que desde su nacimiento, provenían de la oscuridad, a diferencia de aquellos que solo habían sido influenciados. Eran los puros, los que preocupaban a Tokio, aquellos que al igual que los Ángeles con su luz, poseían la oscuridad como arma.

Saito, rey de Citnea, después de tantas batallas, pudo encarar a su más ferviente rival, al verla por primera vez, con su mirada siguió el ondeante movimiento de su cabello azabache y solo, justo cuando sus miradas se cruzaron, y pudo verse reflejado en el zafiro, desde ese preciso momento, deseo poseerla. Así planeo una estrategia a la cual ella no se podría oponer, propuso un pacto entre ambos reinos para así obtener la paz deseada por los humanos, claro, los vampiros nunca aceptarían por completo aquella paz.

Propuso la unificación de las ciudades, en donde les concederían el privilegio a los vampiros, de vivir en la luz. Los citnedinos podrían caminar libremente por Lumen.

Tokio acepto el pacto, el cual consistía en su matrimonio con aquel temible vampiro. Ese día ambos mundos se fusionaron y ambos estaban regidos por una sola ley, que los vampiros no podían derramar sangre humana.

Tres meses pasaron en tranquilidad, una perturbadora tranquilidad donde los humanos lumenianos temían por sus vidas al tener a vampiros caminando libremente por sus calles. Los mástiles de cristal que antes irradiaban un celeste casi blanquecino, ahora yacían opacos por la maldad que habitaba las tierras que con tanto recelo protegían.

Pero esa noche un vampiro rompió aquel pacto, lleno de sed de sangre, irrumpió en el hogar de una sierva del Templo Lux y el terror se desato en toda la ciudad, los vampiros ignoraron la ley de paz impuesta por Saito y comenzó una masacre donde los vampiros iban liderando.

Tokio, al escuchar los gritos, desesperada por todas las vidas humanas que estaban siendo sacrificadas, intento detener a los vampiros, pero Saito aunque la amara, no podía permitir tal cosa. El intento detenerla, así fueron obligados a batirse a duelo donde resulto ganadora Tokio, pero su amor por aquel vampiro fue tan grande que al verlo muerto, decidió sacrificar sus alas con el propósito de devolverle la vida. Por esto fue castigada, Saito volvió a la vida tan solo para abrazar el cuerpo de una agonizante Tokio, este destrozado, por primera vez sintió dolor, ese sentimiento humano llamado amor estaba dominando sobre la maldad que regia sobre su corazón.

Él, al saber el sacrificio que hizo su amada, la abraza con fuerza mientras ella, moría en los brazos de su amado.

Con su ultimo aliento, lo beso simbolizando su despedida, su rostro mostró dolor al recordar la guerra que se situaba y utilizo sus últimos poderes, creo una luz que ahuyento a cada vampiro que habitara Lumen.

De esta luz se creo un ser puro, producto del amor de un ser celestial y de uno hijo de la oscuridad, nació Kaoru.

Desde aquella cruenta batalla, la Ciudad Lumen era protegida por un pilar de luz, el cual representaba el alma de ahora su nueva monarca, Kaoru.

Aunque solo fuera una niña, su poder era suficiente para proteger la ciudad, ya que éste dependía de la pureza de su alma. Pero, no estaba sola.

Megumi era el arcángel encargado de proteger a Kaoru y también de su entrenamiento, este arcángel tenia el poder de curar a las personas, pero también podía tentar a los humanos que se desviaban por el camino de la lujuria. Su apariencia era provocativa, hecha así por su labor, una mujer de tez blanca con labios rojos carmesí, de hermosos ojos cafés, largo cabello negro sobre sus hombros, de figura esbelta y de proporciones perfectas. Su túnica era blanca rayando en lo transparente y a diferencia de los demás arcángeles, esta llegaba mas arriba de las rodillas dejándole poco a la imaginación.

Otro de los guardianes, era Aoshi, de por sí uno de los arcángeles más poderosos, encargado de castigar a aquellos que se desviaban en los pecados como la avaricia y la ira. Este era un elegante hombre de cabellos oscuros y mirada gélida, que hacia temblar a cualquier demonio que osase a desafiarlo. Él se encargaba de ayudar con el entrenamiento de Kaoru y de por sí, le había tomado cariño a la única esperanza de salvar el mundo humano.

Había un arcángel para cada pecado y sin duda, tres eran los más poderosos, Kaoru, encargada de castigar a aquellos que osaban a caer en el pecado de la Ira. Aoshi, que acababa con las ambiciones de aquellos que caían en la Avaricia y el más sabio y experto en las técnicas de batallas, Hiko, encargado de castigar a aquellos que pecaban por orgullo. El ultimo solo velaba desde lejos de Kaoru, no le era permitido verlo hasta que sus poderes fueran aptos para su entrenamiento.

Mientras que todo se estabilizaba en Lumen, en Citnea, el caos por la recaída del rey, reinaba, vampiros contra vampiros, luchaban por dominar las tierras sin éxito. Todos se preguntaban él porque del encerramiento del rey Saito, solo por la muerte de una de sus mayores enemigas, sin saber que el frívolo y calculador vampiro había caído rendido ante la pureza de la dueña de su corazón.

Luego de diecinueve años en los cuales, sus hijos, nacidos de una súcubo, de nombre Yumi, Battousai y Enishi, tuvieron que estabilizar las tierras y a sus tempestuosos habitantes, nunca se imaginarían lo que vendría al conocer a la protectora del reino que con tanta ambición anhelaban.

Battousai y Enishi, eran vampiros más poderosos que los normales, al ser producto de un demonio y un vampiro. Saito, después de la muerte de Tokio, estuvo muy débil y se dejo dominar por aquella demonia con sed de poder.

Aún asi, Battousai poseía conciencia humana, al poseer una medalla el día de su nacimiento, la medalla que le regalo su padre al reconocer que su vida nunca seria la misma sin tener un poco de amor. Saito le regalo la medalla que una vez le había obsequiado Tokio, como su promesa de amor.

"En toda oscuridad debe de haber una luz alumbrando el camino, encuentra la luz que una vez yo encontré, todo nuestro poder es inútil si no tenemos a quien proteger" le dijo su padre antes de que se marchase, rumbo a Lumen para hablar con la nueva regidora de dicho reino.

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