Rurouni Kenshin es propiedad de Nobuhiro Watsuki, Shueisha y sus respectivos colaboradores. Esta historia sólo pretende entusiasmar a fans o futuros fans para la dicha serie, sin ningún ánimo de lucro.
Datos de interés
"…" Lo que dice un personaje
… Lo que piensa un personaje
Cambio de escena
[Flash-back]
Nota importante: este fic sigue la trama argumental del manga, y se inicia justo después de Revenge Arc, es decir, justo después de la batalla contra Enishi Yukishiro. Aunque serán pocas y breves, en algunas ocasiones habrá recuerdos del manga, pero intentaré esclarecerlos al final de todo, por si alguien no sabe qué ocurrió.
Sin más preámbulo, ¡adelante con la historia!
Entre la flor y el sauce
Capítulo 1 - Sin mirar atrás
Escrito por CiNtUrO-cHaN
Hacía sol, mucho sol. Era un descanso que tras tanta lluvia, por fin el poderoso astro se dejase ver. Aunque eso no parecía alegrar mucho a alguien, un alguien que en concreto estaba parado en uno de los caminos que salen de Tokio, a unos ocho kilómetros de la capital. La persona en cuestión era ni más ni menos que la dueña de la escuela Kamiya Kasshin, Kaoru Kamiya. Con una gran bolsa a su lado, estaba sentada a la sombra de un árbol grande para descansar. Suspiró y miró hacia atrás. Aún se podían visualizar algunas de las casas más altas de Tokio, pero con un gesto rápido apartó la vista de ahí y se negó a seguir mirando hacia atrás.
Tengo un camino por recorrer. Y todo está hacia delante, nunca hacia atrás
Retomó el camino, algo agobiada pero con los ánimos muy altos. Su mente seguía en la noche anterior… En ese frasco de perfume…
[Flash-back]
Era una noche tormentosa, la misma noche tormentosa que la de ayer, y que la de antes de ayer, y que la otra y la otra. La monotonía se cernía sobre las tranquilas y silenciosas calles de Tokio. Llovía sin parar desde hacía casi dos semanas, por lo cual la lluvia se había convertido en algo más del día a día. Era normal, puesto que se acercaba otoño, la época de las lluvias, y después del caluroso verano eran bienvenidas por los campos.
Una silueta se movía titubeante entre el tatami del dojo Kamiya, de puntillas, intentando no alterar la quietud de la noche. No sabía muy bien qué buscaba, simplemente necesitaba… hacerlo. Así que, intentando no hacer ruido, la silueta llegó hasta una habitación en concreto. Conteniendo la respiración, abrió un poco la puerta corredera, tan sólo dos o tres dedos. Dentro de la habitación había otra persona, y aunque si bien estaba sentada y apoyada sobre la pared, parecía dormida. Dicha persona tenía una espada envainada, un pelo largo y anaranjado y una extraña y notoria cicatriz en forma de cruz en su mejilla izquierda. El intruso se quedó estático un instante. ¿Cómo era posible que Kenshin Himura no advirtiera su presencia? En fin, es mejor así pensó Todo esto es una locura. No sé cómo he podido llegar a pensar que yo era…
De repente, su mente paró de pensar. Observó sin poder creérselo un pequeñito objeto situado al lado del pelirrojo. Era un frasco de cristal de perfume. Y no había dudas al respecto, ese perfume era… era…
Kaoru no se lo podía creer. Esencia de cerezos blancos.
Cerró la puerta intentando no hacer ruido. Toda ella estaba paralizada. Ese perfume… lo recuerdo, cuando Kenshin nos contó a todos su pasado, mencionó que ese perfume siempre iba acompañado de… de… Cerró los ojos con fuerzas, haciendo esfuerzos por no dejar escapar ningún sollozo y mucho menos una lágrima. Se tapó la cara con ambas manos y, después de destapársela, lucía una expresión completamente distinta. Creía… realmente creía que había vuelto... a casa…
Decisión, superación, fortaleza.
Pero su corazón late muy lejos de aquí…
Partida.
Sin hacer ruido, volvió a su habitación. La decisión estaba tomada, y ya no había marcha atrás.
[Fin del Flash-back]
"¡Genial, hoy hace un día estupendo!"
Yahiko Myojin, el discípulo del Kamiya Kasshin Ryu acababa de desperezarse con una amplia sonrisa. Se estiró y se levantó de un salto. Era bastante temprano, pero el olor a arroz ya se oía. Kenshin era tan madrugador como siempre. Iré a almorzar y me pasaré por el Akabeko, hace días que no voy a ver a Tsubame pensó el chico, más contento que unas Pascuas.
De repente, oyó que la puerta principal se abría, y una inconfundible y alterable voz gritó "¡Hoooola gente, aquí estoy!"
"¡¿Sanosuke?!" exclamó Yahiko, yendo hacia la entrada principal parpadeando.
"Vivito y coleando. Qué, ¿me habéis echado en falta?" dijo él, sonriendo con sorna, masticando como era habitual en él un esqueleto de pez.
Yahiko frunció el ceño "Y tanto, la última vez que te vi fue… umm, ayer. Sí, te he echado MUCHÍSIMO de menos" dijo él, replicando "Anda, entra, Kenshin está preparando el desayuno…"
Sanosuke sonrió y entró en la casa, siguiendo a Yahiko y yendo hacia la cocina "Hmm, huele que alimenta, Kenshin…"
Kenshin, vestido con un divertido delantal que obviamente pertenecía a Kaoru, se giró ignorando por un instante la comida y sonrió gentilmente "Gracias, Sano. Esta agotadora lluvia ya ha parado, ¿eh? Estarás contento, ahora podrás hacer rondas de vigilancia a tu antojo" dijo él, sirviendo el desayuno.
"Sí… seguro que Jo-chan ha parado de cantar en la bañera y por eso hoy hace este día tan soleado…" dijo Sanosuke, sonriendo. Miró a un lado a otro y frunció el ceño "No tiene gracia burlarse de Jo-chan si no está… ¿sigue durmiendo?"
Yahiko asintió, sentándose "Seguramente… Ayer parecía algo preocupada, tal vez estaba enferma o algo, supongo que deberíamos dejarla dormir un rato…"
"¡Hmph! El otro día me dormí tranquilamente aquí en el dojo y me tiró un cubo de agua fría, ¡es la hora de la venganza!" exclamó Sanosuke, levantando los puños con un fondo de llamaradas, mientras que a Yahiko y a Kenshin se les caía una gotita, a tiempo que pensaban que ese cubo de agua fría se le cayó a Kaoru por accidente al tropezar (lo quería utilizar para limpiar el dojo) y que con tan mala fortuna cayó en plena cabeza del durmiente Sanosuke.
"No te lo recomiendo, Sano, Kaoru-dono tiene muy mal despertar" dijo Kenshin, siguiendo a sus dos compañeros hacia la habitación de la joven, intentando persuadirles.
"¡Vamos, será divertido! Tampoco le voy a hacer nada, solo le daré un sustito de nada al despertarla…" dijo él, con una mirada diabólica. Los tres se plantaron delante de la habitación de Kaoru; Sanosuke, con venganza en los ojos mal disimulada, Yahiko divertido y Kenshin asustado de las reacciones violentas de Kaoru.
"Entraremos en silencio para que no se entere…" dijo Sanosuke, bajando la voz.
"Pero…" Yahiko frunció el ceño "¿No llamamos? ¿Y si Kaoru se está… cambiando, o algo parecido?"
Sanosuke se lo pensó un instante, pero al ver que no se oía el más mínimo ruido, no se preocupó "Bien, a la de tres abriré la puerta y entramos, y nos situamos alrededor suyo y a mi orden le pegamos un buen grito" dijo, al tiempo que empezaba a abrir la puerta corrediza. Un dedo. Luego dos. Lentamente, sin hacer ruido.
Finalmente Sanosuke abrió la puerta por completo, sin hacer el más leve ruido. Pero un escalofrío les recorrió la espalda, de arriba abajo. La habitación estaba completamente ordenada, la cama ya había sido guardada, el kimono de lucha que tenía siempre doblado al lado del armario había desaparecido, y lo más importante…
"Kaoru… no est" musitó Yahiko, con perplejidad.
Sin miramientos, y sin importarles el ruido, los tres entraron en su habitación. Un pánico enorme se había apoderado de Kenshin. Fue directo hacia sus armarios, pero la mayoría de ropa no estaba. Su shinai, la espada de madera, también había desaparecido. No podía pensar, su mente se había saturado. Por su mente pasó volando la imagen de la inocente Kaoru sonriendo.
¿Y si la habían secuestrado? ¿Y si algún patriota del final de la era Edo había venido en busca de venganza y la había cogido como rehén? Mil imágenes se le pasaron por la cabeza, y revivió ese profundo vacío que sintió cuando vio al muñeco idéntico a Kaoru muerto, fingiendo la muerte de ella. Por suerte, esa vez sólo fue un muñeco (NA1), pero… ¿qué pasaría si ahora la cosa iba de verdad?
"Eh, mirad esto…" dijo de repente Sanosuke, mirando hacia el tocador de la chica. Kenshin y Yahiko se dirigieron hacia allí rápidamente. Sanosuke se giró con la expresión grave y le tendió un pequeño y roído papel a Kenshin. Él lo inspeccionó, sin duda alguna era la caligrafía de Kaoru. Sin perder tiempo, lo leyó. Decía así:
Perdonad las molestias, he decidido irme un tiempo para atender unos asuntos personales de vital importancia. No os preocupéis por mí, estaré bien, en serio. Y como sé que sois tan cabezotas y que no haréis caso de esta carta, y que iréis a decirles a todos que he desaparecido y empezaréis a buscarme, os digo ya desde el principio que no os toméis esa molestia, puesto que no me encontraréis. Y en el hipotético caso que me encontrarais, tampoco me haríais regresar hasta que yo lo quisiera. Si viene algún alumno al dojo, Yahiko actuará como profesor ayudante y me substituirá. ¡Muchos recuerdos a todos! Y por favor, os lo pido de veras, NO me busquéis.
Una vez más, perdonad las molestias y cuidaos mucho, sobretodo tú, Kenshin, aún no estás al cien por cien recuperado de la última batalla.
Kaoru
Pese a que lo leyó una sola vez en voz alta para que Sanosuke y Yahiko se enteraran, Kenshin leyó interiormente la nota como unas cinco veces antes de corroborarse de su autenticidad, y de que esa no era una pesadilla más.
"¡Esa estúpida, siempre creando problemas!" dijo Sanosuke chasqueando los dientes, dándole un golpe de puño a la pared.
Yahiko suspiró "¿Por qué se habrá ido? ¿Y qué deben ser esos 'asuntos personales de vital importancia'?"
"Lo que más rabia me da es que ha dado de lleno con que la buscaríamos y le diríamos a todos que se ha ido… ¡Bien, yo voy a ir a decírselo a la mujer zorro y tú Yahiko ve al Akabeko!" dijo Sanosuke colérico.
"Esperad" dijo la fría voz de Kenshin, aún con la vista fija en la nota. Sanosuke y Yahiko pararon al instante "Esto parece ir en serio. No creo que se dirija a algún lugar cerca de aquí, sino no habría dejado la nota…"
Tanto Sanosuke como Yahiko lo observaban impotentes. Kenshin, por su parte, estaba exageradamente tranquilo. Con un tono de voz que indicaba que no había ocurrido nada, sonrió de una manera que hizo que se les cortara la circulación a ambos y dijo "Creo que Kaoru-dono ya no está en Tokio"
Ya era mediodía, hora del almuerzo. Kaoru estaba prácticamente empapada en sudor, y no paraba de refunfuñar cosas como 'precisamente hoy tenía que salir el sol' o 'es mucho más gratificante andar con lluvia, al menos si tienes calor te puedes mojar'. Decidió parar a comer algo en una pequeña posada que había a un lado del camino, y sonriente entró en el recinto "Buenos días"
"Buenos días, querida clienta. ¿Qué desea tomar?" fueron las palabras de una mujer de unos veinte y muchos años, vestida con un uniforme parecido al del Akabeko. No pudo evitar pensar que físicamente era muy parecida a Tae.
"Lo más barato que tengan, por favor, no me sobra el dinero" dijo Kaoru, algo apenada, sentándose en una mesa algo más apartada que las demás. La mujer hizo una reverencia y se retiró. Kaoru suspiró. No llevaba ni media mañana fuera del dojo y ya los estaba echando a todos de menos, especialmente a él… ¡No, Kaoru! No debes flaquear, ¡no ahora! Además, seguro que ellos ya habrán leído la nota, si ahora aparecieses parecerías una debilucha…
Debilidad, esa era la palabra que había iniciado todo eso, y ella lo sabía. Su debilidad concretamente.
Mientras recostaba una mejilla en su mano y observaba a través del cristal de la ventana el paisaje, entrecerró los ojos. Todo se remontaba unos días antes, poco después de la pelea de Kenshin contra Enishi. Sus ojos se cerraron por completo. Esa fragancia de flor de cerezo blanco parecía que la embriagaba…
Sí… Todo empezó… el día que volvimos…
Hacía tan sólo cuatro o cinco días que habían vuelto de la bahía donde se encontraba la mansión-escondite de Enishi Yukishiro, hacía tan sólo cuatro o cinco días que Kenshin había luchado contra Enishi y que había vencido; hacía tan sólo cuatro o cinco días que creí que Kenshin por fin había llegado 'a casa'. Pero me equivocaba, me equivocaba como siempre, aunque eso de momento no lo sabía.
Esos días estuve muy pensativa, dándole vueltas sin parar a muchos aspectos, pero todos giraban entorno de mi y mi fuerza. Notaba que me estaba volviendo débil, como una carga, y que no hacía más que entorpecer siempre a Kenshin, ser siempre la doncella en apuros, y que siempre me utilizaran para llegar hasta él, mayoritariamente tomándome como rehén.
Debo entrenar más pensé Debo hacerme más fuerte, para cuidar de mi misma y no ser una carga para Kenshin
Estaba decidida. Empecé a practicar más duramente, y a parte de las horas que ejercía de maestra de Yahiko, hacía otras tantas entrenándome a mi misma. Y aunque no parase de llover, cada día salía muy puntual del dojo para correr un rato. Pero tenía la sensación que Kenshin siempre me vigilaba. Incluso llegué a pensar que él también corría, a una distancia prudencial mía, para vigilarme. Empecé a sentirme como una niña pequeña, o peor, como una hermana pequeña a ojos de Kenshin. Por eso decidí hacerme más fuerte.
"Hum… ¿Kaoru-dono? La cena está lista" dijo Kenshin en una ocasión, entrando en el dojo e interrumpiendo mi entrenamiento.
Yo ni siquiera le miré "Comed vosotros, yo comeré luego" dije, sin parar de practicar. La situación se alargó bastantes días, hasta que finalmente una tarde que entrenaba a Yahiko, Kenshin vino a hablar conmigo muy seriamente. Yo alegué que ahora no era el momento, que estaba entrenando con Yahiko, pero Sanosuke salió de la nada y se ofreció a substituirme durante el tiempo que hiciera falta. Yo me enojé un poco, ¿es que ahora nadie respetaba mis decisiones? Parecía que todo el mundo había olvidado que ese era MI dojo y MI casa. Pero en fin, no tuve otro remedio que acceder.
"Dime, Kaoru-dono, ¿te preocupa algo?"
Kenshin y yo estábamos sentados fuera del dojo, a una distancia mínima para no mojarnos con la lluvia. Él había traído dos tazas de te para cada uno. Aunque no me miraba, noté que estaba algo trastocado. Yo negué con la cabeza, sin entender la pregunta, y él frunció el ceño. "Vamos, hace tiempo que nos conocemos, ¿por qué últimamente no haces más que entrenar y entrenar, Kaoru-dono?" dijo Kenshin, yendo al grano directamente.
Yo bajé la mirada, observando el te "No hay ningún motivo en especial. Todos tarde o temprano pasamos por esto, ¿no? Que yo sepa no hay nada malo en entrenar…"
"No, claro que no. Soy un ingenuo" dijo él, sonriendo y bebiendo un poco más "Por un momento pensé que querías hacerte más fuerte de lo que ya eres lo antes posible, como si pensaras que te considerábamos inferior a nosotros como experto espadachín. Pero veo que no es el caso" dijo él, levantándose, con su habitual sonrisa.
Yo me quedé sin habla. Eso era exactamente lo que me pasaba. Y yo también le conocía muy bien a él, y sabía que él también sabía lo que me ocurría. Miré hacia Kenshin, pero ya estaba de espaldas dirigiéndose al interior del dojo, donde Yahiko practicaba con el shinai contra los brazos de Sanosuke. Me sentí algo aliviada, pero ni siquiera con las reconfortantes palabras de Kenshin dejé de practicar hasta el límite de mis fuerzas ni un solo día. Ahora sólo hacía falta una oportunidad, una oportunidad para demostrarles a todos que yo no era sólo la princesita que necesitaba ser rescatada a todas horas, sino que podía ser el príncipe que rescataba a la princesa. Y, para mi sorpresa, esa oportunidad que buscaba no tardó mucho en brindarse.
Como hacía mucho tiempo que no nos pasábamos por el Akabeko, decidimos ir, un día como otro, allí a cenar. Tae y Tsubame nos recibieron con los brazos abiertos, y la cena parecía perfecta. Nos lo pasamos muy bien todos juntos, charlando, haciéndonos enfadar… Resumiendo, fue una velada muy agradable. Finalmente se nos hizo tarde y nos despedimos. Empezamos a andar hacia el dojo Kenshin, Sanosuke, Yahiko y yo, cuando al cabo de un instante Kenshin y Sanosuke pararon en seco, girándose.
"¿Qué pasa? ¿Por qué paráis? Está lloviendo a cántaros, deberíamos…" dije yo, sin saber qué ocurría, cuando finalmente vislumbré entre las sombras unas siluetas. De repente, delante de nosotros también aparecieron más siluetas. Estábamos acorralados, aunque eso parecía no importar a Kenshin.
"¡Eh, vosotros! Dadnos inmediatamente todo el dinero que llevéis encima y…" de repente, el que parecía el jefe de la banda de ladrones reparó en el Sakabatou de Kenshin, y luego en mí "…y entregadnos también esa espada y a la chica, y no os haremos ningún daño" dijo él, acercándose a nosotros.
"Lo siento, pero me temo que no podemos hacer eso" dijo Kenshin sin alterarse.
"¿Te niegas?" se oyeron los murmullos de los demás ladrones. De repente, el hombre en cuestión sacó de la manga de su kimono una pistola, y amenazó con ella a Kenshin, sorprendiéndonos a todos. Pese a que las armas de fuego empezaban a moverse por este nuevo Japón recién abierto al mundo exterior, no era muy común encontrarse con ese mortífero objeto muy a menudo "¡Obedéceme ahora mismo o…!" y de repente giró la pistola hacia mí "¡...La mato!" Yo palidecí de golpe, pero me obligué a calmarme. Si me dejaba llevar por la situación nuevamente sería una carga, y todos mis entrenamientos no habrían servido para nada. Así pues, permanecí en perfecta parsimonia. Miré a Kenshin, él miraba al hombre y a mí de reojo. No parecía tan tranquilo como antes. Oí que Sanosuke musitaba entre dientes algo como '¿y ahora qué?' y que Kenshin respondía 'tú a los de atrás, yo a los de adelante. Yahiko, ocúpate de Kaoru'.
Fue cuando oí ese 'Yahiko, ocúpate de Kaoru' que sentí como si la tierra me tragara. Kenshin había sido testigo presencial de todos mis esfuerzos para mejorar, y ahora, a la mínima ocasión de peligro, me dejaba al cargo de nada más y nada menos que mi discípulo. Si hubiese sido al revés lo entendería pero… desgraciadamente, Kenshin no lo dijo como yo hubiese querido.
La pelea poca importancia tuvo. Simplemente Kenshin no dio tiempo a nadie de sacar sus pistolas y mucho menos de disparar, y antes de que supieran que ocurría, ya estaban todos al suelo heridos (no de gravedad, pero lo suficiente como para no levantarse sin ayuda). Por otra parte, la otra mitad que estaba a cargo de Sanosuke corrió peor suerte, puesto que sus tácticas, al ser de contacto, le obligaron a ser algo más brutal. Pero de hecho, no me percaté mucho de qué ocurría. Sólo veía a Yahiko delante de mí, como un padre protector.
Fue a partir de entonces cuando empecé a pensar seriamente en irme por un tiempo. ¿Adónde? No lo sabía. Sólo sé que fueron pasando los días y que yo cada vez estaba más ausente. Sabía que por mí misma no mejoraría, pero también estaba segura que ni Kenshin ni nadie accedería a entrenarme en serio. Como máximo, Kenshin accedería para hacerme contenta, pero ni en sueños me entrenaría en serio como el maestro Hiko hizo con él. Y fue entonces cuando se me pasó por la mente una chispa de inspiración. ¡Claro! ¡El maestro Hiko! pensé yo, como si fuese lo más normal del mundo. Aunque sólo le había visto un par de veces en Kyoto, me bastaron y sobraron para saber que era un tipo de confianza, y que a pesar de que tal vez no accedería de buenas a primeras a entrenarme, estaba segura que finalmente cedería. También tenía claro que no quería que me instruyera en nada perteneciente al Hiten Mitsurugi; simplemente quería que me entrenara en técnicas básicas que no pertenecieran a ninguna escuela, técnicas de velocidad, agilidad, para agudizar los sentidos y cosas por el estilo.
Así pues, aunque no estaba muy segura, poco a poco fui vislumbrando mi plan. Iría secretamente a Kyoto, intentaría que el maestro Hiko me entrenara y así me haría más fuerte y, en lugar de molestar en las batallas de Kenshin, quién sabe, incluso podría ayudarle.
Pero en todo eso había un factor negativo: el propio Kenshin. No estaba nada segura de ser capaz de aguantar tanto tiempo alejada de él. Cada vez que pensaba en la separación, me venía a la mente cuando él se fue a Kyoto y yo me quedé en Tokio, totalmente destrozada. ¿Sería capaz de irme yo ahora? Y en tal caso, ¿qué haría Kenshin? Estoy segura que vendría a buscarme, ya me lo había demostrado en más de una ocasión. Pero no, no podía permitir que él se inmiscuyera en esto, porque de hacerlo no me dejaría entrenar en serio con el maestro Hiko, alegando que no podría resistirlo y preocupándose por mi seguridad. ¡Rayos! No soy tan débil como creen. Acepto que no soy tan buena como Kenshin y que no lo seré nunca, pero…
Por todo esto decidí preparar mi huida secretamente, sin que nadie se enterara. Pero aún así, la sola idea de separarme de Kenshin me echaba para atrás. Y así seguí, sumida en mis dudas. Me miraban de una manera algo extraña, como si estuviera enferma. No les culpo, seguramente esos días tenía un aspecto deplorable. Incluso Kenshin estaba más preocupado por mí de lo común. Y yo seguía con mis dudas…
Hasta que llegó una noche como cualquier otra. Como no podía dormir pensando en todas esas cosas, me alcé. Mis pasos me condujeron hacia la habitación de Kenshin. Él dormía, pero no se despertó cuando yo abrí la puerta. Me estuve un largo rato mirándole, con tristeza. ¿Realmente sería capaz de separarme de él? Pero antes de tener tiempo a discutir, olí el perfume de flor de cerezo blanco. Para mi sorpresa, vi un pequeño frasco de dicho perfume al lado de él… El perfume de Tomoe, su difunta esposa. Supongo que fue allí cuando decidí irme y no esperar más. Ese fue la última vez que le vería en mucho tiempo…
Tomoe, cuánto te envidio… pensó la joven kendoka, abriendo de nuevo los ojos y afrontando la realidad. La mujer de la posada le acababa de servir la comida Después de quince años, sigues tan o más presente en la mente de él como el primer día…
"¿Querida clienta, se encuentra usted bien? ¿Quiere que avise a un médico? Mi hermana conoce una doctora muy buena…" dijo la mujer, algo preocupada por el aspecto de Kaoru.
Ella negó con la cabeza rápidamente "¡No, no, nada de eso! Ehm…" dijo Kaoru, sonriendo. Entonces, esas últimas palabras le volvieron a la cabeza, y tuvo un extraño presentimiento "Uh, esta doctora, ¿cómo se llama?"
La mujer se puso un dedo en los labios, pensativa "Creo que… ¿Megumi…Takani? Sí, creo que se llamaba as"
Kaoru parpadeó incrédulamente "Usted… es la hermana de… ¡¿TAE?!" exclamó, poniéndose de pies "¡Perdone, tengo mucha prisa, debo irme! Tenga, quédese con el cambio, ¡adiós!"
La sorprendida mujer casi no tuvo tiempo ni de hacer la reverencia de agradecimiento.
Kaoru se levantó con rapidez y dejó los yenes necesarios para pagar la cuenta, dejando a la mujer algo sorprendida. Maldición, maldición… de todas las personas que me encuentro, va y tiene que ser un pariente de un conocido cercano… ¡Ah, ya lo recuerdo! La conocimos en Kyoto, se llamaba Sae y nos dejó hospedarnos un tiempo en su hostal... ¿qué hace ahora aquí? musitó la kendoka, preocupada, retomando su camino Nadie, sin excepción, debe verme… si Kenshin supiera que me he ido por el camino de Kyoto ataría cabos y me encontrarían en un abrir y cerrar de ojos…
Kaoru apretó los puños con fuerza y miró hacia el horizonte. De repente se paró y, lentamente, miró hacia atrás con tristeza. Por mucho que lo intentara, no lograba sacarlo de su mente. Pero se obligó a mirar de nuevo hacia delante.
Esta será… la última vez que mire atrás. Preparaos, una nueva Kaoru está a punto de nacer… y cuando vuelva…
Kaoru apretó los puños con decisión Lo primero que haré será desafiarte, Kenshin
Fin del cap.1
CONTINUAR
NA1 – En la saga Revenge Arc, concretamente en el tomo 24 si no recuerdo mal, Enishi Yukishiro quiso hacer que Kenshin viviera el Infierno en tierra, lo mismo que sintió él ante la muerte de su hermana Tomoe a manos de su marido, el propio Kenshin, asesinando a Kaoru. Aunque finalmente se supo que esa Kaoru era falsa y no era más que un muñeco creado por Ge'in.
Jou-chan: el modo en que Sanosuke llama a Kaoru
Kaoru-dono: el modo respetuoso con el cual Kenshin se refiere a Kaoru. Es algo así como "sta. Kaoru" y se utilizaba bastante en aquella época.
Notas de la autora
¡Hola a todo el mundo! Este es mi inicio con los fics de la serie de Rurouni Kenshin, espero hacerlo bien - Por eso, como es el primer fic que hago de Rurouni Kenshin, me gustaría que me dejaseis vuestra opinión. Cuantos más reviews y más seguidos, más pronto subiré el segundo capítulo XP
Acerca del título 'Sin mirar atrás' es obvio a quién y a qué se refiere, ne? Así que no hace falta comentarlo. Lo que si hace falta comentar es el título 'Entre la flor y el sauce'. A muchos de vosotros documentados en el tema de Japón y su historia os resultará familiar con los karyukai, o el mundo de la flor y el sauce . Eso significa que una geisha debe ser en esencia hermosa como una flor y a la vez elegante, flexible y fuerte como un sauce. Supongo que os estaréis preguntando, ¿qué tiene que ver esto con el fanfic? Bueno, yo sólo os adelanto que tiene que ver y MUCHO. Así que paciencia, huh? (Y sí, me he leído 'Vida de una geisha' de Mineko Iwasaki, ¿se nota? XD)
Tal vez el primer capítulo haya sido algo light… hmmm… ya os recompensaré en los próximos capítulos ñn;;
Cualquier duda, comentario o cualquier cosa, review o mandadme un mail a cinturo arroba !!
Hasta el siguiente capítulo minna-san,
CiNtUrO-cHaN
29 de julio del 2004
