Capítulo 1. Confianza Perdida

Parecía que Luna no sabía cómo manejar su miedo a compartir escenario. A pesar de tener el ferviente sueño de convertirse en una estrella de rock, eran pocas las veces en las que había tocado en vivo acompañada. Claro, siempre tocaba en su hogar, y sus hermanas (y hermano) estaban acostumbrados al sonido de las cuerdas siendo totalmente dominadas por ella. Pero ella sola. Tocar en una banda, aunque era su objetivo, siempre le había provocado pavor. Aunque todos le habían dicho una y otra vez que era una chica talentosa, y a pesar de repetirse una y otra vez que "el rock no es acerca de ser el mejor, es acerca de divertirse", todos esos pensamientos se desmoronaban al subir a cualquier tablado con otros integrantes. Cuando ella tocaba en solitario, podía controlarse. Sin embargo, el tener que imaginarse a gente tocando codo a codo con ella en un escenario era una gran carga para su cabeza. Sus dedos se volvían pesados y comenzaban a temblar, y en su cabeza miles de ideas negativas comenzaban a liberarse. "¿Qué pensará la gente de mí?" "¿Qué pensarán MIS compañeros de banda sobre mí?" "¿Y si no soy tan buena como todos dicen?" "¿Y si todas las palabras de apoyo fraternal son más por obligación que por una verdadera muestra de habilidad?". Además estaba el siempre presente temor a equivocarse y dejar en ridículo a su banda, más aún cuando ella era la guitarrista. La única vez en la que no se preocupó por eso, fue cuando tocó con su familia en la feria de su ciudad, pero realmente no había por qué preocuparse, el sonido de caos de sus compañeros de banda amortiguaba bastante su instrumento. Y aun así, sintió que su desempeño no fue el mejor que pudo haber dado.

Era una sensación de vacío en su pecho, en sus pulmones, pasaba por todas sus venas, corría en su sangre, la exhalaba, difícil de explicar, ni ella misma la entendía. No quería que le mintieran, que le dijeran que su talento era enorme solo para hacerla sentir bien, pero tampoco estaba lista para el rechazo inminente que sentía venir, fuera sensato o no. Un vacío que venía desde muy atrás… muy, muy atrás en su vida.

Sentía que no estaba preparada, que necesitaba tiempo. Sin embargo, después de un ensayo en la casa de su roadie y mentor, Chunk, este decidió tener una pequeña conversación con ella. Él estaba consciente de que Luna era talento puro, pero no estaba convencido de que ella se viera de la misma forma. Mientras Luna guardaba su equipo para volver a casa, Chunk entabló la conversación.

"¡Eso estuvo genial, chica!"

"¡Gracias, hermano! Estuve practicando esas canciones toda la semana"

"Definitivamente se notó. A propósito, ¿ya has pensado cual será tu siguiente paso?"

Luna tomó la pregunta un poco por sorpresa. Realmente nunca había discutido nada de eso con Chunk. Sabía exactamente a lo que se refería su amigo. Estaban las charlas habituales de tener fama mundial, fantasiosas, aunque con un aire de honestidad, pero realmente, nunca había pensado en la manera en que llegaría a ella, o intentaría llegar a ella, por más estúpido que sonara.

"¿A-a que te refieres?" Luna intentó evadir la pregunta de manera muy poco eficaz.

"Ya sabes, siempre practicas sola, y son pocas las veces en las que tocas en vivo, ya no digamos con gente. ¿Cuál es tu preocupación?"

"No lo sé. Supongo que nunca lo había pensado" A Luna la traicionaba una risa nerviosa.

"O lo pensabas y no querías hablar de ello"

Chunk vio a Luna con esa mirada, la mirada que hacía siempre que cometía un error, o estaba a punto de cometerlo. O cuando quería que revelara una mentira. O cuando se equivocaba en una nota. ¡Carajo! Odiaba esa mirada multiusos. Finalmente, Luna se rindió.

"Es que… es que… ¡Simplemente no me siento lista! Sé que dices que soy genial y todo pero la verdad, tocar con alguien, acompañado, en grupo, como sea… se me hace difícil. Yo tengo mi propio ritmo para hacer las cosas, no creo poder adaptarme a alguien."

"¿Y cómo sabes que no podrías adaptarte, si nunca lo has intentado?"

Las palabras de Chunk la hicieron reflexionar, aunque intentó resistirse

"Simplemente lo sé. Me da pánico. El miedo a jod… a meter la pata en frente de los otros… no creo poder manejar ese tipo de situación…"

Chunk la miró, su mirada se iluminó. Comprendía perfectamente lo que decía la pequeña.

"Mira" comenzó, "Te comprendo. Pero no deberías preocuparte. Al contrario. Son los demás los que deberían preocuparse por no poder seguirte el paso. Estoy seguro de que vas a llegar muy lejos, hermana. Solo necesitas un impulso, sacudirte el miedo."

Luna no pudo evitar sonrojarse ante los comentarios de su amigo. Luna nunca había sido alguien a quien le gustara alardear. Se podría decir que, inclusive, se menospreciaba un poco. Así que siempre que oía palabras de apoyo, una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

"¡Gracias! Pero… Realmente no me siento lista. Es… simplemente me es difícil. Además, no podría encontrar a gente dispuesta a tocar conmigo…"

"¿De qué estás hablando? ¿Sabes cuantos jóvenes se mueren por iniciar una banda? Ahora solo estás poniendo excusas tontas…"

"¡No son excusas! Más o menos… No lo sé… ¿Por qué no me dejas pensarlo?"

Ahí iba otra mirada multiusos de Chunk.

"Sabes que si te dejo "meditarlo" solo vas a aplazar el problema, ¡y me vas a dejar como un idiota!"

"Hey, ¿por qué tan p$%& hostil? ¡Solo te estoy pidiendo una noche para pensarlo!"

"¡Sabes que tu noche va a transformarse en una semana, incluso más!"

Las palabras de Chunk la irritaron, más que nada, porque eran terriblemente ciertas. No quería pensar en ellas. No quería pensar en nada.

"Mejor me voy a casa, es tarde. Nos vemos luego"

Chunk iba a decir algo, pero Luna fue más rápida y salió de su departamento, azotando la puerta con excesiva fuerza.

Su casa no quedaba muy lejos de la de Chunk, caminando era unos 15 minutos, 20 por la guitarra y el amplificador que llevaba en sus manos. Pero no le importaba. Necesitaba un tiempo para pensar, antes de llegar a la casa Loud, donde la paz es una desconocida. Se hundió profundamente en sus pensamientos, y en la culpa. ¿Fue acaso muy dura con su amigo? ¿Su miedo estaba justificado? ¿Era hora de agruparse, de ser parte de algo y dejar de tocar por su cuenta? Realmente no lo sabía. Pero ahora quería saberlo. El vacío en su pecho se agrandó. Y más importante, necesitaba una opinión. La primera persona que le vino a su cabeza fue Luan, pero temía que no la tomara en serio, por su naturaleza bromista. Sus padres estaban descartados. Ellos solo la apoyarían, al igual que siempre, fuera una opinión sincera o no. Y necesitaba sinceridad. Lucy, muy oscura. Lynn, demasiado dura. Leni, demasiado inocente. Lori, pasaría lo mismo que con sus padres. Y finalmente, llegó a la conclusión más obvia. Lincoln.

Lincoln era, por lo general, el más sensato de toda la familia. Cariñoso y siempre noble, ayudaba a sus hermanas siempre que podía, pero eso no le impedía decir la verdad cuando era necesario. La decisión estaba hecha.

Entró a su hogar y fue directamente a la habitación de su hermano, quien seguramente estaría leyendo comics, y seguramente los estaría leyendo en ropa interior, pero a la mitad del camino, lo vio en su propia habitación, ayudando a Luan con su rutina cómica. Como siempre, poniendo los intereses de los demás antes que los suyos. Se quedó en el marco de la puerta, sin ser vista por sus hermanos.

"¿Por qué Papá Noel va al psicólogo?" Luan se dirigió a Lincoln, quien estaba claramente cansado, pero fingía cortesía.

"No lo sé, ¿Por qué?"

"¡Por que no cree en sí mismo! Jajaja, ¿lo entiendes?"

Luna se sonrió para sus adentros. "Vaya, parece que tengo un complejo de Papá Noel" pensó la joven.

Luan estaba a punto de continuar con su rutina cuando Luna entró a la habitación, interrumpiendo, con una clara idea en mente.

"¡Ese de hecho fue un buen chiste Luan! Lincoln, ¿Puedo hablar contigo un segundo?"

Lincoln sudó frío. Cuando alguna de sus hermanas quería hablar con él, era generalmente para pedirle un favor, o peor, para culparlo de algo. Una u otra, era noche, estaba cansado, y no quería hacer nada más que tumbarse en su cuarto. Así que no pudo ocultar su malhumor.

"¿Ahora que hice? ¡No puedo tener nunca un momento de paz en esta casa!"

"Vaya, lo siento bro, no era mi intención molestarte. En otra ocasión." Las palabras de Linc hirieron a la joven rockera, y este de inmediato se sintió culpable. ¿Por qué tenía que ser siempre tan testarudo? La alcanzó en el pasillo.

"¡Espera!" Alcanzo a su hermana. "No fue mi intención hacerte sentir mal. Solo que… hoy fue un día pesado, eso es todo. Así que… ¿a que quieres que te ayude? ¿Conectar tu equipo? ¿Ser tu baterista suplente?"

"No te preocupes, y gracias. Pero no. Solo quiero… hablar contigo. Es importante."

Lincoln volvió a sudar frío. ¿Hablar con él? Su cabeza repasó todas las opciones disponibles. ¿Habría encontrado Luna su colección de revistas prohibidas? El joven empezaba a hiperventilar, pero Luna se dio cuenta de esto y lo calmó rápidamente.

"No te preocupes hermano. No es sobre ti, si eso es lo que estás pensando. Es… sobre mí. Necesito una opinión sincera"

Lincoln se calmó, pero aún seguía extrañado. Nadie nunca en su familia le había pedido una opinión específica sobre nada. Y su hermana se veía más seria de lo normal. Decidió seguirle el paso.

"De acueeerdo. Vayamos a mi habitación, ahí podemos hablar con tranquilidad."

Lincoln seguía confundido. ¿Por qué quería Luna hablar con él? Usualmente sus hermanas (y el incluso) pedían consejos a Lori, o en su defecto, ¡A Luna! Dudaba mucho que fuera algo amoroso, y mucho menos algo musical, apenas si podía tocar la batería. Entonces, ¿Qué quería su hermana?

Se sentaron en su habitación e inmediatamente Luna comenzó la conversación.

"Mira, lo que quería pedirte es… bueno, un consejo. Una situación que no se manejar y… necesito apoyo." Dijo Luna, con cierta tristeza

"¿Por qué yo? No lo tomes a mal, pero por lo general vas con mis otras hermanas a pedir ayuda, ya sabes, con eso de que ustedes son todas niñas. Yo no entiendo de sus problemas"

"¡Ya lo sé!" Pero no es algo femenino, ni nada por el estilo. Es más una opinión, acerca de una decisión que me tiene podrida. Tú eres el único que me tomaría en serio y me daría una opinión sincera. Siempre has sido así."

Lincoln se alagó. Siempre pensó que sus hermanas lo veían como el tapete de uso público, el hermano que estaba ahí para cuando no había otra opción más que interactuar con alguien, o algo. Sintió un bonito calor en su pecho, ser buscado como algo más que un conejillo de indias.

"Gr-gracias. Y bueno… cuál es tu problema?" Está situación le resultaba nueva y desconcertante.

"Pues, verás… y prométeme que no te reiras… pero… últimamente me siento… vacía."

"¿Y eso por qué?"

"Errr… Chunk ha intentado convencerme de… de buscar un conjunto. Dice que llevo mucho tiempo sola, y que mis composiciones podrían complementarse con otros instrumentos."

"¿Y?" Dijo de manera muy honesta Lincoln. "Tiene razón, ¿O no?"

"No lo sé" Luna comenzó a verse nerviosa. "¡Es que realmente no lo sé!" Estaba a un paso de romper en llanto. Adiós imagen de chica ruda. Nunca había expresado esos sentimientos verbalmente, mucho menos en frente de alguien. "¡Tengo miedo! Miedo de que me rechacen, de que digan que soy una basura, de avergonzar a mis compañeros de banda, de decepcionar a Chunk, de decepcionarme… a mí misma. ¡Y no sé por qué me siento así! Es egoísta, y es estúpido. Pero no creo ser tan buena como todos dicen que soy. Solo he tocado acústico en vivo, y han sido cosas de principiante. Es un pensamiento idiota. ¡Me siento como si viviera en un agujero!"

No resistió más, y se echó a llorar. Sus manos comenzaron a temblar, y por un momento se olvidó de todo. Solo podía sentir la mano de su hermano acariciando su cabello. El pobre chico intentaba buscar las palabras, no sabía que decir. Nunca se imaginó en una situación así, mucho menos con Luna, quien era la hermana más dura de todas (a excepción de Lynn, obviamente.) Decidió entonces hablarle con la verdad, como siempre intentaba hacerlo, aunque nunca en un caso tan radical.

"No creo se sea estúpido. Es algo normal. Pero odio verte así. No es justo que te sientas así."

Luna empezó a respirar con normalidad, y poco a poco su llanto fue calmandosé.

"No sé por qué te menosprecias, pero de algo estoy seguro…" Continuó Lincoln, "… Eres una excelente guitarrista. Más que eso. Miles matarían por tu habilidad. Por tu facilidad ante las cuerdas. Muchos matarían por ser tú"

Estas últimas palabras disiparon todo miedo que Luna acumuló hasta ese momento. Con cualquier otra persona, esas palabras habrían sido más de lo mismo. No hubiera estado segura de la sinceridad con la cual fueran pronunciadas. Pero viniendo de Lincoln, sabía que eran una verdad pura como el agua. Aun así, hizo la pregunta cliché.

"¿Lo dices en serio?"

"Por supuesto que sí. ¿Por qué habría de mentir?"

Esa frase bastó para que Luna abrazara a su hermano como nunca antes se había abrazado a un hermano. Su llanto de angustia se volvió uno de felicidad, y empezó a reír histéricamente. Luego solo siguió el silencio. Pero no un silencio incomodo, sino un silencio tranquilo, fraternal, que transpiraba paz interna. Lincoln comenzó a pensar, ¿Por qué el? ¿Por qué estaba recibiendo tanta alegría por palabras que cualquier otro miembro de la familia pudo haberle dicho, con la misma sinceridad? O quizá ella no sentía la sinceridad. Se sintió feliz, se sintió parte de una buena acción. Después de mucho tiempo, se sintió… útil. Y ver a su hermana mostrándole tanto cariño, solo hizo que se sintiera más feliz, no solo por él, sino por ella.

Unos 5 minutos después, Luna se limpió las lágrimas, y se despidió de su hermano.

"Muchas gracias, Lincoln. Esta plática es justo lo que necesitaba."

"No hay de que hermana."

Luna estaba a punto de irse,girando el pestillo de la puerta, cuando recordó y se volteó.

"Ah, y Lincoln…"

"¿Sí?"

"Si vas a leer las viejas revistas porno de papá, al menos escóndelas en un lugar mejor que debajo de tu cama"