Durarara! Pertenece a Ryohgo Narita, yo solo usaré a sus personajes para entretener a mi mente creativa...
NOTAS: Hola, ¡Esta es la primera vez que escribo algo sobre Durarara! y estoy bastante emocionada por ello! El mundo donde ocurre la historia será una divergencia del canon, ya que si bien se toman en cuenta eventos del pasado de sus personajes, para esta ocasión no tomaré en cuenta la última batalla que se dio entre Shizuo e Izaya. Aun así, pero que ese no sea un gran inconveniente para el desarrollo de los acontecimientos.
Esta historia contará con aproximadamente diez capítulos, la extensión de cada uno, dependerá de su contenido.
¡Que lo disfruten!
.
.
.
Una tranquilidad sospechosa
…::::::::…
….
…..
La primera vez que entre sus pensamientos se asomó una mínima idea de tranquilidad absoluta, Heiwajima Shizuo, el hombre más fuerte de Ikebukuro, sintió su cuerpo completo tensarse como si estuviera en un estado de alerta. Se encontraba en ese momento junto a un grupo de personas, observando con atención un juego de cartas. No tenía ningún otro objetivo en mente más que el de distraerse por unos minutos antes de regresar al trabajo, pero cuando aquella idea irrumpió en su mente, aquel juego de cartas quedó de inmediato en un segundo plano.
En aquel ajetreado día, Tanaka Tom le había obligado a tomar un tiempo libre a pesar de que Shizuo no creía que fuera necesario. Sin embargo, ahora que lo pensaba más conscientemente, comenzaba a creer que su jefe había tenido la razón al dejarle a solas por unas cuantas horas.
Acomodándose los anteojos azules, Heiwajima Shizuo examinó sus alrededores como si no los hubiera visto desde hace semanas. Ikebukuro lucía exactamente igual que siempre, con las habituales charlas a su alrededor, los encuentros y desencuentros comunes entre sus habitantes y también, con una que otra riña formándose en sus más oscuros rincones pero sin llegar a ser algo realmente importante. Todo lucía estable, tranquilo… en paz. Nada perturbaba la rutina de la gente a sus alrededores, no obstante, algo se sentía fuera de lugar.
El hombre más fuerte de Ikebukuro arrugó el entrecejo sin mirar a nadie en específico. La realización de que algo no andaba bien le sentó como veneno en el estómago. Siendo algo esperable ante una situación como esa, Heiwajima Shizuo debería sentir su espíritu sosegado y el cuerpo en calma. En vez de eso, se percató al fin y tras varias semanas, que había estado en una tensión constante desde la última vez que se encontró con el informante de Shinjuku. Desde su última persecución, una sensación de incertidumbre se había posado sobre sus hombros, obligándolo a mantenerse alerta ante la espera de algo que seguramente pasaría.
Shizuo comprendió entonces el por qué se encontraba tan irritable cada vez que enfrentaba a un nuevo deudor, y también, el por qué Tom y Varona intentaban calmarlo cuando él creía no necesitarlo, haciéndolo irritar de más. Era la tensión latente la que lo mantenía de esa manera. Su cuerpo, que al parecer recordaba mejor que su propia mente, estaba preparándose para lo que fuera que Orihara Izaya estuviera planificando hacer esta vez. Porque cada vez que el informante desaparecía de Ikebukuro, era porque algo se traía entre manos. Algo grande. Y tal y como su experiencia se lo decía, aquello que estuviera planeando hacer lo afectaría directamente, lo quisiera él o no.
Chasqueó la lengua con frustración.
Sin nada más que hacer en ese lugar, Shizuo se alejó del grupo de personas a paso calmado y con intenciones de regresar a su trabajo. Aunque dudaba poder realizarlo sin terminar golpeando a alguien más…
— ¡Oh! Shizuo, ¿te encuentras mejor? — Preguntó Tanaka Tom con amabilidad en cuanto estuvo frente a él. El hombre con rastas estaba sentado frente a la barra del Sushi Ruso junto a Varona, quien también esperaba una respuesta de su parte.
— Algo así. —fue lo único que Shizuo pudo decir.
Claramente, se encontraba mejor al darse cuenta -por fin- de lo que sucedía a su alrededor y con él mismo, pero a la vez, estaba más irritado de lo que estuvo en mucho tiempo. Tanto Varona como Tom le asintieron, intuyendo los motivos de su escueta respuesta.
—Senpai, coma con nosotros. —sugirió Varona segundos después, pero Shizuo levantó una mano en su dirección como un gesto de rechazo.
—Prefiero no hacerlo. —dijo Shizuo, tomando asiento junto a sus dos compañeros. — No creo poder disfrutarlo en este momento.
Tanto su superior como su subordinada le miraron extrañados, antes de notar como sus manos estaban cerradas con fuerza en dos puños. Tras observarse el uno al otro silenciosamente, los dos compañeros de Shizuo acordaron no perturbarle más de lo necesario en lo que restaba del día. Estaba claro que el ex-barman estaba conteniendo su ira, tal y como había estado haciendo desde hacía varios días.
Ninguno de sus conocidos había querido decir nada al respecto por miedo a como Shizuo pudiese reaccionar y simplemente esperaban que él mismo se percatara de su estado actual. Por esta razón, y temiendo por la vida de sus clientes, Tanaka Tom había decidido dejarle un tiempo a solas para que descansara durante ese día y en el mejor de los casos, para que pudiera reflexionar. Mirándolo con atención, al parecer había dado resultado el dejarlo solo...pero no de la forma en que todos esperaban que hiciera.
.
…
.
— ¡Come Sushi! ¡Es barato…! ¡Es delicioso~!
La voz de Simon se alzaba entre el bullicio de la gente una vez salieron del local. Al verlos salir, el hombre que repartía volantes los despidió de ellos con un gesto de su mano. Solo Tom y Varona se despidieron adecuadamente de él, por otro lado, Shizuo no había pronunciado ninguna palabra desde el rechazo a la comida que Varona le había ofrecido.
Con aparente serenidad, Shizuo mantuvo su postura habitual con ambas manos en sus bolsillos a medida que se alejaban del Rusia Sushi, concentrándose en continuar con su trayecto hacia el hogar de otro de los deudores. Aun así, era evidente que ante algún estimulo inesperado, aquel hombre terminaría por explotar en frente de todos debido a la tensión acumulada.
Era como una bomba de tiempo.
En su mente, Shizuo lo entendía a la perfección. Solo el recordar los problemas que tuvo años atrás gracias al Informante ahora desaparecido, le crispaba el cuerpo, irritándolo a más no poder. Y era aún peor al saber que en cualquier momento la maldita pulga podía aparecer frente a él, volviendo su vida un completo caos, provocando que problemas innecesarios cayeran sobre su cabeza y atrayendo hacia él enemigos que por sí solo no sería capaz de tener.
A su lado, Tom le observaba de reojo, vigilando cualquier reacción extraña que el guardaespaldas hiciera ademán de querer demostrar. Si bien Shizuo lucía exactamente igual a como lo hacía antes de que le diera su tiempo libre, la expresión iracunda en sus ojos y el ceño fruncido al extremo le advirtieron que no era la mejor idea hacerlo continuar con el trabajo ese mismo día. Al menos, no de una forma tan directa.
— Shizuo.
El aludido simplemente se giró hacia Tom, una vez que detuvieron el paso frente a un complejo de departamentos.
— Por esta vez dejaré la cobranza del dinero en manos de Varona. ¿Estás bien con eso?
La respuesta que Tom recibió estaba cargada de frustración.
—… ¿Por qué?
— Bueno…esta persona no suele necesitar tanto escarmiento para pagarnos. —explicaba Tom modulando sus palabras. De verdad era difícil tratar a Shizuo en ese estado. —Además, hay que darle un espacio a Varona de vez en cuando… es algo bueno que adquiera más experiencia en esto ¿verdad?
Shizuo se le quedó mirando fijamente por unos segundos antes de asentir. Estaba de acuerdo con ese punto.
— Puede dejarlo en mis manos, Shizuo-senpai. —Añadió Varona, que se había detenido también a su lado.
Shizuo le observó detenidamente por un segundo, antes de resignarse y responderle.
— Bien.
Después, Shizuo siguió con la mirada las siluetas de Tanaka Tom y de Varona, antes de que se perdieran entre las escaleras del complejo. Cuando no pudo verlos más, se acomodó los anteojos y se dio media vuelta, dejando ante su vista a las personas que caminaban por la calle a esas horas de la tarde. De pronto, un sonido ya reconocido junto a la figura de la motorista sin cabeza atravesó el camino frente a él. Seguramente, Celty estaba realizando algún encargo, tal y como siempre hacía.
Sus manos se empuñaron al interior de sus bolsillos.
Pensándolo bien, Celty había estado inusualmente demasiado activa durante las últimas tres semanas. Yendo de aquí para allá demasiado rápido y entre lapsos muy cortos de tiempo. Tanto así, que Shizuo no había tenido oportunidad de hablar con ella decentemente desde hacía bastante tiempo.
En ese instante, Heiwajima Shizuo tuvo la idea de que tal vez el no encontrar un momento para desahogarse con Celty le mantenía tan irritable, dejando a un lado, claro estaba, la incertidumbre que le provocaba el no saber qué haría la pulga en cuanto regresara a Ikebukuro. Porque estaba más que seguro de que lo haría, no era tan iluso como para creer que se iría de allí para jamás volver. Aunque sería mucho mejor para todos si Izaya lo hiciera de una maldita vez. Ese maldito desgraciado…solo debería irse y morir.
No.
¡Mejor lo mataba él con sus propias manos!
— ¿Senpai?
Al girarse, notó como Varona quitaba su mano de su brazo sin darle importancia alguna a su repentino pero necesario toque. Lo había sacado de su ensimismamiento. Agradecido, Shizuo decidió ignorar este hecho también, a pesar de lo desacostumbrado que estaba al ser tocado por alguien más.
— ¿Qué? —cuestionó inmediatamente después, reajustándose los anteojos. — ¿Ya han terminado?
— Sin ningún problema.
Shizuo le dio un vistazo rápido a su subordinada, quien le observaba con seguridad absoluta, antes de dirigirse a Tanaka Tom por nuevas instrucciones. Quedaban solamente dos cobros por realizar. Sorprendentemente, Shizuo continuó con su trabajo sin mayores inconvenientes y terminaron la jornada sin nada que lamentar. Por suerte, los deudores que se encontraron ese día eran cobardes a más no poder, y en cuanto vieron la expresión iracunda del guardaespaldas entregaron todo el dinero con rapidez.
De esa manera, llegó la noche.
Tras despedirse de sus compañeros, Shizuo caminó a paso seguro por la ciudad, sin tener en cuenta el tiempo que podría tardar en llegar hasta aquel puente, el lugar donde habitualmente se reunía para hablar con Celty.
A su alrededor, la vida continuaba su ritmo tal y como siempre hacía. Algunos curiosos se quedaban mirándolo por unos segundos al reconocer su típico traje de bartender, antes de continuar con sus propios asuntos; otros, en cambio, simplemente lo ignoraban al no tener idea de quien se trataba. Y si lo conocían, simplemente lo ignoraban para evitarse problemas.
Shizuo no haría caso a ninguno de todas formas.
Normalmente, su vida trascurría de esa manera. Recibía miradas curiosas o era ignorado por otras personas. Así lo prefería, exceptuando las veces en que alguna tropa de imbéciles se atrevía a enfrentarlo. Por supuesto, la mayoría de ellos actuaban influenciados por Orihara Izaya, debido a sus palabras persuasivas, maliciosas y a su sentido extremo de la manipulación.
Al recordar la burlesca expresión del informante, Shizuo apresuró más el paso y continuó con su camino hasta llegar al solitario puente.
Estaba molesto.
Minutos más tarde y con un cigarrillo encendido entre sus labios, el ex barman esperaba en silencio a que su malestar desapareciera. Afirmó ambos brazos en la baranda que evitaba que cayera de aquel puente hacia las vías del tren, y posó su mirada en el cielo nocturno creyendo que allí encontraría un poco de paz. No tenía más alternativa que esa. Después de todo, no había acordado encontrarse con Celty aquella noche para poder hablar.
No se esperaba que, de entre la negrura de la noche apareciera ella, montada en su motocicleta silenciosa y deteniéndose a solo unos pasos frente a él.
—Celty.
Como acostumbraba, la dullahan le saludó con un asentimiento deliberado, antes de utilizar su PDA.
[Ha sido un tiempo]
Shizuo sonrió levemente.
— Tienes razón. —dijo, antes de darle otra calada a su cigarrillo. Luego de exhalar el humo, continuó. —Te he visto ocupada.
[Sí. He recibido muchos encargos en estos días.] Sus hombros decayeron, indicando cansancio. Frente a ella, Shizuo volvió a exhalar. [Lamento que no hayamos podido hablar antes.]
El guardaespaldas dio una última calada a su cigarrillo antes de guardarlo en el colillero que llevaba consigo.
— No lo lamentes. No es una obligación hacerlo.
Celty no escribió su respuesta de inmediato, al parecer, estaba pensando con cautela qué escribir.
[Está bien.] Fue su única respuesta.
Shizuo asintió, satisfecho, mientras colocaba ambas manos al interior de sus bolsillos otra vez.
— ¿Cómo supiste que estaba aquí?
[Regresaba de mi última entrega, y te vi.]
— Ya veo.
[¿Está todo bien?]
Shizuo pensó en el transcurso de los días, su trabajo y la falta de conflictos durante las últimas semanas antes de responder.
— Supongo que lo está…
La dullahan se apresuró en escribir sobre su PDA, curiosa ante su falta de seguridad.
[¿Supones…?]
— ¿Sabes? Han pasado varias semanas desde que tuve algún problema con alguien. No he tenido la necesidad de desquitar mi ira contra nadie en todo este tiempo. Nadie se ha acercado a mí buscando enfrentarme. Me estoy llevando mejor que nunca con los que me rodean, pero… —Chasqueó la lengua, antes de continuar. —…algo está mal.
Celty se quedó mirando fijamente a Shizuo, a sus hombros tensos y a su expresión llena de furia, antes de decir algo.
[¿Por qué piensas eso?]
Shizuo intentó calmarse un poco antes de abrir la boca, mientras se afirmaba junto a la baranda del puente una vez más. A su vez, Celty se levantó de su motocicleta y se posicionó junto a él.
—Izaya…ese malnacido debe estar planeando algo.
A su lado, Celty se removió hasta quedar frente a él. Parecía un tanto descolocada por su confesión. Shizuo no entendió por qué.
[¿Izaya?]
—Sí. A menos que haya muerto, no creo que haya desaparecido de Ikebukuro por tanto tiempo sin planear algo para su regreso. Ese maldito…—explicó, sin ocultar su irritación. Además, Shizuo estaba seguro de que jamás podría tener el placer de oír que el informante estaba realmente muerto.
Frente a él, Celty ladeó el casco sobre su cuello como si se tratara de su propia cabeza, en expresión de rareza. Algo de lo que su amigo había dicho no encajaba con la información que ella poseía.
[¿No lo sabes?]
— ¿Qué?
[Izaya ha estado rondando Ikebukuro todo este tiempo.]
Tras leer el mensaje, Shizuo abrió de más los ojos debido a la sorpresa.
"Así que era eso".
"Ya veo ¡Ya veo! ¡Esto realmente apesta debido a ese bastardo!", pensó. Ahora comprendía el por qué tenía esa continua sensación de molestia. Seguramente, eran sus instintos percibiendo su maldita presencia.
— Ya veo… ha aprendido a ocultarse mejor, ¡esa Maldita Pulga!
Ante el repentino grito, Celty saltó en su lugar.
[¡No! ¡No me refiero a que esté en Ikebukuro todo el tiempo, Shizuo!] Se apresuró en aclarar la dullahan, tras ver a Shizuo en ademán de salir corriendo de aquel lugar para ir en búsqueda del informante y darle una buena paliza. [É-él ha venido a entregarle algunas cosas a Shinra y de paso, a encomendarme algunos trabajos pequeños.]
Shizuo, suspicaz, no se movió ni un centímetro más y permaneció mirándola con los ojos entrecerrados, frustrado. Si ese era el caso, ¿Por qué si había estado rondando por Ikebukuro, el maldito no se había aparecido frente a él para fastidiarlo? Como pensaba, allí estaba pasando algo que no le daba buena espina.
Chasqueó la lengua.
— De seguro está planificando algo. No puedo imaginarme otra razón para que ese maldito se ocultara de esta manera.
Tras pensar detenidamente en sus palabras, Celty se apresuró en escribir el su PDA.
[Creo que tienes muchas razones para pensar eso.]
—Por supuesto.
[Yo también las tengo.]
— No podría creer lo contrario. —chasqueó la lengua. — ¡Esa pulga es un mal para todos!
Celty se apresuró en teclear sobro su PDA.
[Eso no lo niego, pero… creo que esta vez puede tratarse de algo diferente.]
— ¿Qué? ¿Qué tratas de decirme con eso, Celty? —inquirió Shizuo, incapaz de creer que Izaya tuviera motivos distintos a los que él creía que poseía para no aparecerse frente a él.
[No lo sé, pero… hasta Shinra cree que algo hay algo distinto en Izaya, a pesar de que actúa como siempre...]
.
…
.
En lugar de calmarse tras su charla con Celty, Heiwajima Shizuo se mantuvo despierto casi toda la noche. Naturalmente, hubiese esperado que su falta de sueño fuera consecuencia de esta irritabilidad constante que lo acechaba, y que no le dejaba tranquilo hasta haber descargado su ira. Sin embargo, esta vez no sabía exactamente que pudo haber causado su noche en vela. Lo único que tenía claro, era que su mente estaba intranquila y la incertidumbre que le aquejaba desde el día anterior, se había trasformado indudablemente en un mal presentimiento.
Shizuo confiaba plenamente en sus instintos, y con mayor razón lo hacía si estos lo alertaban acerca de Izaya. Siempre que pensaba que la pulga había estado involucrado en algún problema, Shizuo acertaba. Cada vez que lo rodeaba aquella peste por las calles, en su interior se encendía una alarma que gritaba peligro. Pero esta vez, algo no estaba funcionando…y no era solo con él.
Seguía sin comprender por qué durante las últimas semanas, jamás se percató de que aquella pulga anduviera cerca. Aun así, sabía que era algo que podía averiguar una vez que lo tuviera enfrente, por lo que ese detalle no constituía un gran problema. No obstante, lo que no le cabía en la cabeza por más que lo intentara, eran las palabras que Celty le había dicho la noche anterior acerca de Izaya.
"[No lo sé, pero… hasta Shinra cree que algo hay algo distinto en él, a pesar de que actúa como siempre...]"
"Obviamente es un maldito engaño"
Él había refutado.
"[Yo también pensaba lo mismo pero, aunque no creo en sus palabras, algo a su alrededor- es como si la esencia que lo rodea se hubiera trasformado en algo diferente. Algo que no permite ver las malas intenciones que demuestra siempre… No puedo explicarlo mejor.]"
El que Celty no estuviera percibiendo el peligro que él si estaba sintiendo provenir del informante, le era difícil de creer. El ex-barman podía asegurar con todas sus fuerzas que Celty desconfiaba a Izaya, de la misma forma en que toda persona que lo conoce lo hacía en algún momento. Incluso, estaba absolutamente seguro de que ella sospechaba de él en todo momento y por lo mismo, era prácticamente imposible que cayera en algún truco preparado por la pulga. Aun si Shinra le dijera algo en favor del informante, dudaba que Celty se lo creyera del todo. El médico era un caso especial al final de cuentas.
Shizuo no había visto al médico clandestino desde hacía mucho tiempo.
Al disminuir sus enfrentamientos con otras personas y que los altercados con gentuza que sí lograse hacerle algún tipo de daño desaparecieran por completo, Shizuo no había tenido necesidad de ir a visitarlo. Aun así, dudaba que Shinra hubiese podido cambiar de mentalidad en el transcurso de los últimos días. Era el sujeto que más conocía a Izaya después de todo, y por lo mismo, sabía por demás lo que era capaz de llegar a hacer ese maldito.
El guardaespaldas detuvo su andar para encender un cigarrillo.
Tras dar una primera calada, Shizuo alzó la mirada, manteniéndola en el cielo despejado por unos segundos. Se encontraba, después de una larga conversación con Tanaka Tom, frente a un edificio de departamentos donde vivía otro de los deudores.
"Parece que hoy estás más distraído de lo normal" le había dicho Tom con el paso de las horas. "No preguntaré nada, pero te necesito de regreso después de cobrarle a este cliente. ¡Ah, y no te preocupes!, Varona se encargará."
Debido a eso, Heiwajima Shizuo estaba de pie frente al edificio de departamentos sin nada más que hacer que esperar.
Sinceramente, odiaba sentirse de aquella manera. Odiaba no poder controlar su ira para que no interfiriera con su trabajo. A esas alturas, Shizuo estaba seguro de que no lograría calmarse por más que quisiera hacerlo, al menos, no lo haría hasta encontrarse personalmente con el responsable de su constante mal humor. Porque a pesar de no querer a esa pulga cerca, no tenía intenciones de dejarle hacer lo que quisiera, no esta vez. No permitiría que lastimara a Celty ni a alguien más con sus habituales manipulaciones, aunque para eso tuviera que hacerle frente por su propia voluntad.
— ¡Shizuo-san~!
Al escuchar su nombre, el guardaespaldas giró el rostro hacia su izquierda para ver quien lo llamaba. Al notar de quienes se trataba, una sensación molesta se acunó en su interior: eran las gemelas Orihara quienes se acercaban hasta él a paso rápido. A pesar de no odiar a las dos chicas, seguían siendo las hermanas de la pulga y Shizuo no quería involucrarse con nada que estuviera directamente relacionado con Izaya. No por el momento.
Aun así, no pudo evitar saludarlas cuando se detuvieron a solo un paso de distancia.
— Mairu, Kururi. ¿Qué hacen por aquí?
Ellas sonrieron de forma cómplice.
— ¡Estábamos dando un paseo con Iza-nii! —Exclamó Mairu con efusividad. Shizuo contuvo la respiración con fuerza para no dejar salir la ira que se arremolinó en su garganta. Frente a él, la chica continuó, ignorando su malestar. — ¡Fue tan extraño, Shizuo-san! ¡Iza-nii no es de los que comparten sus paseos para observar humanos! ¿Verdad Kuru-nee?
Kururi simplemente asintió.
— Así que pensamos que podía ser una de sus trampas pero… ¡Nos tenía una sorpresa! ¡Y fue la mejor de todas, Shizuo-san! ¿¡No es así!? —Continuó Mairu, esta vez prácticamente dando saltos de alegría y arrastrando a Kururi consigo. Esta última sonrió también.
—…Feliz.
Era la primera vez que Shizuo veía a la gemela más serena sonreír abiertamente. Eso lo sorprendió a tal punto, que logró disminuir un tanto su enfado. ¿Qué tipo de sorpresa les habría dado Izaya para hacerlas así de felices? Solo bastaron unos segundos para que su instinto le advirtiera otra vez. Solo había algo que haría a las gemelas así de felices, y era lo único por lo cual no le habían preguntado ese día. Aun cuando era lo único por lo que siempre lo saludaban…
— ¿…Qué sorpresa les dio?
Absortas en su felicidad, las gemelas pasaron por alto el tono oscuro con que Shizuo había impregnado la pregunta.
— ¡Un encuentro con Hanejima Yuuhei-san! ¿¡Increíble, verdad!?
.
…
.
¡Esa maldita pulga! ¿¡Por qué diablos se había acercado a su hermano!?
Shizuo corría rápidamente hasta el sitio desde donde las gemelas se aceraron minutos atrás. Ese malnacido, Izaya debía seguir por la zona todavía, y él lo encontraría. ¡Juraba que lo haría! No le dejaría volver a ocultarse otra vez. No esta vez. No después de haberse atrevido a importunar a su hermano. Eso estaba fuera de todo límite. Además, Shizuo estaba absolutamente seguro de que ese desgraciado había manipulado o extorsionado a Kazuka de alguna forma, para que accediera acercarse a sus hermanas.
Corrió por varias cuadras, rodeándolas por completo, antes de regresar a la calle por donde inicialmente había comenzado su búsqueda. Allí, detuvo sus pasos abruptamente y observó atento a su alrededor, incluyendo algunos tejados nos tan altos donde la pulga pudiese esconderse con rapidez. Chasqueó la lengua en un intento de retener su ira y retomó su andar, que a pesar de ser rápido, no llegaba a ser una carrera.
Siguió inspeccionando sus alrededores, buscando en cada rincón algo que le indicase que allí se encontraba el informante, pero nada aparecía. Intentó encontrar la peste característica que lo alertaba de la presencia de Izaya, pero no era capaz de percibir nada. Lo único que fue capaz de sentir, fue una rabia pura e intensa.
Sabía muy bien que existía la posibilidad de no obtener ningún resultado con esa búsqueda repentina, que al no existir ninguna señal que le advirtiera de la presencia del informante lo más seguro fuera que estuviera dando vueltas en vano. Sin embargo, algo más, una sensación latente en su interior aparte de la rabia y la ira, le impedía volver por donde había venido. Era ese mal presentimiento que le perseguía desde la mañana.
Fue entonces cuando decidió detener el paso.
A pesar de que sus piernas insistían en querer moverse, Heiwajima Shizuo hizo lo imposible por serenarse. Cerró los ojos e inspiró profundo un par de veces, decidiendo hacer algo más productivo que buscar por buscar: Llamaría a su hermano en ese mismo instante.
El tono de llamada sonó un par de veces antes de que Kazuka respondiera.
— diga.
— Kazuka… ¿estás bien?
El silencio hizo que a Shizuo se le tensaran los hombros. Sentía su rabia regresar.
—…Lo estoy. —otro silencio, pero esta vez, fue extrañamente tranquilizador. — Es extraño que me llames…Supongo que has oído algo sobre lo que paso hoy.
— Bueno, sí. — respondió Shizuo, recordando a las gemelas. — ¿Ese maldito te amenazó con algo, Kazuka? Porque si lo hizo…
— No deberías preocuparte por eso, Nii-san.
No pudo evitar dejar salir su enojo contenido.
— ¡Maldición! ¿Lo hizo, verdad?
— No. Él no hizo nada como eso…Fue un trato. — Shizuo quiso replicar algo, pero Kazuka no se lo permitió. — No habría accedido a ver a sus hermanas de no haber sido así.
Shizuo empuñó su mano libre con fuerza, antes de contestarle a su hermano. ¿Existiría algún motivo por el cual Kazuka le mentiría? No. No había ninguno, ya que sería contraproducente hacerlo con un hermano cómo él. Además, jamás le había mentido en su vida, por lo que decidió confiar en Kazuka una vez más.
— Si se atreve a hacer algo más, lo mataré.
— Eso veo pero… ¿No quieres ir a prisión por algo como eso, verdad? — Shizuo no encontró manera de refutar eso. Menos al oír la frase en aquel tono tan carente de emocionalidad. — Solo, intenta mantenerte como hasta ahora, Nii-san.
Shizuo exhaló con fuerza, antes de esbozar una tenue sonrisa.
— Lo haré. — Hablar con su hermano siempre lo calmaba.
Tras una breve despedida, la llamada se cortó.
Con parsimonia, Shizuo guardó su celular una vez más, dispuesto a regresar a su puesto abandonado de trabajo. Le debía una explicación a Tom-san y a Varona por dejar su puesto. Pero al dar la vuelta, toda la ira, rabia e irritación que creyó contenida solo un segundo atrás, regresó hasta él con toda la fuerza de una explosión inesperada.
Allí estaba, ese maldito...
— ¡I-ZA-YA~! —gritó sin contenerse más, al ver la silueta del informante a solo unos metros de distancia.
El aludido, con su habitual chaqueta negra puesta, se giró ante el estridente sonido de su voz en menos de un segundo. Y mientras se abalanzaba hasta él, Shizuo, por primera vez en su vida, vislumbró un pequeño asomo de temor en los ojos rojizos. Aun así, no se detuvo al verlo. No. Pero la impresión hizo que su golpe fuera a dar a un costado del informante, quien solo había dado un par de pasos hacia atrás hacia la muralla más cercana.
La pared con la que chocó su mano comenzó a trisarse al momento del impacto.
— Shizu-chan… —dijo Izaya un tanto nervioso, a la vez que se alejaba otro poco de él por un costado, pero sin intenciones de escapar.
— ¡Tú, Maldito! — el guardaespaldas, volvió a acercarse al informante, pero este solo retrocedió un poco más. — ¡¿Qué te dije sobre venir a Ikebukuro, AH?!
Estaba a punto de tomar entre sus manos una máquina expendedora para lanzársela al informante, pero al ver que el maldito no hacia amago siquiera de sacar su navaja y simplemente lo miraba sin expresión alguna, Shizuo se detuvo. Esto no debería ser posible. Definitivamente algo andaba muy, muy mal. ¿Qué mierda estaba sucediendo?
— Bastardo… ¿Por qué no estás escapando como siempre, maldita pulga?
Izaya cerró ambos ojos por un instante, una vez antes de contestarle.
—…No hay razones para que lo haga.
Era innegable que Shizuo estaba confundido.
— ¿Qué-?
A diferencia de Izaya…
— Y tú tampoco tienes motivos para perseguirme esta vez ¿No es así, Shizu-chan?
Al darse cuenta de que el malnacido tenía razón, Shizuo regresó a su posición habitual, con las manos en los bolsillos. Con el ceño fruncido al extremo por la irritación, el guardaespaldas recordó todo el tiempo que llevaba sin tener problemas ni enfrentamientos con extraños que lo retaban de la nada. Y hasta el momento, no tenía pruebas para asegurar que Izaya hubiese estado planificando algo en Ikebukuro.
Lo único que le quedaba…
— Maldito bastardo, te atreviste a acercarte a mi hermano ¿no es así?
Izaya desvió la mirada tras sorprenderse ante sus palabras. Después lo enfrentó.
— ¿Te encontraste con la gemelas verdad? —Izaya sonrió con ironía, antes de expandir sus brazos exponiendo todo a su alrededor…— ¡Ya veo…! entonces ¿estabas buscando a tu hermano? ¿Querías asegurarte de que no lo hubiera obligado a hacer algo peligroso? ¿Algo desagradable? ¿Algo inconcebible?
Shizuo chasqueó la lengua, intentando contenerse al menos un poco más. Aquella sensación que impedía que Celty o Shinra dudaran de él quería apoderarse de él también, pero no lo permitiría. No se dejaría engañar. Allí había algo oculto, y él lo descubriría. Por su bien y el de todos…
— ¿Por qué otra razón lo buscarías? ¡Maldición! ¿¡Qué mierda estás planeando ahora, Izaya!?
El informante sonrió, de la misma forma molesta en que siempre lo hacía. Shizuo sintió ganas de estrangularlo sin más.
— ¿Sabes? Siempre te odié por tener un sexto sentido súper desarrollado, a pesar de tener la mente de un ser unicelular, Shizu-chan. — Ante la obvia burla, Shizuo reaccionó con claras intenciones de golpearle y esta vez, sin intenciones de fallar. — ¡Pero! ¡Esta vez te equivocaste! — la voz de Izaya lo detuvo a medio camino, y su expresión de completa seriedad, también. La maldita pulga no estaba jugando, al menos así lo sentía. — No tengo planes de causar problemas a nadie en Ikebukuro en esta ocasión. — aseguró. — Ni a tus conocidos, ni a tu hermano…ni a ti. De hecho, el causarte problemas, no lo haré nunca más.
¿Qué-?
— ¡Aun si no me crees, toma este último tiempo pacífico como una prueba de mis palabras! — Izaya se alejó otro pasó más de él, antes de terminar para alejarse del lugar. — Podrás vivir tranquilo de ahora en adelante… Es una promesa, Shizu-chan.
.
.
.
.
.
