¡Hola de nuevo! A pesar de mi ausencia que parecía eterna, he regresado, y pienso tener… Reviews (¿?) Oh, ¿a quién engaño? Mi reinado del terror con mis fanfics RPS y el Hiddlesworth está a punto del colapso. Ok, ya, suficiente drama. En realidad nunca dejaré de escribir sobre ellos porque han logrado conquistar mi corazón y lealtad. Espero que esta nueva historia les guste, en honor al estreno de Infinity War. Inspirado en el magnífico post de Lethal-desires en Tumblr: Single Fathers AU. Les dejo el link para que lo amen tanto como yo: l post/167347813413/single-dads-au (espero que fanfiction no lo borre)

También aprovecho para dedicárselo a aquellas personitas que me han seguido incondicionalmente en mi escasa aparición en el último año, sobre todo con el enorme apoyo en la actualización de "Así he aprendido a odiar".

Sin más preámbulos, disfruten y gracias por leer.

Disclaimer: Chris y Tom no son de mi propiedad. Se pertenecen a ellos mismos (?)

Advertencias: slash / lemon/ gay couple. Single fathers AU. Rated: M. smut/ explícitas


-o-o-o-o-


NIÑOS, LOS MEJORES CONSEJEROS

I

—Vamos princesa. Es hora de levantarse —dijo Chris, dándole un pequeño empujoncito a Natalie, quien todavía estaba dormida en su nueva cama.

Tenían apenas dos semanas de haberse mudado a ese nuevo vecindario, para variar, por el trabajo de su padre. Aunque ella tenía escasos seis años de edad, sabía lo ocupado que era ser Chris Hemsworth: uno de los cinco directores de una empresa privada para realizar comerciales y padre soltero al mismo tiempo. Pero estaba bien, ella no sentía que hubiera deficiencias en su cuidado o en el tiempo de calidad que pasaran; pero ¡caracoles, ya se habían mudado tres veces éste año! Comenzaba a molestarle hacer amigos y tener que irse a los tres meses.

Estiró los brazos y miró con cara de berrinche a su padre.

—Dijiste que sería la última mudanza —sacó el tema con un puchero en los labios.

—Oh, lo siento —se disculpó Chris. —De verdad que será la última

—¡Ya lo creo que sí! Extraño a mis amigos

—Bueno, todavía puedes hablar con ellos por videollamadas

—Pero podría ir a visitarlos si no estuviéramos tan lejos

El origen del empresario era australiano, sin embargo, con los recientes cambios en la empresa y la supervisión de cada uno de los directores en un sector determinado, Chris tuvo, por unanimidad de votos, el puesto en Londres. Eso era un verdadero cambio para la pequeña Nat, quien apenas había llegado, se sintió apenada por tener un acento peculiar. Pero para su suert, su niñera Clara aceptó ir con ellos.

—Vamos Nat, llegarás tarde a tú primer día de escuela si no nos apuramos

La pequeña de ojos azules, como los de su padre, se levantó a regañadientes, pero después de tomar una malteada de chocolate en el desayuno ya estaba feliz.

—Clara, Nat sale a la una de la tarde. Yo llegaré alrededor de las cinco. Si hay algún problema, llámame

La nana asintió, bastante tranquila mirando como el intrépido australiano le abrochaba el cinturón de seguridad a su hija en el asiento trasero de su camioneta. La madre de Nat había fallecido hace tres años, y a pesar de que eso supuso un cambio drástico a la vida de toda la familia, debía admitir que Chris hacía un magnífico trabajo como padre, y madre. Pero tarde o temprano Nat necesitaría el amor de otro elemento parental.

Llegando a la escuela, el rubio fue el blanco de muchas miradas de distintas mujeres llevando a sus hijos a la escuela, quienes no repararon en ser discretas al decir frases como: "mira Carol, es el padre de la niña nueva"; "mira esos ojos"; "dicen que está soltero"; "su acento es tan exótico". Frases que, por supuesto, Chris no escuchó (la distracción podría ser una virtud en él). Sin hacer más intervenciones, despidió a Nat, dirigiéndose a su oficina.


-o-o-o-o-


El primer día en el trabajo fue regular. Chris no hizo mucha interacción como debía. Las caras nuevas le causaban desconfianza en muchos sentidos, pero supuso que sería cuestión de tiempo encontrar alguna amistad que lo hiciera sentir más cómodo. Recordaba a la madre de Nat de vez en cuando, y hubiera querido tener citas para hallar alguna… ¿Sustituta? No. La madre de Nat siempre sería irremplazable, pero no era ciego a la realidad: se sentía solo aun con su hija. Vino pensando todo esto durante su trayecto de regreso a casa. Al aparcar, Nat corrió hacia él, abrazándolo.

—Hola pequeña. Vamos dentro, ¿sí?

Era un desastre la sala, con un montón de cajas de cartón aun sin abrir, con todos los juguetes de la niña con polvo. A decir verdad, le hubiera gustado desempacar, pero estaba exhausto. Se inclinó hacia su hija sonriéndole. La chiquilla le señaló una agujeta desatada, mostrando ojos tiernos para que su padre las abrochara mientras ella se sentaba sobre una caja llena de peluches.

—Gracias por cuidar de ella, Clara —dijo Chris a la nana, quien solo asintió antes de meterse a la cocina para servir la comida. —¿No le diste problemas a Clara? —preguntó arrodillado frente a la pequeña.

—No papi

—Bueno, dime, ¿cómo estuvo tu primer día de escuela?

—Bien, me invitaron a una fiesta de cumpleaños

Chris inclinó la cabeza, sorprendido. Nat tenía el carisma para hacer amigos que heredó de su madre, y a veces sus habilidades para socializar le permitían ser bien recibida en la ciudad. Por un lado le había preocupado que se cohibiera por el acento australiano nato en ella, pero al parecer, los niños ingleses la aceptaron sin problema.

—Mi princesa ya hizo amigos por lo que veo —dijo orgulloso.

—Le prometí a Ben que tú también estarías en la fiesta

—¿Por qué, corazón?

—Para que le dieras una paliza a su papá

El rubio abrió los ojos de par en par. No era común que Nat tuviera discusiones agresivas (o eso parecía), pero no veía ningún signo de pelea física al menos. Francamente era sobreprotector y aun no entendía las "competencias" infantiles, donde cada uno presume a sus progenitores. Eso lo obligó varias veces a cambiar a Nat de escuela por temor a que la lastimaran. Clara solía decirle que ella debía aprender a defenderse, y no dudaba que su hija podía hacerlo, pero… Era su princesa.

—¡¿Para hacer qué?! —preguntó bastante consternado.

—Ben dijo que su papá es el hombre más fuerte de la ciudad. Quiero probarle que se equivoca

Nat frunció el ceño, cruzando los brazos, como si esa petición fuera una ley. Nadie iba a decirle que su padre era debilucho, ella lo había visto mil veces entrenar con el equipo de pesas en sus múltiples casas y sus medallas de la preparatoria corroboraban lo buen deportista que era. No, ese niño, Ben, se callaría el pico.

—Anda, ¿sí? —preguntó muy tierna.

Chris, sin poder resistirse a las peticiones de su nena, ladeo el labio mostrando un poco más de serenidad. No había necesidad de hacer tanto drama por una petición como esa, además ¿qué iba a pasar? Iría a la fiesta de cumpleaños, intercambiaría unas palabras de cortesía con el padre de Ben para demostrar que no eran necesarias las peleas y jamás se aparecería de nuevo en el vecindario, a menos que Nat y Ben se hicieran muy buenos amigos luego. Sí, no tenía que complicarse la vida.

—Bien, iré

Nat dio un brinquillo de alegría antes de ir a la mesa a comer un sándwich de mermelada.


-o-o-o-o-


La fiesta de cumpleaños estaba programada para ese mismo fin de semana, en específico el sábado. No se hizo esperar una plática igual de enérgica entre Ben y su padre días antes.

—Benny, no puedes decirle a todos tus compañeros que soy el más rudo de la ciudad… Algún papá podría tomárselo demasiado en serio —dijo Tom.

Tom Hiddleston era alto, esbelto, con ojos azul-aqua y un cabello rizado color dorado y marrón, castaño quemado. Al igual que Chris, era padre soltero hace varios años, motivo por el cual a veces la gente veía, confundida, a Benny. Nadie asociaba al chiquillo de rizos pelirrojos con gafas gigantes y ojos azules como pariente de Thomas. Mucho menos pensarían que su padre podía ser un hombre muy firme, recto y habilidoso como pocos.

—Nat es muy presumida —respondió como excusa Ben, mientras terminaba su tarea en la mesa.

—De acuerdo, puede ser presumida —continuó el inglés. —Pero tú no lo eres

—Le dije la verdad: eres el hombre más rudo que conozco

—Ehehe… Tal vez —sonrió, acercándole un vaso de leche a su hijo.

En cualquier caso, si Tom veía al otro hombre, aclararía que había sido un simple juego de niños aquella triquiñuela entre Ben y Nat. Él no era partidario de las peleas, mucho menos con motivo de una travesura. Fuera como fuera, él tenía todo preparado para que el sábado fuera excelso y perfecto. Siempre tuvo rasgos de ser obsesivo compulsivo, y se dejaba notar con la lista de cosas con las que sorprendería a su hijo durante la fiesta: el pastel, sus regalos, los manteles de Thor que tanto le agradaban, una mesa de dulces, dos piñatas, etc.

Por lo que restó de la semana no se preocupó por la supuesta reunión "protagonista". Tan solo empezar a organizar todo desde temprano el mismo sábado se mantuvo lo suficientemente ocupado para ignorar el acontecimiento.


-o-o-o-o-


Clara intentaba peinar a Nat, pero la chiquilla se movía tanto en su asiento que apenas podía tocarle el cabello.

—Nat, cielo, tu padre me pidió que te hiciera trenzas —dijo la nana, un poco desesperada.

—¡Mi vestido me pica!

Y con mucha razón: Nat odiaba el crepé y el tul de su vestido. Su padre, en general, no sabía nada sobre vestidos para niñas, y ella no ocultó su "facepalm" cuando vio lo que debía vestir para la fiesta de Ben.

—Bueno, le quitamos la falda de tul y podrás usar algún mallón de algodón, ¿qué dices?

—¡Al fin alguien que dice algo sensato! —dijo estirando los brazos, como si escuchara un milagro

Nat solía ser muy obstinada con su propio guardarropa ya desde muy joven, que hacía pensar a Chris que sería una especie de influencia en el mundo de la moda o algo así. Oír a su hija lo hacía sonreír porque, aceptando sus defectos, era pésimo para elegir combinaciones. Resultaba irónico porque él era a quien todos acudían para pedirle su aprobación en los últimos ajustes y edición de los comerciales que patrocinaba.

Chris terminó de abrocharse su camisa de algodón a cuadros y pasarse el cepillo dos veces para quedar listo. Se perfumó con dos disparos y llevó de la mano a su hija hacia la camioneta.

—No tardaremos Clara, puedes ir a visitar el centro si deseas

Era lógico que la nana fuera de visita al gran Londres. Era amante del Big Ben y la reina.

Se despidió desde la puerta, escuchando que Nat ya había puesto la radio para oír su canción favorita: "Let it go" de esa película de la cual se había convertido en fanática sin remedio.

En menos de media hora, Chris encontró la dirección que indicaba la tarjeta de cumpleaños. Como regalo, había comprado una figurilla de Iron Man y del Capitán América… Siempre funcionan las representaciones miniatura de los superhéroes.

Mientras tanto, dentro de la casa Hiddleston había una disputa familiar sobre cuál pastel debía partirse primero: si el de tía Sarah o tía Emma, las hermanas de Tom. Los abuelos James y Diana Hiddleston no iban a faltar al cumpleaños de su único nieto. No fue sorpresa que sus regalos ocuparan casi un tercio de la mesa de regalos en el jardín.

Tom vivía en una modesta casa de campo, oculta por un viñedo, pero no alejada (demasiado) de la gran metrópoli de Londres. El patio era enorme para albergar a los primos y amigos de Ben, sobrando espacio para los adultos.

—Vamos, Ben puede partir los dos pasteles al mismo tiempo —dijo la abuela Diana, calmando a sus hijas.

Ambas tías consentían tanto a su único sobrino que parecía que ellas fueran sus madres, incluso Tom agradecía que fueran tan amorosas porque Ben era su mayor tesoro, y si sentía la falta de amor materno, esperaba que sus hermanas pudieran compensarlo.

El inglés sonrió de lado y terminó de acomodar el simpático suéter de algodón azul que eligió para Ben, mientras él terminaba de anudarse la corbata para que quedase simétrica. Ya estaba todo listo: la comida, las bebidas, los pasteles, la mesa de niños y adultos, el enorme letrero rosa pastel (idea de Sarah) con el letrero "Feliz Cumpleaños, Benny"; perfecto, como le gustaba.


-o-o-o-o-


Al cabo de diez minutos llegaron los primeros invitados, familia cercana de los Hiddleston, y conforme la fiesta crecía, los compañeros de escuela se manifestaron.

Chris pensó que vivir en una casa de campo debía ser toda una delicia, considerando el ritmo de vida al que estaba acostumbrado, incluso sintió envidia al ver la fachada. Con tres pisos y una piscina ¿quién no quisiera vivir ahí? Definitivamente era muy diferente a la casa de dos pisos en medio del conjunto habitacional privado donde vivían él y Nat.

Ayudó a la pequeña a bajar, luciendo su hermoso vestido de crepé violeta y listones del mismo material y color al final de sus dos trenzas, quien estaba totalmente emocionada. Nat era inteligente y no pasó por alto que las miradas de los demás niños eran de temor y respeto hacia su padre, sosteniendo la pesada caja de regalo con facilidad.

Adentrándose en un caminito de piedras que conducía al sitio del evento, Nat miró por todas partes para encontrar a Ben, pero hizo un puchero al no hallarlo.

—No está —dijo exasperada

—¿Quién, cielo?

—Ben. Le dije que tú estarías aquí —recalcó. —Seguro se escondió para que no pudiera decirle que yo tengo razón

—Vamos, Nat, no seas tan dura con él. Es un chico, a veces los chicos no hablan en serio todo el tiempo

Chris sonrió de lado, dejando la caja en la mesa de regalos, sin soltar a su hija, pero sintió un jaloneo y para cuando se dio cuenta, Nat estaba corriendo hacia un grupo de niñas. "Compañeras de clase" pensó el australiano, sin intentar detenerla. Se metió las manos a los bolsillos y esperó que el festejado apareciera para presentarse con los padres de él. Entonces, vio a la pequeña Hemsworth correr hacia él, con una sonrisa tan grande que podía verse el agujero donde su alguna vez estuvo su incisivo superior izquierdo, dejando paso al diente permanente para crecer.

—¡PAPI, PAPI, PAPI! ¡Ven, pronto, ven! —gritó, empujándolo hacia dentro de la casa, a un lugar que parecía ser la cocina.

Del otro lado, en la misma habitación, Ben ajustó sus lentes para enfocar mejor: si, Nat había llegado… Con su padre. Con su enorme y musculoso padre.

—Ay rayos, estoy en problemas —se dijo a sí mismo, corriendo hacia su padre.

Tom estaba abriendo varias botellas de jugo para los sedientos pequeñines a su alrededor, apenas logrando distinguir la voz de su hijo entre tantos gritos.

—Papá… Está aquí —dijo el pequeño Ben con algo de inseguridad.

—¿Quién está aquí? —preguntó Tom, inclinándose.

—El papá de Nat

Ya habían tenido la conversación sobre el padre de Natalie durante los días previos. Tom recordó todo en un instante al ver a Chris. Se irguió de nuevo, incluso dejó de masticar el canapé que había preparado Emma.

—Es él, papi —señaló Ben.

No había necesidad que le señalaran: siendo el único hombre en esa habitación además de él, lo hacía obvio. Era más alto que él incluso… ¿Se habría tomado en serio lo que dijeron los niños sobre ser el más rudo? No.

Parecía enojado, pero su expresión era pacífica.

Tom había dejado, de pronto, de oír las voces de los niños. Sus manos se hallaban inmóviles con una tapa de jugo a medio camino de descorche. ¿En serio era el padre de Nat? Sentía unas ganas irrefrenables de conocerlo ya.

Por su lado, Chris había entrado a la cocina, llevando de la mano a su hija. No se le dificultó saber quién era Ben por las señas que Natalie ya le había repetido a lo largo de la semana; tampoco tuvo problema en reconocer al… Padre.

Su corazón empezó a latir con fuerza sin saber el motivo. Al enfocar esos ojos tan brillantes como el mismo cielo, quedó maravillado. Se trató de arreglar el cabello, pasando sus dedos por la cabeza, a pesar de traer un corte muy al ras, inclinando la cabeza en señal de respeto, porque le daba miedo dar una pésima primera impresión. No quería ser despreciado por ese sujeto… Y no entendió por qué.

Luego de la sorpresa inicial, Tom recobró el sentido de la realidad con el alboroto infantil que reclamaba su atención. Había permanecido quizá unos segundos mirando al rubio, pero el sentido del tiempo se volvió relativo en ese breve instante, y era increíble que un perfecto desconocido le diera una sensación de confianza tan rápido.

—¿Ese hombre? Puedo vencerlo fácilmente —respondió a su hijo, con un aire de alarde.

Ben solo miró con extrañeza a su padre y luego a Chris, preguntándose si estaban viendo al mismo sujeto, porque odiaba admitirlo, pero Nat tenía razón: su padre parecía todo un luchador, y ciertamente, poseía más condición física para vencer al suyo.

—Si… Eh, no guardo tanta esperanza como tú, papá —confesó, mirando preocupado a Chris.

—Hey, gracias por las palabras de apoyo, Benny

Bueno, no planeaba demostrar si era el más rudo o no, pero debía imponer su presencia. Era absurdo pensar que ese sujeto podría ser una amenaza dentro de su propia casa, pero Tom en seguida quiso demostrar que él tenía pantalones y no se dejaría amedrentar… ¡¿Pero qué estaba pensando?! Eso era justamente lo que no debía pasar: una discusión sin sentido, y todo por culpa de esos ojos azules que parecía que podían leer su mente en milésimas de segundo. No, se mostraría tranquilo, sí, solo era otro padre de una compañera de escuela de su hijo. Había enfrentado presentaciones antes, y ésta no sería la excepción, pero ¡demonios! ¿Por qué sentía como si estuviera en una entrevista de trabajo?

Respiró profundamente, como si decir su nombre fuera una hazaña, caminando con paso decidido hacia aquel hombre, seguido por Ben a sus espaldas. Al estar cara a cara, el inglés levantó su mano.

—Tom Hiddleston, soy el padre de Ben. Supongo que debes ser el padre de Nat

Chris inspiró profundo, sus pupilas se dilataron. Casi pudo oler la colonia Giorgio Armani que traía aquel hombre: Tom. Ahora sabía su nombre.

—Err… Si, así es —contestó burdamente, devolviendo el gesto para estrechar la mano de Tom. —Soy Chris. Chris Hemsworth. Un gusto

Con el contacto minúsculo entre sus dígitos, hubo una gran entropía en la mente de cada uno. Un alboroto de magnitud tan fuerte, que el golpe no tuvo oportunidad de pasar desapercibido por ambos hombres, cuyos ojos sostenían un duelo de dominación.

—Te dije que mi padre era más rudo que el tuyo, Ben

La voz de la pequeña Natalie interrumpió la espiral de desasosiego entre los adultos, quienes rieron como reflejo inicial.

La pequeña tomaba de la mano a su padre, mirando con ojos de reto a Ben, quien le devolvía una cara de pocos amigos. Duró poco su riña infantil porque de inmediato, Chris giró sus ojos hacia su hija y la atrajo frente, diciendo:

—Vamos Nat, saluda al padre de tu compañero

La pequeña frunció el entrecejo, pero no era grosera. Puso su mejor sonrisa, con mejillas sonrosadas y se presentó haciendo una reverencia como las princesas de sus películas favoritas.

—Encantada señor Hiddleston

El inglés devolvió la sonrisa e hizo que Ben saludara también.

—Mucho gusto —dijo el pelirrojo sin mucho entusiasmo

Nat, con picardía, giró el rostro y empezó a reír. — ¿Y tú mamá?

—Oh, no tengo mamá

Chris carraspeó, esperando que el comentario no hubiera sido demasiado incómodo con Tom.

—¿En serio? —preguntó Nat, encogiéndose de hombros. —Yo tampoco

Pareció que la "coincidencia" de que ambos estuvieran sin mamá calmó el malentendido, ya siendo cosa del pasado cuando Nat tomó de la mano a Ben y se dirigieron hacia los columpios junto a los primos del chico, dejando a ambos adultos en la cocina.

Chris miró de reojo a Tom. El primer pensamiento que llegó a su cabeza fue que no existía una señora Hiddleston, y sin saberlo, se alegró para sus adentros.

—¿Deseas una copa de vino? —preguntó Tom, mostrando una botella. Chris asintió, ayudando a bajar los vasos, mientras Tom trataba de descorcharla.

—Es una pena —dijo el rubio, regresando a la mesa. —Que ambos no tengamos esposa

—Soy divorciado —mencionó el inglés haciendo un esfuerzo por jalar el corcho, pero parecía no ceder con nada.

¿Divorciado? ¿Hace cuánto? ¿La seguía viendo? ¿Su familia vendría para el cumpleaños de Ben? Las preguntas no paraban de formularse en la cabeza del rubio… Un momento, ¿por qué? Y no era curiosidad sana. Lo dedujo por la adrenalina y la impaciencia de querer, de pronto, conocer todo sobre Tom. ¿Qué lo hacía sentirse tan raro de repente? Supuso que la custodia había sido indiscutiblemente dada a él, seguramente la mujer había sido una arpía… Espera, Christopher, contrólate, ni siquiera llevas media hora de haberte presentado.

Se sintió estúpido, y quiso ignorar el comentario.

—Oh, espera. Conozco un truco, ¿puedo? —preguntó.

Chris se acercó a Tom, tocando sus manos accidentalmente de nuevo. Tomó la botella, envolviendo el cuello con una mopa con cubitos de hielo, haciendo movimientos circulares para aflojar el material. Odiaba cuando se atoraba.

Tom se cruzó de brazos para observar mejor al grandulón frente a él. Sin darse cuenta ya estaba sonriendo al verlo gesticular bufidos de frustración al pelear con la condenada botella de vino, hasta por fin, conseguir descorcharla.

—Gracias —tomó la copa, dando un sorbo. — ¿Tú también estás divorciado?

—Viudo

—Oh, lo lamento, no quise…

—Está bien, Tom —lo llamó naturalmente. —Ya pasaron tres años. Natalie y yo ya lo hemos asimilado, y ella… Ya la viste

—Es preciosa — aduló Tom. —Has hecho un excelente trabajo como padre. Es toda una damita

—Tú también date crédito —dijo Chris, palmeándole el hombro. —Para organizar todo esto sin la pareja puede ser complejo. Yo no podría si mi niñera no me ayudara. ¿Lleva mucho tiempo que estás divorciado?

—Hace un año

Era increíblemente corto el tiempo que Tom llevaba siendo padre soltero, pero no podía continuar con esa relación. La madre de Ben había sido su novia por corto tiempo, no el suficiente para conocerse a fondo, pero sí para un compromiso muy acelerado. Se habían casado porque ella descubrió que estaba embarazada, y sus suegros apenas le dirigían la palabra pues "había truncado su brillante carrera" como artista. Debió imaginar que estaría frustrada en cuanto a sus objetivos, pues era más joven. A diferencia suya al graduarse como lingüista, especializado en la cultura nórdica y celta.

No podía ocultarlo, fue un desastre. Y suponer que podría ser un excelente padre soltero todavía era una interrogante gigante. Tenía el apoyo incondicional de sus padres y hermanas, pero su hijo extrañaba a su madre. Desde la separación, no habían hablado siquiera. Ella fue clara en los términos: "Si vas a irte, entonces vete con el niño. Pero te lo advierto, Thomas: nunca volverás a saber de mi".

Chris sabía que había tocado una fibra sensible. Lo notó en la expresión de Tom. De pronto, sus ojos aqua perfectos perdían opacidad, mirando hacia la dirección de su hijo. Quizá fue muy imprudente al preguntar, y sintió culpa.

—Estás haciendo un trabajo excepcional si me lo preguntas —confesó, posando su mano derecha en el hombro del inglés, con un gesto natural de complicidad. —Hablo en serio

Como si fuera un incentivo, Tom sonrió de lado mostrando sus perlados dientes y recibiendo aquel comentario como el mejor cumplido que pudo esperar de cualquier invitado ese día. Asintió e invitó a Chris a salir al jardín para seguir la conversación.


-o-o-o-o-


Hacia la hora donde el pastel de cumpleaños debía partirse, Sarah hundía siete velas color azul y rojo en el enorme postre con diferentes caras de superhéroes mientras Emma repartía gorros de cartón y empezaba a cantar "feliz cumpleaños". Todos los niños estaban amontonados en la mesa y Ben, sentado en medio como si fuera un rey (lo era para sus tías), portaba con orgullo un enorme cuchillo de plástico, sin filo, para cortar su pieza favorita: la cara de Tony Stark.

Nat estaba girando alrededor de su padre, como una pequeña mariposa rodeando un enorme tronco, un musculoso y australiano tronco.

—¿Qué pasa, cielo?

—No veo que tengas moretones o rasguños —especificó la nena. —¿No peleaste?

Chris soltó una risa pequeña, viendo a Tom del otro lado. —No. El padre de Ben es muy agradable

—¿Son amigos?

—Ah… —por un momento el rubio quiso encontrarse con la mirada al inglés para responder con libertad, pero sabía la respuesta: —Sí, lo somos

Debían serlo a ese punto. Tom casi no había convivido con los demás invitados por estar conversando con él toda la tarde, y es que, joder, era como si no pudiera zafarse de su voz. Tenía una elocuencia y labia para hipnotizarlo con ese acento tan fuerte que se confundía, ¿podía ser una amistad normal? Un pensamiento aislado al fondo de su subconsciente le gritaba que tuviera cuidado, porque podía perderse en los ojos de Tom.

Pasando unos minutos de haber partido el pastel, Chris llamó a Nat para comenzar a despedirse, tomando su pequeña mano. Al menos no había ensuciado su vestido en toda la fiesta, eso era ventaja. Ambos caminaron hacia Ben, quien estaba junto a su padre en el sillón principal. Se acercaron al mencionado con un poco de nostalgia por tener que irse relativamente temprano.

—Fue un placer, Thomas —se despidió Chris con tono juguetón, tomándolo por sorpresa.

—Oh, Chris

Tom se levantó de su asiento con sorpresa, sin saber que traía una línea de chantilly debajo del labio que Chris se le antojó lamer, pero no lo pensó conscientemente.

—¿Ya se retiran tan pronto?

—Sí porque tengo que dormir temprano y además Clara se quedó sola en casa —se adelantó a responder Nat

—¿Clara? —Tom arqueó una ceja. Había sentido una oleada muy tenue, pero palpable de… ¿Celos?

—Nuestra nana —aclaró Chris, sonriendo con nervios

—¿Tienes nana? —interrumpió Ben, acercándose a Nat. —Yo quiero una, papá

—Ehehe, pero tienes a tía Emma y tía Sarah. Ellas te cuidan cuando yo no estoy

—Sí, pero me hacen comer verduras. Si tuviera una nana, me daría helado de chocolate en lugar de coles—sentenció el chiquillo, cruzándose de brazos.

Tanto Chris como Tom soltaron una risa genuina. Sus hijos eran ingeniosos sin saberlo, el carisma hacía que tuvieran la simpatía de inmediato de ambos hombres, quienes quedaron un momento tan solo mirándose.

Casi sincronizados, Nat y Ben voltearon hacia sus papás, arrugando la nariz al notar que quedaban más tiempo del promedio en una misma postura, sin hablar; y luego se giraron hacia el otro.

—¿Papá? —llamó Ben. —¿Significa que podemos jugar otro rato más?

—Sí, papi, ¿podemos? —secundó Nat, tirando con poca fuerza del brazo de Chris

Solo hasta ese momento ambos hombres salieron del trance. Se habían perdido en los ojos del otro, de una manera bastante profunda, quizá descifrando el misterio de tener química al instante. ¿Sería el mismo patrón en la cabeza de ambos? ¿Sería el destino que trataba de ser misericordioso? Sería demasiado alarde creer que podría surgir una amistad duradera después de haberse visto una vez…

—Creo que podrían jugar un poco más, ¿no crees?

Chris fue el primero en hablar. De inmediato Ben tomó a Nat para salir al patio una última vez.

Tom dejó que sus hermanas se encargaran del resto de los invitados mientras tenía una plática breve con el australiano, saliendo a la parte trasera del jardín, donde estaba la fuente con luces neón nocturno. No hubo necesidad de que Tom pidiera explícitamente que lo acompañara a caminar alrededor, porque Chris siguió cada paso.

Estaban a unos veinte metros de los pocos niños que todavía estaban divirtiéndose en los columpios, iluminados por las mismas luces que a ellos. Tom se dirigió a la fuente, sentándose en la piedra color arena blanca. El australiano lo imitó, no muy seguro de qué obtendría de todo, pero con el corazón acelerado en milésimas. ¿Qué sucedía si él estaba viendo las cosas diferentes? Por Dios, no conocía a ese hombre… No lo conocía lo suficiente, pero deseaba con toda el alma tocar sus manos, su cuello, su cabello, sus… ¿Labios?

—Casi no conviviste con los demás por estar atendiéndome. No quisiera causar problemas — bueno, a esas alturas de la fiesta, realmente no había que pudiera cambiar. Pero mentiría si dijera que no disfrutó de acaparar toda la atención de Tom.

—Fue un placer para mí, Chris. Además tu hija es adorable y tu vivo retrato

—Bastante —secundó, mirando sus propias manos. —Nat cumplirá años en dos meses. Espero hacer una fiesta la mitad de lo perfecta que fue ésta, pero francamente soy pésimo. Clara suele ayudarme a la organización, sin embargo, quisiera involucrarme más con mi hija

—Podría dejarte el teléfono de varias tiendas que tiene paquetes infantiles. Digo, tuve que investigar para la fiesta de Benny —Tom sonrió de lado

—Sí, sería de gran ayuda —respondió entusiasmado el rubio.

El inglés sacó su celular para intercambiar números, quedando en silencio después de eso, y es que ninguno tenía la palabra correcta para retomar la plática.

La luna comenzaba a asomar entre nubes multicolor. El reflejo del agua de la fuente danzaba en los rostros de ambos. Tom tragó saliva, pensando que no podría respirar con normalidad porque estaba cerca de aquel hombre, quizá demasiado.

Chris se rebatía sobre si marcharse o solo prolongar su estancia con otra excusa, lo que fuera. Veía la silueta del perfil de su anfitrión, que portaba su elegancia única, su aroma tan perfecto y esa pizca de atracción contra la que no podría luchar más.

Los irises azules se posaron en Tom, como hace unos minutos. Con cuidado y algo dudoso, Chris subió su mano izquierda tomando la nuca del inglés, acercándose quedo, cauteloso, como si no deseara herirlo con la simple acción tan atrevida que pensaba concluir. Había una especie de hechizo mágico que lo atraía… No conocía el motivo, pero no quiso divagar mucho. Para su sorpresa, no obtuvo un rechazo, pero tampoco una invitación abierta, simplemente quedó un Thomas expectante. Se leía en sus ojos que sabía lo que pasaba, pero sin querer asumir un papel de responsabilidad.

El australiano permitió incertidumbre por unos segundos antes de hacer su primer movimiento: sus labios lograron tocar los ajenos, contactando tan suave pero firme a la vez, que agradeció poder sentir sus propios pies en tierra, o habría pensado que estaría flotando. Poco a poco aquel tímido contacto se convirtió en un auténtico beso y Chris tomó confianza para subir su otra mano y aprisionar el rostro de Tom contra el suyo. Era mágico, sublime, adictivo y completamente único. Sintió que Tom tomaba su brazo, pero no para detenerlo, sino como sostén.

—¿Papi?


-o-o-o-o-


Muchas gracias por llegar hasta esta parte. Quizá es un poco más largo de lo que acostumbro escribir, pero necesitaba concretarlo. En fin, háganme saber si les agrada.

Acepto sugerencias/ críticas/ fangirl comments (¿?)

Los veré en el siguiente capi, muajaja

Au revoir!