Letanías

Yami to Fujikiri

Capítulo 1

La última sinfonía del corazón

Mas para un hombre

digno y sensible es bien doloroso saber que sus

intereses dependen de personas que ni le estiman ni

le comprenden, y quienes más bien tratarán de

hacerle daño, que de beneficiarlo...


Que tarea más larga el psicoanalizar los sentimientos, se necesita comenzar contemplando el ambiente, las personas que rodean al objeto de análisis y luego ir entrando en los rincones de cada parte del ser, meternos en el corazón, la mente y el alma, si es que eso existe. Se necesita mantener una objetividad absoluta y una frialdad irrefutable, pues si nos dejamos guiar de la mano por nuestros propios sentimientos, fallaremos rotundamente en nuestra tarea, nosotros mismos seremos víctimas de las consecuencias que traen aquellos sentimientos.

James Potter sabía a la perfección lo que quería. Nunca, en su corta vida de dieciséis años, había perdido en la lejanía sus objetivos, nunca había dudado de sus acciones siempre y cuando estas le hicieran conseguir lo que quisiera, ya fuera malo o bueno, ya fuera un excelente calificación o molestar a Severus Snape, siempre había seguido adelante y sin detenerse a pensar por que lo único que interesaba es saber si quería seguir y obtener eso que ansiaba y James sabía siempre lo que quería. Y lo que quería era a Lily Evans.

Pero esto era diferente, no era lo que siempre quería, no era como aquella vez que deseaba con tantas ganas lanzar un cerillo a la cabeza de Snape para ver si se prendía como si esta estuviera empapada en combustible, ni como la vez que quería que Sirius se quedara en la navidad del cuarto año con él para que le ayudara a preparar su fiesta de cumpleaños, esta vez realmente la deseaba. La deseaba tanto que la calma que siempre solía mantener ante cualquier situación se le escapaba rápidamente por las manos y en cada suspiro que daba al verla caminar, la deseaba tanto que el razonamiento frío y calculador se estaba convirtiendo en locura ante cada minuto que pasaba sin que él pudiera conquistarla, sin que ella quisiera ceder, Lily Evans sin duda era frustrante y James Potter iba perdiendo la cordura cada vez más y más.

Sirius Black, por otro lado, no podía más que observar con amargura los intentos forzados de su amigo, era diferente a como lo veía en sus primeros años, cuando Lily Evans era todo un reto y James Potter estaba gustoso de aceptarlo, no era como cuando los rechazos de Lily solamente lo animaban a seguir intentando; ahora era diferente, ahora sinceramente podía decir que James deseaba con todo su ser a Lily y su rechazo era una amarga tortura que James apenas soportaba. Sirius sobre todas las cosas deseaba ver a James feliz, aunque eso no se lo decía, no se atrevía. No podía soportar el dolor que veía en los ojos de James cada vez que veía como Lily se alejaba de él, así que el Black intentaba de todas las formas posibles ayudarlo en su tarea por conquistarla.

En cierta ocasión y tragándose todo el orgullo que pudo Sirius le había confesado un poco de sus sentimientos y le había dicho, sonrojado hasta las orejas, lo mucho que le quería, como su mejor amigo, como su hermano, le dijo todo lo que haría por él.

- "Lo cierto es que tengo una debilidad por ti, Prongs",

Le había dicho casi susurrando,

- "Realmente yo... haría lo que me pidieras",

Moriría por él, volvería a su casa por él, incluso dejaría en paz a Snivellus si James se lo pidiera (aunque era obvio que James no deseaba tal acto de blasfemia). Pero sin duda por James, Sirius haría lo que fuera y lo intentaba realmente, hacía hasta lo imposible para que Lily le hiciera caso a su amigo, todo lo que estaba en sus manos, ponía hasta su último esfuerzo a pesar de que su corazón le pedía a gritos detenerse y él deseaba con todo su ser que James... bueno, eso no importa, él solo quería ver a Prongs feliz.

Lily Evans sentía algo por James Potter, ya no podía negarlo. El arrogante buscador de Gryffindor ya no le parecía tan arrogante desde hacía unos meses, su poco atractivo se había convertido en una singular belleza natural y ahora veía su antes feo cabello rebelde como una original y elegante moda que debía ser seguida. Pero porqué, entonces, seguía rechazándolo, incluso ella misma se preguntaba. Lo cierto es que Lily quería ver hasta donde James era capaz de llegar por ella, hasta cuando podía resistir su natural tendencia de lucirse, de ser la persona molesta que Lily conoció en primero, de ser la persona con quien no quería salir, ella quería comprobar que James realmente merecía una oportunidad y por eso no cedía. Muy a su pesar.

Lily también quería darle una oportunidad a Sirius, ella sabía de los sentimientos del mejor amigo de Potter incluso mejor que el propio Sirius; a pesar de que no eran cercanos, Lily podía ver con claridad el corazón de Sirius a través de sus ojos grises. Sirius lo quería, realmente lo quería.

Lily sabía que Sirius no se atrevía a declararle sus sentimientos a James y Lily quería darle esa oportunidad, no porque quisiera librarse de Potter, tal vez esa era una prueba más de tantas, tal vez ante eso James si caería, tal vez si fallaría y así Evans tendría un pretexto para negar sus sentimientos una vez más y no ser víctima de aquella debilidad.

Aún recordaba su última conversación.

- ¿Black?. - Sirius aún no comprendía por que Lily Evans se le había acercado y, voluntariamente, había comenzado a hablarle.

- ¿Evans?. - Había respondido aún dudando. Podía observar como Lily se debatía intentando decirle algo. - Prongs si te quiere. - dijo cortante.

- ¿Qué?.- Lily pareció reaccionar. - ¡Ya lo sé, no te iba a preguntar eso!. - exclamó rápidamente. La joven pelirroja pareció volver a sumergirse en sus pensamientos, Sirius solo la miraba esperando a que por fin se decidiera a hablar. - Oye, realmente deberías confiar más en Potter.

- Ok. - Sirius enarcó una ceja, ¿confiar más en su mejor amigo?, ¿y se lo decía la chica que lo rechazaba vez tras vez y que apenas lo conocía?

- Me refiero a que él también podría sentir lo mismo. - Lily intentó corregir, aclarar lo que realmente quería decir. Y con eso se retiró, dejando a un, claramente confundido, Sirius Black.

Pero Sirius al final y con el paso de los meses no lo hacía y Lily comenzaba a rendirse ante sus deseos y James simplemente no podía dejar de perder la cordura en todo sentido, realmente James Potter estaba cediendo a la locura, a la amargura y peor aún, al resentimiento.


Eran las vacaciones de verano, en dos semanas el sexto año en Hogwarts comenzaría. Hacía un calor que difícilmente se podía comparar con otros años, casi todas las familias habían ido a pasar un tiempo en algún lugar más fresco o al menos que conllevara una diversión mayor que derretirse encerrados en sus casas.

Sirius Black, quien apenas un mes atrás se había fugado de su propio hogar y ahora vivía en casa de los Potter, no pensaba más que en el placer que debía ser el sumergirse en el mar azul, cerca de alguna playa lo suficientemente desolada para disfrutarla plenamente, se imaginaba a si mismo junto con otros tres chicos, James Potter, Remus Lupin y Peter Pettigrew. Los cuatro juntos sin ninguna distracción, sin tareas, sin Lily Evans para admirar o Severus Snape para quien molestar, simplemente refugiándose del calor y disfrutando de su amistad. Lamentablemente en la realidad más cruda solo Remus podía disfrutar de la ilusión que se formaba en la mente de Sirius.

Harold Potter era un auror bastante reconocido y por lo tanto, con un trabajo absorbente, incluso en las vacaciones. Desde que James y Sirius salieran del colegio había declarado que no podrían ir de vacaciones; no es que Sirius hubiera ido, claro esta, no podría tomar esa oportunidad ni aprovecharse de la confianza de la familia, ya mucho hacían los padres de James con dejarlo vivir con ellos mientras el joven buscaba una casa propia; cosa que no les hacía gracia a Harold y Dorea Potter, ambos creían que a la corta edad de 16 años un joven como Sirius no podría vivir solo, ambos querían que se quedara con ellos, al menos hasta salir del colegio. Lo cierto es que lo querían demasiado.

Debido al trabajo del señor Potter la familia y Sirius, en calidad de invitado, no habían podido salir de la casa siquiera. Los Lupin, por otro lado, si habían tenido esa oportunidad y ahora se encontraban en aquella playa, que Sirius imaginaba, como desolada. Remus les había enviado una lechuza hacía unos días donde les platicaba a James y a Sirius lo mucho que parecía divertirse y lo apenado que estaba de que no pudieran estar juntos. Peter, por otro lado, no se encontraba disfrutando del mar, pero había viajado al norte a visitar a unos tíos, lo cual a Sirius le parecía más divertido que estar encerrado en la casa; aunque estar encerrado en la casa de los Potter era verdaderamente un paraíso si lo comparaba a los años anteriores en Grimmauld.

Los mejores amigos, James Potter y Sirius Black se entretenían en esos momentos jugando ajedrez mágico, realmente no tenían mucho que hacer. James, particularmente, parecía sumergido en el tablero, aunque a juzgar de la posición de las piezas, las cuales marcaban una considerable ventaja para Sirius, no se encontraba realmente concentrado en el ajedrez.

- Prongs... - Sirius alzó la voz después de varios minutos de silencio. - ¿Podrías dejar de mover las piezas a lo tonto y jugar decentemente?. - Preguntó sin ocultar su exasperación ante la apatía de su amigo. - ¡Prongs! - volvió a llamar al ver que el otro no había, al parecer, escuchado.

- ¿Qué? - exclamó James en voz baja, demostrándole a Sirius que realmente no había estado escuchando.

- ¿Qué rayos te sucede? - Sirius volvió a preguntar con una marcada desesperación en la voz. - ¿Vas a jugar o no?. - James suspiró.

- Maldición Padfoot, debo de pensar en otra forma de acercármele. - Sirius rodó los ojos al escuchar eso, nuevamente Lily Evans. - ¡Debe de haber una forma para que me acepte, no es de piedra! - Para este punto James ya se había levantado ferozmente del suelo y había pateado sin darse cuenta el tablero.

- Yo ya no se. - Suspiró Sirius, realmente deseaba pensar y encontrar una forma pero desde hacía un tiempo para acá, el dolor que sentía al ayudar a James era más intenso, pero sabía que James jamás lo vería más que como su mejor amigo, tenía que resignarse, tenía que soportar.

- Tal vez si la voy a visitar. - Mencionó para sí mismo más que para Sirius. - Su casa queda cerca de aquí.

- Solo la vas a fastidiar. - Le respondió Sirius acomodando las piezas. - Mejor espérate a que las clases comiencen. - Le sugirió sin mirarlo. Pero parecía que James ni siquiera lo estaba escuchando.

- ¡Acompáñame! - James agarró de un brazo a Sirius y lo levantó de un tirón.

- ¡Oye!. - Sirius se quejó. - No quiero acompañarte, ¿por qué me necesitas para coquetear?. - Y realmente no quería acompañarle, se había cansado de verlo rogar tras la chica, de escuchar lo mucho que la amaba, se había cansado de que James le rompiera el corazón y él ni siquiera lo supiera.

Muy a su pesar, ambos salieron de la casa y pronto se pusieron en camino a la casa de Evans, la cual, sin duda no estaba lejos, caminando se hacía unos diez minutos y para esas fechas el centro de Londres estaba un poco deshabitado.

Llegaron a una casa color marrón, una chica poco parecida a Lily se encontraba regando las flores del jardín. Ambos se detuvieron en la reja que separaba el jardín de la calle.

- ¡Petunia! - Gritó James con una voz tan chillona que pareció molestar incluso a Sirius. La aludida casi deja caer le regadera del susto. Volteó a ver a James con una cara de increíble desagrado.

- Eres tú... - expresó con una mueca en el rostro como si acabara de ver algo realmente repugnante. - ¿Qué quieres? Seguro mi hermana no quiere verte.

- Déjame entrar, ándale, solo quiero hablar con Lily un ratito. - James le guió un ojo, le costó bastante a Sirius aguantar la risa. - Petunia estaba apunto de exclamar un gran "no" antes de ser interrumpida.

- ¡Potter, Black! ¡¿Qué rayos hacen aquí?!. - La pelirroja había aparecido en la puerta interna de la casa.

- Vinimos a visitarte. - Sonrió James, Sirius solo levantó la mano en señal de saludo pero sin ver a la chica. - Sal un momento, vamos a platicar. - Sugirió con la voz más suplicante que pudo.

- De verdad Potter, ¿no tienes suficiente con la escuela, también necesitas molestarme durante las vacaciones, en mi propia casa?. - Lily intentó sonar lo más fastidiada que pudo, aunque muy dentro de ella le diera cierto gusto ver al chico.

- Sabes que nunca me podría cansar de verte, te necesito Evans, vamos, dame una oportunidad. - Para Sirius, lo único que le hacía falta a James era ponerse de rodillas. Aún se preguntaba que hacía ahí.

- ¿Ya me puedo ir, Prongs?. - Sirius le preguntó susurrando. - ¿Necesitas que me arrodille ante Lily y le pida que te de una oportunidad?

- Vamos Pad, necesito apoyo moral. - le respondió sin voltear a verlo, sus ojos fijos en todo movimiento que la pelirroja hiciera.

- Aja. - Sirius iba a decir algo más pero se detuvo al ver al chico que venía directo a ellos.

- ¡James, Sirius!, ¡Que bien que los veo!

- Hola Frank, ¿también vienes a rogarle a Evans por una cita?. - Sirius jugó, provocando que James lo mirara con reproche.

- ¿Qué?. - Frank Longbotton se sonrojó levemente pero repuso su postura rápidamente. - No... bueno, más o menos. - Sonrió, Sirius pudo jurar que distinguió como la quijada de James se caía. - Venía a invitarla a mi fiesta, también iba a ir con ustedes después de pasar con Lily. - En ese momento, Evans salía hacía donde los chicos estaban, en el rostro de James se dibujó una gran sonrisa al verla acercándose.

- Hola Frank. - Lo saludó. - Alice me había contado que harías una fiesta, pero te has tardado en invitarme. - Lily sonrió, tomando la invitación de las manos de Frank.

- Si, bueno.- El joven Longbotton bajó la mirada sonrojado. - No son muchos los invitados. - Llevó una mano a la mochila que traía colgando y sacó otras dos invitaciones las cuales se las dio a James y Sirius.

- ¿Es esta noche?. - Preguntó Sirius.

- Eh, si... - volvió a sonrojarse. - no son muchos invitados. - James le sonrió.

- Ahí estaremos. - Frank levantó el rostro y le miró agradecido.

- Gracias. - Miró a Lily quien asintió con la cabeza. - Bueno, me retiro, necesito entregar otras cuantas. - y así se despidió. Pasaron unos minutos antes de que James reaccionara.

- ¡Lily!. - gritó sorprendiendo a la otra. Lily inmediatamente le dirigió una mirada que pareció alejarlo.

- ¡Basta Potter, ya te dije que no quiero nada contigo!. - Le gritó demasiado seria para su propio gusto. La sonrisa de James se borró por completo. Lily se metió rápidamente a su casa, seguida por Petunia y cerró de un golpe la puerta.

James se quedó mirando por unos minutos a la recién cerrada puerta, Sirius lo observó con cautela.

- La verás esta noche. - le dijo al cabo de unos minutos y comenzó a caminar rumbo a la casa del otro.

- ¿Y de qué servirá?. - Suspiró James, su voz se oía mucho más apagada que otras veces. - Realmente la quiero Pad. - Sirius bajó la mirada, cada vez que lo escuchaba decir eso deseaba con todas sus fuerzas declarle sus sentimientos, deseaba terminar con el dolor que sentía cuando lo veía suspirar por Lily. Tal vez si James supiera acabaría odiándolo, pero al menos sabría que no podía esperar ya más de su amigo, tal vez James lo entendería y sutilmente lo rechazaría, pero por lo menos así se habría desahogado por fin y en un remoto caso, tal vez James sentiría lo mismo por él, pero eso era imposible.


Eran cerca de las siete de la tarde. La madre de James les había comentado que estaría fuera unos tres días, ella trabajaba en el diario El Profeta y en esos momentos estaba trabajando en una investigación para su próximo artículo. Tenían la casa para ellos solos y realmente no la aprovechaban, jugaban ajedrez, planeaban algunos ataques contra Snivellus para el próximo curso, jugaban a quemar libros que ya no utilizaban. En esos momentos realmente se preparaban para la fiesta de Frank Longbotton.

James aún se encontraba cabizbajo debido al último rechazo de Lily, las ganas de ir a tal fiesta eran sinceramente pocas, pero se lo había prometido a Frank y una ligera esperanza de que esta vez las cosas con ella si funcionaran le hacía mantenerse en pie.

Sirius ya se había bañado y ahora esperaba a que su amigo se terminara de arreglar. Él tampoco tenía muchas ganas de ir, aunque le caía bien Frank, sabía lo muy aburrido que el chico era y especialmente no tenía ganas de ver nuevamente con James acorralaba a Lily e intentaba conquistarla. Pero no tenía muchas opciones, tampoco era muy tentadora la idea de quedarse solo en la casa de los Potter, se estaba muriendo del aburrimiento.

- Listo. - James declaró saliendo de su habitación y llegando a la sala, donde Sirius veía televisión. - Vámonos.

Sin duda no eran muchos invitados pero Frank se notó bastante contento cuando Sirius y James llegaron a su casa. Alice Flint y al menos otros diez Gryffindors ya se encontraban ahí. James aspiró hondo, como intentando tomar fuerzas, buscando con la mirada a Lily, luego volteó a ver a Sirius buscando aprobación. Este le hizo una seña con la cabeza y observó como James ya se encontraba buscando a la chica. Sirius se resignó y se fue a platicar con otros de sus compañeros. Vio a un entretenido Frank Longbotton en una esquina de la sala, entretenido con su reciente novia, Alice. Durante años Frank estuvo pretendiendo a la morena, al parece en estas vacaciones Alice por fin había cedido.

- ¡Ey Black!. - Hugh Richester le había deslizado por la mesa una copa. Sirius se llevó a la boca parte del contenido rápidamente. En su rostro pronto se figuró una mueca extraña como luchando para pasarse la bebida por la garganta.

- ¿Whisky de fuego?. - Preguntó, no era la primera vez que lo probaba, pero sin duda se esperaba otra cosa, no se había preparado.

- Los padres de Longbotton no están. - Richester sonrió tontamente. Sirius miró de reojo a James, quien seguía buscando a Lily. Se llevó el resto del contenido de la copa a la boca.

James se acercó a Frank, quien le había confirmado el hecho de que Lily ya había llegado a la fiesta. ¿Dónde podrá estar?, se preguntó el chico, Lily era lo suficientemente sociable como para no esconderse, mucho menos en una reunión del amable Frank.

Salió de la sala, buscando en los pasillos de la casa de los Longbotton, llegó a una especie de sala de estar, las luces apagadas. Entreabrió un poco la puerta, supuso que sería muy extraño encontrar a Lily en un lugar como ese, así que se dispuso a cerrar la puerta pero unas voces le detuvieron. Había alguien ahí. Se sonrojó un poco, pensando en las posibilidades, nuevamente se preparó a cerrar la puerta, para dejar que los románticos hicieran lo que habían ido a hacer pero la voz de la chica le paró de pronto el corazón, conocía esa voz.

Abrió un poco más la puerta, intentando ver un poco más, reconocer a los intrusos. Vio a un chico de cabello oscuro, le llegaba a los hombros, James se frotó los ojos para ver un poco más claro. Él tenía a la otra atrapada contra el muro de la habitación, ella no parecía hacer nada por alejarlo. ¿Charles Scott? murmuró para si mismo, ¿Realmente Charles Scott se había conseguido chica? Dirigió su vista hacia ella, cerró los ojos como tratando de negarlo, no podía ser ella... debía ser otra persona, pero era como si quisiera negar lo innegable, como si él mismo no conociera ese cabello, el brillo de sus ojos esmeralda, las curvas de su cuerpo, cuerpo que ahora yacía en brazos de otro. En definitiva, era Lily Evans.

James cerró con cuidado la puerta, sin poder respirar, con lágrimas en los ojos. Salió apresuradamente dirigiéndose a la sala no sin antes limpiarse el poco rastro de lágrimas que figuraba en él. Fue hasta una mesa y se sentó, intentando recuperarse, sin demasiado éxito.

Sirius vio extrañado a su amigo, el cual se había sentado en una mesa lejos de él. Lo observó tomar una de las copas del whisky, Sirius sonrió. Sabía que James tenía poco tacto con la bebida. Examinó su rostro, parecía más que frustrado, parecía a punto del llanto; realmente Evans se había pasado con él esta vez. Decidió que lo mejor era dejarlo desahogarse y continuó jugando a las cartas con el resto de su mesa.


Habían pasado unos veinte minutos desde que James había llegado de nuevo a la sala. Sirius vio como su amigo empezaba a quedarse dormido, sin duda las siete copas que la llevaba le empezaban a afectar. Se extrañó de que Lily no se hubiera aparecido aún pero decidió que lo mejor era ir por James e irse, antes de que el otro se pusiera a bailar o a expresar cuando amaba a Snivellus.

- Prongs, es hora de irnos. - Le dijo una vez que llegó a su lado. Lo tomó del brazo intentando levantarlo. James lo miró con unos ojos terriblemente rojos y apunto de romper en llanto.

- Hola Pads. - James se puso de inmediato en pie, aunque golpeándose con la mesa, provocando la risa de los demás. Se colgó del cuello de Sirius, éste levantó la vista buscando a Frank el cual ya le miraba, se despidió con un gesto y Frank le respondió de la misma manera. Ambos salieron de la casa de los Longbotton y se dirigieron hacia su propia casa, más que nada Sirius se dirigió, arrastrando a James consigo.

- Te pasaste esta vez Prongs. - mencionó Sirius intentando sostener a su amigo.

- Ella se pasó esta vez. - Murmuró James acercando su rostro al cuello del otro, lo cual provocó que Sirius se estremeciera. Intentó mantenerse lo más sereno que pudo, aún cuando pudiera sentir el aliento del otro en su cuello.

- Lily solamente se está haciendo la difícil. - Respondió con voz ronca, sin mirar a James, apresurando el paso.

- No. - respondió el otro cortante. - Si fuera así no estuviera revolcándose con ese. - dijo en un sollozo. Sirius lo miró intrigado.

- ¿De qué hablas?. - le preguntó serio, no creyendo que hablaban de la misma Lily Evans.

- La vi, Sirius, la vi con Charles Scott.- las lágrimas comenzaron a caer del rostro del joven Potter. - Ella no me advirtió pero apuesto que no le hubiera importado.

- Prongs... - Intentó consolarlo pero no encontró palabras, para ese momento ya habían llegado a la casa, Sirius se apresuró a entrar. No intercambiaron palabras en todo el trayecto, aunque Sirius bien sabía que James no había dejado de llorar. Llegaron hasta la habitación de James, Sirius se había estado quedando en el cuarto de huéspedes. Recostó al otro en su cama intentándose liberarse del abrazo de su amigo, lo cual encontró, considerablemente difícil, a pesar del estado en el que se encontraba, James tenía unas fuerzas impresionables.

- Pads... - susurró y al mismo tiempo jaló a Sirius de un brazo, aprisionándolo en su cama, debajo de su cuerpo. - ...Te necesito. - declaró mientras refugiaba su rostro en el cuello del otro. Sirius no se movía, entre el peso del cuerpo de James y la sorpresa de sus acciones no podía pensar con claridad. Apenas alcanzó a formular palabras.

- Por... por supuesto Prongs, siempre estaré contigo. - le dijo tragando un poco de saliva, intentando calmar el temblor de sus manos. - Ahora necesitas dormir o tus padres dirán que soy una mala influencia. - Intentó levantarse pero pronto sintió la mano de Prongs sujetando la suya, atrapándolo contra el colchón.

- Lo que necesito es a Evans. - murmuró. Sirius entrecerró los ojos, suspiró.

- Lo sé, todo saldrá bien. - Intentó luchar contra sí mismo, aún no entendía como es que Lily pudo haber estado a solas con otro chico y en la fiesta de Frank. Sirius notó como James se levantaba un poco, pero aún sobre él.

No tuvo tiempo de reaccionar cuando ya los labios de James estaban sobre los suyos, lo había atrapado en plena oración así que James tuvo oportunidad de explorar la boca del otro a placer. Cuantas veces Sirius había deseado saborear los labios de su amigo, tantas veces había deseado estar así con James, sin embargo...

- Prongs... - interrumpió empujando un poco al otro, rompiendo el beso. - ...apestas a alcohol y estás más inconciente que conciente y acabas de ver a Lily... - cerró los ojos unos momentos, deseó no decir lo que estaba apunto de decir, pero no pudo, su orgullo era mayor. - No me puedes poner en esta situación. - James lo miró directamente a los ojos, suplicando.

- Una vez me dijiste... - comenzó con una voz terriblemente ronca.- ... que por mi harías cualquier cosa. - terminó y buscó de inmediato los labios de Sirius, quien apartó el rostro rápidamente.

- No me refería... - fue interrumpido bruscamente.

- Entonces estabas mintiendo. - James sonó tan herido que Sirius se sorprendió, volvió su rostro para mirarlo.

- Sabes que no, sabes que... - Sirius no pudo continuar. Su mente se debatía con su corazón. Había deseado tanto estar con James, pero no de esta forma, no con James buscando un consuelo, no con James buscando apaciguar sus propios deseos carnales con el ser más próximo, no con Sirius siendo usado como un vil juguete, no quería así.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por los besos que James ya le dedicaba al cuello del otro, por las manos que desabotonaban su camisa, las mismas que bajaban hasta el zipper de su pantalón. Sirius apenas reaccionó, ya su cuerpo comenzaba a traicionarlo, pero no podía permitirlo.

- James, tu no quieres... - no pudo continuar, la lengua del otro recorriendo su pecho se lo impidió, luchó un poco más. - ...no quieres hacer esto. - James se detuvo.

- Necesito... - susurró. - ...Necesito que me ayudes a olvidarla, aunque sea por una noche. - Miró a Sirius directo a los ojos, su silencio le fue suficiente para continuar.

Sirius no pudo seguir peleando, no pudo ni siquiera moverse, dejó a James hacer lo que quisiera, lo dejó jugar con su cuerpo, lo dejó besarlo hasta que el otro estuvo satisfecho, lo dejó desvestirlo a la totalidad, simplemente se quedó ahí quieto, cumpliendo su promesa, haciendo cualquier cosa por su mejor amigo; a quien ciertamente amaba en secreto, a quien ciertamente deseaba, pero no así, simplemente no así.

Tampoco hizo sonido alguno, a pesar del mucho placer que llegó a sentir, ni siquiera a pesar del dolor extremo que sintió cuando James lo penetró de manera súbita, sin siquiera darle tiempo para prepararse; solamente apretó los dientes y se quedó quieto; ante cada embestida que parecía desgarrar sus entrañas, también cuando sintió la calida sustancia dentro de su mismo cuerpo, cuando supo que James había acabado.

Saboreó por última vez el embriagante aliento de James en un último beso antes de que éste se quedara dormido. Sirius cerró los ojos intentando dormir pero no pudo, el cuerpo de James aún lo tenía atrapado contra la cama, así que volvió a quedarse ahí quieto, muy quieto, pensando en lo mucho que amaba a James y en lo mucho que se odiaba a si mismo. Y suspiró.


N/A:

Hace tiempo que jure no volver a escribir slash, pero parece que he recaído en el vicio. Realmente espero que les guste este fic, la idea surgió en mi cabeza, tengo la historia casi por completo formada, sé hasta la última línea del último capítulo, realmente es algo que deseaba escribir. No quise se muy explícita ni llevar este fic hasta lemon, algo suave pero claro.

Reviews por favor :)!

Capítulo 2: Hojas Secas

26 de Julio del 2008

Verso del inicio at Nathaniel Hawthorne