Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, la historia es mia.
Corría desesperado por las calles de Tokio, pensando tan solo en que debía detener esa boda.
No podía dejar que su bella azabache, el amor de su vida, se casara con su hermano.
La gente solo lo miraba extrañada, no todos los días vez a un atractivo hombre peliplateado de ojos dorados, corriendo como demonio por las calles, empujando lo que se le atravesara el camino.
Pero a él no le importaba las miradas de la gente, tan solo quería llegar hasta esa iglesia.
Se arrepentía con toda su alma, el haberla tratado de esa manera, se arrepentía de haber rechazado cruelmente los deseos de Kagome de casarse.
Él le tenía repudio al matrimonio, y el día que ella le plantó esa idea, le dio pánico, respondiendo de manera violenta que era una estúpida idea.
Error. Ese fue su más grande error.
De ahí, comenzaron las peleas, y no pasó mucho tiempo, cuando rompieron su relación.
—"Se le pasará pronto."—Pensó aquel peliplateado en esos momentos del pasado. Pero estaba muy equivocado…
Ya casi, solo un par de cuadras mas, y llegaría a su destino. No le importaba el dolor de sus piernas, ni el cansancio. Ella valía la pena, eso y más.
Cuando por fin iba a unos cuantos metros de aquel lugar, paró en seco; escuchaba las campanas del recinto, y a la gente gritar "¡Viva los novios!".
Había llegado tarde…
Solo avanzó unos cuantos pasos, y desde ahí, pudo ver a Kagome, hermosa con su enorme vestido de novia, y a lado de ella, su hermano.
Unas gotas salinas humedecieron sus mejillas… ¡Era el más idiota del mundo! ¿Cómo pudo haberle hecho eso a Kagome? Con sus idioteces, tan solo la mando a los brazos de su hermano.
Se limpió las lágrimas que adornaban su rostro y se dirigió lentamente hacia la pareja de recién casados, quedando frente a ellos, los cuales obviamente se percataron de su presencia.
—Kagome…— Pronuncio aquel desdichado hombre.
—Tú…— Devolvió ella la palabra, evitando su mirada, dolida. — Yo… lo lamento, lamento que hayamos terminado así, pero sabes… todo eso que nos pasó, estoy segura que era tan solo un camino para llegar a él. — Pronunció volteando a ver a su ahora esposo: Inuyasha.
—No, perdóname tú a mí, por haber desperdiciado la mejor oportunidad de mi vida, fui un idiota, y siempre me voy a arrepentir de mi actitud, toda mi vida…— Le confesó mirándola a los ojos.
—Exacto. — Habló de la nada Inuyasha, quien se había mantenido al margen de sus conversación. — Eres un idiota… Pero gracias a tus errores, Kagome y yo ahora estamos juntos. — Declaró tomando posesivamente a su mujer por la cintura.
A Sesshomaru solo le quedo sonreír tristemente, aceptando su realidad.
—Lo sé… Así que, cuida muy bien de ella, y hazla feliz.— Respondió mirando a su hermano, deseando con toda su alma estar en su lugar.
Lentamente, se alejo de ellos, sin importarle los llamados de su padre, él cual se dio cuenta de su presencia en el lugar.
No supo ni como, pero llegó a su apartamento, destruido, sin ganas de nada, tan solo se tiró a su cama, mirando al techo, y lloró, lloró como niño pequeño, lamentándose por todo, y pasaron horas, hasta que se quedó dormido…
Solo así, en sus sueños, él sería feliz con esa hermosa mujer, solo así, su vida seria perfecta.
