Hola, espero estén bien. Tuve que borrar el capítulo y volver a subirlo porque, como es el primero que subo acá, no se porque no queda igual a como lo escribí en Word.
Pero aquí va otra vez.
...
Yoh estaba recostado sobre el techo de su casa mirando el cielo. El sol se recostaba sobre el oeste, se empezaban a notar algunas estrellas a través de la luz del atardecer.
Esto era lo que más le agradaba de las tardes de verano. El calor no era agobiante y podía sentir una grata brisa que hacia bailar algunos de sus mechones de pelo.
Tenía la cabeza apoyada en sus manos y las rodillas flexionadas hacia arriba. Cerró los ojos apreciando aún más la tranquilidad que sentía, la calma momentánea de su casa.
El sonido de un auto acercándose por la calle lo sacó de su mundo. Miró hacia el costado y pudo ver el auto negro. Este se detuvo en la casa de enfrente y la vecina salió a recibir a sus invitados.
- - Se acabó la paz. – Dijo para sí mismo.
La dueña de aquella casa era algo ruidosa, podía decir que, molesta para los momentos en los que se relajaba.
Esperó unos segundos, mirando a ver si el movimiento en la casa de enfrente paraba y podía volver a recostarse y seguir haciendo nada tranquilo. Pero no.
- - ¡Malcom! ¡estoy esperando desde las 3 de la tarde, son más de las 7. ¿Te piensas que me rasco? – Pudo escuchar a la vecina gritando mientras se acercaba al auto. - ¡Soy una mujer ocupada! –
Un hombre vestido con traje negro bajó del auto.
- - Lo siento, querida. – El hombre parecía no sentirlo realmente. – Sabes cómo es mi trabajo. –
- - Pudiste haber avisado el retraso, hermano. –
Una segunda persona bajó desde el otro lado del auto. Una muchacha.
- - ¡Oh querida!, llevo tanto tiempo sin verte, ¡no has cambiado en nada! – La mujer se acercó a la chica y la abrazó, pero esta no parecía muy afectiva.
Yoh no podía verla, ya que le daba la espalda. Llevaba unos pantalones de jeans oscuros, un buzo negro y la capucha puesta. ¿No hacía algo de calor para la capucha?
- - Anna, podrías ser algo más comunicativa con tu tía. ¿Por favor? – El hombre parecía rogarle.
- - Déjala Malcom, no la molestes. – La vecina de Yoh parecía apoyarla.
La mujer y su hermano empezaron a discutir.
Yoh ya sabía que su momento de paz había terminado, se paró para entrar por la ventana del altillo. Antes de hacerlo le echo otra mirada a las personas que estaban abajo.
La chica del buzo negro lo miraba. Se había sacado la capucha. Llevaba el pelo rubio y lacio un poco más abajo de los hombros. Estaba seria.
- - Anna, agarra tus cosas. - El hombre había bajado unos bolsos del baúl y los dejó en la vereda. –
Yoh empezaba a sentirse algo incómodo, la chica no dejaba de mirarlo. Tenía los ojos fijos en él. Unos ojos de color Ambar.
- - Anna, hija. – Yoh escuchó al hombre empezar a irritarse.
Su vecina agarró el bolso más grande y uno gris más pequeño.
- - Anna, haceme al favor de agarrar las cosas. Debo volver a trabajar. –
La chica miró a su padre con expresión dura, agarró otro bolso que quedaba y se colgó una mochila sobre los hombros.
Empezó a caminar hasta la casa.
- - Adiós Malcom, nos hablamos. – Su vecina se despedía desde la entrada.
- - Adiós. Anna, ¿no vas a despedirte de mí? – El hombre miró a su hija.
La rubia volteo y le mostró el dedo medio antes de ingresar a la casa y desaparecer dentro de ella.
- - Dios, esta chica. - El hombre pareció resignado. – Avísame si te da problemas por favor, hermana. –
La vecina lo saludó con la mano y el auto siguió su camino alejándose.
Yoh seguía parado al lado de la ventana del altillo. Tal vez podría volver a recostarse en el techo ya que el show había acabado.
La vecina lo vio.
- ¡Yoh, querido! ¿Estás bien? – Le gritó.
- Buenas tardes señora Kyoyama, bien bien, gracias. – El castaño empezó a meterse por la ventana mientras le sonreía a la mujer. Terminó de saludarla con la mano.
Al entrar a la casa bajó hasta la cocina para buscar algo de comer. Se sentó junto a la mesa con un vaso de leche y un pedazo de torta.
Su gemelo entró descalzo con una toalla en la cabeza.
- - Hey Yoh, ¿Dónde carajo está el trapo del baño? - Lo miraba con mala cara. – Se me ha mojado todo el piso. –
- - Espera, ¿Cómo era que me decías? – Empezó a burlarse de su hermano imitándolo. – "Yoh, la próxima vez que mojes el baño te pateo el culo, ¿no sabes que la cortina de plástico va dentro de la bañera?"- Contestó con tono cantarín.
- - Déjalo estúpido – Hao buscaba algún trapo debajo de la pileta de los platos. - ¿Lo has visto o no? –
- - No. – Yoh le siguió burlando – Pero encuentra uno y seca el piso del baño, o el que te va a patear el culo soy yo. Quiero bañarme después de terminar de comer. –
Hao siguió buscando por la cocina. Yoh sabía que había uno afuera, pero quería fastidiarlo. Continuó comiendo mientras lo observaba, y se reía internamente.
Miró su porción de torta, la corteza era de color ámbar. Como el color de ojos de la rubia que había llegado a lo de su vecina.
...
Espero guste a alguien. :)
