En Canterlot, un aire helado se movía a través de todo el castillo. Sus pasillos, una vez repletos de vida, yacían bajo un silencio abrumador. Hacia ya tiempo que el castillo había sido abandonado por sus trabajadores en búsqueda de refugio, no por que ellos hubieran desertado, no, si no, por mandato de la propia Celestia.

En lo profundo del castillo, en la recamara personal de Celestia, conservada con antigüedades y arreglos que datan de milenios atrás se encontraban las cuatro princesas, en una cumbre organizada por las cuatro en vista de la emergencia que se había cernido todos los ponis por igual.

Esta habitación había sido el lugar en donde Celestia, junto con su hermana Luna, durmieron durante cientos de años hasta el nacimiento de Nightmare Moon. Una vez ejercida la sentencia sobre su hermana, Celestia, incapaz de soportar el peso de sus acciones, había sellado la habitación, la cual ahora tenía una capa tan densa de polvo que el hecho de que los muebles aun siguieran de pie era todo un misterio aun para Twilight Sparkle.

Dentro, un antiguo recuadro, con la imagen de las dos hermanas juntas era lo único que permanecía libre de contaminante alguno, este retrato descansaba sobre la chimenea en desuso y, debajo, una serie de juguetes que Twilight reconoció como antiguedades de una era perdida.

El peso que ejercía la habitación sobre Celestia era notable, su mirada se movía de un lado al otro observando la inmensa cantidad de recuerdos que había decidido encerrar en el cuarto de madera en el que ahora caminaban. Cada nuevo objeto despertaba un nuevo recuerdo de tiempos mejores, tiempos más sencillos, de buenos días en los que disfrutaba con su hermana las lecciones de Starswirl el barbado. Tiempos que parecían tan lejanos ahora. La melancolía cobró su cuota y una lágrima comenzó a deslizarse por su blanca mejilla.

"Princesa Celestia… Creo que es momento de comenzar la reunión", el casco de Twilight Sparkle sobre el suyo trajo de vuelta a Celestia a la realidad.

Con un rápido cambio de actitud, Celestia volvió a adoptar su postura regia a la par que secaba sus lágrimas con su magia.

"Es momento entonces, Twilight Sparkle", Celestia tomo la mesa central de la habitación, un mueble cuadrado hecho de pura madera de un árbol que ya no se encuentra en Equestria, la mesa tenía en sus patas una serie de intrincados patrones y espirales que ni siquiera Cadance reconocía. Sin embargo, Celestia y Luna miraban los patrones con ilusión en sus ojos, mientras remembraban un recuerdo común con su mentor.

"Todas sabemos porqué estamos aquí" -Dijo fuerte y serena- "El asunto actual en nuestros cascos no había sucedido nunca en toda la historia de Equestria" -Twilight envió a cada una una copia de un pergamino- "Y depende de nosotras tomar acción."

Las demás princesas guardaron silencio mientras leían los intrincados apuntes de la Princesa de la Amistad. Muecas fugaces de lo que todas las presentes sabían que significaba el fin de Equestria y el Imperio de Cristal como se les conocía se dibujaban una y otra vez en el rostro de cada una de las princesas, excepto Twilight.

"Como sabrán…" -Twilight volteo a ver su corona que representaba el elemento de la magia, con una sonrisa efímera en su rostro- "Ya no podemos contar con los elementos de la armonía. No esta vez." Las demás princesas asintieron. "Pero eso no significa que hayamos perdido."

Twilight Sparkle, esta vez con una mirada de valentía se alzó de su asiento y presentó ante todas las princesas un nuevo pergamino.

"Este artefacto de aqui nos permitirá tornar las aguas a nuestro favor. Lo fabrique utilizando uno de los últimos hechizos de Starswirl" -La princesa volteo a ver a Celestia y ambas compartieron un gesto de aprobación- "Los planos que Luna extrajo de los sueños de nuestros enemigos" -El mismo gesto fue compartido entre Luna y Twilight- "Y un trozo del Corazón de Cristal… Cadance, se que extraer un fragmento del Cristal debilita las defensas del Imperio de Cristal. Pero" -dijo Twilight mientras alzaba la voz- "Si nuestro plan funciona. Podremos deshacernos de esta amenaza de una vez por todas."

Todas las princesas mostraban una preocupación agobiante, las cuatro regentes eternas de Equestria no solo estaban teniendo una reunión clandestina en una habitación oculta en el abandonado castillo de Canterlot, si no, que estaban juntas luchando una guerra la cual estaban perdiendo.

Antes de que Twilight pudiera continuar, Celestia se levantó y en su tono de gobernante exclamó:

"No solo aquella auto proclamada 'Reina' tuvo el descaro de declarar una guerra en contra de nuestra nación. Además se da el lujo de solicitar nuestra rendición. Es obvio que esa 'Reina' subestima el poder de Equestria ¡Y ese sera su ultimo error!" Celestia asestó un fuerte golpe en el suelo, resquebrajando la madera debajo de ella, "Twilight ¿Qué tan rápido estará lista la nueva arma?"

"Con mi castillo destruido y Spike defendiendo el reino de los dragones… Tardaré un mes por lo menos."

"Entiendo... Luna ¿Con cuantas tropas cuentas en la Guardia Nocturna?"

"Doce batallones, hermana"

"Muy bien, la Guardia Real aun cuenta con otros nueve, Cadance, ¿Puedo contar con tus Guerreros de Cristal?"

"Por supuesto, Princesa, mi gente es su gente."

"Twilight, te conseguiré dos meses ¿Podrás terminarla?"

"Si, princesa. El arma estará lista para entonces."

"Maravilloso…" -Celestia retomó su asiento y comenzó a dirigirle la mirada a cada una de las presentes- "Sé que han perdido a sus seres queridos" -Twilight y Cadance bajaron la cabeza, apenas soportando el peso de esas palabras- "Sin embargo, si aceptamos la rendición, sus muertes serán en vano…" -Celestia volteo a ver a su hermana, con lágrimas en los ojos y una mirada de compasión muy poco común en ella- "Se que es lo que ellos hubieran querido."

Una rápida mirada alrededor del cuarto le otorgó a Celestia la aprobación de todas las princesas presentes, un rápido gesto indicó a las presentes que podían retirarse, orden que todas las presentes acataron excepto por su fiel estudiante Twilight Sparkle.

"Princesa… ¿Está segura de todo esto?" preguntaba Twilight con suficiente incredulidad como para hacer a Celestia dudar de si misma. Una mirada que no veía en ella desde que era su estudiante hace cientos de años.

"Yo… No lo se... " Celestia se sentía atrapada, todos esperaban que ella y Twilight solucionaran el problema, ya habian fallado una vez, volverlo a hacer era algo impensable para ambas, "Solo se que esa supuesta 'Reina' a amenazado y dañado a mis queridos ponis. Y es una ofensa que no pienso pasar por alto" -Los ojos de Celestia abandonaron toda pizca de compasión y se sustituyeron por pura y completa ira. "Twilight… Te pido porfavor que abandones esta habitación."

"Princesa… Yo-" Un golpe en el piso fue suficiente para que Twilight entendiera la petición de su mentora, "Con su permiso…"

Una vez Twilight Sparkle abandonó la habitación, un alarido aterrador provino de él. Twilight no era ajena a las crisis mentales de Celestia, sin embargo, nunca había presenciado una que fuera movida por puro y completo odio.

Celestia, dentro de la habitación, dio rienda suelta a su ira, mueble tras mueble, madera tras madera, recuerdo tras recuerdo, fue eliminandolos con llamas de ira y dolor. Todo rastro de quien hubiera sido anteriormente Celestia yacía consumido en llamas tan brillantes como el sol que alzaba cada mañana. Todo excepto una cosa; la pintura en la que se retrataba a ella con su hermana menor estaba envuelta en un aura dorada que la protegía del iracundo incendio que ella misma provocó.

Tiempo después, Celestia salió de la habitación con un cuadro envuelto en tela sostenido con su telekinesis, el retrato, ahora cubierto, flotaba a escasos metros de ella mientras Celestia caminaba con su expresión estoica adquirida a lo largo de milenios de gobernar.

"Las demandas de la 'Reina' ya llegaron, Princesa" dijo Twilight mientras intentaba descifrar el contenido del recuadro.

"Trae a las demás en ese caso, necesitaré que estemos todas presentes." Celestia continuó caminando sin siquiera voltear a ver a su antigua estudiante.

"De inmediato, princesa" Twilight miró detrás en busca de algo que le ayudará a descifrar el comportamiento de Celestia, cuando vio la puerta convertida en carbón y el interior reducido a cenizas, supo lo que pasaría a continuación.


Afuera del castillo de Canterlot, un grupo de 200 changeling se reunieron bajo un estandarte, todos eran una exacta copia de su reina. Su estandarte marcaba la silueta de su reina, rodeada de un halo de rosas con las espinas claramente visibles, mientras que los changeling poseen un caparazón con marcas rojizas y doradas por todo su cuerpo, poseían pequeños vellos a lo largo de sus extremidades y el reminiscente de lo que antes fuera una melena.

De entre ellos, uno camino hacia el frente con un pergamino con grabados dorados envuelto en un aura carmesí y sellado completamente.

"Solícito la presencia de todas las princesas y que se identifiquen."

Cada una de las princesas dio un paso al frente mientras pronunciaban su nombre por todo lo alto.

"Princesa Celestia, Monarca del Sol."

"Princesa Luna. Monarca de la Luna."

"Princesa Mi Amore Cadenza. Princesa del Amor."

"Princesa Twilight Sparkle. Princesa de la Amistad. Portadora del Elemento de la Magia"

El changeling asintió al ver a las princesas frente a el, y procedió con las órdenes de su reina.

"Como pueden observar, abriré por primera vez las demandas de la Reina, las cuales serán enunciadas y quedará en ustedes su aceptación o negación. Con una mirada estoica, el changeling rompió el sello. Acto seguido el pergamino se extendió unos cuantos centímetros, dejando ver únicamente dos enunciados.

"Primera demanda: La princesas ceden sus tronos, títulos y tierras."

La mirada de Celestia ardía en llamas con cada palabra pronunciada por el changeling frente a ella, necesitaba cada gota de voluntad y cada técnica aprendida a lo largo de su longevo reinado para evitar asesinar al emisario al instante.

"Segunda demanda: Sus vidas pertenecerán a la Reina, ella decidirá su futuro y se les permitirá vivir mientras sean útiles para la Reina." El changeling miro a las presentes con una mirada condescendiente y continuó con la lectura. "Eso concluye las demandas de la Reina, de aceptar y firmar la rendición, se les otorgará salvo pasaje hacia la capital de Brynhild, en donde serán recibidos por la reina en persona. En caso contrario, su ejecución será inmediata. Firmado-"

Una leve sonrisa se dibujaba en la cara del changeling ante la anticipación de las siguientes palabras que pronunciaría. El gesto no pasó desapercibido por ninguna de las princesas presentes, mientras que el changeling compartía su regocijo a través de la mente de colmena con sus adyacentes.

"La Reina Celestrina."

Algo se rompió dentro de Celestia ante la proclamación de dicho nombre, algo que había resguardado por milenios celosamente, algo que no era ajeno a su hermana Luna.

"Puedes decirle a su 'Reina' que agradezco la oportunidad de paz-" Los changeling a su alrededor compartían miradas de confort ante una tarea completada. "-Pero que si quiere mi corona, tendrá que arrancarla de mi cabeza ella misma." Celestia en ningún momento perdió su tono de voz completamente medido ni su pose regia.

Con esa última exclamación, el emisario portador de las demandas fue envuelto en un aura dorada. El aura poco a poco empezó a retraerse y el changeling en su interior comenzó a arder en intensas llamas de color naranja muy brillante. Los gritos de dolor del changeling eran transmitidos por la mente de colmena en donde la reina Celestrina los había recibido como la negativa a la rendición que tanto esperaba.

Twilight envolvió a las princesas en su magia y las cuatro desaparecieron en el aire, dejando atrás únicamente un flash lavanda.

"Mi reina, las princesas-"

"Lo se, rechazaron y desaparecieron ¿No es así?"

"Si… Yo-"

"Te preocupas demasiado Dim, después de todo... " Celestrina detuvo las comunicaciones con la colmena, y desde lo alto de su trono, en soledad, exclamó:

"¿¡Dónde está la acción!? ¿¡Dónde está el drama!?" Una carcajada con sabor a victoria era compartida por toda la mente de colmena, llenando de estasis a todos los súbditos de la reina Celestrina. Minutos después, al cesar su maquiavélica risa, Celestrina reanudo las comunicaciones.

"Hoy es dia de celebracion, mis queridos hijos. Este dia, al fin, después de tanto tiempo... ¡Comienza el juego!" Su carcajada podía ser escuchada a lo largo y ancho de la capital, aún sin la utilización de la mente de colmena.

"Que inicie la cruzada."