Buenas! Vengo con una nueva actualización :) Espero les guste!
Naruto no me pertenece.
"Legado de Sangre"
Temática: Mafia
Advertencias: Probablemente Lemon.
Parejas: Sasusaku.
Prologo
Sus pupilas estaban tan dilatadas que sentía un ardor en sus ojos. Su cuerpo se había congelado. No respondía. Aun cuando en un atisbo de cordura su mente le ordeno que era mejor huir, sencillamente no podía. Miedo. Pánico. Terror. Todo esta acumulado dentro de ella y sus piernas no respondían. Demonios… no podía moverse. Temblaba furiosamente; al tiempo que un sudor frió recorrió su espalda, de su boca solo escapaban gemidos, sollozos, que finalmente se transformaban en jadeos. Entonces algo estallo.
Primer disparo.
Un grito desgarrado se ahogó en su garganta. Las lágrimas se agolparon en sus ojos con desesperación. Lo siguiente que vio fue el cuerpo caer; frente a ella…
Sangre…
La sangre se desbordaba. Podía ver como aquel liquido se esparcía. Bajo la mirada hasta dar con aquel cadáver y observo horrorizada como de pronto parecía un mar de rojo.
Segundo disparo.
Dios, ¿Por qué tenia que pasar esto?
Con los labios temblosos murmuro que se detuviera, pero no parecía escucharla. No parecía entender. La sonrisa sádica se grabo en su retina, y ella exploto en llanto. Nunca la escucharía. Una nueva resolución se alojó en su pecho. Sostuvo con fuerza el frió metal entre sus dedos. Aun cuando sus brazos estaban temblorosos; aun cuando la esperanza la había abandonado, algo en ella, una voz que conocía muy bien resonó en su cabeza.
No mueras…
No todavía…
Entonces, una vez más, apretó el gatillo. Y de pronto, todo se volvió negro.
Tokyo, Noviembre 2018.
Departamento Haruno Sakura.
Su cuerpo despertó de un sobresalto; con un jadeo pesado y el sudor perlado bañando su cuerpo. Con cuidado se llevó las manos hasta sus cabellos, apartándose los mechones que se pegaban a su rostro. Otra vez el mismo sueño. Espero, sin mucho éxito, hasta que su respiración se tornara regular y entonces una sensación aún más desagradable se esparció por su abdomen. Sus extremidades aun temblorosas no fueron de mucha ayuda al momento de incorporarse, pero tras unos intentos finalmente pudo sacar su cuerpo de ese colchón. Camino como pudo hasta el servicio.
Sin poder evitarlo se arrojo contra el inodoro a vaciar lo poco que había comido la noche anterior.
Se sentía enferma. Irremediablemente enferma.
Los recuerdos no parecían querer dejarla. La misma pesadilla se repetía incesante, noche tras noche durante tanto tiempo, que ya estaba harta. Era un castigo, se repetía. Su pasado jamás podría dejar de atormentarla, pero aun con el paso de los años no entendía exactamente por qué.
En un comienzo era un sueño agradable: imágenes de aquella dulce infancia, de risas y momentos de alegría. Manos entrelazadas, un tímido rubor, y un calor en sus labios. Azul, negro, y rosa se entrelazaban. De pronto todo se volvía borroso. El sueño se destruía, y solo podía ver sangre.
Tanta sangre…
Nuevamente su estómago se revolvió. Tosió, sintiéndose asqueada.
Sin embargo y por irónico que sea, esos recuerdos, aun cuando la atormentaban eran lo único que tenía. A pesar de que se habían transformado en una tortura para ella, también la habían rescatado. El temor era lo único que la sostenía.
Con el dorso de su mano derecha limpio sus labios, mientras que con la izquierda se sostenía, para alzarse. Lavo su rostro tanto como pudo, en un intento de sentirse mejor. Levanto la mirada hasta el espejo frente a ella, frunciendo el ceño ante el deplorable estado en el que se encontraba. Su piel aún más pálida que de costumbre, lágrimas que no sabía que había derramado hasta ahora, ojos demacrados, labios secos.
Suspiro.
Desde aquella noche algo había cambiado en ella.
La Sakura llena de vida se había esfumado, y en su lugar quedo esta mujer; cuya imagen se acercaba más a la de un fantasma que a la de una fémina en sus florecientes veinte años. Ante ese pensamiento no puedo evitar dejar escapar algo que parecía un gimoteo frustrado.
Seco su rostro, intentando que su respiración volviera tornarse pausada. Se quedo ahí, de pie. Con las piernas temblando como una gelatina.
– Diablos, Sakura – murmuro, para sí misma – No seas una niña asustadiza – En un intento de darse ánimos, de darse el coraje que sencillamente había perdido.
–Si ellos te vieran en este estado, se burlarían de ti…
Una sonrisa triste se dibujó en su boca.
No obstante, esas palabras parecieron lograr el efecto que esperaba obtener, puesto que ahora al menos se sostenía en ambas piernas. Volvió su vista al espejo, quizás esperanzada de haber mejorado la palidez en su piel, pero el resultado era el mismo. No había nada que pudiera hacer respecto a su apariencia. Resignada, decidió que lo mejor era una ducha; quizás el calor del agua sobre su cuerpo lograra apaciguar la sensación vertiginosa que se expandía en su piel.
Solo quizás el agua lograría desaparecer el miedo constante que la invadía.
x-x-x-x-x-x-x-x-x-x
Dos horas más tarde, sintiéndose un poco más tranquila que cuando despertó, Sakura se disponía a salir de su pequeño departamento. Rebusco en su bolso, a tientas, hasta lograr encontrar un pequeño elástico, el cual uso para atar su extravagante cabello rosa en una coleta alta. Repaso su vestimenta una última vez, y finalmente cuando sintió que no había mucho mas que pueda hacer, salió del lugar; no sin antes asegurarse que había cerrado con llave.
Ya preparada se dispuso a marchar rumbo a sus clases, en la universidad.
Levanto la vista hasta el cielo notando como las nubes se tornaban cada vez mas grises. Parecía querer llover en cualquier momento. Aun cuando ayer les habían regalado un maravilloso cielo soleado, ahora solo podía ver como todo era oscuro y grisáceo. Inclusive el tiempo parecía no querer ayudarla.
Camino, como si arrastrara sus pies.
El camino de algún modo siempre se le hacia tortuoso. Intentaba no mirar a su alrededor, ni destacar mucho. Con la vista al frente, sin apartar la vista de su camino. La sensación de ser observada la angustiaba, por lo que, como siempre terminaba apurando su paso. El estómago nuevamente se le revolvía, y ese sudor se comenzaba a asomar por sus poros. Con una mano cubrió su boca en un esfuerzo por contener los deseos de vomitar en plena calle. Agradeció que el complejo universitario solo estuviera a un par de cuadras más allá de su casa.
Una vez adentro podría calmarse, se dijo.
Sin embargo, justo cuando vislumbro lo que sería la última cuadra antes de llegar, cruzo la calle a penas el semáforo marco en verde, pero un ruido sordo a su lado izquierdo la hizo detenerse en seco.
Sobresaltada, giro su cuerpo en dirección al sonido. Se paro en seco.
Era un vehículo. Un lujoso vehículo negro.
Y en breves segundo su cerebro registro que efectivamente… estuvo a un paso de arrollarla. Trago pesado. Un frió recorrió su espina dorsal. Este sentimiento… Sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando vio quienes estaban adentro de aquel automóvil.
Dos hombres.
Dos hombres engullidos en un traje tan oscuro como aquel vehículo la observaron por instantes, que a Sakura le parecieron horas. Y entonces, justo en ese momento, aun debajo de esos gruesos lentes oscuros, pudo sentir un peligro inminente. Abrió sus labios, pero nada salió de ellos. Pudo jurar que vio el metal asomarse de entre aquel traje. Los labios de ambos comenzaron a curvarse en una horrible sonrisa. Una cruel sonrisa.
Fue todo lo que Sakura necesito.
Apretó su bolso contra su pecho y se echo a correr, desesperada. Aterrorizada. Se adentro en la universidad, sin importarle mucho que en estos momentos debía parecer una maniática ante los ojos de los jóvenes estudiantes. Eso ahora no era nada comparado al pánico que rodeaba su pecho. Corrió tanto como pudo hasta lograr dar con un baño, para ocultarse allí. Se abrazo a si misma, a sabiendas que su cuerpo era un manojo de temblores. Las lagrimas una vez más comenzaron a caer de sus mejillas.
No podía ser cierto.
Eran ellos.
Demonios, eran ellos. No cabía duda. ¡La habían encontrado! ¿Cómo la habían encontrado? ¿Desde cuándo…?
Se abrazo aún más fuerte en un vano intento de tranquilizarse. Pero no podía. Mierda. Estaba asustada. Eso solo significaba que no podía quedarse allí, si ya habían descubierto su ubicación, sabia muy bien cual seria su siguiente paso.
La asesinarían.
El escalofrió recorrió cada fibra de su piel.
Abrió su bolso, en busca de su móvil. Solo conocía a una persona que podría ayudarla en estos momentos. Era la única capaz de brindarle una solución.
Tsunade-sama…
Con la intención de llamarla, comenzó a buscar entre sus contactos el nombre de su antigua maestra, maldiciendo de paso a sus dedos que parecían más torpes que nunca. Estuvo así unos instantes. Justo cuando apareció flamante el nombre de Tsunade, ella sonrió esperanzada.
Pero la desgracia parecía haberse alojado en la vida de Sakura.
Cuando su dedo estuvo a punto de discar el número, nuevamente la desesperación la invadió. Unos pasos resonaron en aquel lugar, y ella no necesito levantar la mirada para saber a quien pertenecían. Con un caminar pausado; casi espeluznante, llego hasta el lugar donde ella estaba. Siendo separados solo por una fina puerta.
Como un juego de caza.
Lo primero que haría seria destruir el cerrojo con un disparo de bala, y Sakura apostaba lo que fuera que el siguiente iría a su cráneo.
Con horror, se preguntó dónde habían ido los civiles que estaban en la Universidad
¿Los habría asesinado?
Quizás solo se había escabullido entre la multitud, sin dañar a nadie; pensó. Tratando de convencerse de que así era. Ya llevaba mas muertes en su espalda de las que pudiese soportar.
–Señorita Haruno – la voz de ese hombre era tal y como Sakura podía imaginar. Perversa y sin ningún rastro de humanidad. Un maldito asesino. – Le agradecería si dejara de esconderse…
Tanto como su cuerpo le permitió, gateo al baño siguiente, esperando que esto le permitiera unos segundos más para prepararse. Cuando el primer disparo llego, ella mordió su labio, reprimiendo los gritos que parecían querer escapar de su garganta. Levanto su camiseta sacando el arma que mantenía oculta entre sus ropas.
Odiaba las armas. Lo único que veía al empuñarlas era ese episodio.
Están malditas…
Le siguió una balacera, y cuando aquel hombre comprobó, entre sádicas risas, que no estaba ahí, paso tranquilamente al siguiente urinario. Donde ella lo aguardaba.
Si. Están malditas, Sakura.
Saco el seguro, tomando aire. Su corazón bombeaba tan rápido que por instantes pareció que iba a salir de su pecho. Vamos, Sakura. No temas. No puedes morir aquí. Espero casi con una paciencia alarmante que el siguiente disparo llegara. Y cuando lo hizo, Sakura dejo de respirar.
Entonces, ¿Por qué la usas?
El hombre vestido de negro levanto el arma, apuntando directamente a sus sienes. Fueron unos segundos, pero ella también podía jugar ese juego, pues al mismo instante Sakura le apunto, al mismo lugar.
Justo cuando iba a apretar el gatillo, el innegable sonido de un disparo llego hasta ella. La sangre salto ensuciando su rostro y su vestimenta; reviviendo escenas de un pasado que solo querían engullirla. Se quedo muda, incapaz de hacer otra cosa. Observo como el hombre frente a ella escupía incesantemente, hasta que sus piernas flaquearon cayendo al suelo.
Con la mirada intento procesar la escena, observando aquel cadáver, y luego a ella; a sus ropas bañadas de aquel rojizo. Aun sin entender nada.
Ella no había disparado, ¿cierto?
No había alcanzado.
– No –una voz resonó. Ella tembló. –No fuiste tú.
¿Por qué? –pregunto con sorna.
Dios…
Esa voz… Trago saliva. Esa voz que era tan dolorosamente conocida, la obligo a levantar la vista. Su corazón estallo. Busco con la mirada, casi esperanzada, casi anhelante… hasta dar con el portador de aquella bala. De pronto el suelo parecía inestable. El tiempo pareció detenerse. Sus orbes comenzaron a abrirse cada vez más.
Los ojos contrarios la encontraron.
Jade contra negro.
Sakura sintió como el suelo se abría a sus pies. Un par de ojos tan oscuros como la noche, la miraban desde una distancia prudente, con aquellas facciones gloriosamente bellas, una expresión tan estoica como ella recordaba, labios rectos, tensos. Una mirada severa. Oscura.
Maravillosamente oscura.
–Sa-sa…
Sus cuerdas bucales solo podían producir trémulos sonidos. Levantó una de sus manos, en un vano intento de alcanzarlo, pero sus extremidades estaban congeladas. En cambio, con una agilidad digna de su clan, él abarco la distancia que los separaba; alzándola en sus brazos, sin mayor dificultad. Por inercia la joven se aferro a su camisa, llevándose hasta sus fosas nasales aquel olor tan característico en él.
El mismo aroma que recordaba.
De pronto sintió deseo de llorar. Desconsoladamente como años atrás, pero con un sentimiento totalmente diferente al miedo. Como cuando solo era una jovencita de quince años, enamorada y soñando con la posibilidad de que el le correspondiera. Siendo este su mayor calvario.
Antes de que todo fuera destruido.
Antes que sus vidas fueran devastadas.
–Sakura – lentamente, su nombre escapó de sus labios. Hondo. Profundo.
Le supo a gloria.
Sin poder remediarlo, en medio de un sinfín de emociones; escondió la cabeza en su cuello, abrazándose a él. Apegándose a la calidez que recordaba. Era todo lo que necesitaba. No importaba la sangre que estaba pegada a su cuerpo, ni el cadáver que yacía recostado a los pies de aquel hombre.
Nada importaba.
Ya estaba a salvo. Por fin estaba salvo.
Suspiro su nombre entre sus labios y entonces, solo entonces la oscuridad la invadió. Una oscuridad que lejos de asustarla… la hizó sentir en casa.
-Sasuke- kun... ¿por que?
– Si usar un arma puede salvar tu vida; entonces no vacilare, Sakura.
Fin prologo
Bueno, fue una pequeña parte. El siguiente capitulo sera mucho más largo :) es una idea que me viene rondando hace tiempo, gracias a un fanart que vi por ahí. En fin, espero haya sido de su agrado!
Nos vemos!
