Digimon no me pertenece ni personajes e historia original. Esto lo hago por entretenimiento.
Reisers
Entre lágrimas y lluvia
El cielo sigue obscuro y denso sobre nosotros, el viento frío sopla congelando mi rostro inexpresivo; el clima es más calido que mi interior. En que momento desperté del sueño perfecto para caer en esta horrible pesadilla llamada realidad. Mí vista esta clavada en un punto fijo en el suelo, en un hueco profundo donde una caja de madera es colocada con cuidado. No puedo evitarlo, una gota de lágrima se derrama por mi mejilla perdiéndose en mis labios. Mi padre ha fallecido. Como convocadas por mis lagrimas gotas de agua descienden del cielo obscuro, camuflando mi tristeza. Inmóvil siento una calida presencia a mi lado, mi madre ha colocado su mano sobre la mía. Compartimos el sufrir. Me percato que no solo estamos nosotros dos en el funeral, amigos, familiares y conocidos se postran alrededor del hombre en el ataúd. Me pregunto cuantas de esas lagrimas, cuantos de esos ojos vidriosos son verdaderos. Y es que cuando falleces es el momento en que todo mundo te quiere, te vuelves el ser más agradable, simpático de todos. Palabras como amor, respeto surgen en el vocabulario velatorio, pero palabras como odio, o simple me caía mal no se presentan. Imagino que estos momentos son donde la hipocresía se presenta sin molestar a nadie. Aprieto la mano de mi madre, la sujeto con fuerza pues es la única que se sus sentimientos son verdaderos. Y la lluvia incremente.
El tiempo y su noción se desvanecen en mi, no se cuanto tenemos aquí parados mi madre y yo. No estoy preparado para dejarlo aquí. Sostengo el paraguas con mi otra mano, la que no sujeta la de mi madre, siento como el agua de lluvia arremete con fuerza como queriendo bañar nuestra tristeza. La gente se va yendo una por una entre palabras de consuelo, es en ese momento cuando puedo ver la realidad de su sentir. Al final solo quedamos dos. No estoy preparado para irme, dejarlo aquí sería como traicionarlo, pero es tiempo de retirarnos.
— Siempre estarás en nuestros corazones — Pronuncio con voz quebrada mi madre.
Me suelta para retirarse, yo le pido que me de un par de minutos más; no lo quiero abandonar. Me quedo solo bajo la lluvia, ya no importa ser bañado por la lluvia, mis lágrimas ya hicieron ese trabajo. Me arrodillo quedando en el borde del pozo, me quiebro, me dejo llevar por las emociones reprimidas. Soy fuerte ante los ojos de los demás, pero soy tan débil en mi verdad. Es en este momento cuando entiendo que aquel gran hombre que me llevo en sus hombros de pequeño se ha ido para siempre. Se ha ido el que me guío hasta el día de ayer, se fue ha un lugar mejor quiero pensar. No eres lo suficiente religioso hasta que estas en un momento como en el que me encuentro, ese en el que crees en la otra vida, en un más allá, un lugar donde podrás volver a ver a tu ser querido. Levanto mi rostro para que mis lágrimas se camuflen. El agua es fría y se clava en mi rostro como agujar puntiagudas, pero que más da. Me incorporo, evito limpiarme el rostro mojado ya que resultaría inútil, veo por última vez la tumba de mi padre y pudo jurar que lo escucho dedicarme un ultimo consejo:
Se fuerte.
Aprieto mis puños y le juro que lo seré. Me doy media vuelta y emprendo el camino a la camioneta donde mi madre me espera devastada. Empapado abordo el vehiculo, cierro la puerta evitando ver a donde mi padre yacerá hasta el fin de los tiempos. El conductor emprende el viaje a casa donde pienso encerrarme en mi cuarto, necesito pensar, reafirmar mi promesa. Mi madre me dedica una dulces palabras, lo se porque es lo que suele hacer y no porque este poniendo atención, en respuesta logro atinar a esbozar una sonrisa. Hablar en este momento solo delataría mi debilidad. Pierdo mi atención en la ventanilla, los edificios que se elevan en lo alto desfilan ante mí sin ningún glamour, las personas que huyen a refugiarse solo me resultan figuras que complementan el paisaje. Me pierdo en mis memorias, imágenes de mi vida pasada borran la vida de ciudad para mostrarme un hermoso parque con el día soleado, risas de niños, jóvenes, adultos suenan melodiosas y sonrisas remplazan las caras inexpresivas en el automóvil. Me veo a mi mismo como un pequeño de seis años corriendo hasta la montaña rusa, apunto con felicidad a la carroza que pasa frente a mí con gran velocidad mientras llamo a mis padres. Es peculiar que este recuerdo florezca en un momento tan depresivo, supongo que se debe a lo que mi padre me dijo aquella vez. Sonrío ante el mal juego que mi mente me hace. Recordar el día que me juro que el jamás me abandonaría.
— Hemos llegado — anuncio el conductor.
Sin palabra alguna bajamos del automóvil negro, no corremos a pesar de que la lluvia arrecio. Incluso ni el paraguas utilizamos aun cuando nuestro chofer nos lo ofrece, nos denegamos. Entramos en nuestra casa, una muy amplia y grande, una de las tantas cosas que mi padre nos dejó. Como cambiaria toda la riqueza que heredamos por tenerlo un día más conmigo. Mi madre se disculpa para perderse por las escaleras dobles que nos reciben en el despacho de la casa. Al igual que yo ella necesita tiempo. Yo me dirigió a mi habitación yendo a la derecha en vez de la izquierda por donde se perdió la mujer que me dio la vida. Cubro el ultimo peldaño y frente a mi se abre todo una sala de televisión, en la pared de la izquierda me encuentro con muchas fotografías familiares. La mayoría son de mi padre, madre y yo mismo en diferentes lugares con diferentes historias. Me acerco a la pared para recorrer de un extremo al otro viendo cada imagen, algunas me roban una sonrisa, otras me avergüenzas, y otras tantas me hacen recordar la verdad. No se si es que me guste la autoflagelación, pero tomó en mis manos la fotografía del recuerdo de la promesa. La sostengo tan fuerte en mis manos que temo partirla en dos, me relajo con un suspiro y la dejo en su lugar. Antes de partir ha mi habitación echo un ultimo vistazo aquella imagen de alegres sonrisas.
— A partir de ahora seré fuerte, lo prometo, padre.
Le doy la espalda a los recuerdos y me dirijo hacia mi cuarto que se ubica al final del pasillo que se postra a mi derecha. Abro la puerta que me saluda con un crujido en las bisagras, no presto atención al desorden que tengo a mi alrededor y me dejo caer en la cama. El tiempo ya no tiene sentido, no se que hora es ni en que día me encuentro. Cierro los ojos esperando poder dormir después de estas cuarenta y ocho horas en vela, quizás sean más, lo que importa es que aun cuando no creía lograrlo poco a poco mi conciencia me aparto de la realidad y me envolvió en un mundo de sueños.
¡Hola!
Como en cada proyecto, les doy la bienvenida. Bueno daré una explicación rápida, esta historia la he tenido rondando mucho por mi cabeza posponiendo en publicarla debido a que siendo una historia con un tema que puede resultar confusa por lo complejo que puede ser no me animaba. Bueno, ese es el plan en que sea una historia un tanto compleja con una trama diferente a lo que vengo escribiendo. Si bien esta en un proceso de enfoque y arreglos les traigo el primer capitulo (pronto el segundo) para que vean un poco como va esta historia. Depende de sus comentarios si avanzaremos de los dos capítulos. Se que este primero no dice mucho, pero espero sea lo suficiente misterioso y llamativo para engancharlos.
Mejor dejo de escribir mucho y nos vemos para la continuación.
Sin más por decir
Au Revoir.
