Este FanFiction fue reescrito de su versión original por incumplir con las normas de (no intencionalmente). Verán, tuve algunos "problemas legales" con un foro que evidentemente se encarga de que los fics respeten las reglas de . Para resumir ellos advirtieron el incumplimiento de ciertas normas de (aunque a mi parecer la forma fue algo grosera).

Ahora estoy reescribiendo el FanFic y estoy mejorándolo un poco para que sea "más sencillo" pues las cosas no resultaron como creí que serían. Personas no-fans de Phineas y Ferb estaban leyendo la historia y supongo que la forma en la que presupongo las cosas en la historia las marea y no les permite concentrarse en la trama. Bueno, sólo algo me queda por decirle a este foro: ¡CONFÓRMENSE CON ESTO!

Otra aclaración que debo hacer es la siguiente: esta historia hace referencias a muchos capítulos que ya sucedieron. Yo no puedo explicarles todo lo que sucedió en capítulos anteriores, ni puedo decir quién es cada personaje. Doy por supuesto que lo saben. Otra aclaración que debo hacer es que Phineas y Ferb no son hermanos, son hermanastros. Eso es algo a tener en cuenta durante la historia.

Ninguno de los personajes de Phineas y Ferb me pertenece.

Fan Fiction

Phineas y Ferb: "La máquina de cumplir deseos"

Phineas y Ferb deciden construir una máquina que vuelve los deseos realidad inspirados en los comentarios de Isabella, pero las cosas no salen tan bien y los deseos comienzan a salirse de control. ¿Qué sucederá con esta máquina? Averígüenlo y dejen reviews.

Capítulo I

Phineas y Ferb se encontraban sentados como de costumbre. Aquel árbol del patio los proveía de sombra mientras sus cerebros pensaban en qué hacer ese día. El muchacho pelirrojo de cabeza triangular se apoyaba contra la madera con los ojos entrecerrados por el aburrimiento. El peliverde tenía una expresión prácticamente inexpresiva, como si todo el tiempo tuviese "cara de poker". Ambos chicos debían luchar contra el aburrimiento de la rutina, y para eso debían crear algo impresionante, algo fuera de lo común. Para su suerte, nada era imposible para ellos.

-Bueno, Ferb. –dijo Phineas con algo de cansancio. -¿Tienes alguna idea?

El chico de cabello verde simplemente negó con la cabeza manteniendo su cara sin demostración de sentimiento alguno.

-Vaya, parece que nos estamos quedando sin ideas mi hermano, pero no podemos rendirnos. Sigamos pensando.

La puerta de su casa se abrió y su madre salió al patio acompañada de Isabella, su vecina.

-Miren quién vino a visitarlos chicos. –dijo su madre con una sonrisa.

-Hola, Isabella. –saludó Phineas.

-Bueno, chicos, debo irme a mi clase de cocina. Diviértanse. –agregó la pelirroja madre de Phineas.

-Lo haremos. –contestó su hijo.

-Oh, casi lo olvido. No molesten a su hermana, está algo estresada. Tiene una cita con Jeremy, o al menos eso fue lo que entendí en medio de todo ese griterío. –dijo en tono burlón.

-Claro, mamá. –contestó Phineas.

-Nos vemos, chicos.

-Adiós, mamá.

La mujer tomó las llaves de su auto y se dirigió al garaje. Abrió la puerta con el control remoto y se sentó dentro del automóvil. Acomodó su cabello y encendió el auto. Unos momentos más tarde ya estaba camino a su clase de cocina.

-Bueno, Phineas, ¿qué están haciendo? –preguntó Isabella como siempre lo hacía.

-En realidad nada. –respondió el único de los chicos que tenía el hábito de hablar. Su hermano Ferb no solía hablar mucho.

-¿Nada? ¿Ustedes? –inquirió la chica completamente sorprendida ante la respuesta de su vecino.

-Descuida, haremos algo. Sólo que aún no sabemos qué hacer. ¿Tienes alguna idea?

-Oh, no, la verdad no. Tengo algo de hambre. No soy buena para pensar con el estómago vacío.

-Entremos. Debe haber algo de comer en la cocina.

-Vamos, Phineas.

Los tres chicos entraron a la cocina y pudieron visualizar un platón de sándwiches sobre la mesada.

-Miren, mamá dejó unos sándwiches.

-¡Delicioso! –dijo Isabella al probar uno.

Ferb levantó su pulgar y Phineas saboreó uno. Isabella estaba a punto de darle la segunda mordida al suyo pero un grito proveniente de la habitación de Candace la sorprendió y le hizo tirar su sándwich al suelo.

-Cielos, -dijo la chica todavía asustada. –Candace sí que está nerviosa por su cita.

-No entiendo por qué. –respondió Phineas. –No es la primera vez que salen.

-Vaya, qué romántico. Me recuerdan a una película que vi anoche. Se trataba de una chica que estaba enamorada de un chico, pero él ni siquiera la notaba, entonces un hada madrina aparece y dice que le cumpliría tres deseos…

-Sí, hay muchas de esas historias. Siempre son tres deseos. –dijo el joven Phineas Flynn nuevamente con cara de aburrimiento.

-Qué lástima que no sea de verdad. –agregó la chica con un dejo triste.

-¡Eso es, Ferb! ¡Ya sé qué vamos a hacer hoy! Vamos Isabella, tú puedes ayudar.

Mientras tanto en la habitación de Candace, ésta gritaba histérica mientras hablaba por teléfono con Stacey. Estaba demasiado nerviosa por su cita con Jeremy, pues creía no tener nada que ponerse. Daba vueltas por la habitación agitada y tirando su ropa por todos lados. El suelo de la habitación apenas se veía.

-Stacey, no, no tengo nada más que ponerme. Es horrible. Jeremy creerá que no tengo gusto para vestirme. –decía frente al espejo intentando diferentes combinaciones de ropa sobre su ropa.

-Tranquilízate, Candace. –contestaba su amiga en el teléfono.- Eres Candace Flynn, ¡viajaste al espacio! Además Jeremy ya cree que eres genial.

-Exacto, Stacey. Necesito que lo siga creyendo. No puedo permitirme fallar esta vez.

-Pero, Candace, a Jeremy no le importa. Ya lo conoces, no importa lo mucho que te humilles frente a él, no va a importarle.

-Lo sé, Stacey, siempre me humillo frente a él. Soy una tonta. Debe creer que soy una idiota.

-¿Y por eso te invitó a salir? Vamos, Candy, amiga. Debes tenerte más fe.

-No puedo, Stacey. No puedo. –respondió rendida mientras se lanzaba a la cama.

El ruido de un taladro eléctrico proveniente del jardín interrumpió la conversación de Candace.

-¿Estás ahí, Candace?

-Luego te llamo, Stacey. –contestó colgando su teléfono con furia.

Salió al patio completamente enloquecida.

-¡Phineas! ¿Qué es todo ese ruido?-gritó con el ceño fruncido.

-Es nuestra máquina que convierte los de… -respondió su hermano.

-¡No me importa lo que haga esa máquina, quiero que el ruido se detenga ahora!

-Pero, Candace… Ya casi terminamos. Sólo falta conectarla. –intentaba explicar su hermanito.

-¿Saben qué es realmente molesto? Que cada vez que tengo una cita con Jeremy ustedes la arruinan.

-Eh, Candace… -volvía a tratar el pelirrojo sin éxito.

-¡No, Phineas! Déjame terminar. ¡No importa lo que haga para que mi cita salga bien, si no son ustedes es Suzie!

-¿La hermanita de Jeremy? –preguntó el chico que no lograba comprender del todo lo que su hermana le decía.

-Les dije que era malvada. –agregó Buford entrando al patio trasero seguido de Baljeet.

-¿Cómo están, chicos? –saludó Baljeet tímidamente.

-Ya veremos cómo estarán cuando le diga a mamá lo que hicieron. –dijo la chica de cabello rojo.

-Pero, Candace… -probó Phineas por última vez.

-Es todo, Phineas. –dijo la chica yéndose casi tan furiosa como había llegado.

-Vaya, ni siquiera me dejó decirle para qué servía la máquina. Bueno, hay que probarla. –exclamó el chico ignorando por completo la escena recién vivida.

-Muero por ver cómo funciona. –añadió Isabella.

-¿Qué es?-preguntó Baljeet.

-Es una máquina que convierte los deseos en realidad. –contestó Isabella llena de emoción.

-Oh, vaya. ¿Qué no es eso algo… ilógico? –volvió Baljeet a preguntar.

-Claro que no. –respondió Buford algo amenazante.

-Claro, Buford. Tienes razón… -dijo Baljeet atemorizado.

-¿Quién quiere pedir un deseo primero?-preguntó Phineas -¿Creen que entienda los deseos que piden los ornitorrincos? Iré a traer a Perry. Oigan, ¿y Perry?

Continuará…