Holaaa!! Sí, ya sé que llevo desaparecido ... ¿cuánto? Bueno, ni me acuerdo. Mi vida ha cambiado mucho y han sucedido demasiadas cosas que me han mantenido apartado de FanFiction, del manda e incluso de escribir en general. Hace poco, hace unos meses, me llegó un review en No Hay Luna Sin Sol, después de tanto tiempo sin recibir, y no sé por qué me volvió la nostalgia y, con ella, la inspiración. Así que me puse manos a la obra y aquí estoy. He tardado porque sabéis que me gusta ser estricto conmigo mismo, y quería tener varios capítulos ya hechos para poder publicar cada semana, como hice siempre. No quiero perder esa costumbre! xDDD No sé cuántos me leeréis, sé que algunos me anadísteis a lo de las alarmas de las actualizaciones, pero soy un poco torpe, no sé si se puede borrar de ahí y en ese caso si me habréis borrado o no. Al menos, esta vez he podido pensar en un "público" (os puedo llamar así? No me gusta mucho, porque no me considero digno de tenerlo, pero... xD) mientras escribía. Espero que os guste, supongo que tendrá cosas que sean parecidas al otro fic largo, pero... es que el autor es el mismo :P xDDD Encantado de volver por aquí y espero no retrasarme ninguna semana, porque estoy con otro proyecto además (mi inspiración volvió con las pilas sobrecargadas xDDD). Ah, y tampoco aseguro que después de terminar esta historia vaya a ser diferente de la otra vez, puedo ausentarme mucho tiempo, quizá ... peroe spero volver como hago ahora, no os olvidéis de mí xD.
Bueno, y después de esta larga explicación, vamos al capítulo 1, no? Tengo que avisar de que es un fic yaoi, así que quien no esté de acuerdo o a quien no le guste, que no lo lea. Pero no tengo claro de que vaya a er algo explícito como la otra vez, eh? Pues a por ello!!
1. Enfados, Llantos, Risas Y Otras Cosas
El agua tibia caía sobre mi piel y resbalaba hacia abajo por todo el cuerpo desnudo, muriendo en la placa de cerámica. Mis músculos relajados convertían los regueros de agua en sinuosas formas cuando se deslizaba con precipitación. Era un cuerpo entrenado y definido, con el peso del tiempo trabajándolo a conciencia. Mas no eran músculos abultados ni excesivamente sobresalientes, como si este trabajo hubiera sido natural, y no específicamente para hacerlos resaltar.
Había poca luz en aquel pequeño cuarto de baño de mi diminuto apartamento. El espejo de más de veinte años se encontraba ahora completamente opaco por el vaho y los azulejos de la pared, algunos de ellos con otro motivo pintado por haber sido puestos con posterioridad, estaban todos húmedos. El suelo presentaba una humedad sospechosamente líquida, ya que en aquellos momentos me estaba duchando con poco cuidado y las copiosas gotas de agua escapaban por la cortina, empapando muy lentamente el piso del aseo. Sobre el lavabo, tirada de cualquier forma, yacía una camiseta de algodón arrugada y ya bastante mojada. Un pantalón vaquero sobre el bidé, medio dentro, medio fuera, se arremolinaba casi anudándose las dos piernas entre sí. Las zapatillas habían volado cerca de la puerta entreabierta, así como los calcetines. Los calzoncillos -un bóxer de algodón-, se habían deslizado piernas abajo junto a la bañera.
Cuando el grifo del agua se cortó, pasó algo de rato hasta que deslicé la cortina de la ducha, rato en el que se oían caer las gotas y estrellarse contra la cerámica de la ducha. Estiré el brazo hacia el toallero y sólo pude tocar la pared. ¡Mierda!. ¿Dónde estaba la toalla? Me tuve que conformar, finalmente, con la toalla de manos, que me sirvió para secarme todo el cuerpo y así no escurrirme al salir de la bañera. No obstante, en cuanto puse el pie fuera, resbalé ligeramente con la humedad del suelo, y por suerte pude sujetarme milagrosamente sin sufrir mayores daños que el susto del momento.
-¡Me cago en la hostia! –grité con desdén-. ¡Menudo día llevo!
Justo en ese momento, comenzaron a dar timbrazos en la puerta de forma estrepitosa. Eran pitidos desesperados y un tanto continuados, tanto que casi llegaban a fusionarse para ser uno único y permanente, sin soltar el timbre.
-¡Ya va!
Los timbrazos no sólo no cesaron, sino que se hicieron más persistentes si es que eso era posible. Seguramente se debía a que acababa de delatar que estaba en casa, por lo que no había escapatoria. De todos modos, no pretendía escapar. La cabeza me iba a explotar mientras intentaba enrollarme la toalla a la cintura, siendo inútil porque no era lo suficientemente larga como para sujetarse por sí sola. De manera que, asqueado ya, la agarré con la mano mientras daba zancadas descalzo y dejando un rastro de agua por el suelo hasta llegar a la puerta.
-¡Que ya va! –grité casi alcanzando la puerta, intentando detener esos cinco o seis zumbidos que le dio tiempo a dar a quien se hallase en el exterior-. Joder –susurré seguidamente.
Pasé frente a un espejo en la entrada de la casa y vi el aspecto tan incómodo en que me encontraba para recibir visitas: aún húmedo, el pelo largo chorreando agua, completamente desnudo y sujetando la toalla en la cintura para taparme como buenamente podía. Abrí la puerta con frenesí, reprimiendo un grito para que quien esperaba al otro lado se metiera el timbre por el culo y se estuviera quieto.
Ahí, parado y con algo de convulsiones, se encontraba Rock Lee. Su porte era, en esos momentos, bastante inseguro, con la espalda algo curvada hacia delante, en contraposición a lo que normalmente solía mostrar, tan recto y tranquilo, seguro de sí mismo y con confianza. Su cuerpo también era estilizado y con sinuosas formas de músculos marcados gracias al entrenamiento, y la ropa no muy holgada permitía que se viese con sólo un golpe de vista. Llevaba puesta una camiseta de manga corta ajustada, a pesar del escaso frío que hacía a la una de la madrugada. En la mano tenía una sudadera, tampoco excesivamente gorda, arrugada y como si no existiera, que le hubiera servido, al menos, para resguardarse de la temperatura. Miraba hacia abajo, alicaído, como si no se atreviese a mirar hacia arriba. Una vez abierta la puerta, parecía haberse convertido en una estatua que no sabía ni llamar al timbre.
-¿Lee?. ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?
Al oír su nombre, el muchacho en cuestión alzó la cabeza y enseñó su rostro anegado en lágrimas. Sus ojos negros y brillantes estaban ahora apagados. Se habían transformado en un abismo del que brotaban océanos interminables. El cabello moreno estaba completamente desordenado y arremolinado, aun cuando su corte a tazón solía reorganizarse casi por inercia, gracias a lo liso que era. Y sus labios siempre carnosos y tersos, estaban cortados y con algo de sangre, como si se los hubiera mordido. No se podía decir que, de cara, fuese del todo agraciado. Tenía los ojos grandes, sí, pero demasiado redondos, y las cejas eran tan pobladas que incluso rallaban la vulgaridad. Y el corte de pelo no ayudaba a darle un aspecto del todo atractivo. Pero siempre había paliado estas carencias físicas con su gran sentido del humor, su justicia y su afán protector. Incluso el cuerpo, en realidad, no era nada despreciable.
En milésimas de segundo, Lee no pudo aguantar mucho más y se lanzó con los brazos abiertos sobre mí, que esperaba pasmado, sin entender nada. De buenas a primeras me vi completamente rodeado, y de la impresión la toalla se escapó de entre mis dedos y cayó al suelo, dejándome completamente desnudo e indefenso. Asustado y, sobre todo, avergonzado, le devolví el abrazo pegándome todo lo que pude a su cuerpo para intentar esconderme un poco de mi propio amigo, si bien éste estaba más concentrado en deshidratarse sobre mi hombro.
Justo en ese momento, apareció por la escalera del rellano un vecino mayor, cojeando sobre su bastón de madera y resguardado bajo un sombrero gris oscuro. Pasó frente a la puerta en la que los dos nos abrazábamos –yo desnudo- y, conforme avanzaba para dirigirse a su casa, giraba la cabeza descaradamente para mirarnos con un rostro desconcertado y algo alarmado. No sabía bien si era por ver a dos hombres abrazándose tan pegados, o porque uno de ellos estuviese sospechosamente desnudo durante ese contacto. Incluso tal vez era por ambas cosas a la vez. No se le veía muy contento, de cualquier modo, por tener que ver esa escena, aunque era él quien se estaba obligando a presenciarla al no quitarnos el ojo de encima. Y, por otra parte, tampoco le debía hacer mucha gracia que aquello estuviese sucediendo en una casa tan cercana a la suya. ¡Ya podría haber sido en otro piso distinto de aquel antiguo edificio!
-¡¿Se puede saber qué mira?! –le grité, yo que estaba en condiciones de hablar. No me atreví a moverme por miedo a que el viejo me viese más desnudo de lo que ya se me podía apreciar-. ¡Métase en sus asuntos! –no había tenido un buen día, y mi humor no era en esos momentos lo que se podía decir agradable. Demasiados trabajos para clase y bastante difíciles, una discusión con un profesor y algunos problemillas que habían ido surgiendo a lo largo del día eran más que suficientes para torcerme el ánimo.
-No sabía adónde ir.
-¿Y por qué no a tu casa? –le contesté de una forma arisca, después de que el otro chico por fin se dignase a mencionar alguna palabra.
Lee levantó el rostro asustado e intentó separarse un tanto. Ahora que se erguía ligeramente, los casi dos centímetros que me sacaba de altura quedaban a la vista, y cuánto me fastidiaba a veces. Intimidado por mi desnudez, agarré a mi amigo rápidamente por la cintura y lo empujé contra mi propio cuerpo, evitando así que me viese desnudo. No solía importarme mucho, pero tampoco era algo que me encantase enseñar. Además, no había necesidad de presentarme ante todo mi bloque como dios me trajo al mundo.
Y, seguidamente, me di cuenta de que estaba pagando los platos rotos de mi mal humor con aquel chico que no tenía culpa ninguna, sino que además se encontraba algo abatido. No me encontraba enfadado, pero sí un poco molesto, pero Lee no me había hecho absolutamente nada malo para que lo tratase de aquella manera.
-Oye –susurré-, lo siento, no quería hablarte así.
-No pasa nada.
-Ven,. ¿por qué no pasas? No quiero que más vecinos me vean así.
-Pensaba que era por mí –me dijo Lee entrando por la puerta y cerrando ésta a su espalda, dejando que por fin pudiera separarme de él libremente sin que nadie me viese y así meterme en la casa para vestirme.
-¿Por ti? –pregunté extrañado-. Pero si nos vemos a diario en las duchas –me reí, intentando esconder que una pequeña parte de razón tenía.
Me encaminé hacia el dormitorio, mientras Lee observaba –lo sé- el balanceo de mis nalgas al andar. Allí me puse unos calzoncillos limpios y, al instante, me sentí más cómodo y tranquilo. No era lo mismo verse desnudos en las duchas del gimnasio, que andar mostrando mis virtudes a mi mejor amigo como si nada. Fui al baño y cogí el bote de desodorante, pues quería vestirme ya de una vez, y al menos ya se había secado mi cuerpo por completo con el tiempo que había estado abrazando al otro chico.
-¡Neji!
-Sí, dime –contesté yo asomando la cabeza por la puerta para escucharlo mejor, mientras me aplicaba el desodorante.
-Siento haberme presentado así de improviso. Es que no sabía…
-Ya, ya –lo interrumpí-, no sabías adónde ir. ¿Qué ha pasado, tío? No me gusta verte así.
Lee se quedó en silencio, cabizbajo. No quería tener que hablar de eso, sabía cuál iba a ser mi reacción. Era algo incómodo, así que las palabras no le salían por la boca. No sabía cómo abordar ese tema.
-Ha sido Sasori,. ¿verdad? –lancé al aire con seriedad, algo enfadado. Me acerqué al amplio sillón en el que se había sentado momentos antes mi amigo y, tras dejar el desodorante sobre la mesita abarrotada de bártulos innecesarios, a los que al final se acabaría por sumar el botecito recién colocado, me senté también en el sofá, junto a mi compañero. Había olvidado ya que iba en calzoncillos, y como no hacía excesivamente frío, tampoco me había podido dar cuenta. De hecho, no era la primera vez que andaba en paños menores por la casa.
-Sí, ha sido él. O he sido yo. No lo sé.
-¡Tío, mira que te lo dije! –espeté asqueado y levantándome de nuevo-. Te dije que ese pavo no te convenía. Es un imbécil.
-Creo que no ayudas mucho echándome en cara que me avisaste –dijo él con amargura-. De todas formas, la culpa es mía, por aferrarme a alguien a quien no quería.
-¿Cómo que no querías? Entonces,. ¿por qué estabas con él?
-No sé, supongo que porque me acostumbré a la rutina, a su tranquilidad, a estar juntos y vernos todos los días. No tengo ni idea, pero el caso es que en el fondo me siento aliviado. Por fin he conseguido dejarlo y mandarlo a la mierda.
-Donde se merece, vaya –añadí-. Pero bueno, si eso es así,. ¿por qué te presentas aquí tan desolado en vez de dando saltos de alegría?
-Y yo qué sé, pues supongo que por eso, porque estaba acostumbrado a estar con él, a pensar que era parte de mi vida. Yo sabía que no quería compartir mi vida con él, pero no quería acabar con todo. Quizá me daba pereza volver a empezar, ya acomodado a tener una pareja estable.
-Qué idiota eres –le dije como si nada con una leve sonrisa y con voz melosa. Me senté otra vez y lo abracé amistosamente, para que supiera que estaba ahí para lo que hiciera falta, y que le daba todo mi apoyo. En el fondo, estaba muy contento porque Lee había conseguido dar por fin el paso necesario para librarse de ese estúpido de Sasori, que sólo le comía el coco y no le dejaba vivir como se merecía.
-Oye,. ¿me puedo quedar a dormir hoy aquí? –preguntó Lee con algo de vergüenza, supongo que porque se sentía como un invasor que se acoplaba en la casa de otro casi sin permiso. No obstante, debió atreverse a preguntarlo por la gran confianza que había entre los dos, y porque ya en otras ocasiones se había quedado a dormir, casi siempre los días en que él y Sasori discutían.
-Claro, no hay problema. Espera un momento a que arregle la habitación para que puedas dormir –dije dirigiéndome hacia mi única habitación, donde tendríamos que compartir la cama-. Esto de vivir solo hace que uno acabe por acoplar el desorden a una sola persona –me reí.
Lee esperó pacientemente en el salón, mirando a todos lados con algo de miedo. Debía pensar que si tenía el dormitorio igual que el salón-comedor, era para salir corriendo. Era un apartamento pequeño, con un cuarto de baño, un dormitorio y una cocina dentro del mismo salón. Todo, sin excepción, tenía ropa por el suelo y tirada por aquí y por allá. Se podía decir que vivía en un gigantesco armario acondicionado como una vivienda. Los muebles eran viejos y de una calidad no muy buena, típico de todo apartamento alquilado cuyo casero es un usurero, pero tampoco me molestaba en mejorar la imagen de mi lugar de residencia. Además de la ropa –entre la que se incluían calcetines y calzoncillos-, había bolsas de frutos secos, botes y alguna que otra caja de pizza pedida a domicilio. Había muchos libros, sí, pero también desordenados, e incluso los había por el suelo, corriendo el riesgo de ser pisados.
Rock Lee estaba más que acostumbrado a ese aspecto tan desaliñado que se veía en mi apartamento. Me había visitado en muchas ocasiones, pero debía extrañarse muchas veces del profundo cambio que yo había sufrido con el tiempo. Cuando era niño, era un chico callado, seguro de mí mismo pero algo tímido para hablar. Y excesivamente responsable y limpio. Había sido educado con tanta rigurosidad impuesta, que yo mismo pensaba que este cambio tan radical había sido provocado en cierta medida por esa presión constante de mi familia para ser perfecto. Era como la reacción a la acción. Físicamente, en cambio, había ido incluso a mejor. A mis veintidós años, mis facciones eran más marcadas y angulosas, más adultas y atractivas que cuando era un adolescente. Mis ojos albinos, tan misteriosos y extraños, se habían afilado de aquella forma tan sexy que, como en todo, la gente decía que me caracterizaba. Pero mi pelo, negro azabache y suave, seguía con la misma longitud, resaltando ese contraste con los ojos blancos.
-Hala,. ¡listo!
-¿Seguro? Siempre que he venido a dormir a tu casa he tenido que esperar casi una hora a que terminases de recoger –dijo Lee llanamente, sin darse cuenta por completo de que me lo iba a tomar como algo personal.
-¿Tú no estabas disgustado por romper con Sasori? –pregunté con malicia, como si quisiera meter el dedo en la llaga.
-Qué amable eres cuando quieres,. ¿eh?
El muchacho se fue a dormir, pues estaba bastante cansado después de un día muy duro. Yo, por mi parte, me quedé en el salón recogiendo un poco y tirando las cosas que, realmente, sólo aportaban desorden al apartamento, y que quizá con algo más de tiempo fuesen la residencia de inquilinos no del todo deseados. Al menos, tenía la conciencia necesaria para ir renovando los desperdicios de mi casa y no ir acumulándolos de manera exagerada.
Al rato de estar así, ya bastante avanzada la noche, me pareció oír que alguien llamaba a la puerta con los nudillos. Podría ser normal incluso por la hora, de no ser porque vivía solo y, si me querían despertar a mí, podían tocar el timbre, pues no iba a molestar a nadie más. No obstante, hasta lo agradecí, ya que casualmente esa noche estaba Lee, y no quería que lo despertasen.
No imaginaba quién podía ser, y menos para una visita tan repentina y tan poco común, pero el caso es que me quedé quieto aguzando el oído, por si acaso tan sólo había sido mi imaginación. No obstante, se volvió a oír el mismo ruido en la madera, y un susurro casi inaudible al otro lado de la puerta. Fui a abrir, extrañado, y allí encontré a una chica delgada, con un aspecto inocente y dulce. Una amplia sonrisa enmarcaba su rostro de piel lechosa, bajo unos ojos verdes de escándalo. Su pelo sedoso y claro, con brillos rosáceos, apenas rozaba sus hombros. Una vez lo había llevado bastante largo, hasta que tomó la decisión de cortarlo. Y parecía haberle gustado mucho, porque había seguido así.
-Sakura,. ¿qué ocurre?
-Nada,. ¿no puede hacerte una amiga una visita?
-Claro que puede –respondí, con los ojos blancos completamente inexpresivos-, pero a una hora más normal.
Ella sacó la lengua esbozando media sonrisa, intentando parecer más dulce aún de lo que su cara solía mostrar. Sin embargo, me miró directamente a los ojos, en una clara súplica para que la invitara a pasar. ¡Había que ver lo que hacía la confianza!
-¿Quieres pasar y me cuentas qué ha pasado? –le dije, sintiéndome casi obligado a invitarla. No es que quisiese despacharla sin hacerla entrar, pero con la cara que ella había puesto, parecía que yo solía comportarme así. En fin, sea cual fuere mi intención, el resultado iba a acabar siendo el mismo: ella entraría.
-Gracias, pero no ha pasado nada –dijo ella yendo hacia el sofá-. Tan sólo he discutido con Sasuke. A veces me pone de los nervios. ¡No sabe tratarme!
La miré con incredulidad. Por una parte, no entendía qué planeta se había alineado con cuál para que fuese la noche de las discusiones de pareja, y sobre todo, que a mí me tocase hacer el papel de psicólogo sentimental. Me gustaba ayudar a mis amigos, pero a las dos de la madrugada… En fin, por algo eran amigos de la infancia. Por otra parte, mi incredulidad también venía de que Sakura se hubiese enfadado con Sasuke afirmando que él no sabía tratarla. Y el caso es que no conocía a ningún tío que fuese más detallista con una mujer. Se podía decir que Sakura había conseguido un chollazo y aun así se quejaba. De hecho, muchas mujeres habían roto conmigo al compararme con Sasuke y verse decepcionadas. Querían que yo fuese igual que el que ahora era novio de Sakura.
-Oye,. ¿estás segura de que él no sabe tratarte?
-Sí, claro que estoy segura –afirmó ella rotundamente, sin ninguna muestra apreciable de vacilación-. Me dijo que no quería venir a comer a casa de mis padres este fin de semana porque la semana que viene tiene un examen muy importante.
-¿Y es eso cierto?
-No estoy segura, la verdad. Me encendí enseguida, pero de todas formas seguro que está encantado de no venir. Ya sabes que muy sociable precisamente no es.
Me reí.
-Sakura, Sasuke tiene un examen la semana que viene de verdad. Además, ya sabes que su trabajo no le deja demasiado tiempo salvo los fines de semana, y en período de exámenes, ni siquiera eso. ¿Cómo puedes no saberlo? Deberías tener algo de paciencia en estas fechas tan puntuales.
-¡Claro que lo sé! Pero me hacía mucha ilusión, ni siquiera me acordé de su trabajo –dijo ella, ruborizándose un poco por la actitud que había mostrado-. Vale, lo reconozco, debería ser más comprensiva con él. Después de todo, en cuanto puede busca un hueco para estar conmigo.
-Pues sí, tú misma te lo has dicho –dije riéndome a carcajadas-. ¿Te puedo ser sincero?
-Sí, claro.
-Desde que empezaste a salir con Sasuke hace… ¿cuánto?. ¿Un año?
-Un año y cuatro meses –me corrigió rápidamente ella.
-Bueno, pues un año y cuatro meses –rectifiqué poniendo los ojos en blanco, valga la redundancia-. El caso es que desde entonces te has vuelto muy caprichosa, Sakura. No sé si porque te has pasado toda tu infancia detrás de él y por fin lo has conseguido o porqué –ella me miró abriendo la boca, dolida-. No pongas esa cara. ¿Tú te reconoces? Que tienes ya veintiún años, por favor.
Ella bajó la cabeza algo avergonzada, reconociendo así que era cierto lo que estaba diciendo. En el fondo, enfadarse con su pareja por un asunto así, cuando ni siquiera se había parado a mirar si era cierto o no, no demostraba mucha madurez. Ella misma sabía que sólo se había comportado así cuando era una cría. Pero cambió, maduró, y dejó de preocuparse por cosas tan banales. Ni siquiera ella entendía cómo había vuelto hacia atrás, a aquella etapa, sin apenas darse cuenta. Tenía que volver a ser la misma Sakura que era antes de empezar a salir con Sasuke.
-Quizá por eso Ino vuelve a no hablar demasiado conmigo.
-Quizá no, es por eso, Sakura.
-Vaya –susurró ella, decepcionada consigo misma-. Yo pensaba que estaba dolida porque al final Sasuke está saliendo conmigo y no con ella.
Yo la miré un momento, meditando mis palabras y, sobre todo, si las debía dejar salir de mi boca, porque conociéndola, podía ser un golpe relativamente duro y que tendría que aprender a encajar.
-Sasuke e Ino estuvieron juntos durante mucho tiempo, Sakura –me decidí finalmente a decir. Ya era hora de que lo supiese y dejase de ser el tema tabú en el grupo, ella también tenía derecho a saberlo-. Intentaron que no lo supieras para no hacerte daño.
Ella se quedó boquiabierta, y se tuvo que sentir dolida por la falta de confianza, tanto por parte de su amiga, como por la del que ahora era su pareja. Sondando su mirada pude darme cuenta de que no le había hecho especial gracia lo que acaba de decir, y seguramente había caído en el abismo de la inseguridad. Tendría que superar esa etapa con la menor impaciencia posible.
-En fin, gracias por escucharme –dijo ella, abrazándome-. Y siento haber venido a estas horas, la verdad. Por tu aspecto, yo diría que estabas durmiendo,. ¿no?
Se rió por lo bajo conforme me miraba, completamente desnudo salvo por los calzoncillos, ya que ni me había dado cuenta de vestirme tras la ducha. Pero, justo cuando iba a contestar, apareció Lee en el salón, frotándose un ojo con una cara de sonámbulo que no podía con ella. Sakura enarcó una ceja al ver que éste hacía aparición, por arte de magia, y que además iba igualmente con tan sólo un bóxer, arrugado de dormir, y enseñando por completo su cuerpo.
-Hola, Sakura –la saludó él, casi sin haber hablado-. Yo venía sólo a beber agua, hasta mañana.
El muchacho dio un trago de una botella del frigorífico y se volvió a meter en mi dormitorio, sin intercambiar ninguna palabra más con nosotros, aún sentados en el sofá. Sakura me miró de reojo y sonrió maliciosamente, dejando volar su imaginación y expresando sin palabras esos pícaros pensamientos que habían nacido con pasmosa velocidad y sin que nadie le hubiese dado derecho ni motivos para ello. Era su especialidad ver lo que quería ver.
-Neji, ya todos sabíamos que Lee se había cambiado de acera de repente –dijo conteniendo esa risa de amiga ilusionada-, pero hasta donde todos sabíamos, a ti te encantaban las mujeres.
-¡Por dios!. ¿Qué dices? –espeté, escandalizado-. Él vino aquí buscando ayuda y me preguntó si se podía quedar a dormir. Ya entramos en el verano y hace calor, dormirá así, qué sé yo. No hemos hecho nada, ni lo haremos. Yo no estaba durmiendo cuando tú llegaste, estaba recogiendo esto,. ¿o no lo notas? –dije a una velocidad casi más rápida de lo que yo pretendía, delatando mis propios nervios.
-Sí, es cierto.
-Pues eso. De todos modos, ya sabes que no tengo más cama que la mía, tendremos que compartirla,. ¡pero no pasará nada!
-Vale, vale, de acuerdo –aceptó ella, aunque sus ojos no parecían realmente convencidos con aquella explicación-. Pero dime,. ¿qué le pasa a Lee para que viniese buscando ayuda?
-Acaba de romper con Sasori.
-¿De veras?
-Sí, ya era hora. No me gustaba ese chico. El caso es que me ha estado contando un poco por encima lo que ha pasado, cómo se siente y demás. Llegó llorando, aunque parece estar aliviado por su decisión, no sé, es extraño. Mañana hablaré mejor con él. Imagino que no le apetecía dormir hoy solo y por eso me pidió dormir aquí.
-Pero,. ¿por qué de repente ha decidido dejarlo?
-¿De repente? Sakura, creo que has estado muy metida en tu relación con Sasuke y no te has fijado en lo que estaba pasando.
-¿Cómo?
-En fin, ponte cómoda, te contaré toda la historia. Yo creo que esta noche es suficiente para ponerte al día –le dije acomodándome yo también. Sólo esperaba que, de verdad, hubiera tiempo para contárselo en una noche, aunque en el fondo lo dudaba-. ¿Te apetece?
Bueno, eso ha sido todo. Como veis, no es que empiece muy interesante, o eso me parece a mí. Espero que poco a poco os vaya enganchando, y que me enviéis muchos reviews, que me gustan mucho y me hacen ilusión xD. Ah, llevo mucho tiempo fuera de FanFiction como dije, así que he visto que esto ha cambiado mucho... no sé si habrán cambiado más cosas de las que he visto a simple vista, de modo que si es así, tened paciencia conmigo xDDD. Muchas gracias por leer mi primer capítulo y estaré aquí de nuevo el miércoles que viene (a lo mejor van cambiando poco a poco los días de publicación como la otra vez, pero bueno xD).
Quisiera agradecer también, ya que estoy, a toda esa gente que me leyó después de poner fin a No Hay Luna Sin Sol y que, por no estar registrada, no pude contestarle de ninguna manera a sus reviews. Vuestros comentarios también fueron importantes, aunque no tuviérais respuesta. Muchas gracias a todos!!
