Edades y Cualidades.
Quil: 17 Claire: 4
Tierna hasta que dan ganas de comerla…
-¿Quiere esa, la azul?- Le pregunté a mi pequeña Claire.
- ¡No, noo! Esa, la rosaita.
Tierna, la palabra para definir a mi pequeña Claire. Tenía tan solo cuatro años pero era toda la ternura del mundo hecha carne. Con su vestidito celeste de playa que le quedaba enorme y largo, el pelo castaño rojizo hasta los hombros desacomodaos y sus picarones ojos rasgados de color verdes la hacían irresistible. A tal punto era que la quería que me daban ganas de abrazarla y hacerla reír entre mis brazos toda la existencia.
-¿Esta, osita Claire?- Dije mostrándole la piedra rosada que creí me pedía.
-¡Síii!
La pequeña me la arrebato de las manos y la apretó contra su mejilla, ensuciándose la carita con la arena mojada. Embarrada, transpirada, manchada con todo lo que se encontraba en la playa- incluso la mayonesa de los emparedados de Emily- Claire irradiaba ternura. Mi pequeña corrió a pasos torpes hasta el borde de la playa y tuve que tomarla en brazos para que no se adentrara más de lo permitido.
-¡Quiedo entar, porfaaa!- Insistió ella poniendo una cara angelical.
Su rostro era redondeado y le faltaban un par de dientes, sus mejillas estaban sucias y su pelo totalmente embarrado, Emily me asesinaría si se la llevaba en ese estado. Por lo menos podría quitarle algo de mugre.
-Claro pequeña, pero yo te cargo y no te sueltas…
La tome en mis brazos y con ella abrazándome el cuello me metí al mar, ella estaba entre sorprendida y aterrada cuando el agua empezó a llegarme al pecho y a ella a los tobillos. De alguna manera bastante cómica se sentó en mis hombros y se aferro a mi cuello y de a poco descendió aun colgada de mi hasta que el agua le llego a la cintura. Era la primera vez que ella entraba al mar y su madre me mataría si sabía que la había metido.
-¿Tienes miedo, Claire?
-¡No, esto es supeel! – Chillo ella y se soltó de repente. Fue gracias a mis instintos que la agarre apenas lo hizo.
-¡máa adento!
-No, hasta aquí… eh, no se puede ir más allá…
-¿Pol qué, Quil?- Me pregunto inmediatamente.
-Porque, eh, ¡Hay tiburones!- Le solté y la cara de horror solo le duro aproximadamente tres segundos.
-¡Quielo velo!- Grito entusiasmada y mire hacía al cielo rogando por ayuda.
Claire era diminuta y hermosa, entusiasta y tierna, pero sobre todo era indudablemente insistente. Dios, ayúdame, pensé mirando su rostro aniñado, Y rápido.
Porque cada gesto de él es taaan tierno.
Quil es enorme, enormisisisisimo. Tendrían que verlo; tiene una espaldota muy… no es larga… ¡Ancha! eso es, ancha, tiene una espalda súper ancha. Es altote, como el armario donde guarda la ropa tía Emily no ¡Es más alto! Claro que no tanto como Jake, tío Jake parece Gozilla. En cambio, mi Quil es perfecto, no es ni muy muy ni tan tan. Siempre me carga en sus brazotes y me enseña cosas, ayer me enseño que las hormiguitas no se comen porque sino no pueden llegar a su casita y las mamis se preocupan y lloran mucho.
-¡Quielo ver los tibulones, Quil!- Le pedí poniendo mi carita "matadora" como la llamaba mi mami.
-No podemos Claire, los tiburones son malos; muerden.
-A mi no me van a moldel, no les voy a hacel nada malo…
-Pero ellos muerden por que tienen hambre, osita Claire, no por que los traten mal- Me respondió Quil y yo me enfade ¡Qué tontulino era!
-¡La hora de comel ya paso! ¡Ya comielon!
Quil se puso a reír y yo me reí de su risa; parecía un perro como mi Sohan, mi perrita. Lo mire confundida y volví a reírme. Abrasé a mi Quil y le dije que quería tomar gaseosa, me llevo a la orilla y me dio una latita de coca-cola. Quil era muy tierno, hacía de todo por mí, desde llevarme al cine a ver películas bonitas hasta leerme cuentos en la noche. Mamá había dicho que nos veíamos así, tiernos, así que creo que es una buena palabra para él ¿No?
