-¡Darwin!-el joven llamó, totalmente entusiasmado, recibiendo la dulce sonrisa ajena-¡He encontrado el oro perdido de la escuela!
Nuevamente, una risa se deja escapar de sus labios anaranjados y finos, fingiendo casi un interés especial por tal de ser amable.
-Qué bien, Clayton.
Pero Clayton no es tan estúpido o soñador para no darse cuenta de las intenciones altruistas de su compañero acuático, al que gustaba de ver sonreír aun fuera mentira.
Él también sonríe.
Le gusta su mentira, ¡le encantan sus mentiras! Y Darwin, que siempre apoya a Gumball, que siempre besa a Carrie, que sale a comer con Rachel y Penny, ese chico tan adorable que ánima a todos menos a sí mismo… También le agrada que forme parte de ellas…
…Aun solo sea por tan cortos instantes como aquellos momentos en los vestuarios, la escuela…
