Tras un fin de semana muy especial, las cosas no pueden volver a ser como antes, como si nada hubiera pasado...

Capítulo I- Reajustes

Todo se estaba descontrolando. Y esa sensación no le gustaba nada a la Dra. Temperance Brennan. Siempre había sido "su" vida y ahora sentía que ya no lo era. Ahora ya no era "yo", sino "nosotros". Pero, por otro lado, sí le gustaba. Es sólo que tenía miedo. Miedo a perder algo sin lo que hasta ahora había vivido perfectamente. O no tan perfectamente, pero al menos tranquilamente. Miedo a volver a sentirse abandonada, como cuando era una niña y su familia, su nido, su seguridad, se desintegraron dejándola sola. Si volviera a suceder...

Después del fin de semana aislados entre la nieve, todo había sido diferente. El mismo día del rescate, por la noche, Booth la había llamado. Quería saber si estaba bien. Ella se atrevió a decir lo que él estaba esperando oír

- "Tengo frío..."

Media hora después, él estaba en su casa. Tuvieron que dormir abrazados, pues ya no concebían otra forma de hacerlo.

Pero antes de dormirse, Seeley Booth lo había dicho. Lo que no se dijeron en todo ese fin de semana atrapados. Ahora, con total certidumbre y sin que tuviera que ver con la necesidad ni la supervivencia, él lo había dicho. Libre y voluntariamente.

- "¿Tú sabes que te quiero, verdad?"

- "Sí, Seeley, lo sé". Pero no añadió más. No dijo "Yo también". A Booth no le pareció extraño, sabía que ella necesitaba más tiempo.

Habían pasado casi tres semanas desde entonces, y la Navidad se acercaba, colorista y ruidosa como siempre. La historia de su aventura de Robinsones en la nieve se había filtrado por el Jeffersonian y las oficinas del FBI y todo el mundo les miraba con una sonrisita cómplice. Ángela estaba encantada, claro. Y más cuando se enteró que Booth se deslizaba desde entonces cada noche en la cama de su amiga. Tuvieron una conversación muy divertida en la que una exigía detalles y la otra intentaba soltar la menor información posible.

Cenando en le Royal Dinner las dos parejas, Ángela volvió a la carga

- "Así que la línea famosa que no ibais a saltar está más que olvidada...". Booth las miraba

- "Le contaste lo de la línea?". Hodgins le miró a él entonces

- "Booth, te recuerdo que tú me lo contaste a mí". Booth le fulminó con la mirada

- "¿Tú de qué lado estás, idiota?". Hodgins se reía

- "Yo, del lado del cotilleo. Todo se pega, amigo mío"

- "Bueno, hay muchos tipos de líneas..." Temperance se defendía como podía

- "Ya, cielo, te ayudo: Cuando se habló de línea, imagino que nadie dijo que se trataba de una línea recta ¿verdad?, una que divide en dos partes un plano, que hace que puedas decir "aquí", de este lado de la línea, y "allí" del otro lado... ". Temperance pilló la pista

- "Cierto, hay líneas mucho más divertidas... Y no tienen por qué ser rectas. Imagina una elipse, una lemniscata... Pero definitivamente la nuestra es una clotoide".

- ¿Una Clotilde, qué es eso de una Clotilde?" Todos se rieron con la "Clotilde". Cuando esos tres se ponían a hablar de términos físicos o matemáticos, a Booth a veces le costaba seguirlos.

- "La clotoide, Booth, es una curva en espiral que envuelve alrededor y a la vez en altura a medida que se va dibujado. Y si estamos los dos dentro, no debemos cruzar ninguna línea, así que nada es incorrecto". Booth no pudo menos que acercarse a ella por encima de la mesa, tomar su preciosa cara con las manos y darle un beso allí mismo.

- "Si ya digo yo que no la hay más lista... Para todo tiene una explicación científica". Ella se ruborizó ante su espontaneidad.

Ángela iba a explotar de gusto ¡Lo había conseguido! Con ayuda del invierno, de la casualidad y de otras muchas cosas, pero lo había conseguido.

Los días se sucedían sin grandes novedades en el aspecto laboral, el frío intenso hacía descender la criminalidad, por lo que primaba el trabajo de oficina y de laboratorio.

El Istituto Italiano di Antropologia había solicitado al Instituto Jeffersonian y a su reputada antropóloga forense, la Dra. Brennan, su colaboración en un estudio que se realizaba sobre una necrópolis hallada recientemente en el Venetto. Creían que podía ser uno de los primeros enterramientos que los ostrogodos habían realizado tras su avance por el territorio de la actual Italia, sobre el siglo V. Planos, fotos y varios esqueletos completos con sus pertenencias habían sido enviados a Washington para ser minuciosamente evaluados y datados.

Ángela y Temperance estaban estudiando uno de los esqueletos enviados junto con lo que se suponía eran sus objetos personales, con los que había sido enterrado. El jefe estaba con ellas, más que encantado, otra vez elucubrando sobre la posición y relevancia de la persona que alguna vez fueron aquellos huesos.

Booth pasaba por el Jeffersonian todos los días. Ahora no había ningún caso conjunto, pero él les visitaba con la excusa de requerir una firma en un memorándum, una información perdida sobre un caso atrasado... lo que fuera. Después salían a comer o a tomar algo, pero Brennan y él siempre se iban y llegaban separados. No engañaban a nadie.

- "¿Y qué, cómo va ese trabajo?" Preguntaba Booth. "¿Se puede saber al final si estos tíos son de los Estragados ésos?". Ante la risa general, Booth lo intentó de nuevo. "¿Ostrafagos?".

- "Ostrogodos, Booth", replicó Brennan, divertida.

- " Déjalo, corazón", le dijo Ángela, son nombres imposibles.

A Booth no le había gustado mucho que se hubieran reído de él, y les hizo una mueca.

-"Míralo, el eslabón perdido con los primates", Brennan estaba decidida a explotarlo. Booth ya se alejaba, pero se volvió hacia ella.

- "Te he oído... ¿Que soy primo de quién?" Ahora las risas se generalizaron, para más desconcierto de Booth.

- "Sólo ha dicho que eres tan mono... No te enfades, anda" Ángela rebajó la tensión, pero él les miraba aún desconfiado mientras se iba. Brennan sintió que había sido mala y le siguió, saltando desde la plataforma en lugar de bajar por los escalones.

- "Y no hagas eso", le dijo cuando se acercaba a él

- "¿Qué, tomarte el pelo?"

- "No, saltar así."

- "¿Por qué?"

- "Porque estás embarazada, ¿no te acuerdas?"

- "Booth, tú no estás bien de la cabeza... ¿Cómo que estoy embarazada, no debería ser yo la primera en saber una cosa así?"

- "Pues si no lo sabías, ya lo sabes. Así que ten cuidado". Se marchó, muy digno. Ella volvió al trabajo pensativa...