Mamá no había querido hablar de eso, pero papá siempre había pensado distinto. Así que cuando Peter preguntó por sexo, su padre estuvo de acuerdo en abordar el tema incluso si su madre se oponía al respecto.
"No s' lo digas a tu m'dre", le había dicho, llevándose un dedo a los labios, cuando ambos se quedaron solos en casa una tarde, y después procedió a ofrecerle una larga y muy instructiva charla sobre relaciones interpersonales, placeres físicos y principalmente responsabilidad. Había hecho sobre todo hincapié en los sentimientos, y al llegar al final de la conversación, Peter tenía bien claro que no era buena idea dar el gran paso con alguien a quien no amara con locura.
"El día q'conozcas a alguien que haga q' tu corazón lata más a prisa", dijo papá, con los ojos fijos en los suyos, "no t'ndrás duda alguna de que ha lleg'do el momento." y le había sonreído, con esa sonrisa cálida que rara vez alguien era capaz de encontrar en el rostro de su padre. "No tengas miedo."
"¿Pero cómo sabré que estoy enamorado realmente de esa persona?" le preguntó él, a su vez, mordiéndose un labio.
Papá había posado entonces la mano sobre su cabeza, revolviendo sus cabellos con los dedos.
"Cu'ndo eso suceda t'darás cuenta."
No dijo nada más, pero cuando Peter lo miró, sintiendo cómo su pulso se aceleraba frenéticamente y sus mejillas ardían, supo que su tutor tenía razón.
