Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to LyricalKris. We just translate with her permission.
Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de LyricalKris, solo nos adjudicamos la traducción.
Do The Right Thing
Autora: LyricalKris
Traductora: Flaca Paz
Beta: Melina Aragón
Prólogo: Desastre
Las escenas cambiaban dentro y fuera como una pesadilla reproduciéndose con luz estroboscópica. Pasaba el tiempo, de eso estaba seguro, pero no sabía cuánto transcurría entre la oscuridad y los destellos de luz brillante.
Una y otra vez la escena pasaba en su cabeza. Se acordaba corriendo a la casa, viendo sangre y cristales por todo el suelo. El rostro de Emily Uley se encontraba tajeado, aunque sus gemidos le dijeron que permanecía viva. Jacob Black estaba muerto, su cuerpo se extendía entre el porche trasero y la sala de estar de Uley, con un fragmento gigante de vidrio saliendo de su garganta. El compañero de Edward ya había llamado una ambulancia y apoyo, maldición.
Todo eso pasó a un segundo plano mientras Edward bajaba los escalones, mirando a su alrededor frenéticamente.
―¡Bella! —La voz de Sam Uley medio suplicando, medio gruñendo, llamó la atención de Edward hacia el bosque. Corría. Corría y rezaba a los seres que no estaba seguro de siquiera creer que no fuera demasiado tarde. Edward salió detrás de la arboleda, encontrándose peligrosamente cerca de un acantilado. Bajando la vista, a cierta distancia de donde él emergió, localizó a su víctima.
―Bella, por favor. Déjame explicar. ―Enloquecido, con su camisa de vestir manchada de sangre, Sam se acercó a Bella, su brazo extendido. Ella se deslizó hacia atrás pero no le quedaba ningún lugar donde ir.
―¡Bella! ―gritó Edward, corriendo hacia ellos.
Ella levantó la vista, sus ojos asustados y furiosos encontraron los suyos por uno, dos, tres latidos entretanto se arrojaba hacia adelante. Entonces sus pies lucharon por sostenerla y cayó de espaldas, gritando su nombre mientras caía en el agua.
―¡Bella! ―gritó de nuevo y se arrojó desde el acantilado a buscarla, ignorando al hombre quien había sido su objetivo durante muchísimos meses.
El tumultuoso mar debajo de ellos se tragó a Bella y el sonido de su grito segundos antes de que el agua helada lo golpeara como un ladrillo en el pecho. Ahí fue donde la escena comenzó a volverse confusa. Recordaba obligándose a sí mismo a aferrarse a los bordes de la conciencia que quería cerrarse como una flor al caer el día. De alguna manera, había logrado tener éxito en su singular misión, a pesar de que las olas amenazaban con golpearlo y embestirlo contra las rocas. Sus brazos se cerraron alrededor de Bella, arrastrándola hasta la orilla rocosa antes de desmayarse.
Parecía que había pasado solo un segundo cuando escuchó a su jadeante compañero gritando:
―¡No te mueras, imbécil. ¡No haré todo este maldito papeleo solo!
La cabeza de Edward rodó contra la austera playa de piedras y abrió los ojos. Era otra visión que no olvidaría pronto. Su compañero permanecía inclinado frente a Bella, sus labios apretados sobre los de ella. Edward hubiera estado celoso, excepto que se encontraba completamente desesperado. La piel de Bella era de un gris enfermizo a parte del río de color rojo que caía de un corte en su frente. El frío del agua no fue nada, un día agradable comparado con lo que sintió cuando se dio cuenta de que Bella no estaba respirando. Dijo con voz áspera su nombre débilmente antes de que la oscuridad lo llevara de nuevo.
Se despertó una vez en la ambulancia, el tiempo suficiente para vomitar lo que fuera que estaba en su estómago, agua de mar y el asqueroso burrito de la tienda de la esquina que su compañero lo había obligado a comer, y con el fin de observar que Bella estaba con él. Ella estaba respirando o eso fue lo que supuso dado que se hallaba con una máscara de oxígeno y no en una bolsa para cadáveres.
Él le había dicho más de una vez que se veía hermosa sin importar lo que hiciera. En ese momento, incluso él tuvo que admitir que se veía terrible. Aunque se sentía débil, tan débil que ni siquiera tenía la fuerza para sentirse frustrado al respecto, extendió su mano, buscando la de ella.
―Tranquilo, amigo ―dijo el médico. Debió haberse dado cuenta de lo que quería Edward mientras guiaba sus manos juntas―. ¿Mejor?
Edward no apartó la mirada de Bella lo suficiente para reconocer al hombre, aunque estaba muy agradecido. La oscuridad lo invadió nuevamente y no pudo luchar contra eso.
Se despertó de nuevo en una cama de hospital. No debía haber sido muy grave lo que fuera que estaba mal con él. No estaba conectado a ninguna máquina. Su cabeza amenazaba con latir fuera de su cuello y su compañero lo estaba golpeando en el costado.
―Despierta, hijo de puta ―murmuró―. Se supone que no debes estar dormido.
Edward gimió y se lamió los labios. Volvió la cabeza, obligándose a concentrarse hasta que su compañero y amigo, Jasper Whitlock, apareció.
―¿Bella? ―dijo, realmente exigiendo. Estaba débil y con mucho frío, pero ella era su prioridad.
Jasper entrecerró los ojos.
―Su padre y el padre de Black están aquí, de hecho. En cuanto a Swan... honestamente, no lo sé.
Con otro gemido, Edward intentó salir de la cama solamente para que Jasper lo empujara hacia atrás.
―Se supone que deberías estar descansando. No durmiendo, descansando la mente. Entrando en calor nuevamente. No puedes ir a dónde está la familia, pero ya sabías eso. Así que cálmate y dime la verdad.
Edward se restregó los ojos con las palmas de sus manos, intentando disminuir el tren de carga que a gran velocidad atravesaba por su cabeza.
―¿A cerca de qué? ―lo evadió, realmente solo quería saber, contra viento y marea, si Bella estaba bien.
Ella no se veía bien.
Otra vez, Jasper lo empujó hacia atrás en la cama. Estaba inclinado sobre el rostro de Edward.
―Hay algo entre tú y Bella Swan ―acusó. No había ninguna duda.
Edward suspiró porque siempre supo que sería Jasper quien lo descubriría primero. En otro día podría haberle importado. Hoy, hubiera renunciado a cualquier cosa solo para saber que Bella iba a sobrevivir.
Tragó saliva, mirando directamente al techo.
―Sí ―murmuró finalmente.
―Carajo ―maldijo Jasper. Él guardó silencio durante unos minutos antes de que suspirara―. Tú no eres así.
―Tú no entiendes ―dijo Edward, con su voz al borde de la desesperación―. Sé lo que parece, pero no entiendes lo que ella significa para mí. Necesito verla, Jasper. Necesito saber que ella estará bien. No puedo...
―Está bien, está bien ―dijo su compañero, empujándolo de nuevo hacia abajo―. Jesús, todo esto se irá al infierno más que rápido.
―Edward, oh bien. Estás despierto ―los interrumpió una voz desde la puerta.
Los dos hombres levantaron la mirada y vieron a una pequeña enfermera con cabello negro azabache caminando hacia él.
―Alice. ―Respiró aliviado al ver un rostro familiar―. Por favor, dime qué pasa.
―Bueno, tienes una con...
―¡No conmigo! ―interrumpió Edward.
Alice lo estudió atentamente por un momento y asintió.
―Tu padre está en cirugía ahora con Emily Uley.
―¿Y Bella? ―preguntó Edward.
―Crítica pero estable. Eso es todo lo que sé ―dijo ella, interrumpiéndolo antes de que pudiera preguntar―. Se supone que debo concentrarme en ti... pero Brett dijo que te agitaste en la ambulancia hasta que pudiste sostener su mano.
―Estoy bien ―insistió―. Alice, necesito verla. Necesito estar ahí.
Ella suspiró, poniendo los ojos en blanco.
―Lo que necesitas es un viaje por la máquina de resonancia magnética para asegurarnos que ese cráneo grueso tuyo no está roto. Pero... ya que no puedo llevarte a una por al menos otra hora... Me voy a dar una vuelta. Su papá está en la sala de espera de emergencias. Si empeoras tu culo mejor dile a una enfermera o te mato yo misma, ¿entendido? ―dijo ella con severidad.
―Gracias, Alice ―dijo Edward, ya balanceando sus piernas sobre el costado de la cama.
Alice solo negó con la cabeza. Se giró ligeramente, mirando a Jasper.
―Tú debes ser su compañero. Soy Alice Brandon.
―Jasper Whitlock ―ratificó Jasper, estrechando su mano.
―Bueno, estoy segura de que mereces el doble de lo que te están pagando. Cuidar de este es un trabajo a tiempo completo por sí mismo ―se quejó, asintiendo con la cabeza hacia Edward.
―Hablando de... ―Jasper sacó su teléfono y suspiró―. Es Banner. Vamos, cabezón. Te diré más cuando vuelvas.
Asintiendo con gratitud, Edward se paró, luchando contra el mareo que lo amenazaba con hacerlo caer de vuelta. Alice lo estaba observando... si él mostraba un signo de debilidad era probable que lo atara a la cama como si nada.
Una vez que estuvo de pie, Edward salió del cuarto tan rápido como pudo. Intentando mantener el impulso de entrar en pánico a raya, se imaginaba cómo podía abordar la situación. Él ya había decidido confesar sobre lo que Bella significaba para él. No había nada más importante que poder verla. Él quería la oportunidad de sentarse al lado de su cama junto con su padre.
Charlie Swan podría echarlo. A la mierda. Charlie Swan podría golpearlo. Edward sabía que lo dejaría pero todavía tenía algo de esperanza de que tal vez recibir un golpe le compraría el derecho de estar ahí para ella.
Nervioso en muchos sentidos, Edward pasó la mano por su cabello e hizo una mueca. Su cabello era una masa de nudos, sucio por el agua del océano. Como si las primeras impresiones pudieran empeorar...
Se detuvo justo antes de la sala de espera en urgencias, escuchando ese tono silencioso que se asociaba con los doctores. Rápidamente, presionó su espalda contra la pared, deslizándose lo más cerca posible para poder escuchar lo que estaba pasando.
―... en un respirador por el momento. Ella inhaló un poco de agua del océano.
―Estará incómoda ―dijo una voz áspera y Edward imaginó que debía ser Charlie. Él podía escuchar la emoción en su tono. Cerró los ojos, recordando el sonido de su voz cuando ella hablaba de su padre. Había tanta ternura allí, un amor del que ella no hablaba, pero eso se filtraba cada vez que ella hablaba de él.
Obviamente, era recíproco.
La doctora se aclaró la garganta.
―Sus pulmones se recuperarán... pero de lo que más estamos preocupados es del golpe que sufrió en la cabeza. Isabella está en estado de coma.
Los ojos de Edward se abrieron y apenas contuvo el grito que amenazaba con delatar su escondite. Escuchó a Charlie murmurar alto.
―Oh, Dios.
―Hay una considerable inflamación cerebral. Estamos trabajando para reducir eso, pero hasta que ella no se despierte, es difícil saber si puede haber algún daño a largo plazo ―continúo la doctora―. Lo siento. Sé que esto es difícil ―dijo.
―Tengo una pregunta para usted en cuanto a cómo continuar tratando a Isabella. No estoy segura de si lo sabe, pero está embarazada.
―¿Qué?
El volumen de la reacción de Charlie cubrió el ruido de Edward cayendo de rodillas en el pasillo. Él se inclinó hacia adelante, presionando el dorso de su mano con fuerza contra su boca. Su cabeza giraba.
―¿Cuál es la pregunta? ―preguntó Charlie entrecortado.
―De nuevo, lo siento mucho. Nadie debería tener que tomar estas decisiones. Pero necesitamos saber cómo continuar. Si tratamos de salvar el embarazo, vamos a tener que realizar elecciones diferentes acerca de la medicación que utilizamos ―siguió la doctora―. Y no hay garantías. Es muy temprano para decir si alguno de los traumatismos que Isabella sufrió ha tenido consecuencias sobre el feto.
―¿Salvar el embarazo no la pondrá más en peligro?
―No. Simplemente cambia la forma en que la tratamos ―aseguró la doctora.
―Entonces, por favor haga lo necesario. Es lo que ella hubiera querido.
―De acuerdo ―dijo la doctora y hubo un crujido. Edward imaginó que se estaba poniendo de pie―. Podrá ver a Isabella en una hora. Vamos a trasladarla a terapia intensiva. Le pediré a una enfermera que venga a buscarlo.
El silencio que consumía la sala era ensordecedor. Era un hospital maldita sea. ¿Dónde estaba toda la gente?
Era demasiado, demasiadas cosas de repente. Estaba muerto de miedo. La idea de que Bella nunca se despertara era real, muy real. Era un concepto que él no podía entender. Apenas la había encontrado. Ella no merecía morir así.
Además del miedo y el dolor, la culpa que sentía era paralizante. Arrodillándose en el suelo del hospital, inclinó la cabeza hasta las baldosas, agarrando su cabello en puños. ¿Cuántas veces le había asegurado a ella que lo que ella estaba haciendo, lo que Jacob estaba haciendo, no era peligroso? Él la había convencido de quedarse, de hecho, cuando se quería ir. Ahora ella estaba muriendo y Jacob estaba muerto.
Y entonces estaba la criatura. Sabía que tenía que ser suya. Bella no había tenido sexo con Jacob por casi un año. Estaba seguro que ella le habría dicho si eso cambiaba. Pero había un problema.
―Es... cierto, Charlie ―dijo otra voz desde la sala de espera. Edward tardó un minuto en recordar que Jasper le dijo que el padre de Jacob estaba con Charlie. Ese debía ser Billy Black―. Es justo que una parte de mi hijo siga viva.
Irguiéndose de nuevo, Edward se frotó los ojos, secándose las lágrimas.
Según su conocimiento, las únicas personas que sabían que la relación entre Bella y Jacob había terminado en los últimos cinco meses eran Bella y él mismo. ¿Cómo se suponía que debía hacer esto? ¿Asumir la responsabilidad de matar al único hijo de Billy Black y al mismo tiempo decirle que la relación de Jacob los últimos cinco meses habían sido una farsa? ¿Lo entenderían siquiera... o pensarían que ella era una infiel? Ella no podía precisamente defenderse. Jacob sabía de ellos, pero solo tendrían la palabra de Edward para verificarlo.
La palabra del hombre que había conseguido matar a Jacob Black.
La palabra de un agente del FBI que se había acostado con la mujer quien fue parte de su operación encubierta, quien había sido su responsabilidad proteger.
Edward miró a las brillantes luces fluorescentes sobre él, totalmente perdido en qué hacer.
¡Hola!
¡Bienvenidas a una nueva traducción!
Esta historia estaba siendo traducida por alguien más, pero como hace años que no actualiza, decidimos pedir permiso para traducirla nosotras. Esperamos que no acompañen a lo largo de ella. ¿Nos cuentan que les pareció el capítulo?
Respuestas a preguntas frecuentes: Tiene 32 capítulos (incluyendo prólogo y epílogo), tiene final feliz, y vamos a tratar de actualizar lunes, miércoles y viernes.
¡Hasta el próximo capítulo!
