Disclaimer: los Juegos del Hambre no me pertenecen, tampoco Panem o los personajes de la saga de Collins. Sin embargo, la mayor parte de las ideas de esta historia, son mías.
1. Choque de egos
Un año antes de los Juegos
Valkyr Daalh, isla Esmeralda
Mis manos tiemblan un poco mientras distribuyo las carpetas a lo largo de la mesa en la Sala de Juntas del Palacio de la Moneda, el único edificio equipado con la seguridad que los otros líderes de las islas han exigido.
Las carpetas son de cuero y tienen dentro mi reporte de las consecuencias de la guerra, una libreta para tomar apuntes y un bolígrafo. Me siento como si estuviera preparando una conferencia en la Universidad para un montón de decanos. Pero esto es peor; mucho, mucho peor.
El futuro de diez países se decidirá aquí en unos minutos y si nuestro llamado a la paz no funciona, incontables vidas se seguirán perdiendo.
Observo mi rostro reflejado en una de las vitrinas llenas de placas y reconocimientos. Luzco muy pálida y mis ojos claros se ven enormes. Tampoco ayuda el hecho de que mi cabello esté recogido en un moño tan apretado que me causa dolor de cabeza, pero es una actividad importante y ya no soy solo otra alumna becada. Hoy seré la representante de mi país ante los demás.
Aprieto las manos en puños para disimular un poco el temblor de mis dedos y me dejo caer en una de las sillas mientras respiro bocanadas de aire en un intento fallido de calmarme.
Voy a estar bien, voy a estar bien.
El reloj marca un cuarto para la una, lo que significa que si los líderes de las otras islas son tan serios como dicen ser, deberían empezar a llegar en cualquier momento.
Echo un vistazo al vestido verde que me he puesto. No se parece en nada a los jeans deslavados que suelo usar, pero tampoco quiero que ellos me vean como una niña. Algunos de los otros líderes son jóvenes, pero no tanto como yo.
Puedo hacer esto, puedo hacerlo. Conozco a Esmeralda, conozco a mi gente. Puedo convencerlos de que la guerra no es la mejor manera de lidiar con esta convivencia que la naturaleza nos ha impuesto a todos.
Han pasado dos años desde que las islas colisionaron. Hasta ahora nadie se ha adjudicado ninguna acción que causara un movimiento terrestre tan dramático, pero todos sabemos que alguien debió ocasionarlo. Si bien algunas islas están asentadas sobre placas tectónicas, no hay una explicación natural para la forma en que un día las cosas simplemente se salieron de control y diez enormes bloques de tierra se dieron de bruces unos con otros.
Las cosas no han ido nada bien desde entonces. Siempre hemos sido conscientes de la existencia de las otras islas, pero nunca, hasta ahora, hemos tenido relación entre nosotros. Cada isla: Diamante, Esmeralda, Aguamarina, Rubí, Marfil, Ónice, Ámbar, Zafiro, Cuarzo y Amatista, ha aprendido a ser independientes durante los siglos que llevamos existiendo. Todos somos autosuficientes, creamos nuestra propia energía, cosechamos nuestros alimentos y llevamos nuestros estilos de vida, tan diferentes unos de otros. No es precisamente ilógico que hayamos entrado en choque en el momento en que dejamos de estar rodeados por el vasto océano para tener vecinos poco amistosos por todas partes, pero las pérdidas han sido demasiadas como para que podamos seguir así.
Nadie se detuvo a esperar opiniones y todos, excepto nosotros, los zafiros y los aguamarinas; declararon una guerra que ya se ha extendido por demasiado tiempo.
Esta reunión es nuestra última esperanza, la única posibilidad de que las cosas caminen hacia un puerto seguro en donde dejemos de asesinar a miles de inocentes.
—¿Señorita Daalh?— pregunta una de las doncellas, Mérida, mientras abre tímidamente la puerta. El formalismo me desconcierta, pero debo recordar que debo dar la talla y no dejarme intimidar por las personas que se unirán en breve a nosotros—. El señor Oberón Gave de Isla Diamante ha llegado.
Siento como si me hubiesen rellenado la columna con cemento. Mi espalda se pone rígida y debo hacer un esfuerzo sobrehumano por no tartamudear:
–Gracias, Mer… dile que pase.
–Llamar a los sirvientes por su nombre de pila me parece muy poco refinado— replica una voz grave mientras empuja la puerta, casi pasándole por encima a Mérida cuando entra a la habitación.
No es la primera vez que veo a Oberón, pero si es la primera vez que me toca trabajar asuntos diplomáticos con él. Es un hombre mayor, tal vez más que mi padre. Tiene la barba y el bigote blancos y bien recortados y su cabello ralea en lo alto de su cabeza. Trae puesto un traje de tres piezas de color gris con una corbata plateada, los colores de su isla, del mismo modo en que el verde es el color de la mía.
Intento componer una sonrisa mientras me pongo de pie para recibirlo. Él y yo estamos en una posición similar en todo esto: no ostentamos el papel de líderes por derecho, pero nos corresponde ejercer la posición en lo práctico. Él como Rey Regente y yo como hija de mi padre, el Primer Ministro de Esmeralda.
Mi padre es el motivo por el que he llamado a este cese al fuego. Fue herido hace seis meses en uno de los enfrentamientos por el poder entre las islas y ahora está paralizado del cuello hacia abajo.
Si seguimos así, terminaremos liquidándonos entre todos.
– Buenas tardes, Su Excelencia –digo utilizando uno de los títulos que he estudiado, el más usado para la monarquía de Diamante— mi padre y yo le agradecemos su presencia esta tarde.
Oberón me observa de pies a cabeza, estudia mi rostro con atención y frunce los labios como si algo en mi apariencia le molestara.
– Sólo he llegado porque todos los demás confirmaron que estarían aquí. ¿Cómo es que no ha llegado nadie?
– Tu siempre tan impaciente— dice una voz ronroneante, como un gato, mientras una mujer espigada y pálida entra en la habitación sin ser anunciada. Detrás de ella Mérida entra en la habitación con las mejillas rojas y los ojos muy abiertos.
–Señorita Daalh, la Señorita Rihannon Phyl de Isla Aguamarina ha llegado.
Rhiannon deja salir una risa entre dientes y se sienta con delicadeza en la silla frente a Oberón.
–Te he ganado— dice mientras sus delicadas manos juguetean con el bolígrafo sobre su carpeta.
Mérida enrojece profundamente y sale haciendo una exagerada reverencia.
– Luces bien Valk— dice mientras me dedica una sonrisa tensa—. Una lástima que tengamos que vernos en estas condiciones.
Le sonrío ampliamente, envalentonada por su presencia.
– Una lástima que todos ustedes no acepten lo inevitable y no depongan las armas ante nuestra nación— dice Oberón mientras llama con una seña a uno de los ayuda de cámara y le pide un whiskey en las rocas.
– Señorita Daalh…— dice Mérida mientras abre apresuradamente la puerta
–Algunos nos sentimos más confiados sobre nuestras oportunidades de ganar— responde una voz masculina con un fuerte acento. El Rubí.
– …el señor Alkonost Kei, de Isla Rubí— agrega Mérida sin aliento mientras se aparta para dejar entrar al recién llegado.
Alkonost es una de las figuras más intimidantes entre los otros líderes. Tiene 34 años, pero ha instaurado una dictadura en Isla Rubí que le ha garantizado el poder desde hace seis años. Fue uno de los primeros en declarar la guerra. Viene vestido todo de negro, exceptuando una corbata rojo sangre que trae perfectamente anudada alrededor del cuello.
Él aparta la silla junto a Rhiannon y se sienta con elegancia, tal vez demasiado cerca de su vecina. Ella aparta un poco la silla y lo mira con desdén.
No ha pasado ni siquiera un minuto cuando la puerta vuelve a abrirse.
–La señorita Radhika Krish, de Isla Amatista— anuncia Mérida, escoltando a una de las pocas personas que ha permitido ser presentada. La Amatista comparte, con Oberón y conmigo, el detalle de que ostentamos un poder que no nos pertenece por completo. Ella es la Vicepresidenta en su nación, pero ha tenido que afrontar todas las responsabilidades de su Presidente porque él fue diagnosticado, hace un par de años, con un agresivo caso de Alzheimer que lo hace incapaz de ejercer su cargo.
Radhika se sienta junto a Oberón y destapa el botellín de agua, ignora el vaso de cristal y bebe directamente desde la botella hasta vaciarla.
– El agua es uno de mis caprichos— dice mientras saca un pañuelo de papel de su bolso y se limpia los labios—. Pensé que llegaría de última— murmura estudiando la mesa con el ceño ligeramente fruncido— ¿en dónde están los demás?
– Bienvenida, señora Krish. No deben tardar en llegar— digo mientras apoyo una mano sobre la mesa—. Todos dijeron que estarían aquí.
–El Marfil, el Ámbar, el Cuarzo, el Zafiro y el Ónice. La mitad no ha llegado aún. Se nota que no se trataba de un evento bien planificado— dice Oberón mientras hace tintinear los cubos de hielo en su bebida y me mira con una sonrisa fría. Siento mis mejillas calentarse por la humillación.
Mérida abre la puerta y se aclara la garganta:
– La señora Veronique Simo y la señorita Makemba Lagos, señorita Daalh, de las islas Ónice y Ámbar.
Una oleada de alivio recorre mi cuerpo. Solo tres más: Joao, Suyay y Elijah.
Veronique es una mujer preciosa, toda gracia y distinción mientras se cubre la cabeza con un velo negro, el color de Ónice, y se sienta junto a Alkonost, que parece más interesado en espiar en el escote del hermoso vestido de Rhiannon, que en contestar el saludo de Veronique. Makemba también es hermosa. Toda piel oscura y cabello rapado. Su piel parece brillar, haciendo contraste contra su túnica del color de la miel.
– Han hecho que mi acompañante se quede fuera— se queja Makemba mientras echa hacia atrás su silla al lado de Radhika.
La risa de Rhiannon, como campanillas al aire, inunda la sala.
– ¿De verdad pensaste dejaríamos que ese brujo tuyo estuviera en la sala, querida?
Makemba y Rhiannon tienen edades muy cercanas, pero para nadie es un secreto que no se soportan entre ellas.
–La palabra correcta es bokor— dice Makemba mientras se echa hacia atrás en el asiento, dejando que las largas mangas de su traje resbalen sobre los reposabrazos—. Y técnicamente es un sacerdote, no un brujo. Edúcate.
– Ya— dice Rhiannon mientras hace girar en su dedo un anillo con una enorme gema del mismo color de su vestido. Una aguamarina.
– El señor Joao Caveira y la señorita Suyay Kara— anuncia Mérida mientras intenta meter los rizos que se han salido de su cofia blanca con disimulo.
Los recién llegados parecen los lados opuestos de un espectro. Joao lleva una barba de un par de días y trae abierto el cuello de su camisa de color marfil. Sus pantalones están llenos de arrugas, pues posiblemente no se ha tomado el tiempo de cambiarse después del viaje. Suyay, por otro lado, parece irradiar energía, fuerza y belleza. Trae un vestido tan ajustado que me pregunto si podrá respirar profundamente sin reventar las costuras. Tacones de diez centímetros resuenan contra el suelo de madera cuando ingresa en la estancia. Por primera vez Alkonost separa su mirada de Rhiannon para dedicar su atención a la recién llegada, que parece más que consciente de haber captado el interés de la audiencia masculina en la habitación, pues ni siquiera Oberón parece ser capaz de fingir desinterés.
Makemba le dedica una mirada desdeñosa mientras que Veronique pasa olímpicamente de ella. Rhiannon, más cordial, le dedica un asentimiento. Suyay se sienta junto a Makemba y Joao ocupa la última posición en ese lado de la mesa.
El único puesto vacío en la mesa se encuentra a mi izquierda. El lugar del Zafiro.
– ¿Elijah no te dijo que llegaría tarde?— pregunta Rhiannon frunciendo sus delicadas cejas.
Niego con la cabeza. Luego recuerdo que eso no es lo correcto y me aclaro la garganta:
–No, confirmó su asistencia hace dos semanas como la mayoría— digo mientras mi mirada se desliza hacia Alkonost y Oberón, quienes confirmaron apenas hace un par de días.
– No es propio de Elijah el rehuir a sus obligaciones— dice Makemba mientras destapa su botella y bebe el agua con avidez. Ellos también tienen un suministro de agua muy limitado, posiblemente por eso los países desérticos parecen tan empeñados en apoderarse de los territorios que les rodean, el resto de países cuentan con un recurso hídrico bastante amplio.
– ¿Deberíamos… deberíamos empezar sin él?— pregunto con timidez al mismo tiempo que afuera se oye un estruendo similar al de un arma al ser disparada.
Las reacciones son rápidas y exageradas: Suyay, Radhika, Makemba, Joao y Oberón se meten debajo de la mesa mientras Rhiannon, Alkonost y Veronique apartan sus sillas y se alejan rápidamente de las ventanas.
Yo me quedo quieta en mi posición al lado de la mesa, sin entender al principio sus reacciones, hasta que caigo en cuenta de que todos ellos creen que estamos siendo atacados. No creo que tenga mucho sentido decirles que en Esmeralda nadie se atrevería a hacer un desaire de esa magnitud a mi padre y que no creemos en la violencia.
Mérida entra con las mejillas más rojas que nunca y el cabello despeinado.
–Señorita, el señor Gwynn ha llegado— anuncia con voz trémula mientras sus ojos se deslizan asustados al ver a los líderes en tan extrañas posiciones.
Me pongo de pie, dedicando una mirada con las cejas alzadas a los demás, que siguen en sus posiciones de seguridad para darle la bienvenida a Elijah:
– Señor Gwynn empezábamos a preocuparnos… — empiezo yo, pero me callo en seco cuando veo que no es Elijah quien entra por la puerta.
– Eres muy amable por tu preocupación, pero tuve algunos problemas para que me dejaran meter la motocicleta en las instalaciones.
El recién llegado es un hombre alto, con el cabello rubio oscuro y cálidos ojos marrones. No lo conozco, pero sus facciones me suenan de alguna parte.
Sé que mirar es de mala educación, pero es todo lo que puedo hacer. Trae puestos unos jeans oscuros, que rodean sus estrechas caderas y una camiseta con cuello en V de color azul, la única concesión a su isla, pues encima de todo trae una chaqueta de cuero negra con botas a juego.
No me doy cuenta de que tengo la boca abierta hasta que él me da un golpe en la barbilla con dos dedos, haciendo que mi rostro se vuelva tan rojo como mi cabello.
–Creo que no estaba en tu lista, soy Essus Gwynn. Vengo en representación de Zafiro.
Cierro la boca haciendo sonar mis dientes y, a cómo puedo, me presento:
– Soy Valkyr Daalh, tú debes ser el…
–El hijo de Elijah, sí – dice mientras le da un vistazo a todos en la sala.— ¿Me he perdido de algo?— pregunta con confusión.
–¡Han tratado de atacarnos! — salta Oberón desde algún punto debajo de la mesa.
– ¿En serio? — pregunta el recién llegado arqueando las cejas.
–Hemos escuchado un disparo— acota Rhiannon mientras se alisa su vestido y vuelve a su asiento—-. ¿Valkyr, estás segura de que todo está en orden con la seguridad?
Yo asiento.
– No tengo idea de que haya podido ser, pero hemos desalojado un radio de seis manzanas y tenemos guardias en todos los puntos de acceso, solo tenemos media docena de sirvientes en el lugar y hemos repasado todo el edificio en busca de armas, no hemos encontrado nada…— los demás me miran con suspicacia, pero empiezan a sentarse de nuevo, exceptuando a Oberón.
–¡Oh! Dudo que se haya tratado de un disparo— dice el recién llegado con una sonrisa que deja al descubierto sus dientes blancos.
– Sé muy bien lo que he oído— tuerce Oberón mientras sale de debajo de la mesa, posiblemente considerando que se encuentra lo suficientemente a salvo por el momento.
– Pues yo creo que lo que has oído ha sido el escape de mi motocicleta allá afuera. He estado intentando arreglarla, pero se resiste.
Todos en la habitación parecen congelarse.
–Por cierto— continúa él como si no acabara de dejar en ridículo a ocho grandes líderes antes de una importante reunión— espero que no te moleste, pero la dejé aparcada allá afuera— dice hablándome a mí. Lo observo de nuevo con la boca abierta— ¿Valkyr?
–Ya, claro. No hay problema.
Parece el tipo de persona que podría conocer en el campus universitario o en un bar y no el príncipe de una nación, pero de inmediato me gusta.
– Y antes de que olvide decírtelo hay un tipo negro allá afuera— dice apuntando con el pulgar hacia la puerta por la que ha entrado— que ha convertido tu recibidor en una especie de altar. Da algo de miedo. Creo que le prendió fuego a tus cortinas.
Desde su asiento, Makemba le dedica una mirada envenenada, él ni siquiera parece notarlo.
–Mi padre les envía sus saludos y les informa que yo me encargaré de las negociaciones a partir de ahora.
Esta vez es Joao el que responde. Su español, el idioma en que hemos decidido hacer esta reunión, pone los acentos en los lugares equivocados, por lo que habla muy despacio, omite palabras y usa oraciones cortas.
– ¿Es permitido eso? ¿Cómo sabemos no es farsa?
Essus lo observa por un momento como si fuera a echarse a reír. Zafiro y Marfil no se llevan muy bien debido a sus creencias. Los zafiros no creen en nada que no pueda probarse científicamente, mientras que los marfiles son católicos radicales. Sus labios tiemblan en una sonrisa, pero al final mantiene el gesto serio.
–Creo que esto debería resolverlo— dice Essus mientras se saca del bolsillo un sobre doblado. Me lo entrega a mí. Adentro trae una nota en papel oficial, con los sellos de Zafiro y la firma llena de florituras del Rey Elijah.
Coloco la nota sobre la mesa para que los demás la vean.
– Esto es muy irregular— sentencia Alkonost. Su idioma hace que las consonantes resuenen con fuerza en sus palabras, especialmente la erre—. ¿Por qué ha decidido que un simple crío puede manejar algo tan delicado como esto?
La ofensa va dirigida a Essus, pero me golpea como un bofetón.
–Tal vez el Rey Elijah considera que el Príncipe Essus conoce lo suficiente a su país como para poder entenderse de las cosas – digo por primera vez sin dudas en mi voz.
Essus y Alkonost me miran. El primero con curiosidad, el segundo con escepticismo.
–En cualquier caso ya estamos todos, así que manos a la obra. Digo mientras muevo mi silla hacia la cabecera de la mesa, tomando por primera vez el control de la reunión.
Si alguien está en desacuerdo con la nueva posición que he adoptado, nadie lo dice. Todos vuelven a sus asientos y esperan, callados y atentos, a que iniciemos la discusión.
Essus Gwynn, isla Zafiro
Valkyr Daalh no era nada de lo que me había imaginado. En sus cartas hablaba como una mujer de cuarenta años vestida como bibliotecaria, otra aburrida diplomática con la que lo único que compartía era la idea de que la guerra no iba a llevarnos a ninguna parte.
En la vida real es una mujer joven y bonita, algo susceptible a los cambios emocionales, pero sin duda sabe cómo atraer la atención de los demás.
No necesito que me presenten a los demás para saber con quienes estoy hablando. La mesa estaba dispuesta de manera que en cada lado de la mesa se sentaran cinco gobernantes, ahora que Valkyr se ha trasladado a la cabecera, en mi lado quedamos cuatro. Rhiannon, Alkonost, Veronique y yo: Aguamarina, Rubí, Ónice y Zafiro. Al otro lado están Oberón, Radhika, Makemba, Suyay y Joao. Diamante, Amatista, Ámbar, Cuarzo y Marfil.
Valkyr empieza a recitar las cifras que nos ha dejado la guerra. Nueve mil muertos, cincuenta mil heridos, campos quemados, edificios reducidos a escombros, pérdidas de ganado, maquinaria y un largo etcétera que me hace preguntarme como la chica puede retener tantos datos dentro de esa cabeza pelirroja.
La provocación de Alkonost sobre su capacidad de manejar las cosas ha conseguido que ella gane un aplomo increíble, por lo que al principio, durante media hora, todo lo que hacemos los demás es escucharla hablar. Frente a cada uno tenemos una carpeta con un informe con los mismos datos recitados por ella y una libreta de apuntes. Finalmente, la chica lanza su propuesta sobre la mesa:
– Lo que deseamos es hacer un alto en tanta destrucción. No estamos más cerca de resolver las cosas de lo que estábamos hace nueve meses o hace seis. Si continuamos así, terminaremos por exterminarnos unos a otros. Lo que quiero es que nos sentemos ahora y no salgamos de aquí hasta que consigamos un método para acabar con este conflicto de una vez por todas. Tiene que haber algo que podamos hacer para que todos acordemos llevarnos bien.
– Lo que pides no es poca cosa— sentencia Veronique mientras echa hacia atrás su velo y entrelaza sus dedos sobre la mesa— Nunca hemos tenido que convivir.
– Lo entiendo, señora Simo, pero creo que la estrategia de ignorarnos los unos a los otros dejó de ser válida en el momento en que el océano dejó de estar en el medio.
– Entiendo tu punto— pero en tanto ellos— dice Rhiannon señalando a Alkonost y a Veronique con la barbilla— sigan invadiendo nuestro territorio, a nosotros no nos queda más que defendernos.
– ¿Tu territorio?— se burla Alkonost—. Ese territorio le pertenece solo a Rubí y lo sabes bien.
– Podríamos establecer nuevos tratados limítrofes— aventura Valkyr mientras Rhiannon y Alkonost se enzarzan en una discusión sobre a quién le pertenece realmente la franja de tierra por la que están peleando.
– Un tratado limítrofe no es suficiente— sentencia Suyay Kara, hablando por primera vez— Ya esto no es una cuestión de respeto, es un asunto de dominación. Las diez islas funcionan de una manera demasiado distinta como para que unos cuantos puntos sobre un papel sean suficientes para que todo marche bien.
– Entonces ¿qué propones?— pregunta Makemba mientras se cruza de brazos, haciendo que las largas mangas de su traje caigan sobre su vientre.
– La dominación total— dice Suyay mientras se echa hacia adelante, dándonos a todos un vistazo de su generoso escote— La única forma de apaciguar a las islas es uniéndolas a todas bajo un solo mandato.
–El tuyo, querrás decir— se burla Rhiannon mientras arruga la nariz.
–Tal vez— dice encogiéndose de hombros.
–¿Y cómo decidir quién guía?— pregunta Joao con un español realmente horroroso.— ¿Elecciones?
Existen diferentes democracias entre las islas. Esmeralda y Marfil tienen las más puras, con votaciones periódicas y varios partidos políticos. Amatista se ha estancado en un bipartidismo que ha hecho que con las elecciones que se realizan cada seis años, cada nuevo gobierno sea más de lo mismo. Y luego está Cuarzo, que todos sabemos es una dictadura disfrazada de democracia.
Como un eco de mis palabras, Suyay se echa a reír. Hay algo frío en su risa, como si frotaras dos trozos de vidrio entre sí.
– ¡Claro que no! En primera, las personas rara vez saben lo que realmente necesitan. Además, eso haría que las islas con menor población llevaran las de perder. Lo que necesitamos es una competencia justa. Una competencia en donde solo el más fuerte pueda ganar.
– ¿Cómo en un evento deportivo?— pregunta Radhika con la confusión grabada en el rostro.
Suyay se encoge de hombros con estudiada despreocupación.
– Algo así. Cada isla podría tener a sus representantes. Al final, solo uno quedará en pie.
Hay algo en su voz que me hace pensar que ella no está hablando figuradamente. Valkyr hace eco de mis pensamientos cuando pregunta:
– ¿Qué es lo que estás proponiendo exactamente?
– Un ambiente controlado en donde los representantes de cada isla se enfrenten uno al otro hasta que solo uno gane. La isla con el representante más fuerte, se queda con el puesto. Es lo justo— dice con un encogimiento de hombros mientras aparta con los dedos un flequillo cortado en diferentes niveles.
– ¿Una pelea? ¿Gana el último en ser noqueado?— pregunta Oberón luciendo confundido.
Esta vez es Alkonost quien responde:
– Yo mejor diría que el único que quede vivo. Me parece más definitivo, menos sujeto a dudas.
–¿Estás proponiendo que matemos a nueve personas?— pregunto, pensando que he escuchado mal.
–¿Qué diferencia hay con lo que estamos haciendo justo ahora?— pregunta Alkonost enderezando su corbata y tamborileando con los dedos sobre la mesa.—Serían personas que igual podrían morir si la guerra continúa. ¿No fue para eso para lo que nos reuniste aquí, Valkyr? Querías una alternativa a la guerra ¿no? Ahí la tienes.
–Yo no…
–Ciertamente podríamos salvar muchísimas vidas sacrificando a unos pocos— interviene Veronique.
– ¿Cómo garantizar que el proceso sea limpio?— pregunta Makemba.
Esto es malo, ellos seriamente están considerando hacer esto.
–Lo podríamos transmitir en vivo— dice Oberón— Nuestra gente formaría parte de ello. Tendríamos diez campeones, uno por cada uno de nosotros.
–Espera— dice Veronique— Siento que estás limitándolo únicamente a los hombres. Las mujeres son más que capaces de hacerlo.
Oberón pone los ojos en blanco, pero Suyay asiente con la cabeza:
–Dos campeones, un chico y una chica. Cada uno puede elegirlos como mejor le parezca.
–Tendrán que haber reglas— señala Alkonst con una fría sonrisa.
–Por supuesto.
–Esperen— empieza Valkyr— Esto se está saliendo de nuestras manos. No creo que matar públicamente a diecinueve personas sea la solución. Yo no…
–Sometámoslo a votación— dice Suyay mientras la mira como si fuera un gato a punto de comerse a un canario— Todos los que estén a favor de esto, levanten su mano.
Lentamente, las manos comienzan a alzarse. Al final, hay siete manos en el aire.
Valkyr recorre la mesa luciendo pálida como un fantasma. Los únicos que no hemos votado a favor hemos sido Rhiannon, ella y yo.
Suyay aplaude como una niña.
– Creo que con eso queda zanjada la cuestión. – y su rostro luce hermoso pero cruel cuando sonríe— ¡Que comiencen los Juegos del Hambre!
Radhika Krish, isla Amatista
El anuncio de los Juegos del Hambre, como hemos decidido llamarlos desde que Suyay Kara lo hizo en la primera sesión de lo que ahora se conoce como el Concejo de los Juegos, se ha realizado esta mañana, exactamente dos semanas después de nuestra reunión en Esmeralda.
Essus, Rhiannon y Valkyr siguen sin estar de acuerdo, pero no les quedan muchas opciones cuando se toma en cuenta de que fueron aplastados por la mayoría.
Ahora me pregunto si hice lo correcto al votar a favor, pero hemos sufrido tanto en Amatista que la idea de sacrificar unas cuantas vidas para evitar una mayor destrucción parece realmente lo correcto.
Mis dedos juguetean con uno de mis pendientes de plata, con la forma de un elefante, mientras trato de ordenar mis ideas.
Las reglas han sido fijadas, Valkyr, Rhiannon y Essus han presentado un frente unido que le ha puesto freno a la mayor parte de las pretensiones de Suyay y Alkonost, quienes parecen tener venas realmente sádicas en sus cuerpos.
Al final, fijamos un plazo de un año para dar inicio a los Juegos. Se decide que cada isla puede usar el método que prefiera para elegir a sus campeones, pero todos debemos cumplir con ciertos pasos. En primera, los campeones deben ser un hombre y una mujer entre los diecisiete y los veintidós años y deben ofrecerse voluntariamente a representar al país.
Una vez se cuenten con todos los candidatos, se realiza la Primera Criba, en donde los voluntarios tendrán que probar, a través de entrevistas y demostraciones individuales, que son dignos de recibir el entrenamiento que cada gobierno va a darles. Así se separan a los candidatos útiles de los que son deficientes.
A partir del momento en que son seleccionados, tienen cincuenta semanas para entrenarse en lucha con y sin armas. Hemos distribuido las armas en un sorteo entre las diez islas, con el fin de que los campeones tengan habilidades variadas, pues a Suyay y a Alkonost la idea de ofrecer un buen espectáculo les parece importante.
Cuando los candidatos cumplen con las primeras treinta semanas de entrenamiento, se procede a una Segunda Criba, donde se descartan a aquellos que resulten menos prometedores. Al final, se da una ceremonia denominada Gran Selección. Ahí cada isla puede hacer lo que se le antoje para elegir a los dos chicos que le representarán ante las demás, pero habrá que andarse con cuidado para garantizar que al final quedan elementos que realmente valgan la pena, pues nos estamos jugando mucho con todo esto.
Rhiannon resolvió el asunto del hospedaje de los Campeones poniendo disposición de los Juegos un segmento de Aguamarina que quedó separado de la isla principal. Es funcional porque se ubica justo en medio de todo. En ella están trabajando los expertos en construcción de Rubí para crear un pueblo en miniatura únicamente para los Campeones y sus Mentores, las personas que se encargarán de guiarlos desde afuera a través de los Juegos.
La hemos bautizado como Isla Perla y albergará durante varios días a nuestros representantes en todo el proceso previo a los Juegos.
Resigo con los dedos la escritura en relieve sobre el papel. RENOVATIO, se lee en letras doradas. Nuestra próxima gran nación. El renacimiento de las cosas tal y como las conocemos ahora.
Quien logre que su campeón o campeona gane, se hará con el poder de todo. No habrá más isla Amatista después de esto. Ni Esmeraldas, ni Cuarzos, ni Marfiles. Solo Renovatio. Solo nuestro nuevo país.
Y en un año tendremos a veinte jóvenes esforzándose por matarse unos a otros hasta que no quede nadie más.
La idea no es alentadora, pero servirá para evitar que perdamos más cosas con esta guerra.
Estudio los rostros de los noventa y siete chicos que se han inscrito en lo que va del día. Tal vez uno de ellos sea quien gane los Juegos por nosotros.
Tal vez…
Bueno, en primer lugar ¡hola a todos! Es muy emocionante para mí el estar (¡al fin!) publicando el primer capítulo de este nuevo proyecto. La idea me venía rondando desde hace muuucho y, con su ayuda, he podido darle forma a este nuevo mundo. Espero que el primer capítulo los haya enganchado.
Ahora vamos con algunos mensajitos importantes, la nota está larga, pero por favor léanla entera para luego no tener inconvenientes.
Dinámica y permanencia en la historia:
Sé que ya casi todos ustedes, bellos papás y mamás de mis Campeones, tienen la noción de cómo funcionan los SYOTs pero, para estar seguros, vamos con la dinámica: la idea de esto es que de alguna forma sea una historia compartida, cada uno aportó una pieza al gran rompecabezas que son sus chicos y chicas y soy muy sincera al decir que en este momento todos tienen un 5% de posibilidades de ganar (1/20) y tomar la decisión de cuál será el líder que tomará la batuta de Renovatio, sin embargo, ese porcentaje subirá o bajará de acuerdo a que tan apuntado o apuntada sea su papá o mamá.
¿Qué significa esto? Bueno, por supuesto que dejar review en cada capítulo será vital para que yo pueda saber si están siguiendo la historia, lo que les van pareciendo los personajes y un largo etcétera peeerooo… con el asunto de los reviews entra también el asunto del contenido, me explico: no es lo mismo un review de una línea que de veinte, por dar un ejemplo.
Sin embargo la cosa no llega hasta ahí, al menos desde mi punto de vista también es importante que se pasen por el blog, pues de vez en cuando se me ocurren cosas locas y las estaré subiendo ahí.
La crítica constructiva en los reviews siempre será bienvenida conmigo, sin embargo hay formas de decir las cosas, por favor tengan la precaución de releer lo que escriben para no ir a herir sensibilidades y no lo digo por mí, sino por los colegas creadores de campeones que se han esforzado por crear a los fantásticos personajes que más adelante irán conociendo.
Uso del blog:
¡Ya están las fichas de los campeones!
El enlace al blog pueden encontrarlo en mi perfil de fanfiction. En este momento están además los diez perfiles de las islas (agradecería que se tomaran el tiempo de comentarlos todos con sus perspectivas, ideas preconcebidas, sugerencias, etc) y también un mapa con la disposición actual de las islas, para que se den una idea de cómo luce el mundo ahora, a mí por lo menos me funcionan mucho las ayudas visuales.
El blog lo administro yo, pero no solo me pertenece a mí. Con mi SYOT anterior tuve la experiencia de descubrir lo talentosos que pueden ser algunos de ustedes con el asunto de los fanarts y otras formas de participar activamente con sus creaciones, así que si alguno desea compartir este tipo de cosas, sepan que yo obviamente les daré gustosa el espacio en el blog para que puedan mostrarlo a los demás.
El precioso cabecero que encontrarán en el blog ha sido creado por JXJ2, tomando como base los avatares que eligieron para sus tributos, cada uno de los 20 están ahí y realmente he sido testigo del trabajo que llevo, así que GRACIAS JX! Seguro que se divertirán buscando que figura le pertenece a qué tributo, ahora que las fichas están publicadas.
Otros:
Los próximos cuatro capítulos contienen a los veinte campeones más un bonus con el POV de uno de los líderes. Así que tengan calma que a cada campeón le corresponden 2000 palabras para presentar su genialidad al mungo
Preguntas generadoras: esta sección siempre estará en los capítulos, son preguntas sueltas que me ayudan a conocer su visión conforme van avanzando las cosas.
En este caso, haré tres:
1. De los tres líderes que conociste en este capítulo ¿quién fue tu favorito y por qué?
2. ¿A qué líder te gustaría conocer pronto?
3. Elije cinco tributos del blog a los que quieras conocer (¡y no se vale el tuyo!)
Creo que eso lo cubre todo, acostúmbrense a mis notas, siempre las van a encontrar.
Un abrazo, E.
