Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen.
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Perfecta
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Narcissa se miró al espejo.
Perfecta, fue lo que pensó al ver la imagen que su reflejo le devolvía, la de una joven hermosa y radiante, pero al mirar en la profundidad de sus ojos azules aún ella podía reconocer la profunda tristeza que la embargaba.
"Sé perfecta" ordenó para sus adentros, tomando el labial para pasarlo suavemente por sus labios, intentando contener el temblor de su mano. "Sé perfecta", se repitió, terminando con su maquillaje. "Regulus ya no está. Él se fue. Se fue para siempre"
—Narcissa. ¿Me escuchaste?
—Él se fue— exteriorizó sus pensamientos, manteniendo la espalda dolorosamente erguida, y miró a su otro primo a través del espejo— Está muerto.
Sirius la miró también, y no tardó en acortar la distancia que los separaba, arrodillándose frente a ella para sujetar sus pequeñas y delicadas manos sobre su regazo.
—Él lo mató, Cissy. Por favor no hagas esto. ¡Ven conmigo! ¡Estaremos a salvo con la Orden!
Narcissa enfocó la mirada en él, carente de cualquier expresión, y poco a poco soltó sus manos, regresando la vista al espejo para terminar de arreglarse.
—Nadie está a salvo— murmuró, con voz apenas audible— Debes irte. Mis invitados no tardarán en llegar.
—Eres como ellos— el desprecio en la voz de Sirius solo era equiparable con la dolorosa indiferencia que ella le mostraba— Dijiste que me amabas...
—Yo amaba a Regulus. Amaba a nuestra familia, y tú nos diste la espalda. ¡Tú lo mataste!— chilló, golpeando el tocador con violencia en un súbito arrebato de ira.
Un frasco de perfume rodó al sulo, y el espejo tembló peligrosamente. Sirius, en cambio, no se movió ni un ápice. Narcissa se sostuvo de la mesa con fuerza, ya sin poder contener las lágrimas que corrían por su rostro.
—Tú lo mataste— repitió— ¡Nos mataste a todos! ¡Debí amarlo a él y seguiría con vida!— exclamó, histérica— Él me amaba y yo lo dejé morir... Fue tu culpa. Vete de aquí. Vete y no regreses.
—Cissy...
— ¡Vete! ¡Regresa cuando puedas regresarnos a Regulus!
Ni siquiera miró atrás cuando Sirius azotó la puerta para desaparecerse desde el pasillo.
Narcissa se llevó una mano al vientre y lo acarició con suavidad, llorando amargamente en silencio.
—Si tan sólo te hubiera amado como tú a mí...— sollozó entre dientes— Pero Sirius ha dañado a una persona que amo por última vez— dijo con convicción, mirándose nuevamente al espejo para comenzar a arreglar su imagen— Él nunca lo sabrá. Y Lucius no sospechará. Solo tú te llevaste el secreto a la tumba, mi amado Regulus— susurró, cepillándose el largo cabello rubio.
Esmerándose en su apariencia para volver a verse perfecta.
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N del A:
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H.S.
