El diario de la perla
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Avisos
1. Aunque la historia tenga lugar en el universo de Inuyasha, tiene características AU, es decir que no sigo al 100% ni la historia ni la personalidad de los personajes.
2. Es rate M porque se utiliza lenguaje explicito de escenas subidas de tono o violentas.
3. Inuyasha le pertenece a nuestra quería Rumiko Takahashi.
Recursos
1. "blah blah blah." pensamientos, o los pensamientos de Kagome transmitidos al diario.
2. — blah blah blah
Habla alguien.
3. -blah blah blah.-
La acción de hacer algo.
4. Blah blah blah
Cambio de escena, lugar o tiempo.
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Capitulo 1
Rellene los siguientes huecos.
Nombre: Kagome
Edad: 15
Sexo: Femenino
País: Japón
Ciudad: Tokio
Año actual: 1997
Año de nacimiento: 1982
Razones por las que decide empezar un diario personal: mi principal razón es -tacha la línea.- la razón por la que empiezo -deja un tachon mayor.- lo que deseo escribiendo es que -tacha apretando más el boli contra el diario dejando unas marcas.-
— ¡Ay dios! No se porque lo empiezo, solo necesito un desahogo. -se deja caer apoyándose sobre el diario.- y que esté hablando sola ya es una pista. -mira los tachones que habia dejado y suspira volviendo a intentarlo.- quiero conocerme a mi misma. -lee la única línea que no tacha.-
¿Qué problemas podría tener una niña de quince años? Escuchaba, leía e incluso veía los problemas del mundo. Todo el mundo tenía problemas, no podía ser tan quejica y molestar al resto con sus propios problemas. Así fue como decidió empezar, el que sería, su primer diario.
Día 1.
"A las 7:00 me dispuse a levantarme, golpeando como cada mañana ese estúpido despertador. Tras asearme y desayunar, partí hacia el instituto. Este es mi último año de preparatoria, así que es el más duro. Y aunque algunas clases me cuesten más que otras, debo seguir hacia adelante. Porque no sabia que otro camino tomar.
En fin, hoy no fue nada especial. Un día normal de clase. A excepción de que las tres brujas que tengo como amigas han empezado a invertarse de que le gusto a un chico de otra clase. ¿Por qué me molestan tanto? Algunas veces me gustaría darles una lección.
Al llegar a casa, mama había preparado mi comida preferida, así que estaba muy contenta. Pero como siempre, algo más ocurría que me cambiaba el estado de animo.
Mi hermano pequeño, Sota, invitó a unos de sus compañeros a casa y uno de ellos... ¡ME LLAMÓ SEÑORA! ¿Qué se creen estos niños? Solo tengo quince años, ¿dónde ven a la señora? Todavía siguen haciendo travesuras por el jardín y me niego a seguir escuchando señora, señora, señora... porque les haré tragar una piedra como me lo vuelvan a decir."
Conforme iba escribiendo, una vena en su frente se inchaba por el enfado que volvía a tener al recordar a ese par de mequetrefes.
Su enfado era tal que no se fijo en su gatito, Buyo, que se habia subido a la mesa y la observaba escribir. Pero los gatos no son demasiado pacientes, así que se acercó hacia su diario y lo agarró con su boca arrebatandolo de sus manos.
— ¡Buyo! ¡¿Qué se supone que haces?! -gritó al gato por su previo enfado.-
El gato huyó muy rápido al ver que su dueña no estaba de humor. Pero sin dejar el diario en su sitio.
— ¿A dónde crees que vas con eso? ¡Mi diario no es un juguete! -corrió tras el intentando atraparlo.-
Ese pequeño diablillo era ágil y rápido así que le costó agarrarlo. No se dio cuenta hasta que vio que la había llevado al jardín.
— Pequeño desagradecido, no te volveré a dar ese atún que tanto te gusta.
Sostuvo el diario dejando al gato en el suelo. El silencio llamó su atención. Parecía que no hubiera nadie.
— ¿Sota?
Buscó a su hermano. Se suponía que estaban jugando en el jardín.
Unos gritos terminaron con aquel silencio. Sin reparo, se dirigió hacia donde se escuchaban aquellos gritos.
El templo que estaba sellado, ahora estaba abierto de par en par.
Hace unos minutos en el jardín
— ¿Hablas en serio? -pregunta el chico de ojos azules.-
— Si, ¿por qué mi abuelito mentiría?
— No se si sea cierto o no, pero no quiero descubrirlo. -responde un chico que temblaba.-
— Eres un gallina Ryo. Sota, vamos a ver si es cierto.
El pequeño de la casa no estaba seguro de hacer aquello, pero no quería llevarle la contraria a su nuevo amiguito. Así se acercaron al templo y abrieron la puerta, encontrándose con unas escaleras dirigidas hacia un pozo sellado.
— Aquí no hay nada. Que decepción. -dijo el ojiazul bajando las escaleras.-
— No es cierto, mi abuelo no mentiría. -respondió Sota sin moverse de la puerta. Temblaba un poco al imaginar a esos monstruos de los que su abuelo hablaba.-
— Veamos si aquí... -no terminó la frase.-
Un viento terrible los azotó, haciendo que los niños cayeran al suelo para sujetarse a lo primero que encontraran.
Sota observó el pozo abierto, el viento salia de aquel lugar.
— ¡Sota! -escuchó una voz femenina, la de su hermana.
— ¡Kagome no! -antes de poder ayudarla, vio como desaparecía y el viento paraba.-
Con Kagome
Seguramente esos niños habían estado haciendo de las suyas.
De camino al templo vio a un niño llorar asustado, era uno de los amigos de su hermano. Asustada por él, corrió hacia el templo. Pero al entrar en él, todo se volvió negro.
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