Este FF no será muy largo, espero que lo disfruten.

Advertencia: Este FF tiene Zelink, fans de otras parejas, abstenerse a leer.
Aclaraciones:
La imagen de portada es creación original del diseño de Young Zelda de Twilight Princess de las dibujantes Akira Himekawa y con un acabado de color por Goddess Artemiss. Muchísimas gracias por permitirme usar la imagen. Goddess Artemiss.
El FF es completamente idea original.

Ahora sí, sin más preámbulos que comience.


-Susurros Mitigantes-

Por: Zword


Capítulo I: Malos recuerdos

Las nubes oscuras del ocaso cubrían totalmente el cielo, mientras una pequeña niña de cabello castaño observaba la escena anonadada, sin miedo alguno. Era su costumbre soñar aquello por lo que ya no temía.

Siempre soñaba con un Hyrule bajo ese tenue brillo crepuscular, mientras paseaba en los alrededores del gran campo y se tiraba en las florecillas.

Pero esta vez su sueño fue distinto:

Tras la ilusión y felicidad, vino la desgracia y la oscuridad profunda, lo que la dejo perturbada de una u otra forma. Una risa malévola, la voz de un hombre entre las penumbras diciendo: "Retornare de lo profundo de este mundo, del crepúsculo"

La niña no hizo más que llorar, acomodando su cuerpo en el suelo y tapando su delicado rostro con sus rodillas.

Unos segundos después despertó en su cama, jadeando y tomando su pecho mientras aún mantenía lágrimas en su rostro.

Se quejó unos momentos y luego suspiro aliviada – No fue más que un terrible sueño. Uno muy real y alarmante.

Sus mejillas se encontraban aun enrojecidas del susto y sus ojos llenos de lágrimas. Sólo quería los abrazos de su madre y las caricias en la cabeza por parte de su padre… pero…

La pequeña se frotaba los ojos con los puños cerrados y cargaba a un pequeño peluche de lobo entre sus brazos – Papi, mami, tuve un… – Entró a hurtadillas a aquella enorme habitación donde sólo pudo mirar un charco enorme de sangre, y a un extraño encima de su madre y su padre.

-Querida… en que buen momento llegas. Que quede claro, florecita, que esto no es personal.

En el momento en el que ella observo eso dejo caer el peluche. Corrió fuera de la habitación, siendo perseguida por este. No obstante, otra persona logró detener al hombre, un caballero guardia que había escuchado algunos ruidos antes.

Ella sólo huyo hasta encontrarse con alguien más. Fue entonces que el hombre que asesinó a sus padres fue capturado por más de un soldado y llevado a juicio.

La princesa no volvió a saber más de él. Desde ese día… las sonrisas y la felicidad se habían desvanecido de su rostro. El castillo se convirtió en un lugar triste, desolado y gris. El sentido se había perdido para ella. Fue instruida por los cinco sabios de Gerudo, volviéndose un poco más seria de lo que su edad aparentaba.


-¡Ah! – Grito en la soledad de su estudio, recibiendo de manera inmediata a su guarda espaldas.

-¡¿Qué sucede, princesa?! – pregunto exaltado un muchacho en armadura.

-No… no fue nada – dijo con poca credibilidad para el muchacho. Este se quitó el casco que tenía y lo colocó bajo su brazo derecho, para luego posarlo en un mobiliario cerca.

-Sé que no quiere contarme nada, su alteza, pero personalmente considero que debería decirme las cosas que le perturban. Bono solía decirme eso todo el tiempo cuando era un niño.

-¿Tu alcalde? – pregunto desconcertada de aquello.

-Claro, el mismo. ¿Sabe usted? Mis padres fallecieron cuando era un bebe, así que me encargaron con el pueblo de Ordon. Me crié como uno más de ahí y, siendo el niño más grande decidí cuidar de los demás para que no pasaran las mismas tristezas que yo.

-Oh, vaya, no tenía idea, Link. Lo siento, hice que sacaras a flote parte de tu pasado – cayó un segundo y continuo – No era mi…

-Disculpe la interrupción pero… en realidad no pasa nada. La verdad es que mis padres no me dejaron a mi suerte en el bosque. Me dejaron con gente maravillosa que cuidaba de mí hasta ahora. Y hoy puedo decir que los protegí con todo mi esfuerzo cuando comenzó la invasión de Zant. Puedo decir que les he devuelto el favor y por eso fui capaz de llegar aquí. Antes pensaba que las cosas que hacía no le llegarían a nadie, jamás olvidare las palabras de Telma, una persona que me enseño a valorar mis acciones – En ese momento, comenzó a recordar aquella vez, momento antes de que la reina Rutela se le apareciera como espíritu.


-Eres un joven muy hábil – Esbozó una sonrisa acompañada de un gesto con sus cejas – ¿Por qué no pones tu espada al servicio de Hyrule?

-¿Disculpe…? – Preguntó desconcertado de las palabras. Era un simple granjero ¿Cómo podría ser un caballero?

-Sí, quiero decir… Hyrule es un reino donde apenas queda ya esperanza, pero aún hay gente que no se resigna – Pauso un momento, suspirando ahí parada, delante de la posada, con ambos brazos cruzados – Gente como… yo misma.

-Entiendo, señorita…

-Llámame Telma –Le enseño una sonrisa pícara.


-Fue entonces que me di cuenta de mis miedos. El ser distinto a cada persona en mi pueblo, sin conocer la verdad del mundo. Tuve miedo de perderlos, pero no era el único así. Había más gente en Hyrule que temía por perder la esperanza. Así que decidí brindarles un poco de lo que tenemos en Ordon – Link esbozó una tierna sonrisa – La esperanza que no se pierde jamás.

La princesa sonrió dulcemente y le tomó la mano con delicadeza.

-Ahora entiendo – Dijo en tono bajo, pero audible.

Link se sintió avergonzado por el suave tacto de Zelda, pero espero sus palabras preguntándole algo – ¿Qué entiende, su alteza?

-Entiendo que para tu pueblo, eres la esperanza – Con esto último, Link sintió que su corazón se aceleraba, "Él, ¿una esperanza?" Pero más que nada, su voz dulce era la que le había provocado aquellos sentidos.

-¿Yo? – Dijo un tanto exaltado – No, es imposible. Yo sólo hice lo correcto, pero ellos forjaron su esperanza en los niños. Sí… Los niños son la esperanza de Ordon.

-Pero… no sólo eso, Link – Comentaba la princesa con calma – En verdad, tu valentía brindaba esperanza a todos. A los hombres y mujeres que salvaste, a Midna… y también, fuiste mi esperanza de salvar el reino. Es por eso que cuando me pediste extender tu periodo de héroe… acepte que fueses quien cuidara mis espaldas. Eres tan capaz que no veo porque pedir más seguridad de la cuenta. Después de todo, ¿Qué podría ser peor que el rey de las tinieblas? No creo que nadie más hubiera sido capaz de enfrentarlo… eres tan altruista que llenas la esperanza de este reino y su servidora – Se levantó de aquel sillón en el que minutos antes se había quedado profundamente dormida – Gracias, Link. Te debo esta calma que me das y todavía más.

El sonroso de las mejillas del rubio se hizo presente considerablemente, tanto que la princesa lo notó y sonrió en el momento.

-Es un verdadero honor que considere eso de mi persona, su alteza – Nervioso, apartó sus manos de las de ella – Agradezco profundamente sus palabras.

-Son palabras que vienen desde mi corazón. Incluso… ¿Podría pedirte un gran favor?

Link se quedó quieto unos instantes – Por supuesto, lo que desee ¿Qué es, su alteza?

-Yo, bueno… me gustaría que me enseñaras más cosas del mundo. Por años viví en la ignorancia, mi pueblo sufría la desesperanza y yo no pude hacer mucho. Me gustaría entender este mundo que las diosas nos entregaron. Ayúdame a entenderlo mejor, para ser una buena líder – Sus ojos se cruzaron unos instantes. Link no se negó, no lo haría aunque fuese algo que le llevara a mal. Por una u otra cosa se había convertido en el guarda espaldas de la princesa

-Va a ser un gusto, Princesa – contestó a la petición, acompañado de una noble sonrisa de las que siempre llevaba al responder con sinceridad.

-Gracias – Decía la princesa, con un aire melancólico – Me alegra que aceptes esta egoísta petición mía.

-No creo que sea egoísta… porque, bueno… piensa en el bienestar de su pueblo. Tratar de hacer un mejor enfoque en sus métodos y fallos, es de admirar – Finalizó el dialogo con esas palabras, dejando en silencio a la princesa – Con su permiso, me retiro afuera.

Link comenzó a caminar a la puerta, cuando la princesa lo detuvo abruptamente, tomándolo del hombro de su bella armadura.

-¡Espera! – Clamó Zelda con aire desesperante – No te vayas, no aún… espera.

Tal como pidió, Link esperó un rato. Ambos parados sin decir una sola palabra, mientras la tensión crecía constantemente en ese incómodo silencio generado por la misma princesa.

Pasaron unos largos diez minutos, hasta que decidió hablar para calmar sus ansias, y sin saberlo, las de Link también.

-Hay más cosas que me gustaría pedirte, claro, con tiempo a su vez – Un aire de vergüenza llenó las mejillas de la doncella, coloreándolas de un rosa tenue.

-No hay problema, su alteza, dígame – Respondió el muchacho, igual de nervioso pero conteniéndose dentro del tono.

-Quiero que nos volvamos más íntimos, como amigos. Creo firmemente que podríamos llevarnos muy bien, no sólo me trates como una princesa, sino como una amiga… ¿Podrías intentarlo?

Link tragó saliva. Sudó tanto de la frente que simplemente se limpió con las manos y un pañuelo que la princesa le ofreció con una tierna sonrisa.

-Lo intentaré – Dijo nervioso y casi inaudible – Después de todo, si es para algo que necesite, lo haré – Hizo una reverencia y la princesa se mofo de nuevo – Ah, si… perdón. Haré lo que necesites, Z… Z… Zelda

-Calma, puedes hacerlo paso a paso. No tiene por qué ser de inmediato – Con delicadeza, tomó el puño del joven, el que sostenía el pañuelo y lo tomó ella – Las cosas con tiempo salen siempre siendo mejor que algo espontaneo – Así mismo, secó la frente de Link con una delicada sonrisilla.

A esta acción, Link reaccionó distinto a lo que mostraba hace un par de segundos. Bajo la mirada y luego la subió de inmediato para tomar, por sí mismo, el pañuelo. Se secó con tranquilidad y luego observó a Zelda.

-No me malentienda… la verdad es que la única razón por la que no la puedo ver distinto, es porque siento que sería una falta de respeto. Es la soberana del reino al que pertenezco, y como tal, nunca podría ser su igual. Princesa Zelda… bueno, Zelda… a la única reina que serviré y protegeré porque las diosas así han planteado – Suspiro hondo. Poco a poco iba relajándose para poder proseguir – Intentare esforzarme lo más que pueda para poder enseñarle el significado de una amistad sincera, como todas aquellas que pude formar en mi travesía. Incluyendo aquella amistad que tuve con Midna, la cual era princesa también.

-Gracias – le tomó ambas manos con cariño – Las diosas eligieron bien a su siervo.

-También eligieron bien a su princesa – Cruzó su mirada con la de ella, sintiéndose avergonzado, pero a pesar de aquello pudo mantener una conexión con ella, sintiéndose agradable al observarla fijamente – En fin. Volveré a mi guardia – Volvió a hacer una reverencia. Al darse cuenta se chocó la paloma de su mano con su frente. Luego torpemente retrocedió hasta dar con su casco. Al final, sólo salió apenado más de lo que esperaba.

Cuando Link salió, Zelda sintió tranquilidad. Una inmensa paz que no sentía desde hacía tanto tiempo.

-Y todo te lo debo a ti, Link – Suspiro de nuevo y volvió a sus papeleos, aquellos con los que se quedo dormida profundamente.


Continuará.