Dejar de respirar. Lo unico que quería era abandonarse, dejarse consumir. Siempre se había tenido en muy alta estima, y como la mayoría de personas le tenía un gran apego a su vida, pero la ultima temporada se encontraba muy cansado. Cansado de huir, cansado de esconderse, cansado de ser un paria, una molestia para todos. Un criminal para muchos, un traidor para los suyos. Hasta su padre le había hecho saber lo decepcionado que estaba, la desgracia que era para él tener un hijo tan cobarde y traidor... esto a Draco le resulto especialmente doloroso, empezó a pensar que su vida perdía sentido.

Y lo peor era que no quería arreglarlo, no quería hacer algo que hiciera que el señor oscuro confiara en él. NO. Ya estaba cansado. Pero tenía mucho miedo de que la muerte de sus padres cargara en su conciencia. Si alguna vez pasaba nunca se lo perdonaría.

-Draco, vamos, tenemos que irnos ya.- le urgió Severus.

Él no lo decía, pero sabía que también era una molestia para él.. Era su culpa que no podía seguir siendo espía, era su culpa todo lo que había pasado. Y estaba cansado de ser tratado así. Él se merecía más, era un chico inteligente, era un chico guapo, era mucho más que un paria.. Así que, una noche, se escapó.

- Que miras, rarito?-

Draco estaba perdido y solo en un mundo que desconocía por completo, y no conseguía hacer nada a derechas. Su grácil porte, su poderoso apellido, ya no servían de nada. Lo único que logró fue que unas chicas le pidieran algo llamado "numero de teléfono".

Perdido, hambriento y sintiéndose enfermo, en la tercera ciudad donde probaba suerte, Draco se apoyó en una pared y se abandonó, por fin, al oscuridad. La cabeza le iba a estallar, y el estómago no había dejado de dolerle. La tan deseada y seductora oscuridad le haría olvidar el infierno en el que se había convertido su vida. Se sentía tan cansado.

Lo que no sabía era que alguien le estaba viendo, corriendo a ayudarle aunque sabía quien era. Hermione estaba en aquella ciudad, durante la unica semana que iba a pasar con sus padres y corría a ayudar a aquel muchacho solo, enfermo y deprimido. Porque ella era una buena persona.