Disclaimer: Digimon y sus personajes no me pertenecen.


Prólogo

Se sentía aturdido por el zumbido que recibía en sus oídos, los cuales muy lastimados estaban, y llegaba a golpear su cerebro con esos ataques invisibles. Lo único real que alcazaba oír, con mucha dificultad, fue a su corazón, que lentamente latía con esfuerzo, resonando cada bombeo en su cabeza. Sin muchas energías y fuerzas comenzó a abrir sus ojos, los cuales notaba gradualmente humedecidos. Creía desconocer el lugar que lo rodeaba, o eso era lo único que lograba venirle a la mente después de ver tal panorama. El grisáceo cielo le daba la impresión de que estaba por largarse una fuerte tormenta, y hechos que lo afirmaron fueron sus sentidos, al notar su cuerpo con mucha falta de calor, provocando lo que se conoce como la sensación de frío. Y en este caso, una fuerte helada. Notó cómo las nubes no daban paso a los rayos solares en ese triste espacio, dando lugar a una depresiva imagen de una lastimada playa gris, la cual no creía haber visto antes. También notó que se encontraba gravemente herido, y sucias sus ropas, además de sentirlas algo mojadas, lo que impulsaba a sus poros a cerrase, quitando todo calor de su cuerpo. Mientras que, al mismo tiempo, sentía arder su mejilla izquierda y un punzante dolor yacía en su estómago. También denotó un cansancio sin igual en sus piernas y brazos, lo que le provocaba una fuerte incertidumbre y desconcierto. ¿Qué le había pasado?

Mientras trataba de saber la razón de por qué estaba allí, e intentaba reponerse, levantando su cuerpo de esa arena tan sucia, divisó una herida, desesperada y feliz mirada frente al él. La cual le devolvió sus recuerdos y sus razones de estar. Lo supo cuando cruzaron sus ojos y se encontraron, comunicándose tan solo con dirigir su mirar uno al otro. Como dando espacio a sus almas lastimadas a conversar, ya que se los conoce a los ojos como las ventanas del alma. Al tiempo que, atónito, se dedicaba a mirar un tanto extrañado y asustado esos humedecidos y brillantes ojos de un hermoso color rojizo variante.

Un terrible escalofrío acompaño su vértebra y espina dorsal. Cuando comprendía la dolorida mirada de esa hermosa chica, la cual le dedicaba una sensación de alivio en sus ojos, acompañada de mucho daño y sufrimiento. Lo que le lastimó mucho, y golpeó su corazón sin misericordia alguna, hiriendo hasta el más insignificante miembro de su cuerpo. Entonces lo entendió. Tenía qué volver a vivirlo…

Capítulo 1

Su mirada bailaba una y otra vez en la pequeña sala de estar en el departamento de su hermano y su padre. En ese momento se cuestionaba haber aceptado la propuesta hecha por su hermano esa misma mañana. Sabía muy bien que Matt tardaba millares de horas en prepararse para una fiesta. Si bien, había llegado a Japón la mañana del día anterior, ya que había aceptado la idea de su madre de ir a visitar a su tío Michael en Francia y, junto a él, festejar navidad ese veinticinco de Diciembre, ya que habían llegado las vacaciones de invierno. Su hermano le había rogado y obligado a participar de la fiesta que estaba organizando Mimí. Tenía entendido que a su ricachona amiga se le había ocurrido hacer el festejo que se efectúa en Norteamérica al cumplir una chica los dieciséis años, al arribar Japón. Ya que no había festejado su anterior cumpleaños. Sin embargo, esa edad ya la poseía, había cumplido 16 años el octubre pasado, en el que él, como todo un caballero, la había llamado (llamada por teléfono realmente costosa) y le había deseado un muy feliz cumpleaños en su estadía en los Estados Unidos. Si bien, sabía que no podría sorprenderse de ideas así por parte de Mimí, la noticia le había caído con algo de pasmo. Por lo que la mañana anterior, había decidido ir con su hermano a comprar un traje, junto con unos zapatos nuevos, idea propia de Matt, ya que su ropa comenzaba a quedarle pequeña y no le entraban sus atuendos formales. Aunque para él, creía estar exagerando con ese tipo de ropa, demasiado formal para su gusto…

— Matt, ¿estás seguro de que no lo estamos tomando muy a pecho con esto? — Preguntó un exhausto TK, mientras miraba de arriba para abajo el traje que había comprado.

— No digas tonterías, sabes muy bien cómo son los tipos de fiestas que organiza Mimí. Además ese traje se te queda muy bien — Contestó formando una risa burlona.

— A decir verdad, no lo sé.

— Vamos, yo sé que te gustó. Además, no me digas que no te gustaría estar bien vestido sabiendo que la hermanita de Tai también irá a la fiesta ¿O me equivoco, enano? — Agregó mientras se deja llevar y comenzaba a reír con ganas. Lo que le molestó a TK, ya que le había dejado bien en claro que no le gustaba cuando comenzaba a molestarlo con su mejor amiga.

— Ya cállate. Y vamos, que también te falta comprar a ti… — Contestó enfadado y algo cohibido mientras intentaba ocultar su sonrojo mirando a otro lado, lo que le dio mucha gracia su hermano.

— No es cierto. Yo ya tengo todo listo, solo te había venido a decir qué cosas tenías que comprar.

— Entonces ¿Qué hacemos todavía aquí? Ayúdame con mis maletas, que mi mamá nos continúa esperando afuera — Ordenó exasperado, esperando una reacción de su hermano, el cual rápidamente lo ayudó con la maleta de mayor tamaño, y lo llevó junto a su madre a la salida del aeropuerto…

Comenzaba a exasperarse al ver cómo los minutos corrían y él continuaba en la misma posición, sentado en una silla, mientras esperaba a su hermano salir del baño. Ya que habían arreglado para ir juntos a la fiesta.

— Vamos, Matt… ¿Por qué te tardas tanto? — Preguntó un tanto fatigoso, al ver que pasada hora y media, su hermano continuaba con una producción de sí mismo.

— No te desesperes, ya me falta poco.

— ¿Qué te falta poco? Estoy seguro que Mimí se habría tomado menos tiempo — Ya comenzaba a cansarse, y a escapársele de la mente los ánimos de ir a la fiesta. Luego de un momento, que para TK fue eterno, su hermano por fin salió del baño. Para él, extremadamente "pintado". Llevaba el cabello muy arreglado y brillando, seguramente lo había peinado con una crema. Una chaqueta parecida a un esmoquin, zapatos que llevaban una línea blanca que combinaba con su corbata-moño, y unos jeans algo raspados que le daban un aspecto muy 'rockstar'.

— Ya estoy listo — Formuló un tanto orgulloso.

— Es broma ¿verdad?... — Dijo un tanto cansado, ya que su hermano le había asegurado que, al igual que él, iría de traje y pantalón de vestir formal.

— ¿De qué hablas? Ah… Es verdad — Comenzó a decir mientras reía y tomaba su nuca — Lo había olvidado. Pero en realidad, esperaba que te apiadaras de mí, porque ese pantalón no me queda muy bien que digamos — Decía mientras despeinaba y peinaba a la vez su cabello riendo.

— Está bien… Ahora sí ¿vamos? — Preguntó con ojos en blanco.

— Como tú quieras. Pero todavía es muy temprano, ¿Por qué quieres llegar a esta hora? — Cuestionó sin pensarlo, y al hacerlo notó como su hermano comenzaba a ruborizarse y a balbucear cosas que no llegó a entender. Hecho esto, se largó a reír sin más que hacer — ¡Lo sabía! Por eso me tenías tan apurado en salir del baño. Con que tenías muchos deseos de ver a Kari, admítelo enano… — Dijo divertido y con una sonrisa un tanto torcida.

— ¡Ya basta! Yo no soy quien ha estado horas y horas preparándome para ver a Sora — Refutó un tanto molesto al denotar que su hermano la había descubierto. Ya que tenía razón, hacía mucho tiempo que no veía a su amiga, y solo había hablado con ella por teléfono unos días antes, en navidad. Y le había comentado que, al igual que él, tenía para entregarle su regalo navideño.

— Por lo menos yo sí le dije a Sora lo que siento — Contestó aún divertido, formando una picara y rara sonrisa en su rostro. Lo que acabo por poner a su hermano de todos colores.

— Agh, ¡Ya cállate! — Contestó molesto mientras se dirigía al baño, empujando a su hermano que estaba en el camino. Raramente a Matt eso no hizo enojar, solo ensanchó su sonrisa por las infantiles reacciones de su hermano al hablar de la menor de los Kamiya. Mientras cerraba la puerta a la máxima velocidad permitida, se encerró en el baño para terminar de arreglarse, ya que había salido de su casa ya vestido, pero a medias. Mientras terminaba de peinar su cabello, al cual le había aplicado un Styling Gel de fijación, comenzó a reflexionar en la manera de actuar que había tenido últimamente con su mejor amiga, y con todo lo que tenía que ver con ella. Lo que lo hizo dudar de que lo que comenzaba a sentir. Pero, recordando una de las últimas clases de la escuela, le vino a la mente un tema que a muchos les daba pudor hablar. Recordó que ese día, el profesor a cargo, había recalcado las etapas que cruzaban los jóvenes al pasar por la adolescencia. Y, una de esas, era que se "dejaban" llevar por las hormonas. Sin más que hacer, trago saliva dificultoso al notar lo que estaba pensando — ¿Pero qué me pasa?... — Murmuró para sí mismo, mientras tapaba su rostro con las manos y escuchaba a su hermano apurarlo del otro lado de la habitación. La situación había cambiado, ahora él era el que recibía las quejas — Ya salgo — Dijo sin muchos ánimos. Esos pensamientos ya le habían interrumpido anteriormente. Sin duda, los últimos días, sin contar a casi todos sus compañeros del colegio, se sentía atraído por Kari Kamiya, a quien había confiado el título de mejor amiga por su manera de ser, entenderlo, y apoyarlo más de una vez. Pero, no encontraba razón para entender qué era lo que sentía. O, en otras palabras, no quería saber si en realidad tendría que terminar su relación de amigos con Kari. Sabía que sentimientos como aquellos terminaban arruinando una relación estable y muy solida como lo es la amistad. Sin embargo, por más que su cerebro le advirtiera de las consecuencias; de que existía la posibilidad de que no fuera correspondido; o de que terminara por romper su relación con su mejor amiga, había otro músculo latente que lo alentaba a hacer otras cosas, las cuales no entendía en el momento y quería, con casi todo su ser, olvidar.

— Vamos. Ahora sí se nos está haciendo tarde, TK — Sin duda, pensamientos como aquellos le quitaban gran parte de su tiempo.

— ¿Eh?... Sí, ya voy — Dijo aún pensativo, quería olvidar presentimientos como esos, sabía que era muy joven para ese tipo de cosas, y no quería terminar mal. Por lo que salió del baño a una velocidad muy lenta.

— Oye, ¿Te encuentras bien? — Preguntó Matt algo preocupado al ver el rostro del menor.

— ¿Eh?... Sí, estoy bien. Solo… estaba pensando — Dijo con simpleza, mientras fruncía el seño y colocaba un dedo debajo del labio, como si estuviera resolviendo un problema matemático.

— TK, si es por lo que te estuve diciendo, discúlpame. Solo era una broma — Contestó aún preocupado su hermano.

— No te preocupes. Al fin y al cabo, tenías razón… — Respondió sonriendo, tratando de convencer al difícil de Matt — Ahora sí, ¿Nos vamos?

— Vamos.

El viaje no había sido largo, pero tampoco corto. No sabía que Mimí había tenido la idea de festejar su cumpleaños en otra ciudad. Veía, desde el auto de su padre, cómo las casas se alejaban una por una. Cuando de repente, llegaron a un lugar casi desértico.

— ¿A dónde vamos? — Preguntó casi de broma al notar que comenzaban a alejarse de Odaiba.

— Al parecer, los padres de Mimí estuvieron de acuerdo en hacer el festejo cercano a la ciudad, pero creo que ella los convenció para que se haga por aquí. Según tengo entendido, hay un gran salón de fiestas donde normalmente se festejan casamientos. Creo que lo harán allí… O, por lo menos, eso es lo que dice la invitación — Contestó si padre sin quitar de vista la ruta.

— Ya veo… — Musitó pensante Matt, mientras tomaba su mentón con un dedo. No después de mucho tiempo, lograron acercarse a lo que parecía un gran edificio, y notaron que se trataba del salón de fiestas. Al cual, por una entrada muy larga y elegante estacionaron y bajaron del automóvil los jóvenes. No sabía a qué se dedicaba, pero TK estaba seguro de que, hiciera lo que hiciera, la familia Tachikawa siempre tendría un muy buen estado económico, gracias al padre de Mimí.

— Hijo, ¿Cómo a qué hora los vengó a buscar? — Preguntó cansado Hiroaki, al saber de qué tendría que conducir a la noche o, quién sabe, tal vez a la mañana.

— No seas haragán… — Contestó riendo Matt por la actitud de su padre — Yo te llamaré cuando es que salga.

— Está bien… Oye, TK ¿también tengo que venir por ti? — Preguntó esta vez dirigiéndose a su hijo menor.

— No te preocupes papá. Mi mamá dijo que iba a venir a buscarme — Contestó sonriendo a la vez que salía de sus pensamientos.

— Está bien. Luego nos vemos hijo — Dijo saludando al menor y haciéndole una seña a Matt en señal de saludo. Los jóvenes lo vieron marchar y dirigirse a la salida de ese gran edificio. Luego de un momento, se dedicaron a entrar al salón, enseñándole al recepcionista la invitación, y pasando a un lugar extremadamente lujoso, de una manera la cual nunca habían visto, lo que provocó asombro en los jóvenes. El lugar era espacioso. Estaba adornado de una manera muy detallista, ya sea con muebles o pequeñas estatuas angelicales, las cuales a TK le trajeron mucha nostalgia. A no muchos metros se encontraba el salón, del cual gran número de meseros y ayudantes iban y venían. Los muchachos miraron interrogantes cada rastro del lugar, y luego de un gran suspiro Matt silbó como admirando el lugar.

— ¿Cómo es que pueden pagar un lugar como este?

— Lo mismo me pregunto — Luego de un momento, TK se dedicó a acercarse al salón, pero fue interrumpido por su hermano mayor.

— Oye TK, ¿El sobre que tienes en el bolsillo del saco es el regalo de cumpleaños de Mimí, verdad? — Preguntó con esperanzas Matt.

— ¿Eh…? ¿Qué sobre? — Intentó ocultar su nerviosismo pero le fue imposible. Aunque no entendía cómo es que su hermano se había enterado que tenía un sobre en el bolsillo, tal vez lo había visto colocarlo ahí. Matt echó un suspiro, puso los ojos en blanco, y negó con la cabeza.

— Mejor cambiamos de tema… No quiero que termines golpeándome — Anticipó divertido recordando las reacciones de su hermano menor. TK asintió con la cabeza, aún pensativo, mientras se dirigían al salón que, al entrar, se encontraron con un número gigante de personas. En ese momento se enteraron que la Familia Tachikawa o, más bien, Mimí era realmente famosa y poseía muchos amigos, además de sus compañeros de aventura. Mientras se encaminaban al número de mesa que le correspondían, se encontraron con sus amigos, y junto con ellos, algunos desconocidos que, al querer entrar en acción, intentaban cortejar a las jóvenes del grupo, y la menor de los Kamiya no era la excepción.


Notas del Autor: Primera historia de Digimon, denle una oportunidad :)