-Feliz cumpleaños.-le dijo, entregándole un paquete rojo adornado con lazos azules, haciendo mímica del cabello de la japonesa.
-Gracias muñeca, pero...mi cumpleaños ha sido hace un mes.
-Lo sé. Pero entonces yo no te había perdonado. -murmuró ella, avergonzada, insistiendo para que él aceptara su obsequio, con el rojo aún más encendido en la cara. Tocó a Murdoc en el costado del rostro, donde una venda hablaba sobre la última traición, a respuesta de las mejores intenciones, que solo aclararon luego.
-Perdonarme por todo lo que he hecho y darme una segunda oportunidad...eso es un regalo en sí mismo.-murmuró, Noodle sacudió la cabeza y con un ademán de sus pequeñas manos, lo invitó a quitar los lazos .
Sucedió tan de repente que no sabía qué esperar del regalo, aunque sí qué estaba seguro de que no vendría adentro del estuche alargado de madera. Por especular lo que pasó por su mente en segundos desde que Noodle sacara el paquete de entre la bolsa con viandas para el picnic: una corbata como incentivo para realizar otra compra más importante, un pañuelo que hubiera bordado con ayuda de Russel, un encendedor con sus iniciales. Nunca un...
-...esto...
...posible detonante para que perdiera la razón. De nuevo.
-Verás, Murdoc...es solo la primera parte de tu regalo.-replicó , encogida todavía, tomando en una de sus manos el hermoso bajo que resplandecía bajo la luz pálida del sol , pese a ser una tarde calurosa.
Noodle le entregó la elegante pieza musical y Murdoc la tomó, confundido, horrorizado y solo la mitad de él pendiente de lo más preciado que tenía en la vida.
-Odio decirlo, porque ya hemos decidido volver a Kong, pero yo...aún te guardo un poco de rencor. No podemos construír una relación sin confianza y por eso...solo por eso...yo...-ella procedió a quitarse el abrigo y tenderse sobre el mantel anaranjado en el que se sentaban, con los brazos a lados de su cabeza, cubiertos por la espesa mata de cabello .-Quiero ofrecerte...todo lo que soy. Si lo tomas y sabes cómo, es tuyo para siempre. De lo contrario...si me asesinas hoy...o regreso al infierno-sorbió la muchacha sus lágrimas, haciendo una mueca tristísima y separando las piernas, subiéndose la larga falda hasta las rodillas dobladas y volviendo a acostarse en actitud entregada.-...voy a desearte buena suerte en tu vida. Nunca...dejaré de velar por ti. Pero tendrá que ser de lejos, porque ya no podré considerarte...ni mi...compañero.
Murdoc aferró el mango con una fuerza que pensó que no tenía y se inclinó sobre ella, preguntándose qué hacer, con el sudor corriéndole a espesas gotas por la frente arrugada con preocupación.
Noodle notó su desconcierto, si bien no los amagos que hizo para conservar la compostura contra sí mismo.
-Supongo..que ya sabes..lo que tienes que hacer.-su vergüenza a penas y la dejaba hablar pero aquellas palabras le cortaron el aliento a Murdoc y levantaron la parte baja de su cuerpo, laxa y casta hasta un momento atrás.
Estuvo a punto de rasgar -vencido por la lujuria- la camisa de gasa, cuando se le ocurrió algo que Noodle pareció leer de maravilla en sus pensamientos:
-Tengo un traje de repuesto en mi mochila.-explicó ella sonriendo.
Pero Murdoc, pudo hacer una broma más que apropiada, que coronaría felizmente la reconciliación exitosa:
-¿No esperarás a la boda, muñeca?
