Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. En cuanto a la historia que paso a relatar, es de mi completa autoría, y no es mi deseo que se haga copia entera o en parte de mi historia en ningún medio. Gracias.


Capítulo 1:

Metido en un gran lío

Corría con desesperación pensando en salvarla; su cuerpo delgado, aquella piel que era tan pálida como porcelana, y que a él siempre le había agradado observar en gran manera, aunque se negara a aceptar que le gustaba, ahora parecía perder vida.

¿Por qué su tozudez siempre tenía que meterlo en líos con ella? Y vaya que este sí que era uno grande. No quería ni imaginar qué le diría su sensei si se enterara… ¡No quería imaginar lo que le haría la esposa de su sensei! Pero sobre todo, no quería suponer qué pasaría si ella no volvía a mostrar esa mirada profunda que él siempre atesoraba. Sería como estar muerto en vida si ella no despertaba nunca más.

El bosque, a las afueras de la aldea, nunca antes le había parecido tan frondoso, pero este no era momento de detenerse a contemplarlo. La mujer en sus brazos, conforme pasaban los minutos, palidecía más de lo que ya era naturalmente.

«¡Vamos! ¡Vamos!... ¡Despierta!... ¡Por favor!» Suplicó para sus adentros mientras aceleraba la marcha. Sentía que aquella existencia se le escapaba de la manos, estaba asustado. Nunca en su vida la había visto en ese estado y el haberla encontrado así, ni bien despertó, lo había hecho temblar como nunca antes. En un primer momento hasta pensó que estaba muerta, pero gracias al pequeño rastro de cordura que aún tenía, pudo darse cuenta que aún respiraba solo que estaba demasiado débil.

—¡Al fin! —exclamó, y una gran sonrisa surcó sus labios.

«Pronto, pronto estarás bien».

Estaba tan ensimismado en cumplir su cometido, que no se percató del ambiente al que se adentraba. Con todas sus fuerzas aceleró el paso que llevaba y tras cruzar la entrada, decidió pedir ayuda, así se arriesgara a que su tía lo destrozara a golpes.

—¡¿Saben si Tía Sakura ya regresó de Iwa?! —dijo mientras frenó, derrapando debido a la gran velocidad con la que había llegado.

Los guardias de la entrada se pusieron de pie rápidamente y se le acercaron, poniéndose a la defensiva con kunais en mano.

—¿Quién eres y qué buscas en esta aldea? —habló uno, sin quitarle la mirada.

—¿Eh? ¡Oi! Este no es momento para eso. ¡¿No ves que ella está muy mal?! dattebasa— les habló algo fastidiado por sentir que perdía el tiempo, pero ellos lo miraban algo sorprendidos.

—Su-su apariencia… y su voz —mencionó el otro nin mientras se pasmaba, lleno de nervios.

—¿Cuarto? —fue casi un susurro lo que mencionó el nin que había hablado primero, pero le habían escuchado.

—Mira, no sé si ustedes son nuevos o están de broma, ¡Pero necesito ir al hospital, ya! —su última exclamación había sido tan firme que ambos nin simplemente asintieron. Mientras uno le escoltaba, el otro envió un halcón avisando al Hokage sobre lo que acababa de suceder.

Al ir recorriendo las calles de la aldea camino al hospital, empezó a darse cuenta que ésta no era la misma aldea que había dejado unos días atrás… Ya lo descifraría más tarde, primero debía hacer que la atendieran.


Lord Hokage, de la puerta principal ha llegado un mensaje urgente —un anbu le extendió un pergamino.

El hombre sentado detrás del escritorio tomó el rollo con total parsimonia, mientras se acomodaba en su silla y los anteojos de lectura. De pronto, su pipa cayó al piso y se puso en pie de golpe.

—Iremos al hospital de inmediato —dijo y salió presuroso, seguido de sus escoltas.


En el hospital, el ambiente tenso y silencioso que se tenía no era el mejor. En uno de los pasillos se hallaba esperando noticias de ella. Mas no halló mejor distracción que empezar a observar con cuidado a aquel nin que lo había acompañado.

«Esto es raro, ahora que lo veo bien… ese uniforme es algo diferente, además a este guardia no lo había visto antes».

Algo no estaba bien, demasiadas cosas se le estaban haciendo raras y de lo más bizarras. Cuando intentó usar su celular, había sido un total fracaso y, ahora que lo recordaba, definitivamente algo se le había pasado por alto. Cavilando muchas cosas, a la vez que esperaba por noticias, sintió que alguien se acercaba, una presencia que era desconocida al igual que muchas otras que ya había sentido.

Lord Hokage —el nin que le acompañaba hizo una reverencia, y él, al ver al anciano que tenía en frente, se puso de pie y comenzó a transpirar y palidecer.

—¡No puede ser! —chilló mientras le señalaba horrorizado.

En ese momento, una puerta se abrió y se escuchó la voz de una ninja médico, que al notar a los presentes, hizo una reverencia a su superior antes de hablar.

—La joven presenta un severo cuadro de agotamiento en toda su red de chakra, por ahora la hemos estabilizado, pero necesitará completo reposo en lo que se recupera. —Ante lo que había escuchado, el rubio escandaloso no pudo más que suspirar con alivio.

—¿Y la puedo ver? —preguntó, un poco nervioso.

—Por supuesto, la pasaremos a una habitación y… —antes de que pudiera decir algo más, la voz más longeva de los presentes interrumpió.

—Primero que nada, joven, me parece que ha causado suficiente alboroto como para tener que charlar conmigo y decirme ¿Quiénes son y qué hacen aquí? —Ahora sí que Bolt cayó en cuenta de que su terquedad lo metía en serios líos y, a veces, no quisiera percatarse de que sus acciones podrían tener funestas consecuencias.

Minutos después…

Al ver que él no hablaría a menos que lo dejaran primero ver a su compañera, el Hokage decidió charlar con él en la habitación que le asignaron a la chica. Ahí, frente a la cama de hospital que ocupaba una pálida joven de rasgos finos y cabellos negros, se encontraba el Hokage, observando los ojos de culpabilidad que mantenía el joven sobre ella.

—Bien, ahora que ya estamos aquí, me presento, soy Hiruzen Sarutobi el…

—Tercer Hokage de Konoha… —interrumpió el rubio.

El viejo hombre observó con mucho detenimiento los rasgos faciales de quien tenía enfrente.

—¡Ay! No puede ser. ¡Vamos cuatro ojos! ¡Despierta pronto! ¡¿Cómo fue que terminamos aquí, dattebasa?! —exclamó con desesperación mientras jalaba de sus cabellos, respiro profundo y giró a mirar al Hokage—. Si desea saber qué sucede, pida a sus escoltas que lo esperen afuera.

Sarutobi no se había esperado que él chico dijera algo como eso; además, el tono con el que lo dijo y la mirada que le dio por un momento le hicieron pensar en una sola persona «Minato». Aquel joven rubio de ojos tan azules como lo habían sido los del difunto Hokage era alguien que no podía ser ignorado.

Tardó unos segundos, pero al confiar en su mirada decidida y no hallar rastros de maldad en él, dio orden a sus anbu para que esperaran fuera. A continuación, vio al muchacho hacer sellos a una velocidad increíble, aislando la habitación para que nadie se enterara de lo que él le diría. Sin siquiera girarse por completo a mirarlo, con absoluta seriedad, el de cabellos alborotados comenzó a hablar.

—Mi nombre es Bolt Uzumaki, ninja de Konoha, escolta de la próxima Hokage… e hijo del séptimo —Al decir todo esto, los ojos de Hiruzen se abrieron en sorpresa ante un serio Bolt que se sentía incómodo con la situación.

—¿Cómo es posible? ¿Séptimo dices? ¿Un viaje en el tiempo? —trató de saber Sarutobi, entonces, Bolt, algo más exasperado, lo miró directo a los ojos dejando ver aquellos irises azules que lo definían por quien era.

—Mira viejo, la verdad no sé ni el cómo, ni por qué… ¡Mucho menos en qué época estamos,dattebasa! Sólo sé que hoy, temprano en la mañana, volvía de una misión en Suna y decidimos hacer una práctica con su nuevo sharingan… —empezó a hablar con algo de nerviosismo ante la figura que tenía delante.

—¿Tu compañera es una Uchiha? —preguntó con seriedad en su mirada. Bolt por un momento dudó sobre si sería correcto revelar la identidad de ella, aún no sabía con exactitud en qué periodo de tiempo se encontraban y esto la podría poner en peligro por ser tan descuidado. Inhaló un poco de aire para sentirse seguro de lo que diría y prosiguió.

—Ella es Uchiha Sarada, ninja de Konoha, y futura Hokage, a la cual protegeré con mi vida de ser necesario.

Tal declaración, y la seguridad con la que fueron expresadas aquellas palabras, sorprendieron al Tercero, porque le recordaron mucho a cierto rubio fallecido; y, al darse cuenta de la forma tan protectora en que se había posicionado frente a la joven inconsciente, le hicieron dibujar una cálida sonrisa en su arrugado rostro.

—Tranquilo, joven shinobi, te he preguntado por el origen de tu amiga puesto que eso explicaría mucho de lo que sucede. —habló con tal amabilidad, que Bolt se relajó por completo, comenzando a ver las cosas más claras.

—¡El sharingan! ¡Oh! ¡Rayos! Yo solo deseaba ver hasta dónde llegaría el poder de su nuevo sharingan, dattebasa —exclamó, mientras Hiruzen no podía evitar pensar en cierta joven de rojos cabellos a la que años atrás le tomó mucho cariño.

—Así es, he de suponer que ustedes activaron de alguna manera un jutsu espacio-tiempo en lo que está involucrado este rasgo sanguíneo —mencionó, mientras observaba que Bolt parecía recordar algo como para empezar a sudar y sonreír nervioso.

—Bu-bueno, la verdad es que… —Bolt no pudo más, suspiró y entendió que si deseaba recibir la ayuda que necesitaba, tendría que contar todo lo que acababa de recordar.


Aquel día, temprano en la mañana

—¡Al fin en casa, dattebasa! —exclamó emocionado mientras brincaba de árbol en árbol junto a su compañera.

—¡Eres un ruidoso! Ya estamos por llegar, aún faltan minutos de camino —Sarada también estaba impaciente por mostrarle a su padre lo que había logrado con sus ojos. De pronto, una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro del rubio en tanto que entrecerraba los ojos en dirección a Sarada.

—¡Oi! ¿Y qué técnicas puedes hacer con tu nuevo Sharingan, dattebasa? Después de todo, no me digas que esperas a que Sasuke sensei te enseñe cómo lograrlas o impresionarlo con tus pobres habilidades primerizas —al terminar de decir esto, Sarada se detuvo en un árbol y regresó a mirarlo con sus ojos rojos de tres aspas y un leve rubor.

—¡No son pobres, shanaroo! —ahora sus ojos lucían lo que parecía una flor de loto con puntas algo redondeadas en color rojo, de fondo y centros negros.

—¿Qué te parece si me lanzas tu mejor técnica, cuatro ojos? —le dijo de manera socarrona, provocando que ella le atacara.

¡Amaterasu! —exclamó antes de que llamas negras aparecieran en las ramas del árbol donde se hallaba Bolt.

—¡Oh! ¡Muy lenta! —mencionó con sorna, al tiempo que, apareció detrás de ella y le empujó para que perdiera el equilibrio. Sarada, rápidamente puso chakra en sus plantas, y se arrojó sobre él amplificando el golpe.

—¡Que mal! Ese era un clon, pero este sí es real —habló justo cuando estaba por golpearla con un rasengan de una mano.

¡Kamui! —la sorpresa fue tanta para Bolt, que cayó de cara contra un árbol, golpeándose en la frente, dando paso a un vistoso chichón.

—¿Eh? ¡Oi! ¿Dónde estás? —preguntó, aún sorprendido.

—Aquí —susurró cerca de su oído derecho al aparecer de un vórtice detrás de él.

Bolt gritó muy fuerte y se puso rojo por completo mientras que, al voltear, la vio con medio cuerpo fuera del vórtice riéndose de su reacción.

—¡Vaya! ¿Cómo se llama ese jutsu? —preguntó muy interesado mientras se ponía en pie y ella salía por completo.

—Pues, según leí en los pergaminos de la familia es el Kamui, un jutsu de espacio-tiempo. Mi padre lo utiliza muy poco, pero parece que a mí me resulta bien usarlo sin mucho esfuerzo —aseguró mientras metía su brazo en un vórtice y lo sacaba cerca de donde estaba Bolt, quien la observaba con sorpresa.

—Eso… ¡Es genial, dattebasa!

—¿En serio? —preguntó, incrédula.

—¡Por supuesto, dattebasa! ¡Tienes un jutsu muy genial! —afirmó, acercándose a quien, ahora, se veía sonrojada—. Y si te resulta fácil ese jutsu, que de por sí es genial, ¿Te imaginas combinarlo con otro para sea mucho más poderoso?

—¿Combinarlo con otro?

—¡Sí! —Bolt hablaba con tal emoción, que Sarada se fue contagiando de él.

—Pues existe un jutsu que sólo tío Itachi logró hacer y a mí siempre me ha llamado la atención, su nombre es Izanami.

—¿Izanami? —La expresión de confusión en Bolt hizo sonreír a Sarada.

—¡Sí Bolt! Izanami es el genjutsu definitivo, que solo puede ser usada por un Uchiha que ha controlado al cien por ciento su Sharingan. Se dice que es capaz de cambiar el destino —comentó con mucho orgullo.

—¡Wow! ¿Eso es posible? No lo sabía

—Después de la Cuarta Guerra Ninja, muchos documentos que hablaban del poder ocular de los Uchihas pasaron a ser resguardados por mi padre para mantener la paz de las naciones ninja, y no dejar cabos sueltos a experimentos futuros.

—Es verdad, recuerdo muy bien eso —Ambos lucían serios al evocar aquellos acontecimientos del pasado—. Pero, entonces ¿Perfeccionarás tu técnica para cambiar el destino?

—¡Claro que no! Alterar el pasado sería peligroso —advirtió con seriedad—. Sin embargo, me gustaría crear algo que ayude a quienes están mal enfocados a ver las cosas de manera distinta.

—¡¿Ah?! Ahora sí creo que se te zafó algo en tu frentesota —Agregó con el ceño fruncido. Lo cual, hizo que apareciera una vena de molestia en la frente de la chica.

—No digas estupideces Bolt —le advirtió, amenazandolo con un puño—; mira, me concentraré para intentarlo. Tú me ayudarás.

—Está bien —aceptó algo más calmado.

Pronto, Sarada se halló en una pose meditativa frente a Bolt, quien imitó la misma postura. En segundos, de un ojo de Sarada se abrió el vórtice del Kamui, al mismo tiempo, Sarada intentó incorporar la otra técnica. Pero algo salió mal, el vórtice empezó a tragarse a ambos y de los ojos de la Uchiha comenzó a emanar sangre, profiriendo un gran grito que alertó a Bolt.

—¡Sarada! —gritó mientras sujetaba sus hombros.

—¡Duele! —Bolt trató de mantener firme su agarre, sentía que eran succionados con gran fuerza.

Lo último que se vió en aquel lugar del bosque, fue una luz azul que salía de un vórtice. El ambiente calmo se había distorsionado por la carga del chakra desprendido. En tanto, el resplandor se apagaba conforme la rara espiral desaparecía sin dejar rastro.


—...Después de eso sólo recuerdo que desperté y lo primero que vi fue a Sarada tirada a unos pasos de mí, muy pálida y tan débil que por un momento me asusté, dattebasa. ¡Pa-parecía muerta! —Bolt había terminado de relatar su historia ante la atenta mirada del Hokage, quien reflexionaba sobre todo lo que le había confiado el rubio.

—Bolt Uzumaki —Hiruzen debía pensar en soluciones rápidas ante lo que se estaba presentando—, debes saber que en esta época, alguien con tu aspecto no podrá pasar desapercibido, y más si tu voz y apariencia es muy similar a nuestro Cuarto Hokage.

—Entiendo entonces usaré un henge —antes de hacer la técnica, decidió advertir algo que sabría no cumpliría—. Sólo no me pida que me quede quieto, porque eso es algo que no podría hacer.

—Por lo que me has contado, he de suponer que para salir de este embrollo, si le podemos llamar así, necesitamos de tu compañera sana —Habló señalando lo que ya parecía obvio—. Mas tú, mejor que nadie, sabes que no podrás intervenir en esta época. Tu amiga es muy sabia al decir que incluso sería peligroso.

—Está bien, dattebasa —dicho esto, por medio de una posición de manos realizó un henge y su apariencia cambió un joven de cabello castaño con uniforme jounin, similar al que había observado en los guardias, también usaba lentes de sol que ocultaban su mirada—. ¿Qué le parece?

—Bien, tu nombre clave será Akira, y el de tu compañera…

—Yuki —interrumpió—, ella siempre ha mostrado mucho coraje. —mencionó mientras se acercaba y le acomodaba unos cabellos detrás del oído, gesto que no pasó desapercibido para el hokage.

«Despierta pronto… yo solo no creo poder salir de esto», pensó con tristeza, sintiéndose inútil.

—Bien. Dejaré una pareja de anbus a su resguardo, ellos nos informarán cualquier cambio, además de que no sabemos cuándo despertará, pueden ser días o semanas. Mientras tanto, Akira, vendrás conmigo a la zona de departamentos Jounin y te hospedaras en uno hasta hallar una solución más factible.

—Sí —respondió sin mucho ánimo. Luego deshizo el sello que había puesto en esas cuatro paredes, siguiendo al viejo Hokage, dio una última mirada a Sarada antes de salir de la habitación.


¡Hola a todos! Este fic lo publiqué a finales del 2015 por este medio. Lo retiré por motivos que no me parece necesario mencionar. Sin embargo, hoy vengo a publicar esta historia nuevamente porque por primera vez un Beta se tomó el tiempo de ayudarme a corregir, le agradezco mucho su tiempo.

En cuanto a la historia, ya está terminada, son cinco capítulos que me gustaría que tomen en cuenta que cuando los escribí apenas y había salido Naruto Gaiden y la película de Boruto, así que espero la disfruten.

Si tienen algun comentario positivo, negativo, sugerencia, crítica, amenaza de muerte, etc, etc, etc XD pueden dejar sus reviews o PMs en su defecto, no me molesto por lo que tengan que decir.