Disclaimer: Naruto ni ninguno de sus personajes me pertenecen, son obra del gran Masashi Kishimoto.
Advertencias: UA, Un poco de OOC, por el momento nada más.
-Diálogos-
-"pensamientos"-
ºº cambios de escena ºº
.
El guardaespaldas
.
.
Capítulo I
.
Nueva misión, encuentro accidentado
.
.
Sakura miraba por el balcón de su dormitorio el atardecer que, hace momentos, comenzaba a caer.
Esta pelirosa de 17 años, cabello corto, ojos de un hermoso color jade y figura esbelta, era única hija de uno de los empresarios más grandes e importantes de todo Japón.
Su padre, Fushimoto Haruno, era en verdad un padre estricto y exigente, su figura imponente y voz autoritaria reducía a migajas a cualquiera que quisiera plantarse frente a él. Sus empleados y sirvientes parecían temerle, y cómo no hacerlo si su mirada asesina era casi tan impresionante como su poder.
Pero si un padre de estas características no es suficiente, su madrastra era incluso peor.
Materialista, superficial, calculadora, descarada y banal. Si alguien le pidiera a Sakura que hablara de la mujer que estaba casada con su padre, esas palabras vendrían automáticamente a su cabeza.
A decir verdad, a la pobre pelirosa no le había tocado la mejor familia que se pudiera desear, pero intentaba constantemente pasar por alto estos pensamientos.
Y pensar que ella había sido tan feliz cuando su madre aún vivía, Anae, una mujer dulce y tierna que había logrado derretir el corazón de su marido, del gran Fushimoto, que para esos tiempos no era tan serio y amargado como lo fue luego del trágico accidente de su esposa, hacía unos 7 años. Sakura tenía entonces 10 años cuando su padre le informó de la muerte de su madre, a quien la pequeña pelirosa estaba más que apegada. Su padre se lo dijo frío y seco, su mirada había cambiado, en él ya no encontró la ternura y el confort que Sakura precisaba en esos momentos, ni siquiera un abrazo, ni palabras de aliento, nada salió de los tiesos labios de su padre, absolutamente nada. Fue ahí que aquel hombre cambió para siempre, luego de esto Sakura jamás lo vio sonreír, jamás le dirigió palabras de cariño a su hija, y esta lloró, lloró hasta que ya no quedaron más lágrimas, lloró hasta que su corazón se secó, lloró desesperadamente por última vez.
Tres años más tarde el señor Fushimoto se casó con Shia, una mujer atractiva, pelirroja de ojos negros, y bastante más joven que había conocido en un viaje de negocios.
Desde el principio Sakura y Shia no se llevaron para nada bien, es más, se detestaban. La primera porque nunca pudo perdonarle a su padre el hecho de que se casase con semejante "mujerzuela", que parecía ser la antagonista de su verdadera madre, su única madre y la segunda lo hacía porque temía que Sakura pudiera robarle la atención de su esposo y aún más por el temor a que su hijastra se quedase con la herencia de su actual marido.
Y así vivían, lo que al principio eran algunas discusiones triviales se fueron convirtiendo en batalla continuas, insufribles. Shia le hacía la vida imposible a Sakura, ese era su pasatiempo preferido, y la pelirosa tampoco se quedaba atrás, siempre lograba vengarse, aunque esto implicara que su padre viviera castigándola. Ella siempre era la mala de la película, sin importar los motivos que diera. Eso la frustraba terriblemente.
Entonces la pelirosa pasaba horas y horas en su habitación, tratando de distraerse con algo, mirando el horizonte mientras el atardecer caía lentamente, iluminando su rostro con un color anaranjado, solo en esos momentos se sentía en paz, intentando no pensar en nada, intentando que el día se llevara sus preocupaciones, pensando que quizás cuando el día pasara todo volvería a ser como antes, cuando conocía de cerca la felicidad.
Intentando imaginar que quizás algún día volvería a sentirse querida, abandonando para siempre la soledad en la que estaba sumergida. Una sonrisa melancólica se formó en su rostro.
–Quizás algún día...- dijo en un pequeño susurro, mientras los últimos colores del atardecer desaparecían de su vista.
.
.
.
"TOC-TOC-TOC"
-Señorita Haruno... ¿Ya está despierta?-
-Mmm...- una pelirosa adormecida se revolvía entre las frazadas intentando alargar un poco más el tiempo en ese confort.
La puerta se abrió lentamente y una muchacha bastante joven de ojos perlados y cabello azulado vestida con un delantal de color blanco con volados en sus mangas y una trenza larga con una cinta azul en el final de la misma, se asomaba tímidamente por la puerta.
-Señorita, debe levantarse, se está haciendo tarde y tiene un almuerzo pendiente con su padre- decía la peliazul con un tono melodioso que más bien daban ganas de seguir durmiendo.
-Cinco minutos más mamá...-
La peliazul se enterneció
–Va..vamos señorita, ya es hora – la sirvienta se dispuso a correr la cortinas, dejando que la luz del sol pasara, dándole de lleno en la cara de la joven pelirosa.
Esta abrió los ojos con dificultad, tratando de adaptar su vista a aquel brillo.
-No...no olvide señorita que hoy es sábado y tiene un día muy ocupado- decía tímidamente la ojiperla.
-Hmp… no me hagas acordar- la pelirosa ahora trataba de incorporarse, con aire de fastidio.
Y pensar que era sábado.., cualquier joven de su edad diría que ese era uno de los mejores días de la semana, donde uno puede descansar o salir con sus amigos o simplemente no hacer nada, pero no, para ella la vida no era tan sencilla, para Sakura sábado era igual a reuniones con su padre y su adorada madrastra y con gente que superan los cincuenta años de edad, hablando de negocios, negocios y más negocios, mientras ella debía estar allí, con cara de feliz cumpleaños, aparentando tener la familia que no tenía y fingiendo que no hay lugar mejor que ese.
Sip, decididamente no era uno de sus días favoritos.
-Por cierto Hinata-chan, ¿Cuántas veces tengo que pedirte que me llames simplemente por mi nombre? ¿Un millón? ¿Dos quizás?- Dijo con aire divertido la pelirosa mientras se ponía una bata de seda negra que le ojiperla le estaba ofreciendo.
-Si..lo se señori..digo..Sakura-san...es solo que no logro acostumbrarme...a..además..no..no me parece correcto..- decía sonrojada la ojiperla tendiendo la cama.
-¿Que no te parece correcto? Pero Hinata-chan, nos conocemos desde niñas, eres prácticamente como una hermana para mi, solo dime Sakura-chan, como cuando niñas ¿De acuerdo? – dijo la sonriente pelirosa mientras entraba al baño para darse una ducha como todas las mañanas.
-Ha..hai, arigatou Sakura-chan – dijo la ojiperla un poco más fuerte para que la pelirosa, que ya había entrado al baño, la escuchase.
.
.
ººMientras tanto, en otra parte de Japón...ºº
.
-¿Y por qué yo debería hacer este trabajo? – un hombre de cabellos grisáceos, casi plateados, alto y de un físico envidiable, discutía acaloradamente por celular.
-Ya te lo dije kakashi, eres el único que puede hacer el trabajo, además de ser el mejor agente, no te puedes negar, son órdenes de los superiores- respondió tranquilamente una voz masculina al otro lado del teléfono.
-¿¡Qué!? Tu mismo lo dijiste Asuma soy agente ¡No una niñera!, si lo hubiese querido así me habría ahorrado tantos años de entrenamiento militar ¿¡No lo crees!? –el peliplata no parecía tener intenciones de bajar la voz, por el contrario, cada vez se encontraba más exaltado
-No pienso discutir contigo Kakashi, órdenes son órdenes, y por más que no lo quieras deberás cumplirlas, ya le has costado mucho a la agencia con tus caprichos, por muy buen agente que seas los superiores no soportarán una más...además no será tan malo… solo deberás intentar recaudar información del tipo, no te estoy pidiendo nada imposible...solo es cuidar de una persona, como lo hacías antes, ¿O es que el gran Sharingan Hatake no puede hacerlo?-
Kakashi parecía explotar de la rabia.
- Sabes bien que el problema no es proteger personas, ¡Hasta al mismísimo presidente tuve que proteger!, pero de ahí a proteger a una niña, ¡Una niña!-
-Oh...vamos Kakashi.. primero que no es una niña.. hasta te diría que me das envidia, si claro, la idea no fuese un delito.. y segundo...te jodes, esto te pasa por poner a prueba a los del comité, te dije Kakashi, si tiras de la cuerda se va a cortar- ¡Pero no! El necio tiene que hacer las cosas como quiere, ahora te la bancas, mañana mismo empieza el trabajo, así que ven a la agencia a buscar lo que necesitas, no quiero más problemas Kakashi, ya fue suficiente con lo último, llegas a ponerme en un lío de vuelta por una de tus locuras y te juro Hatake Kakashi que ¡Te asesino!- siseó con vehemencia- ¡Adios!.-
-¡Asuma!¡Asuma!...¡maldición!- el peliplata tiró violentamente el celular al otro lado de la habitación, que por suerte cayó sobre la cama, ya había perdido varios celulares de esa manera.
Y es que kakashi no era exactamente un ser pacífico, por el contrario, se lo conocía por ser bastante iracundo y violento, pero eso no quitaba lo buen agente que era, ya hace muchos años había sido llamado por el servicio de Inteligencia de Japón para que trabajase con ellos, además de sus sorprendentes habilidades físicas era también conocido como el "ninja genio", su nivel y velocidad mental eran insuperables. Pero lo que tenía de inteligente y fuerte lo tenía de rebelde, no era de las personas que le gustaban seguir las normas al pie de la letra, no desde que había perdido a uno de sus compañeros de equipo por cumplirlas, por anteponer la misión a sus compañeros, no, desde ese día no volvió a hacer semejante estupidez.
Se fue a dar una ducha de agua fría, algo que siempre lograba tranquilizarlo, mejor dicho, lo único que lograba tranquilizarlo, dejó que el frío chorro de agua golpeara su musculoso torso, relajándolo y dejando que las gotas recorrieran su nívea piel llevándose así todas sus preocupaciones. Salió de la ducha y se secó rápidamente, se puso su traje y una máscara negra que cubría gran parte de su rostro, al igual que una bandana cubría uno de sus ojos, el ojo Sharingan, por el que tanto era temido, dejando solo a la vista un ojo, un ojo azabache que había entrenado para no reflejar emoción alguna, y de esta manera no demostrar debilidad.
Cogió un arma de su mesita de luz, su celular y su bolso y salió del apartamento ya más tranquilo, tratando de no pensar en lo que le esperaba.
Si, sin lugar a dudas no tenía ni idea de lo que le esperaba...
.
.
Una pelirosa de hermosos ojos color jade con un vestido strapless blanco de magnífica caída y una cinta de color rosa en forma de moño atada justo debajo del busto acompañada por unas sandalias bajas del mismo color que el vestido, descendía por unas ostentosas escaleras de mármol lentamente, tratando de prolongar lo más posible el tiempo.
Llegó con el nivel de entusiasmo de una piedra al comedor donde se encontraban, en la punta de una extensa mesa de roble, tomando su café cargado y leyendo el diario algo malhumorado, el señor Fushimoto y a su lado, su esposa, con el celular en la mano, hablando con quien sabe quién sobre los últimos modelos de ropa de quien sabe qué marca.
"Oh querida Shia, ¿viendo en qué gastar más del dinero de mi padre?"- se tuvo que morder la lengua para no decirlo. No quería empezar el día con el pie izquierdo.
Oh, pero qué tentador que era.
- Buenos días- murmuró, más por costumbre que por otra cosa, ya que nunca recibía una contestación de parte de ninguno de los dos comensales.
"que raro" pensó "pero si ellos suelen ser tan cariñosos", pensaba divertida. Aunque en el fondo esta situación no la divertía para nada, pero esa forma de encararlo era para ella lo que los psicólogos suelen llamar "un mecanismo de defensa".
Se sentó al otro lado de su padre, logrando por fin la atención de este, quien cerrando el diario y mirándola fríamente como siempre lo hacía, le dijo:
-Deberías comenzar a levantarte más temprano, no puede ser que tenga que esperar a la hora que la señorita se le ocurra levantarse –miró el reloj para luego continuar regañándole – hace 10 minutos que debería haber salido.
Sakura simplemente observaba como llenaban su taza con café, tratando de no escuchar lo que su padre decía.
-¡y míreme cuando le hablo jovencita!- dijo algo exaltado el señor Fushimoto
Sakura levantó su vista para encontrarse nuevamente con aquella mirada gélida. Su padre continuó.
–Debes comenzar a ser más responsable, no tengo tiempo para estas chiquilinadas. – el hombre tomó un sorbo más de café.
Sakura se mantuvo en silencio, el hombre estaba de un humor de perros y no quería soportarlo.
-En fin, solo quería comunicarte que a partir del día de mañana serás acompañada por personal de seguridad que te llevará y traerá de la escuela, y te acompañará a cada lado que vayas..- la pelirosa se quedó estupefacta, ¿Acababa de escuchar que tendría un perrito faldero las 24 horas del día?
Su intención de aparentar ser una niña calladita y modosita se fue al tacho.
-¿Un guardaespaldas? Pe..pero padre yo no necesi...
-No me interrumpas cuando hablo –le regañó su padre– como decía, tendrás terminantemente prohibido salir de la mansión a menos que estés acompañada por él.-
En ese momento la madrastra colgó el celular
-Yo no necesito ningún guardaespaldas, siempre me he manejado sola, ¿Por qué ahora tengo que cargar con uno?- la pelirosa estaba enojada, ¿En qué momento comenzaron a tratarla como una niña? Con sus 17 años ya sabía cuidarse bastante bien, no necesitaba de ninguna niñera, nunca la tuvo y no la tendría ahora que estaba por cumplir la mayoría de edad-
-Tu padre ha dado una orden, no hagas que lo repita –escupió la pelirroja y añadió con una sonrisa maléfica –no querrás faltarle el respeto ¿Verdad?
Su padre miró a la pelirosa aún más duramente, si es que eso se podía, y es que cuando se trataba de poner en duda su respeto...
- No tengo por qué darte las razones, obedecerás y punto, mañana en la mañana lo conocerás, te llevará a la escuela y te acompañará a cada lugar que vayas, no quiero problemas señorita. Ahora desayuna rápido y prepárate que vendrán visitas.-
Sakura finalizó aquella discusión agachando su rostro en señal de una orden acatada, no quería discutir con su padre, sobre todo porque sabía que siempre terminaba perdiendo.
Pero su mente estaba a punto de ebullición.
-He dicho –el señor Fushimoto se levantó seguido por su joven esposa quien estaba sonriendo burlonamente, dejando a una pelirosa con una mirada asesina digna de los Haruno.
Apretó con rabia la servilleta que estaba sobre sus piernas -" desde cuando le ha preocupado mi seguridad, nunca le he importado, ¿y ahora quiere venir a darse aires de buen padre?, ¡bah! ¿Que pienso?, ¿importarle yo? Seguramente esto tiene que tener un trasfondo económico...o simples apariencias... no lo se.¡.maldición!"
.
.
El día transcurrió tortuosamente lento para cierta pelirosa, tuvo que salir por un momento de la sala pues el olor a tabaco no la dejaba respirar, se apoyó en la puerta respirando profundamente y masajeando sus cachetes, eso de sonreír forzadamente dos horas seguidas no era para nada sencillo. Los acompañantes de su padre no eran exactamente unos adolescentes, todos pasaban los cincuenta y tenían ese no se qué que los hacían ver más aburridos aún.
-¿y Sakura-chan?.. ¿Divertida la reunión? – un rubio de ojos azules y traje se acercaba sonriente a la pelirosa quien estaba con aires de fastidio.
-Agh Naruto, no tienes idea...- dijo sonriendo la pelirosa mientras se acercaba para abrazarlo –¿Qué haces por estos lados? ¿Acaso también te invitaron la fiesta?-
El joven rubio rió abiertamente-No Sakura-chan, vine a traerle unos papeles a mi padre, ahora pensaba salir con el dobe y los demás, ¿Te nos quieres unir?- Sonrió y sus ojos brillaron animados.
-¿Sasuke va a ir?- se mordió el labio inferior- ..mmm no lo se Naruto..quiero, pero no se si pueda..–dijo la pelirosa apuntando hacia el interior del salón.
- ¡Vamos! Dattebayo... solo serán unas horas, si quieres yo le digo a tu padre ¿Quieres?
- No lo se…
El rubio hizo un puchero.
"Oh, es difícil decirle que no, parece una criatura pidiendo que le compren dulces".
-Hai hai... – se rindió la pelirosa con un suspiro- Arigatou Naruto–
El padre de Naruto, el señor Uzumaki era un socio del señor Fushimoto desde hacía muchísimos años, es por eso que Sakura y el rubio se conocían de niños. Al igual que con Sasuke Uchija, el "teme", un apodo que le había dedicado Naruto desde críos, el era primo de Naruto y el amor platónico de Sakura. Pero el pelinegro de ojos azabaches jamás le había prestado atención a la pelirosa, primero porque Naruto no lo dejaba, ya que se lo conocía a Sasuke por ser un tanto mujeriego, y segundo porque el tipo de mujer de Sasuke era mas bien del espécimen "mujer fatal", todo lo contrario a lo que Sakura era, delicada, tierna, cariñosa, educada, en fin, todo lo que se puede esperar de una flor de cerezo.
Sakura llegó junto con Naruto al descapotable, en el que estaba esperando un pelinegro con cara de molesto.
-¡Dobe! ¿Tanto te tardas en dejar unos papeles? –le regañó Sasuke.
-¡Cállate teme! Me quedé hablando con Sakura-chan, ah.. por cierto, viene con nosotros.-
-Ohaio Sasuke-kun- dijo algo sonrojada la pelirosa. Mientras se subía en el asiento trasero del auto.
-hmp. –simplemente contestó el pelinegro
- ¡vamonos! ¡Dattebayo!- gritó animado el rubio pisando el acelerador.
.
.
Sakura sentía el viento revolviendo su pelo, hacía unos minutos que había salido junto a su mejor amigo, Naruto Uzumaki, un rubio hiperactivo, de sonrisa brillante, amable, noble, gracioso y excelente persona, y junto a su amor platónico, Sasuke Uchija, heredero de la franquicia Uchija, de aspecto hermoso, piel blanca cual porcelana, pelo color azabache con reflejos azules, ojos profundamente oscuros y fríos. un muchacho sumamente inteligente, y bastante serio para sus diecisiete años de edad, pero que era todo un furor entre las chicas.
Tenía fama de seductor irremediable aunque el ni se lo propusiera, es que todo en él era perfecto y por eso mismo Sakura era una de las tantas que gustaba de él, lo hacía desde pequeños.
Podrían pensarse que sería extraño que la pelirosa no se hubiese enamorado del rubio hiperactivo, que siempre la había tratado de maravilla, y hasta en algún momento, hacía ya varios años, le había declarado su amor, un amor de niños. Además, Naruto era ya un hombre apuesto, fijación de muchas chicas del Instituto, el lugar donde los tres estaban cursando el último año de secundaria y donde pasaron la mayor parte de sus vidas.
¿Por qué ella gustaba justamente de la persona que no le prestaba atención, que en varias ocasiones la había rechazado abiertamente y que le había demostrado que jamás se fijaría en ella? Quien sabe, ni ella misma lo sabía, solo le gustaba, siempre le había gustado y creía que siempre lo haría.
Podría decirse que sus dos amigos, Naruto y Sasuke, eran como el agua y el aceite, el ying y el yang, lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro, dos opuestos naturales, pero que irónicamente eran los mejores amigos, quizás era porque se complementaban, dos cargas opuestas, positiva y negativa, que se neutralizaban.
Pero esto no quería decir que se llevaran bien todo el tiempo, por el contrario, ellos discutían a cada momento, por cualquier cosa, a veces sin motivo alguno, pero esto, en cierto sentido, los divertía, a ellos y a Sakura, que había presenciado estas escenas desde pequeña, que los había visto discutir desde que tenía memoria, y que se había acostumbrado a esa situación y ahora le resultaba bastante cómica.
El descapotable amarillo frenó ante un semáforo en rojo. Los tres amigos se dirigían a un restaurante en el centro de la ciudad donde se reunirían con los demás miembros del grupo, todos ellos compañeros de escuela e hijos de familias que frecuentaban los mismos lugares y cuyos padres solían mantener negocios entre sí. Todos formaban parte del mismo círculo social. Círculo que a veces Sakura llegaba a detestar.
Junto a ellos pasó un flamante Jaguar gris con vidrios polarizados, a toda velocidad, ignorando por completo al semáforo en rojo.
-¡Pero que demente! –exclamó indignada la pelirosa, observando cómo desaparecía el Jaguar a la distancia, esquivando autos hábilmente y marchando a una velocidad espeluznante.
-Hmp- dijo simplemente Sasuke, indicándole que pensaba lo mismo.
Siguieron su camino hasta llegar al restaurante que solían frecuentar, un lugar bastante casual pero a la vez lujoso y exclusivo. Este tenía, además del sector formal de comidas, un salón donde uno podía relajarse en cómodos sillones y pufs, jugar al pool, comer algo y escuchar música agradable y ver videos en las pantallas plasma que se ubicaban por todo el lugar.
Allí es donde solían pasar largas tardes juntos, no había quien los molestara allí.
Cuando cruzaron la gran puerta de vidrio por la cual se ingresaba al lugar, se encontraron con un anciano de rostro sumamente amable, vestido con un elegante traje.
-Oh, buenas tardes, joven Uzumaki, Joven Uchija, señorita Haruno – dijo inclinándose levemente ante los tres amigos.
-¿Cómo estás viejo? Ya déjate de formalidades, hace bastante que nos conocemos- dijo el rubio dándole una palmada en la espalda.
El anciano solo sonrió amablemente, era verdad, él los conocía desde pequeños ya que antes trabajaba para la familia del rubio, criando previamente a su padre, pero quien como forma de agradecimiento por su labor de tantos años consiguió a través de contactos ponerlo a cargo de ese famoso restaurante, ya que el viejo se negaba a jubilarse. Ahorrándole así mucho trabajo y que este recibiera una muy buena paga.
El hombre rió afablemente- Tiene razón joven, y ¿cómo se encuentra su padre?, hace tiempo que no pasa por aquí-
-Algo atareado, los negocios lo han mantenido más ocupado de lo normal, y ya lo conoces, a veces se preocupa demasiado por el trabajo-.
-Entiendo, mándele saludos de mi parte y dígale que espero verle por aquí pronto-
-Le digo viejo, no te preocupes- dijo sonriendo el rubio
-Gracias joven-el viejo también sonrió- oh, por cierto, sus amigos llegaron hace unos momentos, los están esperando en donde siempre.- dijo el anciano guiándolos hasta el sector informal.
Efectivamente, los jóvenes se encontraban allí.
Un muchacho de ojos perlados y pelo largo y un extraño chico de cejas pobladas, ojos de huevo y corte casco, jugaban al pool, el de cejas pobladas estaba prácticamente llorando, al parecer, porque el otro le estaba ganando la partida.
Tres chicas, una de pelo suelto, largo y rubio, otra rubia también pero atado en cuatro coletas y una de pelo castaño peinado en dos rodetitos estaban conversando en uno de los sillones.
Otro chico, apartado, de pelo oscuro atado con una coleta y una tremenda cara de aburrimiento estaba inmerso en una bola de humo, producto del segundo paquete de cigarrillos que se estaba fumando.
-Si sigues así, te morirás en una semana por cáncer de pulmón- le dijo Sasuke, quien acababa de entrar junto con Naruto y Sakura.
-Ash, déjame en paz, no seas tan problemático – dijo el aludido mientras apagaba el cigarrillo en el cenicero.
-Al fin llegaron, ¿Dónde se habían metido?, cuando hablé con Naruto me dijo que venían directamente.- dijo el de ojos perlados dispuesto a darle a la última bola.
-Es que antes tuve que ir a dejarle unos papeles a mi padre y bueno...-
-¡Que bien!¡Trajiste a Sakura-san!- dijo el de cejas pobladas acercándose a la pelirosa para saludarla.
-¿Cómo estás Lee?, veo que Neji te ha ganado- dijo sonriendo la pelirosa mirando la mesa de pool.
Lee miró también y literalmente se puso a llorar –¡Nooo, otra vez no!
-Veo que te dejaron escapar frente de marquesina –dijo la rubia de pelo largo
-Si, Ino-cerda, por suerte Naruto me salvó de tener que presenciar otra de las tantas reuniones - la pelirosa se sentó junto a las chicas.
-Al fin –dijo la de los dos rodetitos- no entiendo porque te obligan a estar con ellos Sakura, tendrían que dejarte disfrutar la juventud-
-Si Tenten, lo que digas, pero díselo a mi padre-
-Pero Sakura, ¿no le has dicho? Digo, tal vez si le dices lo entienda, antes mi padre también me obligaba a quedarme, pero lo convencí de que yo no era realmente necesaria durante las reuniones, ahora sólo se quedan mis hermanos, que están más interesados que yo. –esta vez había hablado la rubia con cuatro coletas.
-Temari, ¿En serio crees que me dejaría?, vamos, siempre que intento hablar con él apenas si me escucha, no hay razones que le venga bien, es demasiado terco, demasiado frío, a veces me pregunto si le importo en algo...- la mirada de la pelirosa cambió de repente, mostrando una tremenda melancolía, todos en el lugar se quedaron en silencio mirando a la chica, nunca la habían visto así, por lo general era enérgica y alegre, pero últimamente le estaba afectando un poco la situación con su familia. Ella no lo entendía, no entendía por qué ahora le sucedía esto, siempre le había resultado tan fácil esconderse detrás de aquella máscara, no lograba comprender por qué ahora se le estaba dificultando tanto.
-Ah frente de marquesina, no digas estupideces, seguro que le importas, lo que pasa es que no sabe demostrarlo..es como Sasuke-kun..o Neji.. o Shikamaru-
-Hmp-pronunciaron al mismo tiempo los mencionados con aires ofendidos mirando hacia el costado.
-No se Ino, me gustaría pensar que es así pero...-
Un sonido de celular interrumpió la conversación, Naruto atendió
-¿Diga? Si, señor Haruno- todos miraron al rubio, este cambió su mirada por una más triste – de acuerdo señor, si si le diré, no se preocupe.- colgó y miró a la pelirosa.
-Dijo que tienes que ir para allá enseguida, que te recordara que tienes la cena con los empresarios y que no debes retrasarte- la pelirosa miró a Ino como diciendo ¿viste?.
-Está bien, creí que por lo menos hoy podría descansar pero al parecer me equivoqué... me voy, nos vemos en clase chicos,- la pelirosa se dirigió hacia la puerta media cabizbaja. Todos saludaron.
-Espera Sakura-chan, yo te llevo- dijo el rubio antes de que ésta saliera
-No Naruto, está bien, tu quédate, tengo ganas de caminar un poco, no creo que esperar un rato le afecte mucho. –dijo sin volver la cara saliendo del salón.
.
.
El peligris manejaba a toda velocidad en su Jaguar gris, ya había pasado varios semáforos en rojo y prácticamente estuvo a punto de chocar en siete ocasiones. Pero por suerte era muy hábil manejando, talento que le había salvado la vida muchas veces.
Llegó a la agencia para que le explicaran algunas cosas concernientes a la misión y para retirar todo el material necesario.
Subió por el ascensor de ese lujoso edificio, aunque hubiese preferido subir por las escaleras, por algún motivo los ascensores no le inspiraban ni una pizca de confianza, pero la verdad que no tenía muchas ganas de subir veinte pisos, además de que estaba algo apurado.
-Buenas tardes señor Hatake- una señora de anteojos, sumisa y bastante amable, saludó al peligris.
-Nas Dora, ¿Cómo has estado?- dijo él, levantando la mano en señal de saludo y sonriendo.
-Muy bien, gracias, el señor Kimimaro lo ha estado esperando, y déjeme decirle que contrariamente a mí, no está del mejor humor. –la mujer había bajado un poco el tono de voz, acercándose al peligris.
-Mmm...que extraño..- dijo irónicamente Kakashi, girando sus ojos.
La mujer rió infantilmente- pero por favor, intente no hacerle enojar más de lo que está, ya sabe, su presión ha estado muy alta últimamente.-
-Sí, lo sé, tendría que aprender a relajarse un poco- dijo dirigiéndose hacia la enorme puerta negra que allí se encontraba.
Abrió la puerta lentamente
-Kaoru, soy Kakashi, ¿Estás aquí?- el escritorio estaba colmado exageradamente de carpetas, que llegaban hasta una altura considerable e impedían que el peligris notara quien estaba sentado del otro lado.
-¿Kaoru? – dijo acercándose más al escritorio, pero no vio ni escuchó a nadie, por lo que decidió dar la vuelta, y allí, sentado, revisando demasiado concentrado unos papeles lo vió, su temperamental pero leal ex-compañero de equipo Kaoru Kimimaro, que había abandonado los servicios por una lesión en su pierna derecha producida durante una misión.
Se acercó a él cautelosamente y cuando se encontró a su lado, lo suficientemente cerca de su oído, le gritó –¡Kaoru!- el hombre se asustó tanto que cayó de espaldas con silla y todo, tirando también algunas carpetas.
Miró incrédulo, a quien le había proporcionado tremendo susto y en sus ojos se prendieron dos llamitas de ira, observando fijamente al peligris, levantándose dificultosamente, sentándose una vez más en la silla. -.¡Kakashi!, ¡Cuantas veces de mierda tengo que decirte que no me asustes de ese maldito modo!- el hombre ya se encontraba fuera de sus casillas, agitando su puño frente a la cara divertida del peligris.
-Oh, Kaoru, deberías relajarte un poco, estás demasiado estresado..- kakashi se estaba ocupando de levantar algunas carpetas que habían caído durante el pequeño incidente.
-¡No kakashi! ¡Tú me estresas! Siempre me haces lo mismo –bufó el hombre volviendo a su trabajo.
-Si si, lo que digas – dijo sentándose en un sofá de la elegante pero desordenada oficina, colocando una pierna sobre la otra.
El otro hombre carraspeó ligeramente y se arregló la ropa.
-Asi que Kakashi… me he enterado que no estás muy contento con tu nueva misión...-
El peligris asintió ligeramente con la cabeza.
–Pero lamentablemente no te queda otra que cumplirla, ¿sabes?, el concejo no ha estado muy contento últimamente con tu trabajo, si bien has logrado concluir la misiones correctamente, la manera particular en que las has hecho, digamos, no los ha dejado muy complacidos..-
-Bah, ellos que saben, mientras les de lo que quieren no tienen por qué molestarme, ya sabes, el fin justifica los medios.-
-No es así Kakashi, hay un código, una serie de reglas que debes seguir, no puedes seguir haciendo lo que se te antoja, de otra manera el concejo terminará hartándose de ti y te echarán de patitas a la calle, y sabes que ellos no solamente te echan..- el hombre miró fijamente al peligrís, se levantó de su asiento ayudado por un bastón a su lado y se posicionó frente a una ventana que permitía observar la enorme ciudad .- Un agente tiene muchos secretos consigo, secretos que no pueden salir a luz, secretos de la agencia, secretos de Estado, no te dejarían irte así como así, si sabes a lo que me refiero- y se dio vuelta para volver a mirarlo a la cara, el peligris simplemente miró hacia otro lado- En fin, debes hacer las misiones como se te manda, y más específicamente ésta misión, debes ser sumamente cauteloso.-
-¿Pero qué dices?, ¿Qué tan difícil puede ser cuidar a una mocosa?, he hecho cosas muchísimo más complicadas..-
-Lo se, lo se, pero esta misión no es como cualquier otra, es de suma importancia que lo hagas con mucho cuidado, no pueden enterarse que eres un agente, de otra manera podría causarse un lío del que no tienes idea. El padre de la chica a la que tienes que proteger es uno de los más grandes empresarios de todo Japón, pero últimamente se ha estado involucrando con personas de la mafia del bajo, más específicamente con el clan del Dragon Rojo, el dirigente de este clan es un tipo muy peligroso, hace muchos años que lo tenemos en la mira, su clan ha sido sospechado de muchísimos ataques, atentados, homicidios, robos y demás, pero jamás obtuvimos las pruebas suficientes como para detenerlos..-
-.. Ahora bien, se dice que el señor Fushimoto Haruno está involucrado en negocios algo sucios con este clan, pero al parecer últimamente no le ha salido las cosas demasiado bien, estuvo recibiendo algunas amenazas por parte de la mafia, pero no tenemos en claro muy bien por qué, creemos que el hombre ha querido salirse de estas relaciones pero se lo impidieron, una vez que te metes con la mafia no hay vuelta atrás.- se volvió a sentar y buscó algo en su cajón. – lo que necesitamos es que averigües por qué es que la mafia lo está amenazando, qué clase de negocios está teniendo y por qué quiso zafarse de ellos. Aprovecharemos para hacerte pasar por guardaespaldas de la chica, ya que el padre ha pedido protección para su hija por este tema de las amenazas. – sacó una carpeta roja del cajón, se levantó y se la extendió a Kakashi.
-La chica a la que tienes que proteger se llama Sakura, Sakura Haruno, tiene diecisiete años y está cursando el último año de secundaria- el peligris lo interrumpió.
-Disculpa pero..¿Acá no debería estar la foto?- Dijo señalando el archivo.
-Ejem...eh si..se debe haber traspapelado con otras carpetas- dijo no muy convencido, el peligris miró con desconfianza a su amigo.-igualmente, mañana la verás... -
- ..como te decía, está en el último año de secundaria. Vive con su padre y con su madrastra, la señora Shia Haruno, su madre falleció cuando ella era niña en un accidente automovilístico. Al parecer, desde entonces no ha tenido una muy buena relación con su padre y una directamente mala con su madrastra. Tu tarea es llevarla y traerla de la escuela, y acompañarla a cualquier sitio, ella seguramente será el principal blanco de los mafiosos si su padre hace algo mal, no debes perderla de vista.- el peligris simplemente asintió.
-.. Bueno, retira las armas, uniforme y demás abajo, también se te dará un auto nuevo con el equipo necesario, pero te lo llevaremos a tu casa ya que supongo que viniste en tu auto.-
-De acuerdo- el peligris se levantó dispuesto a marcharse.
-Y por favor Kakashi –le dijo Kaoru antes de que el otro se marchase –No lo arruines.-
-No te preocupes Kaoru, déjalo en mis manos – y salió tranquilamente por la puerta, levantando una mano en señal de saludo.
.
.
La joven pelirosa comenzó a caminar, pensando qué diablos había hecho para que la vida fuera así con ella, ¿Acaso era un especie de karma? Entonces había sido alguien muy muy malo en su otra vida, porque a decir verdad otra razón no podría haber, siempre fue una persona correcta, reprimiendo sus sentimientos todo lo que podía, sus emociones, intentando no dejar salir a luz aquella debilidad, algo que últimamente no le estaba resultando muy sencillo. Siempre obedeció a su padre en todo lo que mandaba, a pesar de que este no le mostrara siquiera la menor atención, o un cumplido o agradecimiento por haberlo hecho, pero aún así, y con todo, ella hacía lo que debía, sin chistar. Sonreía cuando debía, mostrando su perfecta máscara de felicidad que durante tantos años había llegado a perfeccionar al máximo, nadie lo notaba, por supuesto que a causa de que nadie había visto jamás alguna sonrisa verdadera en ella, ni siquiera ella recordaba como eran, no recordaba lo que era ser feliz, aquel sentimiento que le hace a uno recordar lo bueno de estar con vida...
Se encontraba demasiado compenetrada en sus pensamientos, con sus ojos jades clavados en el piso, caminando a paso lento y algo cabizbaja, cuando sin siquiera darse cuenta cruzó una avenida en pleno semáforo en verde, los autos pasaban a gran velocidad a su lado y aún así ella ni siquiera se había percatado del hecho de que si daba apenas un paso en falso su vida culminaría en aquel instante.
.
.
Un peligris con la mayor parte de su rostro oculto por una máscara negra conducía a gran velocidad por el centro de Tokio, no veía las horas de llegar a su casa y relajarse y dejar de pensar en el duro trabajo que venía por delante
-" Tsk, cuidar a una chiquilla, a quien se le ocurre" – pensaba bastante molesto, había tenido una leve esperanza de que ese día le dijeran que su misión se había cancelado, que él no estaba preparado para ese tipo de misiones, que no era el indicado o algo por el estilo, pero no, Kaoru sólo corroboró que su pesadilla no era más que la pura realidad – "pero por favor, un agente con mi experiencia, con mis habilidades, tener que hacer de niñera de una malcriada multimillonaria, quién se lo habría imaginado, tantos años de entrenamiento que se van por el escusado..." –más lo pensaba, más furioso se ponía.
El celular sonó en la gaveta del automóvil, estiró su mano para abrirla, apretó el botón, pero ante un movimiento brusco, esta se abrió de golpe e hizo que todo lo que estaba dentro se volcara, incluso su celular, se agachó un poco para buscar su móvil que seguía sonando por algún lado debajo de su asiento, lo sintió con la punta de los dedos y se agachó un poco más, perdiendo por un momento de vista su camino, al fin cuando lo encontró y pudo reincorporarse por completo vio algo en la calle que lo horrorizó , ahí, en medio de su camino, algo rosa, ¡una chica! Una chica a tan solo unos metros de su auto, en medio de la avenida y él iba a toda velocidad, -¡Kuso! - apretó el freno con todas sus fuerzas, algo que produjo un ruido bastante potente y logró llamar por fin la atención de la pelirosa que levantó su mirada aterrorizada, dándose cuenta de la situación en la que se encontraba.
El auto iba directo hacia ella y era muy poco probable que alcanzara a frenar dado la velocidad con la que contaba.
Ella no logró moverse del pánico que la invadía, su corazón latía a mil, sus pies estaban clavados al suelo, fue incapaz de hacer algún tipo de movimiento, solo optó por cerrar los ojos aterrada, esperando el impacto que con seguridad se aproximaba.
Pasaron unos momentos pero el impacto no llegaba, abrió lentamente sus ojos, y lo que estos lograron captar la dejaron pasmada, asombrosamente, el Jaguar gris que había estado a punto de atropellarla se encontraba frenado apenas a unos centímetros de su cuerpo, el auto había logrado detenerse a tiempo, y esto se debió únicamente a las habilidades del conductor.
El semáforo se puso en rojo, dejándola por fin fuera de peligro, la pelirosa miró hacia el interior del auto y le pareció divisar a un hombre dando un suspiro de alivio. El peligris abrió la ventanilla, sacó la cabeza y observó a la pelirosa que tenía enfrente que seguía clavada al suelo con cara de sorpresa.
-Oye, ¿Te encuentras bien? – Le preguntó algo preocupado –"esos ojos..."
-...
-¡Hey! ¿Me escuchas? –se estaba por bajar del auto pero la muchacha pelirosada le contestó.
-Ssi, estoy bien –al fin la chica había logrado salir de su trance, en parte porque había visto su vida pasar frente a sus ojos (y por supuesto no fue nada lindo lo que vió), y en parte porque el hombre que le estaba hablando tenía un halo de misterio, algo imposible de describir, notó que su único ojo a la vista pasó de preocupación a uno, digamos, para nada amistoso.
- Entonces niña tonta, ¡Quítate del medio!, ¿¡Acaso quieres que te maten!? –le dijo el peligris con furia, no por la muchacha en sí, sino porque de no haber podido frenar a tiempo...quien sabe lo que hubiera sucedido.
-¡Oye! ¿¡A quien le dices niña tonta!?, YO no hubiese estado en peligro de muerte si TU no hubieses venido como un maniático a la velocidad en la que venías – dijo completamente roja a causa del enojo, sabía que él tenía razón, que había actuado imprudentemente, muy imprudentemente, pero no permitiría que un don nadie la llamase "niña tonta", ni en esta vida ni en ninguna otra.
-Te lo digo a ti, ¡Niña tonta!, porque eso es lo que eres, ¿¡A quién se le ocurre cruzar una avenida con el semáforo en verde en pleno Tokio!?-
-...
-¡Solo a una niña tonta como tú! – dijo el peligris encolerizado –¡Ahora apártate del camino a menos que quieras que te choque!. –Ella simplemente corrió a la vereda ya que el semáforo había cambiado a amarillo, pero no si antes dedicarle un:
– ¡Idiota! –
Y como el peligris no se iba a quedar atrás le regaló un:
– ¡Niñata tonta! -
...
N/A
Hola Hola! Lamento si esperaban una actualización, pero por el momento me estoy dedicando a la tarea de editar este fic, que ¡por Dios! Lo leí y está plagado de errores e incoherencias, no se cómo ustedes hicieron para entender.
Bueno, ya que estamos, mil gracias por los reviews y demás.
Y para que sepan, ya tengo el quinto capítulo prácticamente terminado, que no dudaré en subir en cuanto termine de editar.
Gracias por seguir leyendo y esperar.
Nos vemos luego.
.-SHYKA-CHAN-.
