Todos los personajes de Inuyasha, incluido el sexy y siempre misterioso Sesshoumaru y la tierna Rin son propiedad de la talentosa y genial Rumiko Takahashi.

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Amor clandestino

Zetus

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Capítulo 1

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Una tarde soleada hace mucho tiempo…

La pequeña entró corriendo al vivero donde estaba su abuela regando las plantas. Era una hermosa y amplia casa de campo, donde la familia Asakura pasaba los veranos. Con una mariposa cuidadosamente resguardada entre sus manos, la niña se detuvo junto a su abuela. Soyi se volvió con una sonrisa para recibirla, su nieta había heredado la burbujeante personalidad de su difunto marido así como sus hermosos ojos verdes.

"Nana, mira lo que tengo, una mariposa"

Cuidadosamente, Rin abrió las manos, con una sonrisa Soyi le dijo que era preciosa. Satisfecha, la pequeña corrió hasta la puerta y la dejó en libertad. Al estar junto a su abuela, le pidió, por enésima vez, que le contara de la leyenda del demonio enamorado de una humana. Soltando una carcajada, Soyi le dijo que fueran por algo de tomar a la casa y le contaría la historia que tanto le gustaba. Era un relato muy antiguo, que contaba la historia de un demonio solitario y muy poderoso que se enamoraba de su protegida humana. Como siempre, Rin no dijo nada hasta que escuchó 'y vivieron felices para siempre'.

"Me encanta esa historia, es tan romántica…yo también me voy a enamorar verdad Nana?"

"Claro que si mi cielo, estoy segura que encontraras al hombre de tu vida cuando menos lo esperes!"

"Como tu con mi abuelito?"

"Exacto!"

"Y sentiré algo raro en todo el cuerpo, Mami dice que cuando vio a mi papá sintió como si la sacudieran"

Soyi asintió con la cabeza y pasaron el resto de la tarde sentadas viendo viejas fotografías.

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Muchos años después…

Rin estaba sentada frente al espejo con una lágrima luchando por correr mejilla abajo, tenía puesta su ropa interior y el vestido blanco que se iba poner para el cumpleaños de Kagome, reposaba extendido sobre la cama. La habitación era como una obra de arte, que reflejaba el todos las comodidades y lujos que la rodeaban. Sin embargo, a pesar de todo eso, la felicidad verdadera se le escapaba como arena entre los dedos. Su mayor anhelo era tener un bebé y muchos exámenes después, los doctores no sabían porque no lograba quedar embarazada. A pesar de ser un hombre mayor, su esposo Gema tenía una salud envidiable, igual que ella. Algunos doctores decían que el problema era Gema otros que era ella, pero la realidad era que no tenía su tan ansiado bebé. Amaba su esposo y se consideraba una persona dichosa, pero en momentos de desesperación, sentía que todo se confabulaba contra ella. Impotente ante semejante situación, lo único que podía hacer era llevar su vida lo mejor posible, aunque a veces eso también parecía un reto.

Desanimada, siguió cepillándose, pensando en Gema. Era un buen esposo y la rodeaba de cosas lindas, pero desde hacia tiempo estaba diferente y solo se preocupaba por los negocios dejándola sola. Fijando su atención en el vestido sobre la cama, decidió hacer un lado sus penas y disfrutar del cumpleaños de su amiga Kagome. Suspirando, dejó el cepillo, abrió una gaveta y sacó una pequeña y descolorida fotografía. Cerrando los ojos, recordó la época cuando sus padres aún vivían y para ella, los problemas del mundo no existían. Por suerte, tenía a su abuela que era su fuente inagotable de amor y fortaleza. Alargando los dedos tomó otra foto, Gema y ella estaban sonrientes, recordando una época más feliz, logró esbozar una sonrisa torcida. En el momento que guardó las fotos, sonó el teléfono; al escuchar la voz de su marido, resopló desanimada. Las palabras del otro lado del auricular, se las sabía de memoria, como un disco rallado en su mente.

"Hola, llamo para decirte que no podré acompañarte, lo siento. Tengo mucho que hacer, trataré de pasar cuando termine, dale mis saludos a Kagome!"

"Pero lo prometiste! Gema es sábado"

"En verdad lo lamento…diviértete mucho princesa!"

"Gema? Tengo algo que decirte!"

"Si dime?"

"Dejaré el tratamiento!"

Del otro lado del teléfono hubo un silencio que pareció eterno, por el tono de voz Gema supo que su esposa había llegado al límite y tantos tratamientos sin resultados positivos, finalmente habían acabado con sus esperanzas.

"Estas segura? Podemos ir al exterior!"

"No, decidí que es mejor aceptarlo!"

"Entonces quieres adoptar?"

"No!"

"Pero Rin…creo que es mejor hablar de esto con mas calma!"

Rin iba decir algo pero escuchó en el fondo la voz del asistente de su marido llamándolo. Después de colgar se puso el vestido y se sentó en la cama muy quieta. No deseaba adoptar, ella quería un hijo propio, un ser que se formara en su vientre. Disimuladamente, secó la lágrima que luchaba por correr mejilla abajo. Respirando hondo, miró su reloj, y luego de tomar su bolso decidió visitar a su abuela antes de irse, que por suerte, vivía a tan solo dos cuadras de la suya. Se estaba poniendo los zapatos cuando su abuela entró a la habitación.

"Nana que haces aquí? Estaba a punto de ir a tu casa!"

"Salí a pasear a Max y quería verte antes de que te fueras!"

Después de darle un abrazo, se arrodilló para acariciar al perrito de su abuela que le movía la cola feliz, cuando se puso de pie su abuela le dijo que lucía preciosa. Sonriente, le pidió que hablaran antes de irse porque quería preguntarle algo; inmediatamente Rin pensó que algo malo sucedía, pero inmediatamente la tranquilizó y ambas se sentaron al borde de la cama.

"Mi amor como están las cosas por aquí?"

"Bien, porque?"

"Y vas a ir sola a la fiesta de Kagome?!"

"Tiene que trabajar…tengo que decirte algo, he decidido que ya no voy a tratar mas…"

La voz de Rin se quebró y al instante buscó refugio en brazos de su abuela, contándole su decisión de abandonar el tratamiento para tener hijos. Soyi ya se temía aquello y no podía culparla, tanto tiempo intentando ser madre sin éxito, habían acabado con sus esperanzas. Abrazándola fuerte le dio un beso y le dijo que la quería mucho, reconfortada por el amor incondicional de su abuela, Rin sonrió y en son de broma le confesó que era mejor que fuera sola a la fiesta porque todos los invitados eran jóvenes y Gema se aburriría. Soyi soltó una carcajada y se alegró que su nieta tuviera una personalidad tan burbujeante. Ella no era admiradora de Gema, le parecía muy viejo para su nieta y para empeorar las cosas, prestaba demasiada atención a los negocios.

"Ve y diviértete te vas en tu carro?"

"No, viene un taxi y de regreso alguno de ellos me trae o taxi, no sé!"

"Que le compraste a Kagome?"

"Una cartera, unos zapatos que vimos la semana pasada, ahh y una ropa interior sexy que vi hoy en la mañana!"

"Van a estar todos?"

"Si!"

"No te desanimes porque son solo parejas, ellos te quieren mucho!"

"Si lo sé!"

Soyi le acarició la mejilla con ternura y le aconsejó disfrutar de la fiesta poniendo de lado las cosas feas; Rin se rió entre dientes y le prometió seguir su consejo al pie de la letra. El taxi llegó 15 minutos más tarde, dándole un beso y un abrazo se despidió, en el recorrido a casa de sus amigos, cerró los ojos tratando de olvidarse de sus angustias.

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Mientras caminaba hacia la entrada de la casa de Inuyasha y Kagome, pensó en regresar a casa con su abuela, todos los invitados serían parejas y eso la mortificaba, porque a pesar de estar casada siempre estaba sola. Ni siquiera se molestó en tocar el timbre, la puerta estaba abierta de par en par. Justo en la entrada, había un enorme espejo y al notar su reflejo se detuvo, sus ojos recorrieron sus facciones como si no reconociera su propio rostro y con una voz apagada, repitió el consejo de su abuela en voz alta.

"Tienes que divertirte Rin, que nadie se de cuenta que sufres!"

Ella no lo sabía pero no estaba sola y aquellas palabras intrigaron a Sesshoumaru que eludía el ambiente festivo apoyado contra la pared, en un lugar que no se notaba su presencia. Al escuchar aquella recomendación tan extraña, Sesshoumaru quiso saber quien sufría pero solo alcanzó a ver un vestido blanco alejándose. En cuanto Rin entró, todos la recibieron con un gran alboroto, eran un grupo pequeño pero muy unido, a todos los había conocido ya casada, en una fiesta. Ninguno de ellos pensaba que Gema se la merecía, pero guardaban sus comentarios para no mortificarla. De vez en cuando Kagome estallaba por la falta de cuidado que aquel hombre mostraba con ella, pero trataba de medirse para no recordarle a su amiga que probablemente su vida sería más feliz con alguien diferente.

Las lágrimas amenazaban con arruinar el maquillaje, pero el efusivo recibimiento aplacó su tristeza y sonrió iluminando todo el lugar. Desde una esquina, Sesshoumaru quedó cautivado con aquella sonrisa que escondía un sufrimiento. En ese momento se alegró de estar ahí, no era muy asiduo a las fiestas de cumpleaños pero se trataba de su cuñada y no tenía nada mejor que hacer. Ahora sin embargo, tenía una razón para quedarse, deseaba conocerla, sin imaginar que iba cambiarle la vida. No la perdió de vista mientras saludaba a todos con besos y abrazos, esperando que alguien los presentara. Estaban a pocos pasos de distancia cuando ella levantó la vista y sus miradas se cruzaron en un chispazo, sacudida por la forma de verla, se aproximó con una gran sonrisa.

"Hola…soy Rin!"

"Sesshoumaru!"

Ella le extendió la mano sumergida en la calidez de su mirada y al contacto de sus manos, sintió la garganta seca. La mirada dorada era tan intensa, que la señora Fujita se sintió tibia y con escalofríos. En un instante era como si el resto del mundo desapareciera a su alrededor, y estuvieran solo ellos dos, encontrándose en el lugar más inesperado. Sesshoumaru la miró perdiéndose en sus ojos, convencido que era la mujer más hermosa que había visto en su vida. Aclarándose la garganta con una tos nerviosa, Rin retiró su mano con suavidad. No sabía porque sentía el piso moverse bajo sus pies y respiró para calmarse. Se relajó cuando Inuyasha se acercó anunciando quien tenía enfrente era su hermano mayor.

"Ella es Rin Fujita…este es el idiota de mi hermano mayor, es un amargado, así que si te molesta me avisas!"

"Claro!"

Sesshoumaru ni siquiera parpadeó completamente hipnotizado por sus ojos verdes. Cuando Inuyasha le ofreció a Rin una bebida, Sesshoumaru dijo que con gusto se lo preparaba, en una mesa cercana estaban las bebidas y mientras le servía la copa de vino, Rin le preguntó si vivía en Tokio o solo estaba de paseo. Intrigado, quiso saber porque pensaba que estaba de paseo.

"Bueno es que…no sé"

Rin tropezó con las palabras y luego le dijo que por la forma como Inuyasha y Kagome hablaban de él, parecía que vivía en otro país. Viéndola casi sin parpadear, Sesshoumaru le aseguró que vivía y trabajaba en Tokio desde hacia varios años.

"Que raro conocerte hasta ahora!"

"Ellos me invitan pero siempre tengo compromisos"

Sesshoumaru le entregó la copa de vino, con los ojos clavados en ella. Tenía tanta curiosidad por saber el sufrimiento que su mantenía oculto bajo aquella sonrisa, que hubiera sido capaz de preguntarle. En ese momento, Miroku los llamó para que se sentaran con ellos. Agradeciéndole el vino, fue donde los demás, asegurándose, con una mirada rápida sobre su hombro, que él la seguía. Para no ser demasiado obvio, Sesshoumaru no se sentó junto a ella, sino en el sillón de al lado.

Mientras hablaba, Rin desvió discretamente la mirada y sonrió al comprobar que Sesshoumaru la estaba viendo y en un segundo se volvió a perder en las profundidades de aquella penetrante mirada. Escuchaba a sus amigos hablando pero no podía ignorar la forma como la admiraba, comiéndosela con la mirada.

Con una sonrisa amplia, logró concentrarse para no perder el hilo de la conversación, aunque por dentro estaba aturdida. Hasta ese momento, se sentía segura de su amor por Gema, pero al verse frente al mayor de los hermanos Youkai, su seguridad y confianza se vino abajo. Era absurdo sentirse tan atraída y cautivada por un hombre que acababa de conocer y sin embargo, las historias de amor que tanto le gustaban, se parecían mucho a lo que estaba sintiendo.

(Que está pasando?, De donde salió este hombre? Es tan bello y misterioso, pero como puedo estar pensando así? Yo soy una mujer casada…siento que me desnuda con la mirada…)

Sus pensamientos se nublaron un instante al recordar la poca atención que recibía de Gema, sin contar que no podía darle los bebés que tanto ansiaba. Recordando las palabras de su abuela, guardó esa angustia en un rincón oscuro de su corazón y puso atención a la conversación. Aunque quería, no lograba concentrarse, sus ojos parecían clavados en Sesshoumaru y viceversa, sentía que si dejaba de verla la iba perder y quería saber todo de ella, aún cuando llevara un precioso anillo de bodas. Rin logró distraerse cuando escuchó su nombre de labios de Auki, el hijo de Inuyasha y Kagome, un precioso y cariñoso niño de 3 años y medio, que la adoraba. Con una gran sonrisa y bajo la mirada atenta de Sesshoumaru, le abrió los brazos.

"Hola mi amor como estás?"

"Estaba esperándote, tienes que ver mis libros de cuentos que me compró Papi!"

"Claro"

Con Auki en brazos, Rin le dijo a Kagome que iría a dormirlo y regresaría pronto. Kagome la vio alejarse con una melancólica sonrisa, consciente de lo mucho que su amiga deseaba tener un bebé propio. Al llegar al dormitorio infantil, ambos se acostaron, Rin tomó uno de los libros y empezó a leérselo. Usualmente, cuando estaba con Auki, volcaba toda su atención en él, pero esa noche su enigmático tío ocupaba sus pensamientos. Notando que se distraía, Auki le puso la mano en la mejilla y le preguntó porque no estaba leyendo.

"Ah? Perdona mi amor estaba pensando en algo, donde quedé?"

"En que estabas pensando?"

Rin lo miró con una sonrisa, le dijo que no era nada importante y siguió leyendo. Iban por el segundo libro, cuando para sorpresa de ambos, Sesshoumaru abrió la puerta buscando a Rin para que fuera a cenar. Al verlo, se sintió con el estómago hecho un nudo y sonrió, el pequeño le dijo a su tío que ella no podía irse porque aun no terminaba de leerle.

"Puedo esperar aquí? Tu mamá me dijo que debía regresar con ella!"

Auki se puso serio y luego le dijo que estaba bien. Rin lo vio sentarse en el borde de la cama conteniendo la respiración. Nerviosa pero feliz, retomó la lectura hasta que finalmente el pequeño empezó a cabecear. Cuando Auki estuvo completamente dormido, Rin lo cobijó, acomodó los libros a un lado y apagando la luz ambos salieron sin hacer ruido. Una vez fuera de la habitación, Sesshoumaru le dijo que era muy buena con su sobrino y la expresión femenina se oscureció al instante. Sin perder ni uno solo de sus gestos, quiso saber si había dicho algo que la ofendiera, con una discreta sonrisa le dijo que era muy fácil llevarse bien con un niño tan cariñoso como Auki. Había algo en su voz que dejaba ver una enorme tristeza pero no dijo nada y le sugirió ir a comer. Rin no se movió con la mirada fija en el piso.

"Señorita se siente bien? No tenemos que ir a comer sino quiere!"

Rin levantó la vista y se perdió en su mirada, esos ojos tan profundos y expresivos le daban escalofríos y hacia tanto tiempo que no se sentía así que la cabeza le daba vueltas. Pasándose la mano por el cuello, trató de entender porque ese hombre le causaba tanta agitación, pero no encontraba ninguna razón lógica.

"Dime Rin, sino te importa!"

"Como tu digas Rin…"

Sesshoumaru balbuceó algo más y se quedó ido viéndola, Rin tragó grueso, no entendía porque, pero las manos le picaban por las ganas de tocar su rostro y tratando de controlar aquella extraña sensación, apretó ambas manos en un puño. Cuando Kagome los llamó desde el final del pasillo se apresuró a poner distancia entre ellos. El la siguió completamente embelezado deseando saber más de ella.

Al entrar al comedor inmediatamente la buscó y su corazón dio un salto cuando sus ojos se encontraron, como si lo estuviera esperando. Sin perder tiempo, tomó un plato y se sirvió comida pendiente de ella, que le lanzaba miradas muy discretas. Cuando Miroku le preguntó como estaba su abuela, se distrajo y no lo vió acercarse, todavía estaba conversando cuando tomó asiento junto a ella.

"Mi abuela esta súper bien, se va con unas amigas de crucero la próxima semana!"

"Que bueno, salúdamela. Oye Sesshoumaru nunca habías durado tanto en una de nuestras reuniones!"

"Ya ves!"

Rin sintió tanta felicidad de verlo junto a ella que cuando intercambiaron miradas no pudo disimular una gran sonrisa. Llevó el tenedor a la boca flotando en una nube, disfrutando de su varonil aroma, por un momento pensó buscar otro puesto en la mesa, pero recordando que siempre pasaba los fines de semana sola, se relajó y conversó con él tratando de no ser demasiado obvia. Quizás no había notado que lo miraba babeando o probablemente ya estaba acostumbrado y simplemente se hacia el tonto.

Sin embargo, una vocecita muy lejana replegada en una esquina de su mente repetía que él estaba interesado; si su conciencia estaba equivocada o no, era lo de menos, la forma de verla la hacia sentir deseada y había pasado mucho tiempo sin experimentar esa sensación, ese cosquilleo en el vientre de saber que la persona frente a ti no puede dejar de verte.

Hablaron de todo y para ambos fue como si siempre hubieran sido amigos. Después de cenar, pasaron a la sala los demás estaban tan concentrados que no notaron que ellos se miraban a los ojos como si no hubiera nadie alrededor. En medio de la conversación, el celular de Rin sonó, lo llevaba en el bolsillo de su vestido por si su abuela necesitaba algo. Al ver que era Gema le dijo a Sesshoumaru que regresaría en un instante.

"Te preparo otro cóctel?"

"Bueno!"

Rin salió a la terraza y contestó con voz cansada. Ella no lo sabía pero Sesshoumaru se había escabullido para escucharla. Estaba contra la pared escuchando con los ojos cerrados.

"La estoy pasando muy bien, sucede algo malo?"

"Debo viajar a Singapur, esta misma noche!"

"En serio? Ya van tres fines de semana seguidos!"

"Que pasa? Son negocios, tu entiendes verdad?!"

"La verdad no, siempre estoy sola, tus negocios son mas importantes que yo!"

"No vamos a empezar con eso otra vez o si? Necesito estar despejado para mis reuniones, no necesito mas problemas de los que ya tengo!"

"No me daba cuenta que querer pasar tiempo contigo es un problema!"

"Rin no pongas palabras en mi boca!"

"Podrías hacer tiempo para mí, como antes!"

"Antes? Siempre me dices lo mismo, no he cambiado…ya hemos hablado de esto cientos de veces!! Debo irme!"

"Claro, que te vaya bien!"

Rin cerró la llamada y apretando el celular contra su pecho empezó a sollozar como una niña. Odiaba que su marido la desvalorizara tanto que la hacia sentir como un estorbo. Sesshoumaru tuvo el impulso de ir a consolarla, pero permaneció donde estaba, atormentado por el callado llanto. Estaba a punto de ir hasta ella cuando apareció Kagome. Suspirando, Rin se limpió las lágrimas y trató de minimizar las cosas con una sonrisa.

"No te preocupes por mí!"

"Era Gema verdad? No me digas! Un viaje de último minuto a Singapur o Hong Kong o China?"

"Aja!"

Incapaz de controlar la rabia que aquel hombre le provocaba, Kagome externó su enojo llamándolo 'viejo desconsiderado y tonto que no sabe apreciar la maravillosa esposa que tiene' Rin no dijo nada, solo sonrió al ver la cara de furia de su amiga. En su escondite, Sesshoumaru envidió al viejo tonto y deseó tener su suerte, resoplando, se alejó de ahí perdiéndose el resto de la conversación. Soltando una risita cuando Kagome le dijo que con eso se había desahogado, Rin le contó que iba abandonar el tratamiento. Comprendiendo lo duro de aquella decisión, Kagome la abrazó. Sintiendo que ya no podía más, lloró a sus anchas repitiendo que estaba cansada de tantos resultados negativos, Kagome la dejó que se descargara y luego de unos minutos dejó de llorar.

"Lo que siempre he querido es tener un bebé Kagome tu lo sabes!"

"Y no quieres adoptar?"

"No, quiero un hijo mío con la persona que amo!"

"Entonces ese no es Gema!"

Rin apretó los labios fuerte sin atreverse a contradecir las palabras de su amiga, de las cualidades que Kagome tenía, una era ser sincera en los momentos mas cruciales. Con la mirada perdida no se atrevió a contestarle y Kagome le dijo que entendía y podía contar con ella para cualquier cosa.

"Pero Kagome que pasa si un día encuentro alguien mas y sigo casada?"

"Que quieres decir?"

"No quiero estar con alguien solo por costumbre, dime que piensas del divorcio?"

Asombrada, Kagome le dijo que en ciertos casos era la solución. Resoplando suavemente Rin asintió con la cabeza y le dijo que sinceramente lo estaba pensando pero no estaba segura, porque quería hacerlo por las razones correctas.

"Ay Rin! No hay nadie más decente que tu, decidas lo que decidas sabes que cuentas con mi apoyo y el de Inuyasha!"

"Gracias! Ahora, dime una cosita Kagome invitaste a tu cuñado para que yo tuviera alguien con quien hablar?"

En el acto Kagome se puso roja y soltó una carcajada que delataba sus buenas intenciones.

"Me pareció buena idea, es un caballero!"

"No solo eso, tiene una mirada tan intensa y hay algo misterioso en él…imagino que su novia no estaba feliz que la dejara sola un sábado, gracias amiga!"

"De nada, pero él no tiene novia. Es más, desde que lo conozco creo que nunca le he conocido una novia formal, puedes considerarte afortunada porque siempre que lo invitamos tiene algo que hacer!"

Rin suspiró calladamente, al saber que era soltero sintió una desesperación que la carcomía por dentro. Azotada por el intenso frío, Kagome le pidió que entraran pero Rin le dijo que se quedaría.

"No quiero que me vean así!"

"Esta bien!"

En cuanto Kagome se fue, Sesshoumaru apareció con el coctel. Al verlo, se enjuagó las lágrimas tratando de sonreír, acercándose hasta casi estar pegados, le preguntó que pasaba. Ella respiró profundo y trató de decir algo pero estaba demasiado abrumada, mirándola con ternura puso el vaso en su mano y se quedó junto a ella, contemplando el cielo. Estaba ido tratando de recordar la última vez que había estado con una mujer que realmente le gustara como la que tenía a su lado, cuando escuchó la voz de Rin.

"Tengo algunos problemas en casa!"

"Todos tenemos problemas, hay algo en que pueda ayudarte?"

"Ya lo hiciste, usualmente terminó aquí sola o dormida con Auki esperando que la fiesta termine para que alguno de ellos me lleve a casa!"

"Pues creo que hoy reclamaré esta tarea para mi! Será un placer llevarte a tu casa!"

Rin contuvo la emoción lo más que pudo y le dijo que se lo agradecía. Al verla tiritar, la tomó del brazo invitándola a entrar para que no se enfermara. Una vez dentro conversaron con los demás, intercambiando miradas. Después de un par de horas, Rin dio un vistazo a su reloj, era la 1 a.m. y Kagome empezaba a mostrar signos de cansancio, al levantar la vista se encontró con Sesshoumaru preguntándole si estaba lista para irse.

"Si, como sabías?"

"Has visto tu reloj unas cuantas veces! Traeré tu abrigo!"

Se quedó embelezada viéndolo, estaba tan desacostumbrada a que alguien estuviera pendiente de ella que el simple gesto de buscar su abrigo era toda una hazaña. Con una mueca mental recordó la última vez que Gema había tenido una gentileza y supo que habían pasado al menos dos años. Cuando Sesshoumaru volvió con el abrigo, Miroku preguntó a quien le tocaba llevar a Rin.

Con su voz ronca y tono pausado, Sesshoumaru les comunicó que era su turno, todos se miraron un momento, limitándose a decir que era genial. Rin recibió su abrigo tan emocionada que habría podido gritar. Kagome e Inuyasha fueron a despedirlos recordándole que mañana en la tarde irían al zoológico con Auki.

"Quieres que pasemos por ti?"

"No te preocupes, a las 3 verdad?"

"Si, cuídate, gracias Sesshoumaru!"

"Un placer!"

Como todo un caballero sostuvo la puerta del automóvil para que subiera, en el trayecto, Rin le habló de su abuela y su trabajo. A Sesshoumaru no le interesaba saber nada del esposo, ya lo consideraba su rival y prefería concentrarse en ella. Estaban cerca de la casa y Rin torció la boca en una mueca, renuente a que esa maravillosa noche terminara. Como si intuyera lo que estaba pensando, Sesshoumaru desaceleró y estacionó a un lado de la calle.

"Que pasó, porque te detuviste?"

"Quieres un helado?"

"Cómo, a esta hora? Donde vamos a encontrar una heladería abierta?"

"Yo conozco una! Que dices?"

"Vamos!"

Rin tragó saliva conteniendo las ganas de gritar; era obvio que no había hecho un buen trabajo escondiendo su fascinación con él, pero no importaba, disfrutaría esa noche como un chispazo en su monótona vida y en un futuro podría sonreír al recordarla. La heladería estaba repleta de jóvenes y cuando entraron todos se volvieron a verlos. Era la primera vez que se sentía bien que la miraran, porque las miradas que recibía del brazo de su esposo eran distintas, una eterna pregunta de que hacia una mujer tan joven con un hombre mayor. Aferrándose al brazo de Sesshoumaru caminaron hasta el mostrador.

"Que te gusta?"

"Un cono de vainilla y menta!"

Con helados en mano, tomaron asiento entre la algarabía de los jóvenes que de vez en cuando los miraban como si fueran un par de raros especímenes. Aunque no le molestaba la atención, se distrajo cuando un par de muchachas la miraron secreteando y viendo luego a Sesshoumaru. Rin cerró los ojos y torció la boca, era casi seguro que aquellas jovencitas creían que ellos eran pareja y sonrió.

"Si te molesta que te vean tanto podemos ir a otro lugar!"

"Je je je nada que ver, debe ser por la ropa tan elegante, todos ellos visten jeans!"

"No es eso!"

"Ah no?"

Sesshoumaru dio una probada a su batido como si nada, cuando ella le preguntó porque los miraban, solo respondió que se lo diría más adelante.

"Mas adelante, cuando?"

"Siempre eres tan curiosa?"

"Desde niña, dime porque?"

"Prometo decirte más adelante, ahora no puedo!"

"Siempre eres tan esquivo?"

Sesshoumaru se rascó la cabeza distraído y le dijo que efectivamente esquivo era su segundo nombre. Rin no pudo evitar soltar una risa y sin preguntar nada más disfrutó de su helado, mientras le contaba que además de su consultorio ayudaba a una clínica de asistencia social, en las mañanas. El la escuchaba atento, con una expresión serena. Cuando dejó de hablar abruptamente, le preguntó si todo estaba bien.

"Te estoy aburriendo verdad? Discúlpame me puedes llevar a mi casa, gracias por el helado!"

"Tengo cara de aburrido?"

"P-pues no lo sé, estás aburrido?"

"En lo más mínimo!"

Rin soltó una risita y con naturalidad alargó la mano para limpiarle un poco de helado que tenía en la mejilla, aquel gesto lo tomó por sorpresa y se sintió tibio por dentro. Una vez que terminaron con el helado, le propuso caminar por el parque para 'bajar' el dulce, cuando estuvieron afuera, le dio las gracias dándole un beso en la mejilla.

"Es mi primer helado después de la media noche!"

"Me alegro, podemos repetirlo las veces que quieras!"

Rin parpadeó sin atreverse a verlo a los ojos, quería repetir esa noche tantas veces como se lo permitieran pero era imposible. Adelantándose se distrajo con la belleza de los árboles; sentados a la luz de un farol, Sesshoumaru le contó de si mismo, dejando muy en claro que no tenía nadie en su vida. A estas alturas no podía alegar inocencia, sabía muy bien que lo encontraba atractivo y probablemente le parecía gracioso. Pasaron en esa heladería horas, 3 horas maravillosas y estimulantes, suficiente para dibujarle una sonrisa el resto de su vida.

Condujo a su casa muy despacio y al llegar apagó el motor en un intento desesperado de alargar esa noche, no quería dejarla porque sentía que iba perderla sin haberla tenido siquiera. Renuente a dejar el automóvil, Rin se fijó en él y notó que tenía sus labios marcados en la mejilla. Inclinándose le dijo que se lo quitaría para que su novia no pensara mal, sujetando la mano entre la suya con suavidad, le dijo que no tenía novia y podía dejar su marca en él las veces que quisiera.

"No puedo creer que no tengas novia!"

"Porque?"

"Pareces una buena persona y eres algo atractivo!"

"Algo?"

"Ja ja ja si algo!"

"La verdad es que no he encontrado nadie que me guste lo suficiente!"

"O son demasiadas admiradoras que no te decides por una!"

"Yo no soy así, me gusta concentrarme en lo que tengo frente a mis ojos!"

Aunque quiso Rin no pudo articular palabra, paralizada ante la intensa mirada, que parecía desnudarla, tampoco ayudaba que no hubiera soltado su mano. No muy segura de cómo lo iba tomar, Rin le dijo que la había pasado muy bien. Concentrado en la curva de su cuello, Sesshoumaru no respondió de inmediato, por lo que ella trató de abrir la puerta para irse, sintió las piernas flojas cuando la sujetó del brazo.

"Espera Rin…hace mucho tiempo que no disfrutaba de la compañía de alguien como tu!"

"Alguien como yo?"

"Inteligente, divertida… hermosa!"

Rin se quedó viéndolo como conteniendo la respiración, dejó escapar una risita nerviosa y se aferró la manija para abrir la puerta. Sintiéndose valiente, Sesshoumaru le preguntó si no pensaba despedirse de él, con los latidos acelerados, se inclinó y le dio un beso en la mejilla que distaba mucho de ser un beso inocente.

"Gracias por el helado, que descanses!"

"Igualmente!"

Ninguno de los dos tuvo paz para dormir esa noche y se quedaron reviviendo los momentos juntos, deseando encontrarse pronto.

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Gracias Dra.D por sus labores maravillosas de editor!