Avatar no me pertenece
Este es mi nuevo proyecto. Traía la idea desde hace algunas semanas y hasta ahora he decidido desarrollarlo. Les aseguro que les interesará un poco, como lo he dibujado en mi mente será divertido de leer.
No crean que me he olvidado de Amor: desorden perfectamente ordenado. Me estoy arriesgando en llevar dos historias que espero causen impacto a mis lectores. Espero sea de su agrado, aquí dejo el primer capítulo.
Es una historia alternativa a la original de avatar.
Capitulo#1: misterio en la penumbra.
Katara se sentó sobre un montón de cajas mientras observaba cada rincón de su nueva casa. Había llegado junto con su familia a Ba Sing Se poco tiempo antes y comenzaron a desempacar las cosas que llevaban. Eran originarios de una de las naciones más poderosas del mundo. La tribu agua del sur. Su padre era uno de los políticos más influyentes de la nación y el mundo, su madre, era la princesa de la tribu, después de su hermano Aikko, la segunda al trono. Tenía un respetado linaje real.
Su padre, por motivos de negocios, había sido enviado a la ciudad del reino tierra por alrededor de 6 meses y, el noble hombre no queriéndose despegar de su familia, los llevó ahí para poder estar juntos. A Katara no le gustaba mucho la idea. Era obvio que no podría estar tranquila en un ambiente mas cálido, árido y por así decirle solitario.
Katara tenía un hermano. Su nombre era Sokka. Mayor que ella en edad pero no en pensamiento. No había ni puesto los pies en la casa cuando ya había decidido como debía ser su cuarto. A donde iba a explorar y que lugares en los seis meses iba a frecuentar.
Katara seguía viendo a la nada cuando entró su madre, acompañada cinco sirvientes.
-pongan las cosas por ahí- ordenó. Los sirvientes se inclinaron brevemente y salieron por la puerta dejando solas a madre e hija.
Kya suspiró.
-querida… ¿has escogido tu habitación?
-no…- Katara apartó la vista de su hermosa madre- ¿de verdad tenemos que estar aquí?
-Son solo 6 meses…
-solo… madre, seis meses es demasiado tiempo para un adolescente.
-te acostumbraras, podrías tener experiencias inolvidables aquí. Descubrirte a ti misma.
Katara bajó la cabeza y cepillo con sus dedos su suave, largo y ondulado cabello café- no es tan fácil- susurró.
-a tu hermano parece gustarle.
Katara sonrió un poco cuando vio a Sokka bajar por las escaleras de la casa a toda pastilla.
-voy fuera- gritó. Sokka de tan rápido que iba casi chocó con su padre que apenas iba entrando con algunas cosas por la puerta.
-¡Sokka sí que es apresurado! – declaró Hakoda con una enorme sonrisa. Miró alrededor de la casa y exclamó- Esta muy bella, el rey tierra sí que me sorprende.
Kya sonrió y se levantó de su lugar a abrazar a su marido. Los dos se dedicaron una melosa sonrisa apasionada. Katara sonrió incomoda y con disimulo volteó hacia otro lado, no queriendo ser partícipe de los momentos de sus padres. Hakoda y Kya se dieron cuenta de la expresión de su hija y sonrieron de manera cómplice.
-¿no piensas recorrer la ciudad?- preguntó Kya. Katara apenas iba a contestar cuando su padre le tendió un saquito con dinero.
-es más que suficiente para que comas algo y compres lo que quieras- esperó de manera expectante. Katara solo sonrió.
-iré por mi bolso.
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Katara caminó por toda la parte alta de la ciudad. Por cuestiones de seguridad se le había prohibido ir a la parte baja y a la parte media. Suspiró mientras miraba los parques atestados de personas estiradas hablando de lujo y de lo lindo que era ser rico y hermoso.
Las tribus agua eran diferentes. Es cierto que había clases sociales como en Ba Sing Se pero no eran separadas como ocurría en esa ciudad y eran mucho más unidos. Le empezó a dar sed y un poco de hambre, es obvio que eso ocurriría después de tanto caminar.
Llevaba un poco de rato buscando donde comer cuando se cruzó frente a un lugar llamado el Dragón de Jazmín. El lugar emanaba un delicioso olor a té de Jazmín y decidida entró.
Tomó asiento en una de las muchas mesas y esperó pacientemente a ser atendida. El lugar estaba atestado de clientes. Ahora no había ni una mesa vacía. Un hombre regordete, barbudo y sonriente se acercó a ella. El hombre a Katara le pareció interesante pues, por sus rasgos no parecía del reino tierra.
-¿Qué se le ofrece a la hermosa jovencita que no había visto por aquí antes?
La joven sonrió ante la amabilidad del señor y pidió té de jazmín y un cup cake de fresa.
El señor sonrió, anotó su orden y luego decidió interrogarla
-no eres de aquí ¿verdad?
-¿se nota…?
-un poco, eres la única chica fina sin aire de prepotencia en el lugar- Katara sonrió ante el halago- y además… tus rasgos no son propios a los de las personas del reino tierra.
-se refiere a…
-tu piel morena, complexión más fina, cabello castaño, ojos azules… ¿eres de las tribus?
Katara sonrió y asintió lentamente con la cabeza.
-disculpa mi intromisión, ¿Cuál es tu nombre?
-Katara… ¿y el de usted?
-me llamo Iroh…
Katara agrandó los ojos enormemente, sorprendida.
-¿general Iroh?, de la nación del fuego…
El se encogió de hombros
Qué pequeño es el mundo-pensó la joven con una sonrisa.
-disculpen- una suave y gentil voz se escuchó detrás de ellos. Enseguida Iroh y Katara voltearon para ver a un joven calvo, con flechas azules, fornido, alto, de piel pálida y sonrisa encantadora detrás de ellos. Usaba ropas que solo los de una nación podía usar. Maestros aires.
Iroh sonrió grandemente- es bueno verte por aquí Aang.
-lo mismo digo- respondió el joven.
-¿Cuándo has llegado?
-hace poco y lo primero que decidí hacer es venir a tomar el mejor té de la ciudad y platicar con un viejo y apreciado amigo, pero… todo el lugar está lleno.
Iroh miró por todos lados y comprobó que ni una sola mesa estaba desocupada. La mesa en la cual estaba Katara era de dos personas y realmente necesitaba que Aang se quedara, algo raro estaba pasando y necesitaba comunicárselo.
-Señorita Katara… ¿le importaría que el joven aquí presente comparta mesa con usted? Es que necesito platicar unas cosas con él pero sé que si se va, como es tan ocupado, no voy a tener la oportunidad.
Katara sonrió- por mí no hay ningún problema.
Aang sonrió y tomó asiento frente a ella. Iroh decidió que era hora de traer la orden.
-¿Qué deseas esta vez Aang?
-lo de siempre…
-bien, enseguida vuelvo.
Aang y Katara quedaron solos mientras Iroh iba por el pedido de los dos jóvenes. Katara incomoda comenzó a recorrer su vista por el lugar hasta posarla en un pequeño cartel que llamó mucho su atención.
Decía "SE BUSCA" y debajo había la pintura de una joven de unos 18 años muy sonriente. Ella había visto ese cartel en el parque ya hacía largo de tiempo. Algo le dio un escalofrío tremendo y bajó la vista a sus manos que estaban unidas en la parte superior de la mesa.
Aang, en cambio, estaba mirándola a ella. Observó atentamente su delgada figura, su piel morena, sus cejas negras y gruesas hermosamente maquilladas, sus ojos azules maquillados con colores que los hacía resaltar mas, su cabello suelto, castaño, largo y ondulado y sus labios, rojos y carnosos. Decidió hablarle.
¿Te encuentras bien?- la joven estaba temblando un poco.
-sí, es el desfase acabo de llegar a Ba Sing Se.
-¿de qué parte?
-la tribu agua del sur…
-hermoso lugar, la ciudad imperial es hermosa, de las mejores que he visitado.
-¿eres nómada aire?
-sí, de hecho es por eso que conozco varias partes del mundo.
Katara sonrió sin saber que mas agregar y esperó otro rato. Iroh llegó con sus pedidos y casualmente era lo mismo.
-¡pero qué coincidencia!- exclamó Aang
-después platicamos Aang, debo atender a otros clientes.
-pierda cuidado.
Katara probó un poco de té. Estaba totalmente delicioso. Aang la seguía observando sin disimular cosa que ponía a Katara tremendamente incómoda.
-¿Qué te gusta hacer?- preguntó de repente sorprendiendo a la maestra agua.
-¿disculpe?
-me refiero a cuáles son tus intereses…
-Mmm… me agrada viajar y me gusta mucho tocar el piano…
-¿visitas Ba Sing Se?
-algo así, no es como quisiera, me gusta viajar, no quedarme casi de manera permanente en otro lugar que no es mi hogar.
-¿Cuánto pasaras en Ba Sing Se?
-alrededor de 6 meses, mas si así lo decide mi padre.
-¿no te gusta aquí?
- esta ciudad me encierra.
Aang asintió lentamente- a mí tampoco me agrada mucho aquí, la ciudad es hermosa, pero su gente y sus costumbres… un poco excluyente ¿no te parece?
Katara solo sonrió.
Pasaron otros minutos de incomodidad y de silencio. En el cielo empezaba a ocultarse el sol y brillar las estrellas. La joven sabía que debía irse pronto. Apresuró a terminar su té. Antes de que ella se pudiera levantar Aang habló
-me resulta alguien muy interesante, Katara.
Ella se sonrojó violentamente mientras buscaba cualquier lugar al cual dirigirle su mirada.
-quisiera conocerla mejor- dijo y tomó una de sus manos suavemente- ¿le importaría quedarse otro rato a platicar?
Katara simplemente lo observó fijamente y se apoyó más en su asiento.
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En el otro extremo de la ciudad se encontraba Sokka. Caminaba despacio buscando algo interesante que hacer, el sol se ponía en el horizonte, las estrellas empezaban a aparecer una a una y una muchacha de piel blanca, cabello corto rojizo, complexión delgada y ojos verdes miraba el cielo. Se sonrojó. ¿Qué le estaba pasando?
La joven lo miró observándola y se sonrojó levemente, ocultando una sonrisa incómoda. Ella era muy astuta y nada apenada, pero aun así se sentía algo extraña al ver a un joven totalmente desconocido y guapo mirarla con atención. Se armó de valentía.
-debo decirle que es malo mirar a una chica que no conoce así- Sokka sintió esa voz tan seductora- pero admito que no me gusta mucho ver las puestas de sol sin compañía ¿le molestaría sentarse conmigo?
-no es una molestia- contestó Sokka de manera ahogada.
Y se sentó a la par de donde ella estaba, a una lejanía respetable, no quería incomodarla. La joven sonrió, seguía con su vista perdida en el último rayo de sol en el horizonte.
-¿de dónde eres?
-la tribu agua del sur.
- ¡que helado!- exclamó ella- seguro te mueres de calor en este infierno.
-a decir verdad, me da igual.
-por cierto, me llamo Suki… por si te interesa- le dijo sonriente.
Sokka se golpeó mentalmente- tarado- había olvidado una presentación formal.
-Sokka- contestó- por si te interesa- dijo a modo de broma.
Suki sonrió de medio lado. Nadie le había contestado así, ella era una dama y esa manera burlona no era propia de su trato, por eso le gustó. Le hizo sentir bien esa osadía.
Se quedaron otro rato en silencio y pronto observaron muchas personas entrando a sus casas y abandonar cada centímetro del pequeño parque. Sokka se extrañó grandemente. No eran ni las 6:30 de la tarde, aun era muy temprano para que las personas se adentraran en la calidez de sus hogares.
-supongo que no está enterado-susurró ella de pronto.
Sokka volvió su completa atención a ella.
-¿enterarme del qué?
-han declarado una especie de toque de queda y deberíamos avanzar si no nos queremos vernos afectados por los Dai lee.
-¿Por qué el toque de queda?- preguntó el joven intrigado.
-se han dado sospechosas desapariciones, demasiadas en pocas semanas.
-¿de quienes?
-jóvenes- contestó disimuladamente- jóvenes hermosas. Habían desaparecido muchas antes, de clase social inferior en la parte media y alta de la ciudad. El rey tierra no había prestado atención a los acontecimientos pues no eran de importancia, algunas eran pobres y otras no lo suficientemente ricas.
-¿desde hace cuanto estos acontecimientos?
-dos, tres meses- dijo- ni siquiera yo llevo la cuenta.
-¿y entonces por qué el toque de queda?- preguntó él- digo… si el rey tierra no había prestado atención.
Suki sonrió irónicamente- eso fue así hasta hace una semana. ¿Ves ese cartel?
Sokka volteó rápidamente. La voz de Suki se escuchó lejana- esa joven de la pintura es la única hija del rey tierra y la fallecida reina, desapareció hace una semana. Se cree que por el mismo que desapareció a las otras jóvenes- Sokka volteó su vista a ella- mi padre y otros políticos exigieron al rey tierra un toque de queda inmediato con temor de que también, a nosotras, sus hijas nos pase eso.
-¡que terrible!
-no me imagino el dolor de ese padre ahora.
-¿no han puesto cartas en el asunto?
- se ha llamado al avatar.
-eso es bueno, el ayudará de inmediato, estoy seguro.
-ojala acabe con nuestro temor- contestó ella- el es muy bueno y se preocupa por la gente, además es justo.
-espero que se resuelva el problema
-¡Suki!- se escuchó en un grito.
Una señora regordeta junto a dos hombres robustos y fornidos la esperaba.
-es mi nana y mis guardias, debo irme.
-si, igual yo- contestó Sokka levantándose de su asiento igual que Suki.
-nos veremos- dijo ella y pasó a su lado.
Sokka se quedó ensoñado y algo triste.
-¿Sokka?- de repente habló la joven
El volteó- ¿Si?
-fue un gusto…- ambos se sonrieron y se separaron
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Katara llegó a su casa, el cielo estaba completamente oscuro y la casa iluminada por la luz de las velas dentro. Suspiró y abrió lentamente la puerta principal. Sus padres la esperaban en la recepción de la casa junto a Sokka. Todos con miradas serias. Katara cerró despacio, sin quitar la vista de sus padres.
-¿Qué pasa?
Hakoda le dio una mirada tranquilizadora y suspiró levemente- solo estábamos preocupados.
Katara sonrió-¿preocupados? Pero si no son las siete de la noche. Es cierto que estoy en un lugar desconocido, pero a esta hora no creo que nada me pase.
-¿no observaste las calles?-preguntó su hermano
-algo desolado- dijo sin preocupación. Ocupando uno de los cojines frente a su familia-¿Por qué?
-hay un toque de queda- respondió su madre. Katara se sorprendió.
-¿pero por qué?- dijo con voz ahogada.
-ha habido desapariciones de jóvenes… ¡mujeres! en la ciudad, una de ellas es la hija del rey.
Katara entonces recordó el cartel con la foto de aquella bonita mujer. Se volvió a retorcer por el escalofrío. No lo demostró.
-Katara…- dijo su padre- desde ahora saldrás solo con supervisión o acompañada de cualquiera de nosotros tres y una guardia. La situación, por este toque de queda me parece seria y si las cosas llegaran a empeorar, serás mandada con tu abuela al polo sur donde estarás a salvo.
La joven asintió distraídamente con la cabeza.
-Te pido por favor que no me desobedezcas y me avises de cada una de tus salidas y los lugares a cuales vayas.
-así lo haré padre.
-eso espero.
-la comida está lista, mi señor- dijo uno de sus muchos sirvientes con una leve reverencia.
-en seguida vamos.
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Katara se adentró en los pasillos de su casa buscando su habitación. Seguía fervientemente las instrucciones de su ubicación dadas por su madre. Ya todo estaba listo para que ella pudiera descansar. Abrió ligeramente la puerta de madera para comprobar todas sus cosas debidamente arregladas.
Fue rápido- pensó.
Entonces observó la ventana de su cuarto abierta y las cortinas celestes ondear al ritmo de las brisas del viento. Sintió un poco de fuerte las ráfagas y se dirigió a cerrarla cuando algo inmediatamente captó su atención. Abrió grandemente sus ojos.
La calle estaba totalmente a oscuras y la casa al frente totalmente en penumbras. Todo eso estaba rodeado por frondosos arbustos y maleza. Algo agitó las hojas y una oscura figura se reveló. Katara quizá no habría sido capaz de percibirla de no ser por esos ojos rojos brillante mirando en su dirección. Empezaron a temblarle las manos y su cuerpo temblar súbitamente. Su respiración descompensada, gélido frio que ni en el polo sur había notado. El miedo…
Entonces se abrió su habitación y pasos suaves avanzaban hacia ella. No dio la vuelta. Algo se posó en su hombro y entonces, decidió atacar a lo que sea que estaba detrás de ella. Contuvo el aire pero lo dejó salir aliviada al ver que detrás de ella estaba Sokka.
-oye, soy yo.
-sí, lo sé- dijo Katara alejándose de la ventana pero sin dejar de ver por ahí. Se sentó algo confundida en su amplia y suave cama.
Sokka no se daba cuenta del estado de su hermana.
-oye- dijo él guerrero distraídamente- cierra la ventana- el mismo lo hizo- las ráfagas de aire se están poniendo muy heladas. Sé que extrañas el polo sur, pero así solo buscas a enfermarte.
Katara aun seguía perdida en sus pensamientos. ¿Qué estaba afuera?
-¿Katara…?
-¿puedo dormir contigo Sokka?
-¿y eso?
-es que… no creo que pueda pegar el ojo aquí sola… no es mi cuarto- Sokka creyó entender la situación de su hermana- será solo hoy.
-bien…- dijo con tono dulce- trae lo necesario le diré a mamá y papá, te espero en el cuarto.
Katara asintió y Sokka salió por la puerta. Una vez que se había ido su hermano Katara volvió a la ventana, para su asombro no había nada ahí. La figura, los ojos rojos, no estaban. Pensó si todo era de su imaginación por la noticia que le acaban de dar hace poco. Pero aun así no quería dormir sola. Entonces cambió su traje con un camisón y salió escopetada al cuarto de su hermano mayor.
