Título: Love can wait
Summary: Scorpius y Albus son dos adolescentes necios que no quieren que sus padres estén juntos y que harán todo por evitarlo. ¿Lo lograrán o el tiro les saldrá al revés? Ante esto, ¿Seguirán odiándose o aprenderán a verse de otra forma?
Disclaimer: Los personajes de Harry Potter no me pertenecen.
Advertencia: Slash o relación hombre/hombre.
Capitulo 1
James era odioso, todo Hogwarts sabía eso aunque eran pocos a quienes en realidad les molestaba, la mayoría se dejaban llevar por lo bromista, gracioso y galante que era el mayor de los Potter, pero para Albus, más allá de eso su principal característica era ser irritante.
-Ya te he dicho que estás diciendo locuras, James. –se quejó Albus, un grueso libro sobre su regazo y la mirada gélida enfocada en su hermano mayor.
Lily, que estaba sentada en el suelo y los miraba, sonrió.
-No sé porque te molesta tanto, Al. –dijo la pelirroja de quince años. – Es totalmente natural.
-Sólo que es mentira, Lily. –repuso Albus. –No sé cómo puedes creerle a éste. –señaló a su hermano mayor con la cabeza.
-Te lo digo yo, y yo sé de estas cosas, Severus. –aseguró James. –Papá tiene una novia.
Los tres Gryffindor se miraron mutuamente. Lily con simpatía, James con satisfacción y Albus con molestia.
-Papá no tiene una novia, él nos lo habría contado. –aseguró el moreno.
Albus podía ser llamado un necio, pero en verdad quería creer que su padre no estaba saliendo con nadie. No era que no le agradara la idea, o que siguiera aferrado a la idea de que sus padres podrían volver a estar juntos (hace mucho que había superado esa etapa) pero no quería imaginarse que Harry Potter, el hombre en el que más confiaba, le estaba ocultando algo.
Los padres de los Potter se había separado hace cuatro años, cuando Albus tenía doce. El rompimiento había sido duro para todos, en especial para la pequeña Lily, sin embargo cuando hubo terminado todos concordaron en que era la mejor opción y en que era preferible verlos separados a verlos discutir todo el día. En la actualidad sus padres tenían un trato cordial, se veían con cariño y trataban de convivir armónicamente no sólo por el bien de sus hijos sino por el de toda la familia Weasley, la cual se había llevado una enorme decepción al enterarse del rompimiento.
-Lamento que pienses así. –habló James. –Porque cuando él mismo te lo confirme, me veré encantado de decirte "Te lo dije, hermanito"
-Jódete, James. –espetó Albus. Lily se carcajeó en voz alta y el moreno de dieciséis años se puso de pie y caminó fuera de la Sala Común de los leones.
Albus había sido sorteado para Gryffindor hace cinco años. Lo esperado en cualquier Potter quien además, también tenía genes Weasley en su sangre. A decir verdad Albus sabía que las posibilidades de que acabara en otro lugar (Slytherin) habían sido altas, pero como su padre bien dijo "el sombrero seleccionador toma en cuenta tu opinión."
-¿A dónde vas? –interrogó una voz. Albus se giró para mirar que en la entrada de la Sala Común había dos jovencitas paradas.
Una tenía el cabello pelirrojo y rizado en perfectos bucles cayéndole por los hombros. A diferencia de su madre, Rose tenía un increíble control sobre su melena, lo que le permitía acomodarla a la perfección y por consiguiente lucir guapa a cada momento. La otra era una jovencita morena de ojos marrones y enormes. Albus bufó antes de girarse a contestarle a su prima.
-Por allí, Rose. Sólo quería salir de ahí y dejar de escuchar a James y sus tonterías. –contestó Albus.
-¿Podemos acompañarte? –interrogó su prima.
La morena le sonrió.
A Albus no le molestaba que Rose le acompañara, en realidad él amaba a Rose, era su prima favorita y su mejor amiga. De hecho, una de sus únicas amigas, pero en realidad la compañera de ésta, una chica llamada Marissa, lo ponía de los nervios.
-No, en realidad, ya he quedado con alguien. –dijo Al. Rose le miró suspicazmente pero no dijo nada. Marissa Morris le volvió a sonreír.
-Entonces supongo que nos veremos. –finalizó su prima agitando su mano como despedida y entrando por el retrato. Albus se fue de allí inmediatamente rodando los ojos, tal vez Rose se molestaría un poco por haber sido tan cortante pero es que había cosas que el moreno no toleraba. Las chicas risueñas que se ponían rojas cuando lo veían era una de ellas y Marissa Morris entraba en esa categoría sin duda.
Caminó todo el pasillo hasta la biblioteca, donde esperaba encontrarse con su amigo Lorcan Scamander, quien era un ávido devorador de libros. Sin darse cuenta chocó contra alguien más, cuando alzó la vista para disculparse se encontró con algo que le desagradaba aún más que la idea de pasar un día con la chillona amiga de Rose.
-Malfoy, fíjate por donde vas. –espetó el moreno de corbata roja y dorada.
El rubio le observó con una arrogancia nada rara en él y enmarcó sus cejas.
-Tú fíjate, Potter. Fuiste tú quien chocó conmigo.
-Yo no vi que tú advirtieras el golpe tampoco. –alegó Albus. –Al menos haz gala de tus brillantes modales y discúlpate.
-Mis modales, brillantes o no, serán para quienes se los merezcan. Tú no entras en esa categoría. –aludió el Slytherin.
Albus se encogió de hombros.
-No es como si estuviera muriendo por escuchar tus disculpas de todas formas. –dijo. –Después de todo tampoco voy a ofrecer las mías.
-Es bueno saberlo.
El rubio, que era un par de centímetros más alto que el Gryffindor y que por consiguiente le miraba para abajo, sonrió como el narcisista que todo el mundo sabía que era y se marchó de allí dejando a Albus indiferente con el hecho.
No era raro que Malfoy hiciera alardes de su increíble arrogancia así como tampoco lo era el hecho de que Albus no resistiera el impulso de retarlo un poco. Le desagradaba tanto Scorpius. Odiaba que se creyera superior al resto y que siempre quisiera conseguir todo con sólo tronar los dedos. Detestaba sus aires de dios griego y que no supiera tomar un no como respuesta.
Le desagradaba Malfoy y eso no era nada raro o perturbador. Estaba en su sangre.
O eso solía creer.
…
-Te estaba esperando.
Scorpius alzó la mirada extrañado.
-No deberías meterte sin avisar a mi habitación. –pestañeó. –Y menos con esa pinta. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera sido yo, sino otro de mis compañeros el que hubiera entrado? –preguntó con indiferencia desamarrando su corbata verde y plata.
-Sabía que serías tú. –respondió la muchacha que yacía acostada en su cama sin nada encima más que la delgada sábana blanca del rubio.
-¿Lo sabías o es sólo que eres demasiado intrépida como para importarte que alguien más te vea así? –indagó Scorpius. – ¿No tienes frío, joder? Estamos en las mazmorras.
Ella rodó los ojos sin inmutarse por los insultos del slytherin.
-¿Vas a venir aquí o no?
Scorpius la miró con los ojos extrañamente oscurecidos, sus pupilas la recorrieron de arriba abajo. Estrecha cintura, piernas delgadas, un trasero bien formado y unos grandes pechos que sólo eran cubiertos por delgados mechones de su cabello rubio que caían por su desnudo cuerpo.
El rubio se quitó los pantalones y la camisa mientras caminaba hacia la cama. Ella le besó el cuello.
-¿Qué te preocupaba? ¿Qué tus compañeros me vieran o que fuera tu novia la que entrara?
Scorpius se bajó los calzoncillos.
-Ninguna de ambas hubiera sido agradable o conveniente.
Ninguno dijo nada más mientras él la acariciaba y se dedicaba a satisfacer una necesidad que acababa de nacer en su zona baja.
Patrice Stone era una de las chicas más bellas de todo el colegio. Tenía un cuerpo perfecto, demasiado apetecible para ser verdad, y además se decía que era en la cama una perfecta amante. Scorpius ya había tenido la oportunidad de comprobarlo más de una vez y en sí era cierto que Patrice era una amante ejemplar. Aunque si le preguntaban, lo fácil que era le quitaba toda la emoción al asunto. A Scorpius le daba igual, sólo era otra sesión de sexo complacedor antes de volver a la rutina diaria. Y no necesitaba ser Patrice quien se lo diera, cualquier chica lo suficientemente discreta y guapa podía ser su amante en turno.
Mientras tanto, sólo una podía tener el título de novia, y esa era Elena Zabini.
-Eso fue lindo. –musitó Patrice con su mano acariciando el pecho de Scorpius.
-Lo fue. –aseguró el rubio, tragándose todo su enojo. –Ahora debes irte.
-¿Tan rápido?
-Sabes que sí. –dijo. –Fuera de aquí.
-Pero, Scorp…
-¡Dije fuera, Patrice! –exclamó el Slytherin y trató de serenar su caracter. –Lo siento, no quise gritar. Es sólo que en cualquier momento volverán mis compañeros y debes irte ya.
La rubia se levantó, se puso su uniforme de mala gana, y salió del cuarto del muchacho azotando la puerta tras ella. Scorpius se puso los pantalones y se quedó tendido sobre su cama intentando tragarse toda la molestia que sentía por dentro. Fracasó y tuvo que ponerse de pie y lanzar una lámpara contra la pared, la cual de destrozó al instante.
-¡Maldita sea! –gritó enojado.
Y su único problema era uno. El sexo. Scorpius no podía evitarlo pero cada vez que le hacía el amor a una mujer, fuera quien fuera, sentía esa rabia el pecho y esa insatisfacción enorme, como si nada complaciera sus expectativas. Como si el más profundo orgasmo no fuera más que una patada en el trasero para él.
Y era por eso que probaba constantemente en busca de aquella mujer que le llevara de verdad a un estado de éxtasis, que le dejara satisfecho y con una sonrisa en el rostro, no furioso y con esas ansias de matar a alguien.
Alguien entró a la habitación después de tocar dos veces, pero el rubio ni siquiera se había percatado de eso.
-Elena. –dijo con sorpresa.
Su novia era una chica hermosa. Tenía unos bonitos ojos verdes y el cabello de un color negro intenso, su estructura facial era perfecta y su cuerpo delgado y no muy voluptuoso. De hecho para Scorpius, Elena era casi como una niña aún, aunque sólo fuera un año menor que él. La chica estaba en Ravenclaw, aunque sus amigos alegaban que no era muy lista, ya que no tenía ni idea de la cantidad de chicas que Scorpius se follaba a sus espaldas.
Elena estaba verdaderamente enamorada de Scorpius, y él creía que también podía estarlo de ella. Era por eso que se negaba a tocarla, no quería terminar odiándola como hacía con todas sus amantes que le dejaban insatisfecho. No a ella, que había estado con él desde su infancia, que le había apoyado en todo y que había sido una verdadera amiga antes de una novia, incluso ante la muerte de su madre Elena había estado allí para él.
-¿Qué te pasa, Scorpius? –indagó ella. Elena era dulce y cálida, lo que él necesitaba en su vida. -¿Por qué has hecho eso? –preguntó señalando la lámpara rota.
-No es nada. –dijo el chico sacando su varita y lanzando un Reparo. –Sólo me molesté. Tuve una pelea con Sebastian. Nada del otro mundo.
Elena suspiró.
-Ya le diré que no te moleste, es un tonto se la pasa haciéndote enojar. –Ella le tomó de la mano. –Pero contrólate un poco más, cariño. No quiero que hagas alguna tontería por tus impulsos…
-Los impulsos son de Gryffindor, Elena. –replicó Scorpius indignado. –Yo sólo estaba enojado. No es que haga cosas como estas todos los días.
-No. –ella admitió. –Pero sí has estado más agresivo y gruñón. –opinó la morena. -¿Quieres que vuelva más tarde?
-No. –Scorpius la detuvo tomándola de la muñeca. –Es sólo que mi padre ha estado escribiéndome cartas extrañas y dice que tiene algo que decirme pronto. Estoy un poco preocupado por ello, eso es todo.
Ella le sonrió. En realidad Scorpius no le estaba mintiendo. Eso era la verdad, sólo que hasta el momento no había querido pensar demasiado en eso que su papá quería decirle pero ahora que lo pensaba, era la excusa ideal.
-¿Por qué no me lo contaste antes? Seguro que puedo sacarlo algo a mi papá al respecto.
-No sé, no quería meterte en mis cosas. No te preocupes, está bien. –le sonrió. –Ahora, mejor ven aquí.
Él la abrazó delicadamente y ella le besó en los labios. Elena era como una el bote salvavidas que Scorpius sentía la necesidad de tener cerca y él agradecía mentalmente que ella fuera tan inocente como para no buscar ningún contacto sexual con él o para preguntarse porque él no lo buscaba tampoco.
…
-¿Me vas a decir que te pasaba hoy? No soy estúpida. –Rose dijo con las cejas enmarcadas.
Albus suspiró de aburrimiento.
-Rosie, tranquila, ya sé que no eres estúpida. –le aseguró sonriéndole.
Lorcan, que se encontraba con ellos en la biblioteca también se limitó a sonreír.
-Es sólo que de verdad no quería compañía. –dijo Al. –Perdóname por eso, no era por ti.
-¿Y por eso me mentiste? –Rose suspiró. Albus hizo lo mismo, a veces su prima era demasiado dramática. –Entiendo que Marissa no te agrade, pero…
-¿Cómo supiste?
-Es más que obvio. –dijo la pelirroja. Lorcan asintió, muy de acuerdo. –Te desagrada más que un basilisco a las arañas.
Albus se rio un poco ante ese comentario.
-No es nada personal, sólo encuentro fastidiosas a la mayoría de las chicas de nuestra edad, eso es todo.
-Lo cual explica porque nunca has tenido una novia. –Lorcan comentó.
Albus frunció el cejo. James le molestaba mucho con el hecho de que Al nunca se había mostrado interesado en novias, a pesar de que claramente llamaba la atención femenina siempre.
-James es el guapo de la familia, Lily la guapa, y supongo que a mí me tocó la parte de cerebro que les correspondía a ellos dos. –se burló el moreno. Lorcan se burló en silencio y Rose negó con la cabeza, aunque dibujó una sonrisa en su cara.
-Lo entiendo, sólo que odio cuando eres así de grosero conmigo y mis amigas. –le soltó su prima.
-Tú no eres el problema, sabes que te adoro. –llevó su mano a la mejilla de su linda prima. –El problema, son esas amigas tuyas. Además hoy no estaba del mejor humor.
-¿James te sigue molestando? –indagó su mejor amigo, Lorcan.
-Sí. Insiste en que papá tiene una novia secreta o algo así. –recordó con amargura. –Tonterías.
-No sería raro. –opinó Rosie. –Tío Harry lleva años solo sin hablar con una sola mujer y preocupándose solamente por el trabajo y por ustedes. Las únicas veces que le veía salir era cuando iba con papá a tomar una cerveza o algo así. Pobre, él tiene derecho a rehacer su vida.
Albus gruñó.
-¿Qué te molesta tanto, Al? –indagó Scamander. –Tu madre ya ha salido con un par de sujetos y nunca te había visto así de molesto.
-Eso es porque mamá nos lo contó. Papá lo estaría ocultando, en todo caso de ser verdad y no digo que lo sea. –explicó el Gryffindor. –Da igual, dejemos el tema.
Rose y Lorcan se encogieron de hombros y siguieron con lo que estaban haciendo.
Nota final: Pues les presento una nueva historia la cual lleva en mi cabeza demasiado tiempo. Intentaré actualizar lo más seguido posible.
Les cuento que está historia es principalmente un Scorpius/Albus. Sí, de tras fondo habrá un Drarry y tal vez unas cuantas parejas más sin tanta relevancia para la trama principal. Temporalmente Albus y Scorpius se encuentran a punto de terminar su sexto curso por lo cual ambos ya cuentan con diecisiete años de edad y están a poco de comenzar su último año.
Gracias por leer.
affy.
