1.- Letargo
Creo que llevaba más de un año sin saber de nadie del colegio que no fuera Harry, Ron o Ginny. A veces escuchaba noticias de Neville, pero desde que salimos, no había hablado con nadie, y de a poco el contacto se iba perdiendo. Tenía 19 años y no había seguido estudiando. Los mortífagos amenazaban al mundo, Voldemort estaba ganando y yo, estaba dispuesta a luchar contra lo que fuera. El ideal de que Harry venciera a Voldemort en el colegio se había abandonado pronto. Aún no estaba listo.
Pero las consecuencias habían sido claras. Escapar y esconderse. No había mucha opción.
Yo jamás planee mi vida así. No había visto a mis padres, que desde que había decidido meterme en esta pelea, les había borrado mi existencia de sus mundos. Nada en la vida me había dolido más, pero no quería hacerlos sufrir. Por lo menos estaban en un lugar seguro, lejos de mi, que era el peligro más grande que podían tener.
Mi vida tampoco había sido muy diferente. Vivía con Harry y Ron en Grimmauld Place, y mi salida más adrenalínica consistía en ir a comprar, disfrazada o con poción multijugos de algún mortal, cosas para alimentarnos. Que consistían básicamente en pastas y dulces. A veces una que otra verdura.
La noche era diferente. Salíamos a cazar mortífagos, a veces volvíamos mal, otras veces bien. Ya no tenía miedo a matar, si era necesario lo hacía. Había matado, en total a 20 mortífagos y no me arrepentía de nada.
Ron, era mi novio. Como tenía que ser. Nuestra relación había sido duradera y ciertamente era segura. Nada ni nadie me amaba como yo a él.
Esa noche de verano, hacía un calor insoportable. A penas podíamos estar despiertos de tanto calor que hacía. Teníamos que salir a las nueve y media y eran las ocho; quedaba una eternidad.
Sentía que me estaba quemando. Llevaba unos shorts de un jeans viejo cortado y una musculosa. Y por mi habría estado en ropa interior. Comencé a revisar las cosas que llevaba: En mi pierna un artefacto para poner la varita, en un banano; pociones para distintas cosas, hierbas, talismanes y demases. Estaba lista. Cerré los ojos un rato, hasta que Ron, con suavidad, me dijo que ya era la hora.
Nos tomamos de la mano y nos aparecimos en un lugar del campo. La brisa calurosa nos removía nuestros cabellos, esparcía nuestro olor. Instintivamente nos agachamos cuando escuchamos voces. Era fácil saber quienes eran, porque la voz inconfundible de Pansy Parkinson, estaba delante de nosotros.
La hierba era alta, lo que nos permito escondernos y desplazarnos. Harry al medio, yo a la derecha y Ron a la izquierda. Si todo salía bien, era un grupo de tres. Pansy y sus dos amiguitos Crabbe y Goyle.
Draco, había desaparecido tras nuestra salida del colegio. Luego de descubrir que él no había matado a Malfoy y que había sido Snape, se volvió de los buenos. Contra la ira de todos. Ambos fuimos premios anuales y lo había tenido junto a mí. Había sido su amiga y confidente, nunca había pasado más allá. Pero nadie sabía, ni Ron, ni Harry, ni nadie.
Si lo hubieran sabido probablemente me hubiera quemado viva. Esa es la verdad. Nunca la creyeron, nunca nada. En cambio yo lo tuve llorando, con miedo. Si bien habíamos recuperado Hogwarts, eso no significaba que le mundo fuera seguro. En cualquier momento podían llevárselo.
Y creo que así fue. Después de graduarnos, desapareció. Nunca supe de él, ninguna lechuza lo pudo encontrar, nadie. Yo sentí, como si algo se hubiera muerto, pero era parte de la guerra.
Las voces se acercaban más. Creo que estuvieron a la altura de Ron cuando lo sentí levantarse y lanzar un hechizo. Yo también me levante.
¡Desmaius! – Exclame directo al cuerpo de Pansy.
¡Crabbe tiene algo en las manos! – el gigante y gordo Crabbe tenía un bulto al hombro. Y ya sabíamos la rutina. Yo, era la más rápida de los tres, así que yo lo perseguía mientras ellos me cubrían la espalda.
¡Te amo Herms!- era lo que gritaba Ron siempre que corría. Yo sonreí. Siempre decía, que si era la última vez que me iba a ver, quería que lo supiera.
Perseguir a Crabbe no fue para nada difícil. Al contrario, fue facilísimo. Corría lento y los otros dos estaban retenidos por Harry y Ron. En menos de dos minutos, Crabbe cayó solo. De una patada lo di vuelta y lo petrifiqué. Con cuidado saqué el bulto de sus manos. Era un cuerpo.
Me mordí el labio, porque no quería encontrar a otra persona querida muerta. Así que sonreí cuando puse el cuerpo, que estaba en una bolsa, en el suelo y me di cuenta que aún respiraba. Con cuidado y rapidez, saqué la cabeza. Miré a la persona que estaba ahí y no lo pude creer.
Draco Malfoy estaba golpeado hasta más no poder y al parecer, inconsciente. Le saqué los cabellos de la cara y lo miré. Lágrimas salían de mis ojos.
¡Shh! Va a estar todo bien. Soy yo. – Dije sonriendo.
Sus ojos azules se abrieron de inmediato. Se sentó, saliendo completo de la bolsa y me abrazó. No me di cuenta que tenía su varita. Escuché su fría voz.
Finitem Incatatem.
Crabbe comenzó a moverse y yo no podía creer lo que veía. Traté de alejarme de un salto, pero Malfoy me abrazo y desparecimos. Nadie sabía donde iba a estar, ni yo sabía adonde iba, ni con quien, porque el Draco Malfoy que había conocido, era un espejismo, una farsa, un engaño.
