Aclaraciones: Ya saben, los titanes no son mios, ni Levi *llora*
LET ME KNOW
Otro día de mierda más. Y Levi ya estaba harto. Cada maldito día, CADA DÍA tenía que soportar ser un enano inservible.
Levi siempre fue pequeño, cuando iba al jardín de infantes siempre creían que era una chica por ser tan delgado y tener facciones tan lindas, pero el se animaba a si mismo diciéndose de que no importaba lo que pensaran las personas porque el crecería y se haría un hombre hecho y derecho. Bien, pues eso jamás pasó. En el colegio seguía siendo el hombre más bajo de su clase, a pesar de que en esa época las mujeres eran más altas que los hombres, se sentía enano. Sin embargo no perdió las esperanzas, aún estaba en etapa de crecimiento, aún podía crecer. Hizo todo lo posible, tomar leche, tomar pastillas para el crecimiento, jugar basquetbol pero nada funcionó y para cuando llegó a la universidad, no había crecido ni un solo centímetro, quedando estancado en ese maldito 1,60cm. Así que para intentar aparentar rudeza siempre estaba con el ceño fruncido, ya que si no lo hacía parecía escolar, y para contrarrestar su apariencia débil siempre iba al gimnasio. Físicamente no se notaba cuando portaba ropa pero Levi poseía mucha fuerza, fruto de sus constantes idas al gimnasio y practica de artes marciales. Nunca nadie le había ganado en un combate cuerpo a cuerpo. Pero no era suficiente.
Levi estaba seguro de que algo muy malo debió de haber hecho en su vida pasada para cumplir esa tortura. La tortura de tener que usar a diario el metro de Tokio para ir a su trabajo. El metro solo se podía comparar con el infierno mismo, sobre todo en la época de otoño, en el cual en la madrugada la temperatura descendía hasta calar los huesos y luego en la tarde hacia un calor infernal que hacia a la gente sudar, y oler asqueroso.
El metro era la combinación de todo las cosas que Levi más odiaba en el mundo: sentirse pequeño, que extraños lo tocaran, suciedad y malos olores. Necesitaba un puto auto pero aún no había reunido el dinero suficiente como para comprarse uno. En resumen, mierda por todas partes y lo que más Levi desprecia es la mierda. La sola palabra le provocaba asco.
La alarma de su Iphone sonó, y el despertó. Así comenzaba a diario, su tortura. Lo primero que siempre hacia en la mañana era cambiar las sabanas, no soportaba dormir con la misma ropa de cama todos los días. Luego, se desprendía de su pijama y entraba a la regadera, siempre se frotaba cinco veces cada parte de su cuerpo y se enjuagaba tres. Dos veces limpiaba su cabello y una le echaba bálsamo. Todo eso en 7 minutos, ni más ni menos porque su piel se deshidrataba si permanecía mas tiempo en la ducha. Se frotaba cuatro veces para secarse y solo una vez secaba su cabello con secador.
Tenía organizada toda la ropa por día, así que cuando salía del baño tan solo iba al día correspondiente e intentaba que todo combinara. Tomaba café amargo, y su portafolio , listo para ir a trabajar. Abrió la puerta y salió de su departamento.
Y aquí era cuando toda su perfecta rutina era arruinada por sucios e impuntuales humanos. Levi odiaba pisar la calle y notar como personas que con suerte se habían bañado y vestido bien corrían por todas partes para no llegar tarde. Con los autos atestando las calles y ensuciándolo.
Inconscientemente frunció más el ceño.
Se dirigió al subterráneo, intentando evitar la inmundicia del mundo. Compró un boleto y esperó pacientemente que el vagón de metro llegara. Miró la hora, iba a tiempo, como siempre. Un sonido metálico se dejó escuchar por la estación y el metro se instaló enfrente de las personas, abriendo sus puertas.
Levi siempre se ponía en el mismo lugar, en el extremo de las otras puertas, al medio. Sin tocar nada y sin tocar a nadie. Su estrategia siempre funcionaba pero aquel día ocurriría algo que cambiaría su rutina.
Por casualidades de la vida, aquel día se realizaría un concierto, al cual miles de fanáticas asistirían y todas se habían puesto de acuerdo en ir juntas, o al menos un grupo bastante grande lo había hecho. Usualmente Levi demoraba un hora de viaje en metro, algo así como 20 estaciones y a pesar de lo concurrido que era el metro nunca iba al punto de ir casi asfixiado... hasta ahora.
Ya iba en la estación 6, Levi lo sabía porque las contaba cada vez que el conductor avisaba la llegada debido a que al ser tan pequeño no alcanzaba a leer los carteles. Otra cosa más que odiaba. SI bien, iba un tanto apretado, entre un joven más alto que él, un hombre (también más alto que él, ¡que sorpresa!) y una señora, se encontraba cómodo. O al menos así lo fue hasta que las puertas de la estación 7 fueron abiertas de par en par y un grupo de niñitas chillonas y estúpidas atiborraron el vagón.
Levi abrió los ojos estupefacto y completamente seguro de que definitivamente algo muy malo había hecho en su vida pasada. Fue brutalmente empujado hacía la puerta, y para su desgracia una de las estúpidas niñitas que ¡adivinen! También era más alta que él- probablemente le sacaba una cabeza- se puso delante, refregando su asqueroso cuerpo contra el de él y su asqueroso perfume llenando su nariz. La rubia- teñida- tenía el pelo amarrado en una cola alta que cada vez que movía la cabeza, golpeaba como una especie de látigo la cara de Levi. Y oh, por supuesto, eso no llegaba allí, la malnacida usaba un polerón con gorro, osea sino estaba golpeando a Levi con su estúpido moño, !lo estaba asfixiando con el puto gorro!
Pasaron cinco estaciones así, Levi lo soportó lo que más pudo repitiéndose mentalmente lo que su hermosa madre francesa siempre le decía: "Levi, no debes golpear a las mujeres, ella son mas frágiles que tu cariño y les puedes hacer daño"
¡Daño me esta haciendo esta zorra madre! -pensó, furioso y a punto de mandarle una patada a la estúpida.
Intentó moverse un poco para no sentir ese olor que aquella tipa despedía, pero no había opción, no podía moverse. Inspiró llenándose de paciencia, y apretó con rabia su portafolio. Su mente se llenó de miles de escenas en que esa chica era brutalmente asesinada, y eso le hizo sentir un poco mejor. Que gritará como la perra que era.
Ya falta menos y Levi ya se sentía un poco más tranquilo hasta que a la chica se le ocurrió la brillante idea de dejar su mochila en el piso y refregar todo su asqueroso trasero en la entrepierna de Levi. Eso era todo, fin, esa zorra era carne muerta. Levi levantó su pie, dispuesto a reventarle el culo cuando una suave voz detuvo su accionar.
-Señorita, disculpe, ¿le molestaría cambiar de lugar conmigo? Debo bajarme pronto, además aquí se está más cómodo- Levi vio la reacción de la tipa que prácticamente se babeó encima al mirar al dueño de esa voz. Por fin el cuerpo de la chica se despegó del de él y se intercambió con el de un chico. Levi observó su ropa, usaba unos jeans azules , una camisa verde y una chaqueta café. Lo miró a la cara cuando posó sus manos a los costados de su cara, afirmándose de la puerta.
-Perdona, pero es el único lugar del que me puedo afirmar- se disculpó con una sonrisa. Sus ojos eran verdes, tan verdes que Levi creyó que eran lentes de contacto, los asiáticos no tenían los ojos así, tan grandes y boni- tan raros, eso, raro. Asintió como respuesta y se cruzó de brazos, incomodo. Las estaciones siguieron pasando y cada vez estaban mas cerca, tanto, que Levi sentía la respiración de aquel chico en su cabeza, despeinando su cabello. Sentía su olor, y no le molestaba, era un perfume agradable. Volteó su cabeza y vio como la estúpida rubia teñida no paraba de mirar al chico de ojos verdes, probablemente creyendo que el chico había sido amable con ella porque se sentía atraído hacia su cabeza llena de aire, ya que al parecer había mentido respecto al hecho de que debía bajar pronto.
Y pensando en ello, se dio cuenta de que no tenía ni una puta idea de en que estación estaba. Levi intentó ponerse en puntitas para ver el cartel de la estación pero, era en vano, el chico de ojos verdes tapaba toda su visión. Molestó, le habló.
-Oe, no sé en que estación estamos debido a tu gigante cuerpo- el chico lo miró, dejando sus caras demasiado cerca debido a que seguía con la manos apoyada en los costados de Levi. Y su duda fue resuelta, en chico de verdad tenía los ojos verdes, con algunos puntos celestes y ¡ah! ¿Eso que importaba?
El más alto, sonrió.
-Falta una estación para que te bajes, estamos en Minato- Levi frunció el ceño, ¿y ese mocoso por qué sabía donde él debía bajarse? ¿Qué, acaso era una especie de acosador?
-¿Y tu como mierda sabes eso, mocoso?- el chico volvió a sonreírle.
-A veces la gente mas pequeña es mas notoria que la más alta- puso un expresión más pensativa- o quizás le gente alta se fija más en la pequeña.
Una vena saltó en la cara de Levi, ¿Acaso ese mocoso de mierda le había dicho pequeño?
-Oi, ¿quieres morir?- le amenazó lúgubremente. El chico de ojos verdes rió y negó.
-Deberemos aplazarlo porque ya llegaste a tu destino.
Levi no comprendió a que se refería el chico hasta que el timbre que anunciaba el cierre de puerta de dejó escuchar, el más pequeño debió salir corriendo para lograr bajarse a tiempo. Su portafolio casi queda atrapado sino fuese porque tiró de el a tiempo. Acalorado, por haber empujado a tantas personas para lograr salir, se sentó y miró su portafolio. Había un post-it pegado allí, con un mensaje y un numero de teléfono. Este decía:
"Para aquel hombre pequeño que siempre toma el mismo lugar en el metro" Eren Jaeger.
Levi entrecerró los ojos, ¿y quien mierda era Eren Jaeger?
*COF COF* *Saca el polvo de su cuenta de Fanfiction* Vaya! Hola! Tantos años! Hace tanto que no publicaba nada que ya había olvidado como se usaba esta cosa XD
Bien, esta historia esta basada en un chico que siempre me topo en el metro que es muy bajito y que el otro día fue agredido por una chica de coleta que a cada rato lo azotaba con el moño, pobrecito, pero se aguantó y no le dijo nada a la chica, como un caballero. Y luego pensé en Levi y BOOM! Salió estó!
Quizás haga un segundo capitulo con lemmon *fetiche con el sexo en el metro* peroooooo no aseguro nada.
Espero que les haya gustado!
Bye, bye~~!
