DISCLAIMER: Codename Kids Next Door no me pertenece, son propiedad de Mr. Warburton y Cartoon Network, este fanfic es sin fines de lucro.

REEDITADO: Fanfic resubido y reeditado de la antigua cuenta Seogumi and Masunny.

Sí, voy unas chorrocientas de ediciones con esta, pero creo que eso pasa cuando subes algo de lo cual no estas muy segura de si es buena idea o no, y la verdad aún no estoy muy segura del asunto, pero que bah! No lo pienso borrar a partir de este post, pase lo que pase, así truene o relampaguee, ahí se queda XD

30... llegué a los 30 reviews papa :'v y les estoy sumamente agradecida por eso. Vamos a ver si alguien me toma en serio y me lee, porque en serio que a partir de aquí no voy a borrarlo en serio uwu

No, no hay correcciones de nada, no quiero cambiar algo que realmente me gusta, pero como he dicho en otro fic que he publicado, ya no puedo escribir demasiado, mi batería se está agotando (?) Y creo que me vendría bien adaptarme a mis circunstancias actuales, en vez de mantenerme terca y pensar que "todo lo puedo" ;v

Bueno no estamos aquí para leer mis NA's largas :u disfruten la lectura.


X-X-X-X-X: cambio de escena.

*w*w*w*w*w*: escena que transcurre al mismo tiempo en diferente lugar.


Cargando misión para:

KND Los chicos del barrio

Operación:

T.I.E.M.P.O

Tratando de

Impedir

Encuentros

Malignos del

Presente

Ofuscado


Su vida iba a dar un giro diferente, empezaría una nueva aventura en el espacio. Después de despedirse de sus padres, cuatro muchachos fueron a su encuentro para al menos decir "adiós". Hoagie le regaló unas armas que había hecho; Kuki le dio un tierno beso en la mejilla y un abrazo; Wally, por más que quiso, no pudo contener sus amargas lágrimas. Llegó el momento de despedir a su más grande apoyo, a su segundo al mando y su gran amiga: Abby.

–Mírate, Uno, el mejor agente de todo el planeta; y creer que tuve que convencerte de que no renunciaras esta mañana.

–Si no fuera por ti, en primer lugar, yo no estuviera en Los Chicos del Barrio.

–Ay por favor, te hubieran reclutado después. Es decir, sí lo hicieron. –El rostro de Cinco cambió a uno de preocupación.

–Oye ¿Estás seguro de querer hacer esto? No tienes que irte.

–Sabes que no puedo dejar pasar esta oportunidad, Abby eres un niño solo una vez, ¿cierto? Pero antes de irme hay algo más que quiero decirte.

– ¿Qué cosa?–, preguntó Cinco.

Para sorpresa de todos, Padre había llegado. De inmediato, 74.239 corrió hacia donde Nigel se encontraba y señaló una nave que estaba al lado de él.

– ¡Número Uno, sube a la nave ahora!–, Uno asintió con la cabeza y se dirigió a ella, sin embargo, Padre ya estaba enfrente de él creando un muro de fuego para separarlo de los demás.

–Oh, señor Uno, no pensabas irte sin despedirte de mí–, Padre dijo con un tono sarcástico. Acto seguido le agarró el cuello y lo alzó con una mano mientras con la otra preparaba una bola de fuego. –Nunca te saldrás con la tuya.

Uno sentía que le faltaba el aire. –Déjame... mi misión aquí... ha terminado…

Padre rio malévolamente. –Tu misión aquí fue un fracaso y tú lo sabes. Por muy lejos que estés del planeta, sin importar si vas a otra galaxia, yo siempre estaré ahí para atormentarte.

– ¡No! No es cierto, esto ya terminó. –Uno intentó soltarse.

–Tú lo has dicho, acaba ¡ahora!

Padre lanzó la bola de fuego con todas sus fuerzas. Nigel gritó con tal desesperación hasta que finalmente despertó.

Al abrir sus ojos, Uno se encontraba en su cama galáctica, respiraba muy agitado y empapado en sudor. Miró a su alrededor por si acaso, pero por suerte descubrió que solo había sido un sueño o, más bien, una pesadilla. Había pasado ya seis meses desde que dejó la Tierra; su vida en el espacio era agradable, llena de peligros, misiones casi imposibles que solo él, siendo el número Uno, podía resolver. Sin embargo, a veces sus días se llenaban de nostalgia y un deseo intenso por volver invadía su ser, sabía que no podía hacerlo, pero eso no evitaba el dolor que esos sentimientos le causaban. Y ahora ese juego de su mente lo acechaba desde hace tres semanas, cosa que no lo dejaba tranquilo ya que no encontraba la razón de ese sueño.

– ¿Por qué siempre tengo que soñar eso?–, llevó sus manos a la cabeza. –Al menos sé que nunca pasará.

De pronto, la puerta fue abierta con brusquedad y un ser desconocido entró a la habitación con un arma en mano y alzando la voz.

– ¡¿Qué pasó?! ¡¿Quién anda allí?!

Uno gritó con fuerza, pero se detuvo al reconocer a su "agresor".

– ¿98C? ¿Qué haces tú aquí? ¿Acaso nadie te enseño a tocar, mi chavo paranoico?

–Lo siento, jefe, pero eres tú el paranoico. Te escuché gritar–, le respondió 98C, uno de los agentes del nuevo equipo de Uno: el Sector B.

–Perdona, es solo que… –, Uno agachó la cabeza y murmuró–. Volvió a pasar.

– ¡Qué!–, exclamó 98C, – ¿La misma pesadilla otra vez? Pero si ya son tres veces seguidas, y siempre pasan los miércoles a las 3:45; ni un segundo de atraso. Ya te dije que mi papá es buen psicólogo.

–No estoy loco–, dijo Uno mientras lanzaba un suspiro. –No sé por qué sigo pensando en Padre–. 98C se sentó a su lado.

– ¿Puedo hacer algo por ti?–, preguntó colocando su mano en el hombro del niño.

–No, ya has hecho mucho. Has sido un gran amigo desde que vine.

98C, por su personalidad extrovertida, fue el primero en hablar y relacionarse con él. Al poco tiempo su relación se hizo muy estrecha, llegándose a convertir en los mejores amigos; tal como cuando estaba en casa. –Tenía que hacerlo o si no podrías haber muerto de depresión crónica–. La sonrisa del extraterrestre se borraba poco a poco al percatarse que el chico no movió ni un músculo tras escuchar la broma. Carraspeó. – ¿Sabes? me han dicho que eres serio, pero tampoco exageres.

–No estoy de ánimo para chistes, Dos–, el alien alzó una ceja.

– ¿Quién?–, preguntó éste desconcertado. Nigel entonces se percató del error que había cometido

–Nada, yo… olvídelo. Lamento haberte despertado. Creo que debes descansar; mañana tenemos una misión en el planeta Warburton–. Uno le dio una palmada en la espalda.

–Sip. Tenemos que estar muy activos, ese teserracto no se captura solo–, dijo 98C bajando de un salto de la cama del chico–. Además, no queremos que 23D se despierte. Ella es más gruñona que tú– Uno rió por el comentario, pero se detuvo casi al instante al percatarse del insulto. – ¡Oye! ¿Cómo me dijiste?–, gritó con el ceño fruncido. 98C se fue antes de que explotara de verdad.

Una vez solo, el muchacho se acostó, y sin aparentes intenciones de volver a dormir. Así, haciendo uso de su tiempo libre, pensó en lo que había dicho hace poco. "¿Acaso dije Dos? ¿Por qué?" ¿Por qué razón sería? Era obvio que los extrañaba. Los sentimientos nostálgicos regresaron dentro de él. Aunque su nuevo equipo lo había recibido muy bien, no podía olvidar su hogar.

–Chicos. –Cerró los ojos–. ¿Cómo estarán allá?

A unos chorrocientos kilómetros de años luz, en nuestro querido planeta tierra (más específicamente, Cleveland), dentro de una enorme casa del árbol, una niña de buzo verde y cabello negro largo jugaba con su simio arcoíris cerca del enorme televisor en el que dos niños hacían uso de su tiempo con los videojuegos, todo eso era una costumbre, pero había algo diferente en esta escena en comparación con otras: cada uno de sus semblantes embargaba tristeza, uno a diferente grado que el otro; pero en sí, todos expresaban ese sentimiento en su rutina diaria. Había pasado seis meses desde que su líder se fue al otro lado del universo para no volver jamás.

Por la casa se escuchó una alarma, los tres se acercaron a la computadora para observar a 65.3 del otro lado de la pantalla con una nueva misión que, pese a sus condiciones, tenían que cumplir. Dos, el niño robusto del grupo, contestó la llamada. –65.3 ¿qué ocurre?

–Tenemos una misión muy urgente para ustedes secto…–, 65.3 dejó de hablar y frunció el ceño– ¡Esperen!, no puedo hablar si su líder no está presente.

–Por favor–, exclamó Cuatro molesto–, ¿no se supone que es urgente?

–Nos puedes decir a nosotros–, añadió Tres de la manera más amable posible.

–Lo siento mis chavos, pero esas son las reglas…yo no hablo hasta ver a...

Alguien más se aproximó a la pantalla, una morena de camisa azul, que portaba unas gafas encima de su característica gorra roja. – ¿Me buscabas?–, el rostro de la chica denotaba seriedad.

–Tienes 17.4 segundos de atraso–, el niño señaló su reloj. –Esto no es aceptable ahora que eres líder.

–Mejor tarde que nunca ¿Puedes seguir mencionando la misión?–, el resto se hizo a un lado para que ella se acercara más a la pantalla.

–Bueno, no te esponjes–, leyó su informe–. Descubrimos que el señor Fibb y el señor Wink planean colocar un casco para novios en los niños de toda la escuela para que hagan la tarea eternamente, deben detenerlos antes de que pongan su plan en marcha, les envío las coordenadas en este momento.

Antes de realizar la tarea, el regordete pudo observar las facciones de todos, llenas de preocupación y algo de temor. Por ahora habían realizado misiones cortas o de poca importancia pues la base lunar les concedió ese permiso para que pudieran adaptarse a las nuevas circunstancias. Sin embargo hace unas semanas, Cinco recibió un informe que le avisaba que pronto regresarían a cómo eran antes. Esa era la primera vez que se enfrentarían a sus enemigos sin la presencia de su antiguo líder. Debido al ambiente, el niño no sabía cómo reaccionar; se limitó a llevar la mano a su nuca y lanzar un suspiro. –Sé que esto es una situación difícil–, 65.3 mostró una sonrisa–, pero yo confío en ustedes. Fin de la transmisión.

–Ya escucharon a 65.3, hay que apresurarse–, habló Cinco y vio a sus compañeros, los cuales no se sentían seguros por completo. Ella tampoco lo estaba, pero para calmarlos, dibujó en su rostro una pequeña sonrisa. –Y otra cosa: yo también confío en ustedes.

–Y nosotros en ti… jefa–, Dos le devolvió la sonrisa.

–Entonces hay que irnos ya–, dijo Tres emocionada.

– ¡Sí! Es hora de enfrentar a esos despreciables adultos–. Cuatro alzó su puño.

– ¡Ese es el espíritu!–, exclamó Cinco. Acto seguido ajustó más su gorra junto con las gafas de Uno y elevó su mano en son de liderazgo. – ¡Chicos de barrio, a sus posiciones!–. Los niños partieron al lugar en el SCAMPER.

Observando su reciente creación, sentados cómodamente en la SuperCilla, los dos villanos se sentían entusiasmados porque faltaba poco para culminar con su perverso propósito. Desde que el líder del sector V desapareció misteriosamente, cada adulto anhelaba obtener su momento de victoria y contemplar cómo sus planes triunfaban con mucha facilidad. Era el turno de esos dos probar el triunfo de mantener a los niños bajo su merced, aunque para su desgracia, no sucedería como ellos imaginaban.

– ¿Está listo el control de mando, señor Fibb?

–Más que preparado, señor Wink.

–Entonces–, el hombre con cuernos de búfalo produjo una pequeña sonrisa de su rostro–, ¿qué estamos esperando? –. El varón de las manos grandes empujó la palanca , que estaba al costado de su brazo, hacia abajo provocando que unas luces parpadearan de manera constante en la habitación; una pequeña pantalla que mostraba a los infantes jugando a la hora del recreo en la escuela apareció en medio de los dos. Ambos rieron sin cesar cuando el señor Wink presionó un botón rojo para instalar los cascos en las cabezas de los pequeños, pero sus carcajadas fueron interrumpidas cuando un rayo de mostaza impactó en la pantalla y un proyectil de jugo de naranja arrojó el control al suelo.

–Eso no estaba en nuestros planes, señor Wink.

–Así me temo, señor Fibb.

La SuperCilla giró para mirar a los cuatro miembros del sector V formados en línea recta, cada cual con un arma, la frente en alto y una sonrisa satisfactoria porque sentían que ése era su momento de regresar a la acción; y lo lograron, porque pudieron derrotar a los dos adultos sin mucha dificultad. De vuelta en la casa del árbol, su animosidad había retornado así como su confianza en que las cosas estuvieran mejorando. Cinco escribía en la computadora los últimos datos para completar el informe para la prisión ártica. Cuatro se lanzó al sofá que estaba frente al televisor, exhausto pero contento; al segundo que agarraba el control remoto, Tres lo tomó de su mano y encendió el aparato para mirar su programa favorito, el rubio le brindó una mirada de fastidio pero no pudo quitarle nada porque Dos sugirió celebrar ésta victoria con unas sodas bien heladas. Todos aceptaron con gusto su propuesta; al dirigirse a la cocina, sin embargo, Cuatro tropezó y chocó contra la pared donde estaba la correspondencia, esto provocó que le cayeran encima un montón de cartas.

– ¡Dos! ¡Te dije que revisaras el correo!–, retó Cinco al aludido.

–No es cierto–, el niño negó con la cabeza, pero luego se quedó en silencio y recordó la orden. –Espera sí lo hiciste–. Cinco rodó los ojos.

– ¿Güero, estás bien?–, Tres corrió donde Wally y lo agarró del brazo para ayudarlo a levantarse.

–Tranquila, solo son cartas–. El rubio se puso de pie. –Pero no sabía que nos enviaban tantas–, miró al suelo donde estaban esparcidas – ¿Será que tenemos admiradoras?–, Kuki le pellizcó el brazo por la molestia ante su comentario.

–Como digas Romeo–, Cinco se agachó para recoger los escritos, cuando leyó la primera le mostró una sonrisa malévola a su compañero. –Mira, Cuatro, te aceptaron para el curso de baile de salón–, el mencionado le arrancó de inmediato el sobre, con las mejillas enrojecidas y el ceño fruncido pues le molestaba escuchar la risa del resto; después de darle una hojeada rápida arrugó el papel y lo guardó en su bolsillo.

La morena pasaba al vuelo las cartas, todas eran irrelevantes. Cuando llegó a la última su rostro se llenó de asombro dejando caer las demás al piso, quiso hablar, mas solo pronunciaba frases entrecortadas. Sus amigos se miraron entre sí al verla en ese estado. – Cinco, ¿qué te pasa?–, inquirió Dos con preocupación, aunque lo único que recibió como respuesta fueron balbuceos. Tres no aguantó su curiosidad así que tomó la carta de las manos de la otra muchacha; al terminar de leerla se quedó estática con la boca abierta. Los dos niños movían sus manos o chasqueaban los dedos para llamar su atención pero era inútil. Cuatro, harto de eso, cogió la hoja, levantó ambas cejas y abrió los ojos después de contemplar el contenido. Dos se asustó al notar que era el único "sobreviviente" ante el efecto de la carta; con temor leyó la parte de atrás del sobre donde se indicaba el remitente, sus ojos se movieron de un lado para otro repasando varias veces el nombre, no quería creer que algo así estuviera pasando.

De Número Uno.

– ¡Es de Uno!–, gritó tan fuerte Hoagie haciendo que los demás volvieran a la realidad. Todos observaron el sobre sin saber al principio qué hacer; Cinco finalmente abrió la carta y comenzó a leer.

Para el sector V, saludos:

Hola, equipo; bueno, ahora ya no lo son, pero siguen siendo algo más importante: mis amigos. Espero no hayan creído que me iba a olvidar de ustedes, nique tampoco me iba a comunicar, saben que yo vivo de mi públicoy eso los incluye;solo lamento la demora, los tiempos acá son distintos, pero haré lo posible por enviar la mayor cantidad de cartas que a ustedes les llegará cada 15 días.
Tengo un nuevo equipo acá: 47G, encargada en el espionaje; 84K, científico; 98C, experto en combate; y 23D, nuestra enfermera y a quien no le caigo muy bien. Es un buen equipo, son muy diestros e inteligentes; pero créanme, daría lo que fuera por tenerlos aquí, aunque 74.239 tenía razón: hay muchos problemas acá que nos mantienen ocupados, pero yo soy bien bárbaro y sacaré tiempo para hablar con ustedes, lo prometo, saben que soy un niño de palabra. Estaremos en contacto, muchachos.

Los quiere, Nigel Uno.

Hubo silencio por un pequeño tiempo, cada uno trataba de receptar que lo que había sucedido no era un simple sueño. Una vez que entendieron que todo era real, comenzaron a bailar y saltar en completo frenesí. El haber cumplido su misión les provocó felicidad, pero esto fue un ánimo extra que alegres pudieron recibir; mucho mejor al saber que esta no sería su última carta, ese era el golpecito en la espalda que tanto necesitaban. Se sentían con regocijo por el hecho de que su gran amigo siempre les daría su apoyo. Debían mantenerlo en un lugar preciado ¡y qué mejor lugar que en su propia habitación! Al llegar al dormitorio de su líder, colocaron la carta en una vitrina.

– ¡Yo sabía que Uno no se olvidaría de nosotros!–, expresó Tres juntando sus manos.

–Ya extrañaba sus palabras–, añadió Cuatro.

–No puedo creer que nos extrañe tanto como nosotros–, dijo Dos.

–Es por eso que no debemos decepcionarlo–, Cinco alentó a los muchachos. –Demostremos ser el mejor sector para que Uno se sienta orgulloso ¿de acuerdo?

– ¡De acuerdo!

– ¡Ahora sí a celebrar, chachalacas!–, exclamó Cuatro.

Todos salieron de la habitación; sin embargo, Cinco se tropezó con la vitrina e hizo que la carta cayera de nuevo. Asustada, miró hacia afuera asegurándose que nadie la había visto, rápido la recogió para disimular cualquier desorden. Antes de colocarla de vuelta a su lugar alcanzó a ver que dentro de la misma había un sobre más pequeño que decía: "Para número Cinco. No te sorprendas, es para ti." Arrugó un poco las cejas y esbozó una pequeña sonrisa, emocionada, abrió el sobrecito para leer las siguientes palabras.

Te agradezco personalmente por todo. Como líder del sector V tienes que ser fuente de ánimo para tu equipo; pero también necesitas ánimo; tranquila, para eso estoy yo. Hay momentos en que extraño mucho tus consejos, tus sabias palabras y tus jalones de oreja, por eso no cambies, yo siempre te tendré conmigo.

Dentro del sobre había otro pedazo de papel; era una fotografía donde estaban los dos de pequeños, cuando Nigel entró por primera vez a los chicos del barrio. Abby lanzó un suspiro de alegría, mientras su sonrisa se hacía más grande y poco a poco las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.

– ¡Cinco! ¡¿no vienes?!–, gritó Tres desde la sala, sacando a la muchacha de sus pensamientos.

–Ah, sí ¡ya voy!– respondió secándose los ojos en el camino. Guardó la foto en su bolsillo sin que nadie la viera y alcanzó al resto de sus compañeros.

X-X-X-X-X

La segunda carta del ex–líder llegó a los quince días, al mismo tiempo que recibieron una alerta de ataque adulto: "Catarro Común está infectando a los niños de la zona sur". Después de leer la carta partieron hacia la misión. El hombre resfriado lamentó haber interferido en su camino, los chicos del barrio le dieron sus pataditas como es merecido. La sonrisa de estos cuatro muchachos regresó, y eran los mismos de antes.

¡Cuidado adultos, el sector V está en la casa!

Hola, amigos ¿me extrañaron? 98C les manda saludos aunque no los conozca, creo que se llevarían muy bien con él

Transcurridas otras dos semanas obtuvieron la siguiente carta; luego de leerla fueron a sus clases. En la hora del almuerzo, la Súper Abuela les tenía listo su hígado de vaca para que se lo comieran todo; pero ella tuvo que tragarse sus palabras, los muchachos la vencieron con facilidad. Cada vez se esmeraban más.

Me gustaría que culminen nuestra misión con Padre;solo espero que puedan, ustedes ya lo conocen.

Ernest y su pandilla volvieron a reclutar adultos para hacer su corrida de toros. Para Cuatro, eso era personal, así que fueron a derrotarlo. ¿Qué no pueden hacer estos chicos?

El teniente del Concejo Galáctico quiere hablar conmigo, corren rumores de que me condecorarán por mi desempeño;la verdad no lo sé.

Otro par de semanas y la escuela volvió a ser atacada, pero esta vez por los ninjadolescentes, quienes querían vengarse porque los chicos del barrio arruinaron su fiesta de verano. ¡El sector V fue al rescate! No importó cuántos adolescentes hubiera, los derrotaron y los entregaron a la base lunar. Pobres, no pudieron escapar.

Después de quince días más, escucharon unos griteríos fuera de la casa. Terminaron de leer el mensaje y notaron que era Excuseitor listo para atacar con su "poder pachoncito". Al final de cuentas, lo mandaron al drenaje. La base lunar recibía buenos informes del sector V, se sentían orgullosos de su excelente desempeño.

X-X-X-X-X

Dos y Cuatro jugaban videojuegos; Cinco leía una revista; en cuanto a Tres, ella estaba cerca de la correspondencia. Su semblante manifestaba preocupación. Suspiró y observó el buzón vacío; deseaba que apareciera algo en el casillero, pero no sucedía nada. Ella metió la cabeza por si acaso la carta se había atorado, mas no estaba allí. Cuatro se encontraba distraído al observar las acciones de la asiática. Estaba tan ensimismado en eso que no se percató cuando Dos le ganó.

– ¡Por favor, Tres! ¡¿Qué diablos haces ahí?!

–Es que… –. La niña tragó saliva ya que tenía un nudo en la garganta. –No ha llegado.

– ¿Llegado qué?–, inquirió Dos.

–La carta de Uno… no ha llegado.

En ese momento los dos varones se observaron entre sí mientras Tres cerraba sus ojos para no llorar. Cinco no despegaba su vista de la revista, pero procedió a bajarla lentamente al sentir la mirada de sus compañeros.

–No se preocupen, ya mismo ha de llegar. No es que se ha atrasado mucho… ¿Un día? ¿dos?–. Abby intentó recordar cuánto había transcurrido.

– En realidad…un mes–, susurró la otra niña. Todos se sorprendieron, al parecer Kuki era la única que llevaba la cuenta del tiempo.

–No sabía que había pasado tanto–. Dos puso la mano en su nuca.

–Solo es un mes, cualquier cosa puede suceder–, expresó Cinco con el tono más calmado posible, aunque por dentro estaba destrozada.

– ¿Y si ya nos olvidó? O quizás ya no le interesemos–, dedujo Wally.

La voz de la japonesa perdió fuerza y comenzó a quebrarse. –Tal vez ya se acostumbró allá y no nos necesita más.

–Chicos no piensen así, Uno no se olvidaría de nosotros, solo tenemos que esperar un poco.

Con estas palabras su nueva líder los tranquilizó. Quizás solo estaban exagerando ¿Qué es un mes? Pudiera ser que estuviera muy ocupado en esos momentos y después mande una carta. ¿dos meses y nada? A lo mejor recibió una misión larga que lo mantenía ocupado por estos dos meses. Corrección: tres meses. Había transcurrido mucho tiempo, pero valía la pena mantener la esperanza. ¿cuatro?... ¿cinco?… ¡seis!… seis meses desde su última carta y no llegaba una nueva. Tres estaba exactamente como hace seis meses atrás: observando la correspondencia. El resto estaba a su alrededor. La niña se sentía desmoralizada, cada día que pasaba era una sonrisa menos y en su mente no podía caber que alguien que prometió apoyarla siempre se olvidara de ella de ese modo.

– ¿De qué sirve estar en los chicos del barrio si vas a pasar por esto?–. Las lágrimas empezaron a deslizarse en el rostro de Kuki de manera inevitable. –Yo extraño mucho a número Uno–. La chica seguía con sus lamentos. –Lo que más me duele es que probablemente él ya no.

–Tranquila Tres–. Dos trató de calmarla. –El hecho de que ya no mande cartas no significa que no nos quiera.

–Entonces ¿qué quiere decir? ¿que se le acabo la tinta?–, le replicó el Güero a su amigo.

En esos seis meses Kuki no era la única que había sufrido; la única diferencia con ella y el rubio es que él prefirió reservar sus sentimientos. Pero todo tenía un límite, y el de él se agotaba con rapidez.

– ¡Cuatro no digas ese tipo de cosas! ¡Uno no se ha olvidado de nosotros!–, Cinco lo quiso callar, pero él no iba a ceder.

– ¿Y qué pruebas tienes de que es así? No ha enviado una carta hace seis meses ¡Seis largos meses!

–Quizás solo esté ocupado–, intervino Dos en la incómoda conversación, –después nos enviará otra carta–. Se llevó la mano a su nuca. –Creo.

– ¿Y si no? Entonces lo que Cuatro dice es verdad.

–Hola–, el rubio agitó su mano dramáticamente para expresar su molestia, – ¡Es que es la verdad! ¡A Uno ya no le interesamos! Solo nos usaba para animarse, pero como ahora se siente mejor ya no nos quiere… no nos querrá…¡y no volverá a enviar una car…

– ¡Cállate, Cuatro, no sabes lo que dices!

Cinco estaba exasperada, no quería escuchar al resto afirmar que él los había abandonado. Las palabras del muchacho la hirieron y molestaron mucho. Sin embargo, él tampoco estaba en sus cabales y no quería guardar silencio.

–Y tú qué sabes ¿eh? ¿Acaso te envía cartas a ti?–. Con cada comentario que el chico hacía alzaba más su tono de voz.

–Solo…–, la morena le miró directo a los ojos, –lo conozco más que tú.

Ambos se miraron el uno al otro con expresiones de molestia por unos segundos. Dos y Tres se asustaron al ver a sus amigos discutir de ese modo.

–Puede ser–, Cuatro rompió el silencio, –pero sí sé que ese niño solo piensa en sí mismo ¡Por eso ya se olvidó de nosotros! ¡Se olvidó de ti!–. Le apuntó a la morena con el índice. Ella le bajó el dedo con enojo.

– ¡Wally no hables de ese modo!–, Tres se expresó muy dolida antes de que empeorara esta situación.

Dos también intervino para calmar a sus compañeros. –Solo estamos tensos por todo esto–. Dispuso su mano en el hombro de la muchacha de gorra roja, pero ella de inmediato lo rechazó.

– ¿Qué clase de equipo son si no confían en su propio amigo?–, Cinco habló de manera severa, pero su voz se entrecortó un poco al pronunciar esas palabras.

Después de decir eso se dirigió a su cuarto dejando en escena a una Tres confundida, un Cuatro molesto y a un Dos preocupado. Hoagie supo que en ese instante Cinco quería llorar. Él no se iba a quedar con esa duda, ella siempre había estado a su lado y ahora era su turno. Se armó de valor para seguirla a su habitación con el riesgo de recibir un gran cogotazo.

Abby se encontraba acostada en su cama observando la foto que Uno le envió. Sola en su cuarto podía revelar lo que sentía. Ya se encontraba a punto de soltar las lágrimas cuando de repente alguien tocó su puerta. Al abrirla vio a su amigo parado frente a ella. Él le ofreció una sonrisa y ella lo dejó pasar. El muchacho se sentía muy nervioso. No sabía cómo actuar, acostumbrado a que las cosas fueran al revés, sin embargo tenía la sensación de que era su deber estar con ella en ese momento.

–Solo–, suspiró, –venía para saber si estabas bien–. Le dedicó una pequeña sonrisa pero ella agachó la cabeza. Él se percató del objeto que Abby tenía en sus manos.

– ¿Qué es eso?

Cinco pensó ocultar la imagen, pero no lo hizo porque sabía que Dos le volvería a preguntar. –Pues… es una foto que tenía, la saqué para verla–. Ella procedió a sentarse en su cama. Otra vez mantuvo su cabeza agachada y él se sentó a su lado.

Hoagie la contempló por un rato, era tan linda. Desde que Nigel se fue, los dos se volvieron más cercanos a cómo eran antes. Por más que quiso, no pudo evitar sentir cosas por ella. Sabía, sin embargo, que la muchacha no le correspondía, razón por la cual eludía esas sensaciones, aunque en momentos como éste le era complicado hacerlo.

– ¿Tú en serio crees que Uno no se ha olvidado de nosotros?–. Fue lo primero que se le vino a la mente. –Él prometió enviar una carta cada quince días y ya ha pasado mucho tiempo.

–Dos, tú también lo conoces–, alzó su cabeza para mirarlo, –Lo que él dice se cumple. No nos puede abandonar, hemos hecho tanto por él… le hemos dado todo… yo le he dado todo–. Su voz se empezó a quebrar.

– ¿A qué te refieres con "todo"?–. Abby se quedó inmóvil un momento, para después mostrarle la foto que Nigel le regaló. Hoagie se sorprendió, causándole ternura verlos a ambos de esa forma, en especial a ella.

–Todo este tiempo he tenido buen ánimo por el simple hecho de hacerlo sentir orgulloso. Yo no puedo dejar de pensar en él. Desde que lo conocí, prometimos no separarnos. Sé que tuvo que hacerlo, yo lo hubiera hecho, pero faltó algo que tenía que confesarle, un sentimiento que se arraigó en mí hacia él. Más nunca tuve el valor de decirle… de decirle que…que yo…

Dos imaginaba a qué sentimiento se refería, sin embargo, no quiso escucharla pronunciar las siguientes palabras, no lo podría aguantar. Lo que hizo a continuación ni él se lo esperaba. Agarró la barbilla de su amiga con suma delicadeza, acercándosele más de lo debido para al final lograr lo que desde hace tiempo había deseado: darle un beso con mucha ternura. Cinco mantuvo los ojos abiertos por un instante, pero los cerró lentamente dejándose llevar por el momento, quizás no tanto como Dos hubiera querido, aunque sí lo suficiente como para sentirse satisfecho. Cuando se separaron, la muchacha quedó pálida y hecha piedra, parecía que ni respiraba. Él estaba aterrado, nunca creyó posible declararle sus sentimientos. Se suponía que sería un secreto eterno, mas tal fue su negación cuando estuvo a punto de oír el sentir de ella, que tuvo que hacer algo para evitarlo. –Abby…–, pausó unos segundos. Aún tenía dudas, pero ya la había besado; nada iba a detenerlo ahora. –Yo te amo… y yo estoy aquí.

El mundo de Cinco se detuvo: "¡Hoagie me ama!" Tanta confusión, mezclada con las nuevas sensaciones encontradas, posibles mareos y dolores de cabeza, no permitió que ella emitiera palabra alguna. Derramó una lágrima deseando que fuera la única, pero cayó otra seguida de muchas más. Así su llanto finalmente salió a la luz llorando como un bebé cuando le quitaban un dulce. Su amigo procedió a brindarle un abrazo con todas sus fuerzas; quería que se sintiera protegida, que tuviera la seguridad de que podía confiar en él. Ella cerró los ojos y se recostó en su pecho; todavía sollozaba, mas la calidez que esos brazos le brindaban se comparaba a un refugio. Él era su refugio. Ella se arrimó más fuerte a él y no lo soltó. Ninguno de los dos se soltó.

X-X-X-X-X

Seis meses más habían acontecido, Tres se encontraba agarrando el antebrazo de su amigo, rogándole que le acompañara a la feria del Simio Arcoíris.

–No molestes, Kuki, yo no voy a ir por más que me supliques–. Wally ya estaba cansado. –Dile a alguien más que te acompañe.

–Pero solo quedas tú.

–No es cierto, ¿qué hay de Cinco o Dos?–, la asiática alzó una ceja y lo miró molesta. –No puedo creer que no te acuerdes lo que ellos van a hacer.

– ¿De qué me tengo que acordar?

Dos y Cinco entraron a la sala muy felices agarrados de la mano. Cuatro se acercó a ellos.

–Oigan, Tres dice que debo acordarme de algo que van a hacer; díganle que está mal.

Cinco rodó los ojos. –Cuatro, ¿eres o te haces?

– ¡Otra vez te olvidaste!–, Dos se cruzó de brazos.

– ¡¿Pero qué debo recordar?!–. Por más que repasaba, su mente no daba con la respuesta. Después de pensar en ello por treinta segundos, se acordó de todo y les mostró una sonrisa.

–Acabo de perder tres minutos de mi valioso tiempo contigo–. Dos abrazó a Cinco. – ¡Vamos a celebrar nuestro aniversario!

–Pero todavía no tenemos un año.

–Entonces será por adelantado–. Le sonríe– ¿Nos vamos?

–Seguro–. Se dirigió a los dos niños. –Volvemos en dos horas, no quiero encontrar la casa en llamas.

–Diviértanse–, Tres se despidió, – ¡Que les vaya bonito!

–Eso todavía es muy empalagoso–. Cuatro hizo una mueca de asco.

– ¿Ya me vas a acompañar?

– ¡Qué no!

Tres y Cuatro no dejaron de discutir. Dos y Cinco bajaron por el elevador.

–Te apuesto cinco dólares a que Cuatro va a ir con Tres–, habló la niña.

–Hecho–, se dieron un apretón de manos– ¿Y a dónde quieres ir, mi chocolatito?

– ¡No vuelvas a decir eso jamás en tu vida!–, amenazó Cinco apuntándole con el dedo.

–Solo quería encontrar un apodo, no puedo decirte jefa.

–Solo dime Abby, no querrás que te diga bolita de grasa–. Dos le miró molesto, ella sacó una sonrisa triunfante. Salieron de la casa del árbol.

–Yo he estado bajando de peso por ti.

–Claro, tú dieta de hamburguesas y soda funciona muy bien.

–Bueno, no has contestado mi pregunta.

–Sorpréndeme.

–Sabía que ibas a decir eso–, le mostró una sonrisa y tomó su mano, –Te quiero.

–Y yo a ti–. Cinco le dio un pequeño beso en la mejilla. Dos se sonrojó y casi salió volando de la emoción, pero agitó su cabeza para volver al mundo.

– ¿Una carrera hasta el parque?

–Dale.

Los dos tortolitos emprendieron su carrera.

Parecía que las cosas estuvieran más tranquilas, pero en el espacio, sin embargo, las cosas estaban diferentes. El teniente del Concejo Galáctico, 987-Alfa, mantenía una conversación no muy amena con uno de sus agentes: Número Uno. – ¡No puedes hacer eso! ¡Yo no lo permitiré! ¡Permiso denegado!–. Del coraje golpeó la mesa con su puño; lo que le estaba pidiendo el chico era inconcebible.

–Necesito hacerlo, señor–. El semblante de Nigel estaba serio. –Creo que he hecho mucho por este sector y usted debería ver eso–. Su tono de voz era frío. Quizás era descabellado, pero las circunstancias ameritaban realizar tal petición.

–Lo que me pides es algo del otro mundo… literalmente hablando.

–Lo siento, jefe, pero créame: ¡Debo volver a la Tierra lo más pronto posible! Hay cosas que tengo que solucionar.


Transmisión Interrumpida.


Mención honorífica a Jazz Noire, por betear gran parte de esta historia, sus escritos siempre me inspiran a seguir c':

Si, aquí vamos de nuez con esta promesa, actualizaré una vez por semana, planeo saturar el fandom con mis fics como en los viejos tiempos XD así que no se vayan a aburrir de mí, porque me verán seguido. Todo sea por revivir este hermoso fandom que ha aportado maravillosos fics KND (que en paz descansen esos beshos tiempos :'v) ¡Nos leemos luego! ;D

¿Review? :3