Capítulo 1. Camino de vuelta a casa

Tras finalizar la Liga Pokemon de Teselia, era hora de volver al fin a Pueblo Paleta después de mucho tiempo fuera de casa.

-Bueno Ash, ahora que ya ha terminado la Liga de Teselia, ¿qué vas a hacer?.-Preguntó Iris.

-Pues creo que me tomaré un par de meses de descanso y volveré a casa. ¿Verdad Pikachu?.- Dijo Ash

-¡PIKACHA!.-Gritó Pikachu emocionado de pensar que podría relajarse durante un tiempo.

-¿En serio Ash? ¿Tú descansando?.-Le preguntó Iris extrañada.

-Sí, descansaré, aprovecharé para ver a mis amigos, no sé, ¡cosas que se hacen en unas vacaciones!

-Se me hará raro no tener a nadie a quien regañar…-Dijo Iris en tono apenado.

-Bueno Iris no te preocupes, podemos ir a visitarle de vez en cuando, no te preocupes.- Le dijo Millo.

-Tienes razón, así yo tendré tiempo para poder descansar de ti.-Dijo dirigiendo la mirada hacia el son una sonrisa que transmitía burla.

-Ya claro, descansar de mí si es que no me echas de menos ¿no?.-Dijo Ash mirándola con la misma cara.

-No te lo tengas tan creído.

-¡Queréis dejar de discutir!.-Les interrumpió Millo.-Este es el último día que vamos a estar los tres juntos y en vez de disfrutar, vosotros dos os ponéis a discutir. Menuda despedida…-Dijo Millo apenado.

-Tienes razón, será mejor que aprovechemos de lo que queda de día porque mañana volveré a Pueblo Paleta.-Dijo Ash para finalizar la discusión.

Al día siguiente, poco después de que saliese el sol, cada uno cogió sus cosas y sus caminos se separaron para volver a sus casas.

-Bueno Pikachu, ¡es hora de volver a casa!.-Exclamó Ash emocionado.

-¡Pika!.-Exclamó Pikachu igual de emocionado.

Ash y Pikachu comenzaron juntos su largo camino de vuelta a casa, cogieron un barco que les llevaría hasta la región de Kanto y solo tendría que llegar a casa. El barco tardó un par de días en llegar, llegó algo retrasado ya que algunas nubes habían decorado el cielo de un gris algo tenebroso que no inspiraba buena señal.

Cuando el barco atracó en Ciudad Carmín ya era muy tarde, por lo que Ash y Pikachu decidieron pasar la noche en el Centro Pokemon.

-Es demasiado tarde, será mejor que descansemos en el Centro Pokemon y mañana sigamos, ya no falta mucho para llegar a casa.-Dijo Ash.

-Pika pi.-Dijo Pikachu cansado del viaje en barco.

Cuando llegaron al Centro Pokemon la enfermera Joey les trajo unas mantar y una almohada para que pasaran la noche allí, pero no sin advertirles sobre el peligro que acechaba la región durante esos días.

-Ash, no se si deberías salir mañana de viaje.-Dijo la enfermera Joy.-En todos lados están avisados de que una fuerte tormenta atravesará la región y no sabemos que daños puede causar, podría pasarte algo.

-No se preocupe enfermera Joy.-Dijo Ash.-Estaré bien

-Pero no deberías…

-No tiene de que preocuparse de verdad.-Interrumpió Ash a la enfermera Joy.

Joy se retiró, dejando allí solos a Ash y a Pikachu, mientras ella seguía sin sentirse tranquila ante la insistencia del chico por irse de allí bajo la tormenta que estaba a punto de comenzar.

A la mañana siguiente Ash se despertó temprano para llegar rápidamente a Ciudad Celeste y poder ver a Misty, ya que hacía bastante tiempo que no se veían, y en cierto modo la echaba de menos.

-Bien, ya esta todo listo.-Dijo Ash mientras terminaba de guardar sus cosas en la mochila.-¡Vamos Pikachu!

-¡Pika!.-Dijo Pikachu saltanto sobre el hombro de Ash.

-Vaya parece que va a haber tormenta.-Dijo Ash mirando hacia el cielo.-Será mejor que nos demos prisa si no nos pillará la tormenta.

-Pika…-Dijo Pikachu asustado ante los primeros sonidos de la tormenta.

Ash y Pikachu emprendieron el paso lo más rápido que pudieron para evitar que la lluvia les alcanzase, pero cada vez el cielo se tornaba más y más negro, los primeros relámpagos empezaron a manifestarse haciendo que Ash estuviese cada vez más inquieto.

-No sé que hacer Pikachu.-Dijo Ash cabizbajo cogiendo a Pikachu entre sus brazos.-Creo que algo no va a salir bien hoy.

Acto seguido Ash echó a correr con todas sus fuerzas con la esperanza de encontrar algún lugar en el que refugiarse y estar a salvo de la tormenta que estaba a punto de estallar.