"Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas"
- Mario Benedetti
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Lunes, 17, 3:25 am.
Acababa de renunciar a probar la cena en el avión, la señorita me la había ofrecido un sin numero de veces y yo la había rechazado, Pero la verdad era que no me gustaba. Estaba con un sentimiento extraño, ¿acaso jamás regresaría?, claro que si, solo seria un año. "Tan solo un año" las palabras de mi madre aun resonaban en mi cabeza. Sabia lo que ella quería, quería alejarme un poco de todo ese mundo, en cierta forma a veces creía que mi mama me consideraba algo extraña. Pero no la culpaba, no era como ella, de cierta manera éramos tan diferentes, siempre con ese tono de desdén hacia mi, pero, como pretendía ser una buena madre cuando ni ella misma sabia lo que significaba aquello.
Huérfana de nacimiento. Su padre, Exitoso, ambicioso, no sabría que hacer con una niña y después de la muerte de su madre, cayo en el alcoholismo, aun ahora me pregunto como podía seguir trabajando en esas condiciones.
Tías, Tíos. No, jamás, de ninguna manera demasiado ocupados con sus propias familias como para pensar en alguien mas.
Y así fue como la enviaron a Alemania a un internado, bastante cruel a mi parecer, pero cada vez que ella me lo contaba era como si realmente fuera un alivio, y de una manera objetiva era verdad, ¿quien quisiera estar con un padre alcohólico y unos parientes demasiado egoístas?
Fue ahí donde conoció a su entrañable amiga Simone, aun recuerdo esas historias de adolescentes con las cuales sus ojos ardían de pasión, ansiando regresar a ellas, poder acariciarlas con sus dedos. Y siempre recordándome el "yo si viví mi adolescencia" y reprochándome el "tu siempre con la nariz entre libros" ni siquiera sabia lo que leía bah.
Los ojos me dolían, tenia sueño, pero no podía dormirme, siempre ese problema. Cada ves que recordaba sus reproches, venían a mi mente miles de formas de explicarle lo que pasaba, pero siempre el miedo, la vergüenza o alguna de esas, me lo impedían, no, no sabia porque, o tal vez si, ese sentimiento de abandono mas que la soledad, el sentir lo vidrios del espejo al impactarlos y después sus sonido tintineante al estrellarse contra el piso y mis pies sobre ellos.
Alemania, un lugar de sueños, Hamburgo, donde podría realizarlos, no, no lo creo, no era mi madre, tan solo quería ser alguien mas en el mundo sin nada especial y sin llamar atenciones que no me correspondían, no, no de nuevo.
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Lunes, 17, 4: 53 am.
Al fin Alemania.
Baje del avión, hacia un poco de frio y me apreté la bufanda de mi cuello. Respiraba, el aire fresco, el tacto, todos mis sentidos estaban tan... cambiados, sin duda, aun con los ojos cerrados me daría cuenta este no era mi país, nunca lo seria, pero en estos momentos donde la corrupción se a apoderado de el, creo que es bueno estar aquí.
Baje a tomar mis maletas y dirigirme a donde me encontraría con Simone, camine un poco y al fin la ubique, pelo rubio, traía encima un suéter café y pantalones de mezclilla, pelo recogido. Tenía algo en sus manos, una fotografía quizá. Miraba hacia todos lados, hasta que se topo con mi mirada, miro el papel en sus manos y fue hacia mí, con sus brazos extendidos.
- Oh, Dios discúlpame - enrollando sus brazos al rededor de mi cuerpo - es solo que no te reconocí - me soltó de su abrazo, tomo mi rostro entre sus mejillas y me miro - pero estas hermosa, eres el vivo retrato de tu madre, excepto por... - si océanos azules en vez de ojos.
- Los... ojos - me miro con algo que yo diría que era compasión.
- Bien vámonos, debes tener mucho sueño-
Aborde la camioneta que Simone tenia en el estacionamiento, sentí los asientos de piel. Recargue mi mano en el descanso y mire por la ventana, mire aquellas hermosas luces que Alemania me ofrecía.
- Vaya, no sabes lo ansiosos que están de conocerte - su marido supongo, para ser sincera no lo recordaba, muchas platicas de mi madre sobre ella, pero ninguna llegaba a llamar mi atención - Bill hasta se quería quedar despierto a esperarte, pero tenia que hacer un trabajo importante y al final durmió, no es como si fuera difícil que el sueño los venciera - ¿Bill?, no creo que alguien hable así de la persona que ama. Ella sintió mi mirada algo desconcertada. - oh lo siento, tengo dos hijos - genial, niños - Bill y Tom, Thomas - Bien al segundo le diré Thomas cuando intente jalarme del cabello - son buenos chicos - claro ninguna madre diría lo contrario de sus hijos - bueno, son grandes muchachos - ¿muchachos? - pero no puedo evitar hablar de ellos de esta forma, aunque ya estén en la universidad - ¿uni- universidad? Se dio cuenta de mi expresión y con una mano rozo la mía - se llevaran bien, ya lo veraz -
- Si - la mire unos segundos con su sonrisa dulce y maternal. Mientras seguía mirando por la ventana deje que el sueño me consumiera por completo en una linda tonada.
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Lunes, 17, 8:14 am.
- Hum... - me revolví entre las sabanas, no sabia como había llegado hasta ahí, pero me sentía cómoda. Abrí los ojos poco a poco y note los cálidos rayos de sol entre las cortinas. Después de abrir bien los ojos me senté en la cama a contemplar mi nueva habitación. Tenía un toque de una niña más pequeña, con sus muebles blancos y papel tapiz de florecillas en colores crema. Mire a un costado de mi cama, ahí había un buro, con un reloj sobre el. Me acerque al recordar algo y al ver la hora, salí de un salto de la cama con destino al baño, por suerte había shampo y jabón ahí dentro.
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Lunes, 17, 8:40 am.
En camino.
Baje las escaleras apresuradamente aun colocándome el suéter azul. Cuando note a Simone al pie de estas mirándome con extrañeza.
- ¿A donde vas con tanta prisa? - me detuve en seco a mitad de las escaleras al escucharla.
- Se me a echo tarde para la escuela - note como Simone miraba hacia abajo y soltaba una carismática sonrisa.
- pero niña, acabas de llegar de un largo viaje, lo que menos deberías de pensar es en llegar tarde -
- Bueno, no me quiero perder mi primer día de clases - oh vamos, lo que no querías es llamar la atención mañana cuando todos ya estuvieran con sus respectivos amigos y todos te miraran de forma extraña.
- Bien es comprensible, espera yo te llevare - bien si no fuera así no sabría donde podría terminar parada.
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Lunes, 17, 8:57 am.
- Ahí es, ¿la ves? tu nueva escuela - asome un poco la cabeza por el vidrio para mirar el enorme edificio que se alzaba sobre mi. - Es una de las mejores escuelas aquí en Alemania, y no decir en Hamburgo. - genial ahora realmente sentía nervios, muchos, muchos nervios - hum, no se donde tendrán la cabeza esos chicos míos - ¿ahora que tenia que ver sus hijos? - es solo que, yo tambien fui joven y se que es poco vergonzoso que tu madre te traiga a la escuela - esperen, ¿había dicho madre? - no digo que soy tu madre o que ahora me tengas que ver así, de echo ¿quieres que te deje por aquí o acaso quieres que te lleve mas cerca? - Demonios, sentía que si daba un paso fuera de aquella camioneta me desplomaría en el húmedo suelo.
- Aquí esta bien - maldito orgullo.
- Bien - Simone estaciono su camioneta - ¿te parece si vengo por ti a las 2?-
- si, muy bien-
- bueno entonces que te vaya bien - me miro con sus ojos maternales y amorosos. - oh lo siento, es que estaba recordando unas cosas - ella suspiro y volvió a mirarme con una amplia sonrisa - veraz que todo saldrá bien, no estés nerviosa, cuídate y nos veremos - tome mi mochila y abrí la puerta del auto, note la brisa húmeda y fría contra mis mejillas.
- nos vemos - me colgué la mochila mientras cerraba la puerta. Mire como Simone avanzaba en su auto. Cuando reaccione redirigí mi mirada a el edificio. Bien hora de entrar.
Entre en el edificio notando las imponentes puertas. Dentro era aun más enorme, sin duda me perdería más de una vez ahí dentro. Notaba como algunos corrían y llegaban con otros, tal vez se conocían, y como después de eso llegaba alguien mayor y los reprendía. Pregunte a algunos donde se encontraba la dirección, di algunas vueltas hasta que llegue. Era una puerta de metal y al abrirla me tope con una mujer regordeta y pelirroja, con un peinado algo extraño y pasado de moda. Traía puestos unos dentecillos cuadrados sobre la nariz y la sombra verde sobre sus parpados, un rosa bastante fuerte en los labios que supongo que pensó que habría de combinar con el color de su atuendo. Tenia unos papeles sobre los ojos, al bajarlos me miro con una mueca en la cara y levantando una ceja.
- ¿te puedo ayudar en algo? - note que no se había depilado bien el bigote, ¿como permitían que alguien así trabajara? - bien si no te puedo ayudar... -
- N-no, es que vengo por mi horario -
- Esos se entregaron temprano - ahora podía verlo, ella lo disfrutaría, esa mueca de "me negare a todo porque llegaste tarde" - ¿acaso llegaste tarde? - su maldita sonrisa estaba apunto de sacarme de quicio.
- Si, algo -
- ¿algo? - levanto su mano y señalo un reloj cercano, 9:07 am - bueno, mientras no sea cotidiano -
- oh no, no lo será - claro, nunca me gustaría tener que volver a tratar con alguien como ella.
- Nombre -
- Diana Beacker - sus pequeños y arrugados dedos buscaron en una pila de hojas de un costado, vaya, no me sorprendía que estuviera así, en esa oficina no tenia que mover un dedo todo estaba a su alcance.
- Aquí esta, bienvenida señorita Beacker - me dio la hoja - que tenga un lindo semestre - ahora si, su sarcasmo había rebasado toda expectativa.
- Gracias, ah por cierto que disfrute sus rosquillas - salí de aquella oficina con una mirada de odio clavada en la espalda.
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Continuara.
Y aqui la primera de mis Historias con este contexto.
Espero que les guste, tanto como a mi me gusta.
llena de drama y de muchas emociones.
Ya saben cualquier detalle me lo dicen.
Deka.
