Disclaimer: Ni Yu-Gi-Oh! ni sus personajes me pertenecen.


Muerte

Libertad, divina usurpación a la vida. Efecto de la insubordinación del primer hombre, causa del desconsuelo de sus sucesores. Recompensa de los infelices, castigo de los bienaventurados. Lugar donde se pierden las ilusiones y nacen los lamentos. Flor marchita que carcome mi alma, enredadera que se expande por mis venas.

Mi cuerpo se torna trémulo al compás de su son, una melodía con tintes lúgubres y oscuros. Mi piel palidece lentamente, opacando en albura a la Luna. Mi corazón bombea sangre a una velocidad increíble, en un vano intento por prolongar mi vida.

La inconciencia comienza a invadirme, como una niebla que amenaza con adueñarse de mi juicio. Mi respiración es nula, la soga que rodea mi cuello impide el paso del oxígeno. Puedo sentir pequeños estremecimientos recorrerme, mismos que pronto se convierten en convulsiones infrahumanas. Una álgida corriente anuncia lo ya esperado, mi muerte. Cierro con simpleza los ojos, clamando que al abrirlos sea a él a quien vea.

Los latidos han cesado, la asfixia ya no es una molestia. Una luz blanca se filtra entre mis párpados y un calor celestial se apodera de mi alma, ahora desligada a mi cuerpo terrenal. La tentación de caminar hacia tal espectro se hace presente, mas me obligo a calmarme, aún no compruebo si él está ahí.

Lentamente descubro mi visión, cegándome enseguida por la intensidad luminosa que se esparce por la habitación. Cuando logro acostumbrarme al albor, lo observo, tendiéndome una mano desde el centro de la aurora.

— ¿Qué pasa, Seto? ¿Acaso piensas quedarte allí por toda la eternidad?—dice burlonamente, haciéndome salir de mi ensoñación..

No respondo, me limito a caminar hasta él y tomarlo por los hombros. Su mirada se vuelve desafiante, en su rostro se dibuja una sonrisa. Me inclino y lo halo hacia mi, devorando su boca desesperadamente. Cómo ansiaba besar esos labios nuevamente, probar ése sabor tan embriagante, perderme en las sensaciones que solo él provoca en mi.

Al separarnos, caminamos hacia la estela. Nos abrazamos, yo rodeo sus hombros y él mi cintura. Nuestras siluetas se pierden en la luz, con la promesa de amarnos por la posteridad.


¡Hola!

Personalmente, no me gustó el final. Siento que le falta algo, pero no sé qué. En fin, lo voy a dejar así por el momento, cuando me inspire nuevamente, lo editaré. Les agradecería mucho si me dejan sus comentarios.

Saludos.