NOCHE CERO: "Génesis Reiterado"
"Oye, Zero, ¿te puedo pedir una cosa?"
"Lo que sea..."
"No dejes que me aleje de ti. No si muero o--"
"Eso no lo digas"
"No..., está bien. Lo que me temo es que algún día algo cambie en mí y quiera distanciarme... Eso... Eso es lo que quiero que impidas..."
"No te preocupes; eso no pasará. Tú misma dijiste que no olvidarías todo lo que vivimos juntos, y esas cosas son lo que nos mantendrá unidos. Yo lo sé"
"Yo lo sé..."
La extenuación era inmensa. Él dormía aún, embelesado en sombra; la sombra de su dolor. Nuevamente, dolor. Y si tan sólo pudiese seguir durmiendo..., quizás soñando con los días que había gozado junto a Kira... El Destino..., qué cruel, qué infame. Las marcas de la batalla remanaban en el rostro de Zero, agrietado por saber que su doncella no lo estaba esperando en esa realidad. Su atuendo era puros jirones, maculados con lodo seco y manchas de sangre tanto ajena como propia... Y así dormía. Así dormía el cazador...
Los días del porvenir no le esperaban nada bueno.
"Esos días en la Academia jamás los olvidaremos; los tendrás siempre contigo, como un pequeño tesoro en tu corazón... Así que no se trata de algo que se borró para toda la eternidad. Además, yo estoy aquí y soy la prueba más fehaciente que tienes de todos esos días"
El amanecer desbordaba y hacía su entrada por la ventana de la cabaña, oculta en el bosque cercano a la ciudad Fukuoka. Ojos azules trepidaron entonces, siendo coronación de un rostro bellísimo, mas empalidecido por heridas de la noche anterior. Su garganta demostraba cuánto daño se le había causado a su persona núbil, y el lodo quebradizo ya reseco en su cabellera y su piel suave volvía obvio el salvajismo del episodio que ella había sufrido en las horas previas.
Su mente vacía la llamó a despertarse de esa manera y contempló al muchacho que descansaba a su lado. La estupefacción por no conocer la identidad de dicho varón la impulsó a refugiarse contra la pared a sus espaldas, hecha una bolita aún sobre la cama desarreglada. Kira dudó absolutamente acerca de quien se hallaba frente a ella y sólo tomó valor para tocarle la mano después, un poco como para reconocer si él estaba vivo o muerto. A la sazón, Zero Kiryuu despertó también. Qué decir, él no lo sabía; apenas sí se escapó de entre sus labios un tímido:
-Kira... Hola.
No obstante, la jovencita sólo dio réplica con un silencio desgarrador. Sus ojos estaban mudos. Osada fue la maniobra del hombre, que, en su desesperación por abrazarla y besarla como antes, intentó tocar su mejilla, mas Kira se retrajo al instante, desconfiando del atractivo varón que comenzaba a sufrir por ella... Zero también, en esa órbita doliente, retiró su mano y deslizó su mirada hacia sus rodillas. Vacío... Vacío entre los dos... y un gemidito emanado de la boca refinada de esa mujer lo invoca al caballero de nuevo. Se miraron; ella lo miró de cerca y por un momento parecía conocerlo y desconocerlo. Pero para cuando él trataba de tocarla otra vez, ella se iba. Bajó de la cama rápidamente y se dirigió a la ventana, desde donde miró el cielo y anheló salir. Con angustia, Zero la observó sin recibir contestación y luego Kira escapó, corriendo hacia la puerta de la habitación que desembocaba en el comedor.
-¡Kira! –el chico exclamó al ver esa reacción.
Fue tras ella hasta chocar con la situación: Chigima, el cazador de mirada naranja y melena y barba castaña, lesionado y aún desarreglado por la lucha de la noche anterior, se encontraba, al igual que Yagari, maestro de Zero, estupefacto de cara a la dama que, cruentamente, les tenía miedo. Dichos hidalgos permanecieron helados en el lugar, sin querer amedrentarla en su deseo por darle contención, pero ella sola se aterraba con el hecho de estar ahí.
-Kira... –suavemente Zero la llamó, a lo cual ella respondió volteándose con temor. Siguió hasta la salida y huyó.
Afuera, el sol era ameno y finalmente tocaba la tierra después de tantos días de oscuridad húmeda. Rebotaba con gracia sobre el césped irregular y desmechado, creando una atmósfera tibia y amarilla...
-¡Ey, ¿adónde vas?! –el muchacho nuevamente inquirió.
Kira trotó buscando la fuente de la luz que acariciaba de pronto sus mejillas; su andar, torpe y sin destino premeditado. Sólo quería resguardo en Dios... sin saber que Él ya estaba de su lado, con ojos lilas y cabello platinado.
Tropezó con una roca a ese ritmo, y en la caída se hirió con una ortiga en el brazo. Sollozos vinieron posteriormente, cuando sintió la agresión de su aturdimiento. Era una niña de pronto; parecía que toda su madurez, de la que Zero se había enamorado en la Academia días antes, estaba ausente de una forma perentoria. Como una chiquilla, quiso romper en llanto y fue presa de la angustia. Sin embargo, Zero siguió siendo el único capaz de irrumpir en el caos, pues fue hasta ella y la contuvo en sus brazos fuertes, acción que hizo dudar a la dama sobre si debería quedarse en ese amparo o correr.
Yagari y Chigima, ambos cazadores de renombre malheridos todavía, miraron con dolor..., mientras el chico le susurró a la hermosa en un tono de súplica serena...:
-Estoy aquí, Kira... Siempre estaré contigo... porque eres lo más importante que tengo. No llores, ¿sí?
El corazón de la dama desesperaba. ¿Por qué, se preguntaría, ese joven le causaba tantos escalofríos? Algo en su interior le rogaba quedarse sostenida por esos brazos, aunque una parte de su corazón conmocionado también de pronto era fóbico a todo... La salida a su confusión no era visible entre tanta sorpresa al despertar en un mundo extraño del cual no tenía recuerdos. Kira estaba vacía... Estaba perdida.
Ella hizo un gemidito al compás de su cara de angustia. Esperó unos instantes en el amparo de Zero y entonces se soltó. Se tomó el cuello de repente ahí y se percató del dolor que Seta Houki le había ocasionado junto con sus esbirros, así como los colmillos de Zero que habían dejado una cicatriz de dos puntos, aunque, claro, de esto no tenía idea en lo más mínimo; sólo el padecimiento de su piel remanaba. Se colmó de terror en ese momento al chocar con todo el dolor junto, y se puso de pie. Esquivó las ortigas que amenazaron con pincharle los pies descalzos y se alejó unos metros atolondradamente entretanto Zero la contempló ahogado en el abandono de su alma.
-Kira...
Y la chica se volteó, como si titubeara a lo último... Con una expresión ambivalente, como de seriedad mezclada con tristeza y tensión. Sin seguridad acerca de si debía tomar el resguardo obvio que él le ofrecía con la mirada, o si debía preservar su integridad e irse lo antes posible, ella se quedó allí, mal...
-No te vayas... –Zero le suplicó, y una lágrima cayó por su mejilla. Estaba roto...
La doncella fue tocada por eso y se colocó de frente a él. ¿Por qué lloraba por ella? Debía ser muy bueno si podía llorar por ella... Su voz de ninfa tembló allí y quiso decir algo... Chigima y Yagari prestaron atención.
-¿Kira...? –el joven cazador inquirió al ponerse de pie otra vez.
Kira Airen se prolongó en su espiral de confusión. Frunció el ceño y continuó palpándose el cuello...
-Di algo, Kira, por favor... –imploró.
Tendió a alejarse nuevamente. Él no lo permitiría, siendo que había muestras de que se la podía hacer reaccionar... Decididamente fue hacia ella, envuelto también por el sol tibio, y la tomó de la mano, la cual él colocó en su propia mejilla, invocando estupor en la joven cuyos ojos brillaron con temor.
-Mírame... Mírame, Kira... Soy yo... ¿Me reconoces? ¿Recuerdas mi nombre?
Al borde del llanto, Kira bajó la barbilla y frunció el entrecejo de nuevo, sufriendo su incapacidad para ver la realidad. Él esperó, contemplándola con amargura, hasta que esa vocecita tartamudeó:
-K-K-Ki... Ki... ra...
El gesto de desolación de Kiryuu se mantuvo constante mientras ella se llevó el puño a la boca y se tapó los labios. Aunque dolía acercarse a dicha princesa, el varón persistió, estrechándola contra su pecho suavemente, sosteniendo su cabecita y acariciando su cabello negro. Colocó la vista en el cielo naranja del alba y dijo con su voz de ángel viril:
-Sí, Kira... Ésa eres tú... "Kira".
El cazador cerró los ojos, de los cuales rodaron lágrimas.
"En el fin... he vuelto a perder lo que más quiero... ¿Es éste mi destino...?
¿Sufrir por amar a alguien...?"
Un hechizo terrible... Oblivion... La mente de Kira había sido borrada con una fuerza axiomática. Zero Kiryuu era presa de la desdicha otra vez. Dios era injusto..., realmente injusto.
El mal había actuado. Una tumba de gitanos remanaba profanada en la oscuridad de un cementerio temible. Aún sobrevolaban los gritos de aquellos cuatro héroes, inyectados en el aire fresco. Y ahora, los vampiros que habían actuado como peones, peones beligerantes de los criminales como Seta Houki, volvían a sus guaridas... sin comprender la gravedad de las cosas que habían hecho; cómo esos actos delictivos habían destruido la unión entre Kira y su caballero. Las armas se guardaron para enfrentamientos futuros, mas no muy distantes en el tiempo, pero Zero quedaba hecho añicos...
Con todo ello, Kaien Cross, en su Academia que se degradaba con los hechos de esos conflictos entre vampiros y humanos, desesperaba, y su espíritu se sulfuraba preguntándose por el destino de Kira y sus tres protectores. La forma en que ese hombre sincero volvía a ver a sus afectos morir por dentro lo hacía esclavo de la pena, de una dolencia eterna muy similar a la de Zero.
Los cazadores estaban furiosos. Su familia había sido atacada. Nigiko y Yoken habían sido asesinados y hubo quienes sobrevivieron a duras penas las pujanzas de aquel conde de la noche, Seta, quien dormía plácidamente con el amanecer de ese día melancólico.
El mundo parecía seguir... mientras un hombre lloraba en silencio por la pérdida de su amada... Una y otra vez, era mártir de un drama en vida que podría no acabar nunca...
-Zero... –murmuró Yuuki Kuran, a lo lejos, en su palacio. Aún distanciada de Kiryuu y como su enemiga, sintió dolor por él.
Su hermano y amante Kaname, a escasos metros de ella, leyendo un libro, oyó su lamento y esbozó una pequeña sonrisa pedante antes de decirle sin mirar:
-Eres muy dura por lo que me obligaste a hacer.
-¿Eh? –ella atendió.
-No te perdonaré jamás.
-Lo siento... Pero Zero... y esa chica... No podemos permitir esas cosas...
-¿A costa de mi amada? Como he dicho, jamás te perdonaré.
-Lo sé..., pero soy guardiana... y como tal, debo velar por la paz entre humanos y vampiros, sobre todo si esos vampiros son de sangre pura como nosotros.
-No hay excusa para tu decisión, mi princesa. Pero está bien. Te seguiré adorando, aunque te guarde rencor por esto.
-Mmm... Esto... Esto es muy triste... Zero..., tú... Está solo otra vez..., ¿cierto?
***
El futuro se anunciaba con malas señales. ¿Qué vendría luego de que un conde de la noche hubiera aniquilado el intelecto de una mujer cazadora? Ésta era un caparazón lleno de aire, sin esperanzas. Su primera palabra en su nueva vida impuesta había sido su propio nombre, el cual repitió espaciadamente y con una voz recatada entretanto su ángel guardián la peinó y se esforzó por arreglarla mejor, ambos sentados en la cama de su habitación sombría.
El peso de los ojos de Zero lo teñían de pesadumbre. Y mientras la joven murmuró, él contuvo las ganas de llorar.
-Kira... –ella balbuceó-. ¿Kira...?
Exhibiendo una sonrisa falsa, cargada de dolor interno, el varón le contestó, a sus espaldas:
-Sí, así es, hermosa... Tú eres Kira... y yo soy Zero.
Esos labios refinados eran incapaces de repetir aquel último nombre.
-Yo voy a cuidarte, ¿de acuerdo? –le dijo, y continuó peinando la melena lacia y negra de la mujer cuya mente estaba aturdida.
Silencio doliente, y un toquecito en la ventana llamó su atención. Era un pájaro pequeño que se posaba en el descanso de la ventana. Fue la doncella quien más fue atrapada por esa aparición. Todo su discernimiento recayó en el animal y no tardó en deslizarse de la cama hacia el piso y avanzar a la ventana. Su pasmo era absoluto. Deleitó sus ojitos celestes en la picardía del ave y anheló fervorosamente saber de él. Cuando el mismo se marchó en un vuelo nuevo, ella permaneció, aún sofocada por la intriga, pues un factor sin identidad la hacía entrar en conflicto ahora que veía a esa criatura alada. Se volteó en dirección a Zero y le arrojó un gesto de petición. A esto, él dio como réplica:
-¿Qué pasa? Te gustó, ¿no?
La cazadora frunció el ceño y regresó la vista a la ventana. El muchacho roto, por su parte, avanzó lentamente hacia ella y permaneció a su zaga, deseando tomarla de las manos, aunque ese mismo movimiento hubiera sido efectuado hacia Yuuki Cross. Amargado, murmuró en un sollozo serio:
-Kira...
Mas, ella se encogió de hombros, víctima de la vacilación y unos anómalos escalofríos. Bajó la cabeza y esperó a la siguiente reacción del hombre.
-Y-Yo... –empezó, sólo para ser cruelmente interrumpido cuando la princesa Airen corrió de vuelta a la cama, donde, en posición fetal, se escondió en su propio cuerpo, enterrando la cara entre las rodillas y abrazándose a sí misma. Él se quedó unos momentos, perpetuando su soledad y desamparo, pues Kira Airen había sido la única persona capaz de entrar a su corazón y darle el alivio que siempre había necesitado. Luego regresó al lecho y se sentó junto a ella, casi pegando el hombro derecho al izquierdo de ella. Suspiró con acritud y tomó dos mechoncitos negros de la cabeza de la mujer, jugando lentamente con ellos en una expresión de desánimo. Ella no ofreció resistencia.
"Dios. Esto, ¿recién comienza?"
-Fue un fracaso –aseveró Yagari, el de un solo ojo azul, hacia su colega cazador, quien hablaba por el teléfono celular-. Nuestros intentos resultaron en vano y la misión fue un fracaso...
-Oblivion... no tiene marcha atrás... ¿Cómo está Kiryuu?
-¿Cómo crees? –espetó en un tono aciago. Chigima, destrozado frente a él, en la mesa del comedor, escuchaba cada acento empleado en el vocablo de su socio cazador.
El dolor generaba silencio; un incómodo silencio...
-Riten* está muy mal.
-¿Vivirá?
-Puede ser que sí como puede ser que no. Ahora está inconsciente... y no sabemos cuándo despertará. Está muy malherido.
-Y, ¿Omashu*?
-Está peor. Jamás lo vi así... No hemos podido recuperar el cuerpo de Yoken... Creo que los vampiros lo han... pulverizado.
-Monstruos... No puedo-- ...agh... ¿Al menos... se han retirado de este territorio?
-Aparentemente, pero no puedo asegurarte que el camino sea seguro. Les sugiero que esperen al día de mañana. Haniko los buscará; no me olvido de que están lesionados. Ustedes, ¿aguantan?
-Nosotros dos, sí... No obstante, creo firmemente que es muy necesario llevar a Airen a un lugar protegido de este caos cuanto antes..., porque con esta calamidad, las fieras se soltaron y no hay un Consejo de Ancianos* que las detenga.
-Sí... Además, ahora ella desconoce cuántos riesgos corre en el mundo como una Airen... Antes al menos estaba advertida y tenía facultades para preservar su vida...
-Por eso iba a preguntarte... ¿Hay alguna posibilidad de llevarla a los cuarteles de la Asociación? –Chigima pujó con su mirada naranja, ya que la pregunta dicha le incumbía directamente.
-¿Aquí...? Bueno, no lo habíamos pensado... Supongo que se puede hacer lugar, pero no había ni tomado en cuenta que podrían querer hacer eso. Pensé que la llevarían de regreso a la academia de Kaien.
-Es una alternativa, pero necesito saber. Shikara Haze era estudiante allí y resultó ser aliada de Seta desde un comienzo, así que no sería extraño que hubiera más vampiros vinculados a él allá.
-Claro... Pues..., déjame llamarte después y te lo podré confirmar mejor...
-Está bien...
-Y, otra cosa, en relación a Omashu... Él está desesperado por encontrar a los sujetos que nos delataron y que provocaron la muerte de Yoken... Quizás pronto sepamos quiénes fueron responsables, pues ya varios están investigando para darle a Omashu una respuesta.
-Pero, ¿crees que nos los podríamos topar nosotros?
-No sé. Haniko irá bien preparado cuando los busque, de todos modos... Ya lo peor pasó.
-Sin duda...
El padrino de Kira estaba literalmente devastado. Su expresión era rústica, libre de esperanzas o luces. Había perdido lo único que le quedaba por proteger; había fallado en su rol de protector de la última heredera Airen. Lo único que quería era llevársela lejos, cuanto más fuera posible, de manera tal que la vida anterior que ella había tenido no volviese más a hostigarla y a remarcar la ruina que Seta Houki había dejado con un simple hechizo. Su espíritu bizarro se hallaba ausente en él, y en el horizonte de su futuro se atisbaban sólo días y días de pena y auto recriminación. Mas, ninguna lágrima cayó de sus ojos color fruta; todo su malestar, se lo tragó y lo dejó estancado en los intersticios más nobles de su persona.
-Tú... –habló Toga Yagari-, ¿hacia qué te diriges ahora?
Con la vista empotrada en sus piernas maltrechas, Chigima respondió gravemente:
-Mi único objetivo de ahora en adelante será cuidar a Kira. Es todo lo que debo hacer.
-¿Has pensado en llevártela a algún lugar en particular?
-Realmente, no. Sólo... lejos.
-¿No crees que estaría protegida con los cazadores? También son sus colegas, aunque ella no lo sepa.
-No lo sé... No puedo arriesgarme a confiar en tantas personas.
-Mmm... Entiendo.
-Lo próximo que puede ocurrirle a Kira es morir... y eso... No.
-La familia Airen es muy respetada en la Asociación, más aún luego de lo que les pasó a los padres de Kira. Al menos no pierdas de vista ese recurso: si necesitas refuerzos o resguardo, puedes contar con ello, que los cazadores que trabajan conmigo te responderán.
-Está bien... Pero creo que quedarnos en un solo lugar no es solución posible.
-No puedes llevártela de un sitio a otro sistemáticamente. Es una chica..., no lo olvides.
-Sin embargo..., entenderás... –dijo, mirando por la ventana hacia lo lejos...- que un hombre en mi posición difícilmente pueda sentirse seguro acerca del destino que le depara a él y a la persona que juró proteger y resultó atacada.
-No te acobardes.
-No te atrevas a pensar eso; si me acobardo, Kira está sola.
-No, no lo está...
Chigima torció la mirada hacia el frente de nuevo, enfocando a Yagari, quien expelía, por su parte, ánimo triste. Y luego regresó con los ojos al piso, suspirando angustia.
-Cuesta... tanto... no dejarse llevar por un rencor así de grande... Es cierto que Zero hizo todo para protegerla..., más de lo que yo hice, inclusive... Pero...
-Ico*... –dictaminó el de cabellera negra-, cuando tú mueras, Zero seguirá vivo. Ten eso en cuenta. Si no puedes entregar tu confianza y tu serenidad a la figura de ese hombre...
-Lo sé, lo sé... Creo que-- -quiso decir, mas fue interrumpido por la aparición del joven Kiryuu, quien, emergiendo de su habitación, portaba un semblante de perdición y desfallecimiento en vida.
-Zero... –lo saludó su maestro.
El chico no dio contestación. Su alma enferma se le translucía en la piel...
-¿Kira está dormida?
Él cerró la puerta del cuarto que dejó atrás y negó:
-No... Está... jugando con las cosas de su maleta.
Dio un par de pasos hasta la cocina y tomó un vaso con agua natural. Estaba destrozado, lo que evocaba la preocupación de su educador. Éste y el cazador de cabello castaño lo observaron morir lentamente por dentro...
-¿Cómo la ves? –siguió Toga.
No dijo nada... Parecía ir a quebrarse en cuanto hablara.
-Tranquilo, pupilo.
Respondió sólo con un gemidito. Se tomó la frente y se tapó los ojos con dos dedos. Entonces se movió y tomó asiento en la mesa donde se hallaba Chigima. No podía mirar a los ojos a ninguno de los dos hidalgos.
-¿Estás cansado? –le preguntó el de barbita marrón.
El chico asintió con la cabeza.
Cuánto dolor...
-Ey, nos vamos mañana –le anunció su tutor.
-Bueno... –Zero respondió al fin con una mera voz de ruina.
-Nos buscará Haniko, en auto.
-¿Seta...?
-No hay noticias de él. Tal parece que todos se retraen, pero hay que llevar a Kira a un nuevo refugio.
Asintió una vez más.
-Considero prudente que se aloje en el cuartel de la Asociación.
El muchacho parpadeó a la sazón. Frunció el ceño, pensando una disyuntiva y dictaminó posteriormente:
-No.
-¿Mmm?
-No quiero... que Kira siga siendo expuesta al mundo de los vampiros... La Asociación... No.
-Pero...
-No será sano que esté ahí, Maestro...
-Pero sí seguro.
-Nada es seguro ahora... Ningún... lugar en el mundo...
-Entonces..., ¿qué quieres hacer?
-Quiero que empiece desde cero... libre de toda la basura del mundo vampírico... No quiero que recuerde ni conozca de nuevo... todo eso...
-¿"Que recuerde"? O sea que, ¿tienes la esperanza de que te recuerde a ti también? ¿Cambiaste de opinión sobre eso? –Yagari inquirió con fe.
No obstante, el joven no contestó, pues una parte de sí lo deseaba, anhelaba creer que Kira podría recuperarse a pesar de la maldición Oblivion, pero su raciocinio no dejaba de atosigar con la lógica:
"No será posible; todo ha quedado atrás; la verdadera Kira,
Los vampiros,
Yo...
Todos quedamos atrás...
¿Qué podría recuperarse, si todo ha sido borrado?
No hay nada que recuperar..."
Zero tenía que librar una terrible contienda interna para convencerse de que había otra salida..., pues encarar una vida con ese martirio era demasiado duro para su corazón dulce.
Sin embargo, el miedo...
El miedo a vivir así es atroz...
-Quiero que quede en claro –afirmó Yagari- que mi deseo es que Kira y tú estén bien, Zero, y que estén juntos. Ya sea en la Asociación o donde sea, estará todo bien si ustedes se acompañan, distanciados de los peligros del mundo (humano o vampiro). Pero, claro, por mi parte tengo que responder a los cazadores; no tardarán en pedir mi participación. Les ofrezco resguardo en la Asociación, pero lo que suceda con ustedes corre por su cuenta. No los obligaré a nada, por supuesto.
-Lo sé, Maestro –respondió Kiryuu.
-Trata de decidirte pronto, Zero. ¿Qué harás con la mujer que amas?
Él bajó la mirada lila. Le faltaban tantas fuerzas, que parecía contagiar todo a su alrededor con su agobio. Y Chigima escuchó cuando, entonces, aquél dijo suavemente:
-Quiero... volver con ella... a la Academia... Sólo cuando estábamos ahí ella era feliz.
-Pero..., ¿incluso sabiendo que los vampiros podrán ir a buscarlos allí?
-...sí. Ella dijo... que su adolescencia había solamente durado el tiempo que estuvo allá..., porque el mundo exterior la obligaba a vivir un ritmo adulto y hostigado por el terror... Quisiera que recuperara esa sensación de paz...
-Mmm... Cross de seguro estaría feliz –opinó el de mirada celeste, serenamente-. ¿Chigima...?
El otro cazador no manifestó resistencia; asintió una vez y bajó la vista en un gesto de cansancio extremo y dejando a entender que quien tomaba las riendas de la situación era el joven, el cual no modificaba la oscuridad que eclipsaba sobre su rostro hermoso.
Los tres callaron... mientras avanzó el día y las tormentas del día anterior se fueron alejando en el cielo.
***
Luego de que Chigima ayudara a Kira a comer un poco, tiempo en que Zero pudo darse una ducha plagada de llantos silenciosos, fue el turno de que ella se cambiara de atuendo. Él caminó hacia la cama del cuarto donde se sentaba recatadamente y sin vistas en un futuro y le habló suavemente, queriendo sacarla de su órbita amnésica:
-Ey, dulce... Kira...
La damisela elevó la mirada inocente y vacía. Los ojos lilas de Kiryuu eran tristes, pero a la chica parecían gustarle, según lo indicaba su manera de contemplarlo.
-¿No te gustaría cambiarte de ropa?
Kira gimió, como si luchase por pronunciar algo concreto.
-¿Mmm...? –él insistió, tocándole la mejilla apenas con la yema de tres dedos-. ¿Te gustaría cambiar?
Pese a que ella sintió recelo por el gesto y evidenció rechazo, el muchacho continuó, y para ayudar a la comunicación, tiró levemente de la tela que le cubría los hombros pequeños de la cazadora. Le señaló una blusa roja extendida sobre la cama y ella luchó por entender.
Chigima pasó por allí luego de haber ido al baño. Vio la situación y propuso sin meditación:
-Quizás deberías enseñarle.
-¿Eh? –Zero reaccionó.
-A vestirse. Quizás tendrías que mostrarle tú.
El chico se sonrojó. Aún siendo el novio de Kira, esa posibilidad lo hacía sentir incómodo...
El cazador adulto se fue de nuevo, tras aportar la idea, y la dama miró fijamente a Zero esperando una respuesta clara.
-Mira... Me iré unos momentos. Debes sacarte esto que está sucio y ponerte esto que está limpio –indicó, con ayuda de la mímica y colocando en las manos de ella la blusa roja, una falda azul y medias altas negras.
Ella dudó, pero siendo que él no podía tocarla sin hacerla entrar en crisis, se alejó y le repitió que se quitara lo que tenía encima.
Afuera de la habitación, no podía creer que su mujer tan adorada fuera alguien tan escaso de luces. ¿Sería posible iluminarla otra vez? Recordó constantemente las conversaciones tan ricas que había tenido con ella y amó el pasado...
"Sigue luchando, Zero..."
Eso era una primera muestra de cómo sería la convivencia con la joven vacía. Era difícil de digerir, pero la verdad era que Kira era discapacitada.
-"Discapacitada"...
Kiryuu cerró los ojos con dolor.
-¿Y...? –Yagari inquirió a su pupilo, viendo la situación desde el comedor, junto con Chigima.
-Le estoy dando tiempo para que se... cambie –afirmó el joven.
-Mmm.
-No desfallezcas, ¿está bien?
-No...
Unos minutos después, llamó a la puerta de la recámara:
-Kira..., voy a entrar. ¿Está bien?
Con un poco de miedo a encontrar a su enamorada en un estado inapropiado para sus ojos vírgenes, él ingresó lentamente, con el rostro gacho al principio y elevando la vista despacio. A la sazón, lo que vio no fue tan terrible... Sólo un poco incómodo, por un lado, y triste, por otro. La joven se volteó para verlo y lucía la blusa al revés, las medios a medio colocar y a la altura de los tobillos... y la falda..., se podría decir, un poco alta para el largo que debía tener, de manera tal que no escondía muy bien las piernas de la chica. Al notar esto último, el cazador se sonrojó y chocó con nuevas sensaciones en su interior, pues era la primera vez en su vida que alcanzaba a vislumbrar piel tersa prohibida.
-Agh--, Kira...
-Je... Mi pobre pupilo... –murmuró Yagari, notando la molestia de Zero-, experimenta por primera vez una atracción adulta hacia su princesa.
-Mientras se comporte... –Ico Chigima opinó, aún con el rostro cubierto de tristeza por el tema del día-, es lo que corresponde, siendo que son pareja.
Kiryuu tuvo que armarse de valor y acercarse. Le indicó, aún ruborizado (hecho que llamó a la curiosidad de la mujer) que debía dar vuelta la blusa y tirar hacia abajo de su pollera. Afortunadamente, la conciencia de Kira aún funcionaba para realizar deducciones y otros procesos lógicos, así que su gesto evidenció haber comprendido algo de esas órdenes. Después la instó a que tomara asiento en la cama nuevamente y le avisó con las manos que iría a tocarla. Kira no opuso resistencia, aunque sí se fue presa de nervios. Lo que el hombre hizo fue colocarle bien las medias, intentando, sobre todo, hacerlo sin tocar su piel.
Todavía estaba sonrojado... y un poco, ella, también... Él se apresuró a concluir con eso rápido y después volvió a marcharse para que lo de la blusa y la falda fuese corregido.
Terrible...
El día entero tuvo ese perfil. Ella no logró hablar. No más que su propio nombre y gemiditos de incertidumbre. Comió apenas cuando Chigima, quien de hecho le infundía algo de temor, le daba instrucciones desde una distancia prudente. Zero no tenía hambre; con tanto dolor, su estómago era una piedra. Y las horas pasaban como días...; los tres hidalgos estaban ansiosos por irse. En su habitación, la doncella investigó la ropa en el bolso de viaje del joven que la acompañaba, admiró el látigo Ayilai y analizó de cerca la hebilla de la rosa turquesa que, sin recordarlo, Kaien Cross le había obsequiado días antes. Muda, inexpresiva hacia el chico, perpetuó el sufrimiento de éste hasta que el sol comenzó a caer y el cielo se tornó fucsia. Ella prestó atención entonces, incluso manifestando algo de consternación, quizás creyendo que las nubes se incendiaban... Él, contra la pared del extremo opuesto a la cama, explicó así, viendo que ella se pegaba a la ventana y fruncía el ceño:
-Está atardeciendo.
Un quejidito de confusión. La luz rosa del exterior se filtró por el vidrio del ventanal y recayó en los ojitos celestes de la dama, polimerizándose con ellos hasta disfrazarlos de lila, como los del caballero.
-Pronto vendrá la oscuridad..., pero todo está bien.
Airen suspiró. Pareció despedirse del sol que caía muerto en el horizonte.
-No importa... –dijo ahora en un tono de voz humilde- cuántas veces venga la noche... Yo estaré... Estaré soportando estas cosas... hasta que...
"Hasta que...
me consuman por completo"
( ESTA ES LA CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA "VAMPIRE KNIGHT: TENSHI" = .net/s/5208842/1/Vampire_Knight_Tenshi
A medida que siga escribiendo los capítulos, los subiré aquí. )
NOTAS:
* Riten es el segundo espía, el que fue enviado luego de Nigiko para averiguar los planes de Seta antes de que todo resultase en desastre. Mientras que Nigiko no pudo escapar con vida, Riten lo logró, pero sus heridas son graves.
* Recuerden que Omashu es el cazador con el que Yagari mantenía contacto previo a ir a las catacumbas. Su hermano menor, Yoken, es quien llevó a Kira, Zero, Yagari y Chigima hasta las catacumbas pero que fue atrapado por los vampiros rastreadores de Seta y asesinado salvajemente.
* No hay que olvidar que al final de la temporada de animé "Vampire Knight: Guilty" el Consejo de Ancianos, liderado en gran parte por el abuelo de Ichiou Takuma, se disolvió durante la resurrección de Rido Kuran cuando dicho jefe fue asesinado. El Consejo de Ancianos siempre había representado un freno a los grupos de vampiros más agresivos y desalmados, por lo cual, cuando se disuelve, deja abierta una puerta al caos.
* Ico es el nombre de Chigima. Es "Ico Chigima", aunque a él no le gusta tanto, por lo cual se hace llamar más que nada por el apellido.
